Revista Latina de Comunicaci�n Social 63 enero � 2008

Edita: LAboratorio de Tecnolog�as de la Informaci�n y Nuevos An�lisis de Comunicaci�n Social
Dep�sito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
A�o 11� � 2� �poca - Director: Dr. Jos� Manuel de Pablos Coello, catedr�tico de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Informaci�n: Pir�mide del Campus de Guajara - Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; Espa�a)
Tel�fonos: (34) 922 31 72 31 / 41 - Fax: (34) 922 31 72 54


Investigaci�n
forma de citarinforme de revisoresagendapdfmetadatos
DOI: 10.4185/RLCS-63-2008-774-368-381

El tratamiento period�stico de la implantaci�n
del euro en Espa�a

Press Coverage of the Implementation of the Euro in Spain

Dr. Joaqu�n Sotelo Gonz�lez [C.V.] - Profesor del Departamento de Periodismo II - Universidad Complutense de Madrid, UCM, Espa�a - joaquin.sotelo@ccinf.ucm.es

Resumen: A trav�s de una serie de investigaciones realizadas a lo largo del tiempo, hemos conseguido establecer un mapa de coordenadas de situaci�n del periodismo en relaci�n con el tratamiento de asuntos relacionados con la Uni�n Europea. En primer lugar, identificamos y describimos las formas y actitudes empleadas por los periodistas -especialmente, por los corresponsales de prensa desplazados a Bruselas- a la hora de abordar noticias comunitarias. Paralelamente, procedimos al estudio de los condicionamientos ideol�gico-culturales de estos corresponsales en relaci�n con su labor profesional. Una vez identificadas las pr�cticas profesionales, por un lado, y las posturas ideol�gico-culturales de los periodistas europeos, por otro, realizamos la articulaci�n de los diferentes discursos para obtener as� puntos nodales que demarcan y delimitan los distintos espacios abiertos para un eventual periodismo europeo. En el presente art�culo, movilizamos los repertorios obtenidos y los aplicamos como marco conceptual al estudio del caso del tratamiento period�stico brindado por gran parte de la prensa espa�ola a un acontecimiento comunitario europeo de gran relevancia: la implantaci�n del euro.

Palabras clave: Uni�n Europea. Europa. Prensa. Periodismo. Diarios. Euro. Espa�a. An�lisis de contenido. Moneda �nica. Corresponsales. Uni�n Econ�mica y Monetaria.

Abstract: In relation to the press coverage of matters connected with the European Union, we have established a map of coordinates based on research carried out during a period of time. Firstly, we have identified and described the methods and attitudes used by journalists, especially by press correspondents located in Brussels covering EU community news. At the same time, we have studied the ideological and cultural conditioning factors of these correspondents in relation to their professional work. Once we had identified their professional practice, on the one hand, and the ideological and cultural attitudes of European journalists on the other, we carried out a study on the articulation of the different types of discourse in order to obtain a series of interrelations that establish the limits of different open spaces regarding the future of European journalism. In this article, we have used the information gathered and applied it to a conceptual framework in order to study the journalistic coverage given by the Spanish press to a very important European community event: the implementation of the Euro.

Key Words: European Union. Europe. Press. Journalism. Newspapers. Euro. Spain. Content analysis. Single currency. Correspondent. Economic and Monetary Union.

Sumario: 1. Introducci�n. 2. Metodolog�a. 3. An�lisis y resultados. 4. Discusi�n. 5. Bibliograf�a. 6. Notas.

Summary: 1. Introduction. 2. Method. 3. Analysis and results. 4. Discussion. 5. Bibliography. 6. Notes.

 

1. Introducci�n
Una vez detectadas y descritas en investigaciones previas las grandes coordenadas del trabajo period�stico, las posturas ideol�gicas potenciales del periodista en relaci�n con la Uni�n Europea y las articulaciones de las primeras con las segundas, ha llegado el momento de justificar tales hip�tesis a trav�s del an�lisis de las pr�cticas period�sticas efectivas y reales en la cobertura de un acontecimiento concreto de gran relevancia en el proceso de desarrollo comunitario europeo: la implantaci�n del euro, nuestro caso de estudio.

En el curso de investigaciones previas, encontramos en su d�a cuatro grandes conceptualizaciones de la pr�ctica del periodismo ejercida por los corresponsales de prensa desplazados a Bruselas: el periodismo como simple correa de transmisi�n, el periodismo como pol�tica, el periodismo como an�lisis y el periodismo como negocio.

Seg�n la primera de las hip�tesis, la que concibe el periodismo como correa de transmisi�n, el periodista es considerado un simple mediador. Desde este punto de vista, el periodismo es concebido como un ejercicio de recolecci�n y transmisi�n de informaci�n. El t�rmino �medios� de la expresi�n �medios de comunicaci�n de masas� se hace plenamente pertinente, porque su funci�n se limita a recoger la informaci�n emitida por las fuentes, en el caso que nos ocupa, por los pol�ticos y las oficinas de prensa, para traslad�rsela al p�blico. El periodista es un agente �broker� o corredor de noticias que en ning�n caso crea, sino que le son proporcionadas. Esta concepci�n del periodismo se identifica con el modelo te�rico de comunicaci�n propuesto por Shannon y Weaver, un modelo lineal en el que un emisor (fuente) transmite un mensaje a trav�s de un canal (medios) destinado a un receptor (p�blico). El proceso de transmisi�n est� libre de �ruido�, es decir, el canal no ejerce interferencia distorsionadora alguna sobre el mensaje. El criterio de precisi�n se refiere precisamente a esa intenci�n de no introducir �ruido�. El p�blico se sit�a al final de la cadena de forma pasiva.

La segunda concepci�n del periodismo por nosotros identificada es la que le atribuye un car�cter pol�tico. El periodista es considerado un revelador de secretos pol�ticos. Su funci�n es arrojar luz, aclarar, desenmascarar. El periodista toma partido y se convierte en un actor pol�tico, porque el significado y las implicaciones de la informaci�n son claramente pol�ticos. La noticia ahora ya no es mera informaci�n, como en la primera hip�tesis, sino relato, story, en su acepci�n anglosajona. Y el relato implica necesariamente la adopci�n de un punto de vista respecto al hecho relatado. El periodista se convierte aqu� en un antagonista del pol�tico y pasa a ser un activista del lado de los intereses del p�blico. La tan reclamada objetividad del modelo anterior se torna en partidismo.

El tercer punto de vista �el periodismo como an�lisis� supera las dos concepciones del periodista precedentes y lo sit�a m�s all�, tanto del mero trabajo de transmitir, como del de editorializar. El an�lisis es una operaci�n compleja. Ahora, la funci�n del periodista es comprender y explicar por qu� suceden las cosas. Ya no se trata de hacer transacci�n de informaci�n, como en el primer caso, o cr�tica, como en el segundo, sino de reflexionar, de meditar, de analizar, de averiguar las causas y las consecuencias de cuanto sucede. Entra en juego la dimensi�n temporal, el futuro, porque al periodista se le exige cierto esfuerzo de predicci�n. Si en el primer repertorio la noticia es informaci�n y en el segundo es relato �story�, aqu� hay que hablar de art�culo. La informaci�n se recita. El relato es un recuento que va m�s all� de lo meramente observado. El art�culo es una composici�n literaria de contenido interpretativo.

Hasta ahora, hemos hablado de periodismo desde un punto de vista siempre intr�nseco al propio periodismo, es decir, sin referencias a factores externos potencialmente influyentes en su ejercicio. Pero tambi�n existen condicionamientos, fundamentalmente, los impuestos por el mercado. El periodismo es un tipo particular de negocio en el que, como en todo negocio, el objetivo final es vender un producto para obtener el m�ximo beneficio. El peri�dico es una empresa que depende de sus ingresos y que se somete a las implacables leyes del mercado como el resto de las empresas. La noticia �nicamente existe en cuanto producto comerciable y su valor es su precio en el mercado. El periodista es ahora un vendedor. El criterio de buen periodista ya no es ni la precisi�n de la informaci�n que transmite ni su habilidad cr�tica ni sus destrezas anal�ticas, sino su capacidad comercial.

Una vez identificadas y descritas las grandes coordenadas de situaci�n del periodismo �y, en particular, las del periodismo ejercido por los corresponsales de prensa desplazados a Bruselas�, procedimos a indagar en los sentidos period�sticos que los conceptos de naci�n y Europa cobran en el imaginario de esos corresponsales, para posteriormente cruzarlos con todas y cada una de las concepciones del periodismo aludidas. Es lo que Eugenia Siapera denomina �articulaci�n�, siguiendo el sentido dado a este t�rmino por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe: conjugar o ensamblar en una misma unidad comprehensiva y coherente diferentes discursos �en este caso, el nacional, el europeo y el period�stico.

En nuestras investigaciones hemos descubierto que existen tres grandes posicionamientos ideol�gicos respecto al hecho comunitario europeo. El primero de ellos descarta cualquier simbiosis entre lo nacional y lo europeo: naci�n y Uni�n Europea no son compatibles, porque el proyecto comunitario amenaza precisamente al hecho diferencial nacional. Este posicionamiento ideol�gico da lugar a formas de periodismo de corte euroesc�ptico. El segundo posicionamiento ideol�gico es el que alude a la subordinaci�n de la naci�n al proyecto comunitario europeo. Si antes habl�bamos de lo problem�tico del proyecto comunitario europeo para la naci�n, ahora se adopta el punto de vista contrario, es decir, el problema es la nacionalidad, que pasa a ser vista como un obst�culo que debe ser superado, que debe ser dejado atr�s porque forma parte de un pasado asociado a viejas maneras de actuar incompatibles con el futuro. Este segundo posicionamiento ideol�gico da lugar a formas de periodismo de corte europe�sta. Finalmente, el tercer posicionamiento ideol�gico es el que denominar�amos �tercera v�a�, es decir, la consideraci�n de la naci�n y del proyecto comunitario europeo no s�lo como compatibles, sino como complementarios, de manera que ninguno de los dos supone amenaza para el otro y ambos pueden coexistir en armon�a y desarrollo permanentes. Este tercer posicionamiento ideol�gico da lugar a formas h�bridas de periodismo.

A continuaci�n, ofrecemos una tabla resumen de los resultados obtenidos al articular �cruzar� todas y cada una de las concepciones del periodismo aludidas �como correa de transmisi�n, como pol�tica, como an�lisis y como negocio� con todos y cada uno de los posicionamientos ideol�gicos rese�ados. De tales articulaciones surgen doce espacios period�sticos caracterizados por las respectivas descripciones ofrecidas en la tabla:

  PERIODISMO COMO CORREA DE TARNSMISI�N PERIODISMO COMO POL�TICA PERIODISMO COMO AN�LISIS PERIODISMO COMO NEGOCIO
Hecho diferencial nacional/Europa imposible Proporcionar informaci�n desde la perspectiva del inter�s nacional Perspectiva activamente antieuropea An�lisis/Explicaci�n de lo indeseable y de lo imposible de Europa Las historias con inter�s nacional venden m�s
La naci�n como problema/Europa prioritaria Proporcionar informaci�n sobre asuntos europeos Construcci�n de consenso/Opini�n p�blica europea Comprensi�n/Explicai�n de los asuntos europeos Los asuntos europeos se venden por el inter�s de los lectores
La naci�n como ser org�nico
/Europa en evoluci�n
Proporcionar informaci�n comparada Cr�tica constructiva de la Uni�n Europea Futuro/An�lisis del presente en relaci�n con el ma�ana Europa como coartada para hacerse un hueco en el mercado

Con este marco te�rico, el objetivo de la investigaci�n que estamos presentando es establecer correspondencias, introducir matices o poner de manifiesto disonancias entre lo dicho y las pr�cticas period�sticas efectivas reales, demostrar su plasmaci�n o, en su caso, su no plasmaci�n en las p�ginas de la prensa espa�ola; en definitiva, completar el circuito de nuestras descripciones previas remiti�ndonos a los hechos.

En las p�ginas que siguen analizaremos un n�mero significativo de unidades de texto para apreciar en qu� medida �o en qu� medida no� presentan rasgos de los espacios period�sticos europeos encontrados al cruzar las cuatro concepciones del periodismo �como correa de transmisi�n, como pol�tica, como an�lisis y como negocio� con las posturas ideol�gicas en relaci�n con el hecho comunitario definidas por los propios profesionales de la prensa.

2. Metodolog�a

El m�todo de investigaci�n utilizado en el trabajo que vamos a presentar a continuaci�n ha sido el del an�lisis cualitativo de contenido.

Aunque el an�lisis de contenido no es una t�cnica exclusivamente aplicable al periodismo y a los lenguajes pol�ticos, la mayor parte de las investigaciones realizadas con este m�todo se refieren a ambos �mbitos. Se trata de un conjunto de t�cnicas de tratamiento de unidades de texto �en nuestro caso, period�stico� que facilita el estudio de la exposici�n en los medios -escritos, en nuestro caso.
 
Mientras que en la realizaci�n de an�lisis de contenido cuantitativo se procede a la medici�n de la cantidad de unidades de texto publicadas, superficie ocupada por las mismas, tama�o de los titulares, menciones del asunto en cuesti�n y sus equivalentes econ�micos; en la realizaci�n de an�lisis de contenido cualitativo se eval�a la eficacia comunicacional, el nudo discursivo, la capacidad de transmisi�n de valores y atributos, la adecuaci�n de lo publicado seg�n determinados objetivos y el sentido de las menciones del objeto de inter�s.

Laurence Bardin (1986: 32) define el an�lisis de contenido como �un conjunto de t�cnicas de an�lisis de comunicaciones tendente a obtener indicadores (cuantitativos o no) por procedimientos sistem�ticos y objetivos de descripci�n del contenido de los mensajes, permitiendo la inferencia de conocimientos relativos a las condiciones de producci�n/recepci�n (variables infe�ridas) de estos mensajes�.
 
Todo estudio de comunicaci�n implica considerar la presencia de un emisor que lanza un mensaje de contenido concreto y forma determinada a uno o varios receptores para lograr una finalidad. El conocido paradigma de Laswell y Leites, enunciado ya en 1949, contin�a siendo �til dentro de los presupuestos del an�lisis de contenido: qui�n dice qu�, a qui�n, a trav�s de qu� medio y con qu� efectos.

Nosotros nos centramos en el c�mo, en el estudio de la forma en que el mensaje period�stico interesado en el euro es elaborado. Tenemos descrito el marco te�rico y ahora es el momento de confrontarlo con los hechos.

Dada la desbordante abundancia de unidades de texto period�stico publicadas en torno al euro, es evidente la necesidad del recurso a m�todos de investigaci�n operativos, tales como la periodizaci�n del an�lisis. En este sentido, nos ha resultado de gran utilidad el resumen de prensa realizado por la Sociedad Estatal de Transici�n al Euro desde el cuarto trimestre del a�o 1998 hasta el primero del a�o 2002. Se trata de una selecci�n pr�cticamente diaria de las noticias relativas a la implantaci�n de la nueva moneda publicadas en la prensa espa�ola de �mbito nacional y local. [1] No obstante la consideraci�n de todo este periodo temporal �desde octubre de 1998 hasta marzo de 2002�, nuestra atenci�n ha tendido a centrarse en los momentos m�s importantes del proceso: �ltimos d�as de 1998, primeros de 1999 y �ltimos d�as de 2001, primeros de 2002. De acuerdo con nuestro planteamiento anal�tico, siempre que hemos podido resolver nuestros objetivos con tal campo de investigaci�n, lo hemos hecho, y all� donde no ha sido posible, lo hemos abierto.

El inicio de la presidencia semestral europea de turno, a cargo de Espa�a, coincidiendo con la definitiva entrada en vigor del euro, el primero de enero de 2002, se dej� notar sensiblemente en la prensa analizada, a veces, incluso, diluyendo un tanto el impacto medi�tico del lanzamiento de la nueva moneda.

Los medios impresos de nuestro inter�s han sido, principalmente, pero no exclusivamente, como se tendr� oportunidad de ver en el an�lisis, los peri�dicos diarios de difusi�n nacional El Pa�s, El Mundo y Abc.

Es dif�cil encontrar muestras en estado puro de los registros que hemos planteado en la introducci�n de este art�culo. En una misma unidad de texto se pueden llegar a identificar varios de los espacios period�sticos que nosotros hemos propuesto y descrito en su momento mediante articulaciones. A veces, incluso una coletilla est�tica �como la utilizada por M�nica Fokkelman en el �ltimo p�rrafo de una informaci�n suya publicada en la edici�n de El Mundo del 2 de enero de 2002 y de la que hemos hecho caso omiso� podr�a modificar la clasificaci�n de una unidad de texto.[2]

Aunque parte de nuestro soporte te�rico lo hemos extra�do de los testimonios de los corresponsales de prensa europeos desplazados a Bruselas, ello no obsta para que tambi�n sea extensible a los periodistas que desarrollan su trabajo en las redacciones, algo de lo que podemos dar fe tras a�os de ejercicio profesional y de continuados contactos con los denominados �periodistas de mesa�. No hemos encontrado disensiones al respecto.

A lo largo de nuestro trabajo de an�lisis cualitativo se encontrar�n algunas particularidades. Por ejemplo, la elecci�n como muestra de la articulaci�n del periodismo entendido como pol�tica con las consideraciones en torno al hecho diferencial nacional de una unidad de texto insertada en El Pa�s pero proveniente del The New York Times. Porque, �acaso no se trata de una elecci�n intencional llevada a cabo por un periodista espa�ol? De igual modo que publicar un art�culo o una columna de opini�n de un autor no periodista (por ejemplo, de Emilio Lamo de Espinosa) es, en el fondo, decisi�n �ltima de un periodista que, en cierta manera, asume lo que en ese texto se dice o lo respeta consider�ndolo razonable.

Hemos sido especialmente cuidadosos en el uso de las palabras utilizadas para referirnos a las unidades de texto period�stico seleccionadas, porque los conceptos tradicionales de cr�nica, reportaje, columna, etc, sin dejar de ser plenamente v�lidos en otro orden de cosas, no presentan un buen encaje en nuestro trabajo a la vista de la ilaci�n te�rico-pr�ctica del mismo.

3. An�lisis y resultados

La primera de las concepciones del periodismo de las que venimos hablando es la que lo define como una mera correa de transmisi�n. La funci�n del periodista es trasladar informaci�n, mediar entre la esfera pol�tica -en el caso que nos ocupa- y la esfera p�blica. El periodista recoge informaci�n de una fuente y se la transmite al p�blico a trav�s de un medio de difusi�n masiva.[3]

De la articulaci�n de esta concepci�n del periodismo con los distintos posicionamientos del profesional de la informaci�n respecto al hecho comunitario hemos obtenido tres precipitados period�sticos. El primero combina la mencionada forma de entender la pr�ctica period�stica con las consideraciones en torno al hecho diferencial nacional; el segundo, la combina con las consideraciones m�s marcadamente europe�stas y el tercero, con las clasificadas como �tercera v�a�.

El precondicionamiento de la �singularidad� nacional sobre la transmisi�n de informaci�n comunitaria redunda en el sobredimensionamiento de la perspectiva del inter�s nacional en la transmisi�n de noticias sobre la Uni�n Europea, lo que en las conclusiones de los sucesivos informes del proyecto Infoeuropa [4] se denomina �localismo� o �introspecci�n nacional�. Tambi�n Denis McQuail y Frans Bergsma, en 1983, [5] y Pascale Leroy y Karen Siune, en 1994, [6] pusieron de manifiesto en sendos estudios esa pulsi�n predominantemente �dom�stica� en la cobertura televisual de noticias comunitarias.[7]

Por lo que a la prensa se refiere, abundan los ejemplos de ese primer espacio period�stico en el que se combinan objetivismo e inter�s nacional. Las muestras de ello no siempre cobran el mismo aspecto, es decir, existe una gama relativamente variada de unidades de texto clasificables en este primer repertorio.

La forma m�s cl�sica quiz� sea aquella en la que el periodista asiste a la comparecencia de una autoridad o de su representaci�n, recoge sus palabras, las transcribe y las difunde. El gesto es bien conocido por los corresponsales de prensa en Bruselas y los ejemplos son numerosos. La edici�n de Abc del 31 de diciembre de 2001 ofrec�a en su p�gina 17 una informaci�n firmada en la capital belga por el corresponsal, Amadeu Altafaj, a prop�sito de los actos celebrados en Bruselas con motivo de la puesta en circulaci�n del euro y del traspaso de la presidencia de turno de la Uni�n Europea de B�lgica a Espa�a, en la que ya del an�lisis del propio titular se extraen elementos constitutivos de este primer registro: �Aznar [por aquel entonces presidente del Gobierno espa�ol] subraya que �el euro es la semilla del liderazgo que queremos para la UE en el mundo��. Aunque a primera vista pudiera pensarse que esta unidad de texto encajar�a mejor en la articulaci�n del periodismo como correa de transmisi�n con los posicionamientos m�s europe�stas, basta leerla para cambiar de opini�n, dadas las alusiones expresas del corresponsal a �nuestro pa�s� y el inter�s particular espec�fico de la mayor parte de las declaraciones seleccionadas del discurso de Jos� Mar�a Aznar.[8]

Igualmente relacionado con el hecho anterior, encontramos otra de las formas m�s significativas de este primer registro: la publicaci�n de entrevistas sobre asuntos comunitarios en las que, tanto el periodista, con sus preguntas y observaciones, como el propio entrevistado �generalmente un pol�tico�, con sus respuestas, ponen el asunto comunitario en cuesti�n directa o indirectamente en relaci�n con los intereses nacionales. El periodista act�a como correa de transmisi�n de un mensaje emitido por una fuente cuyas declaraciones, con un motivo europeo, son exclusiva o fundamentalmente de corte nacional. El mayor inter�s de la transici�n al euro radicar�a en sus implicaciones nacionales.

La edici�n de El Pa�s del mi�rcoles 2 de enero de 2002 insertaba en sus p�ginas 12 y 13 una amplia entrevista con el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqu�, con motivo de la presidencia semestral de turno de la Uni�n Europea asumida por Espa�a desde el primero de enero de 2002. [9] Bajo el titular �Nuestra Europa no es la de los mercaderes�, sacado literalmente de una de las respuestas de Piqu�, la propia entradilla de la entrevista, firmada en Madrid por Peru Egurbide, vaticinaba el contenido de la misma: �Josep Piqu� debate en esta entrevista las posibilidades de realizaci�n de los objetivos espa�oles [la negrita es nuestra] y defiende, sobre todo, el europe�smo de Jos� Mar�a Aznar [presidente entonces del Gobierno espa�ol], que, dice, es m�s integrador que otros que se declaran federalistas�. Luego, se repasaban, a lo largo de dos p�ginas, las prioridades de la presidencia espa�ola de la Uni�n: lucha antiterrorista, liberalizaci�n y modernizaci�n de las econom�as europeas �con especial referencia a la liberalizaci�n de los mercados energ�ticos� (por aquellos d�as se hab�an sucedido importantes apagones en algunas zonas de Espa�a), consecuencias de la introducci�n del euro, ampliaci�n de miembros comunitarios (con referencias expl�citas a las �amenazas desde el punto de vista de intereses sectoriales�), futuro de Europa y pol�tica exterior comunitaria (con alusiones a futuras relaciones Europa-Am�rica Latina). Apreciable, en definitiva, el escoramiento tem�tico de noticias comunitarias hacia asuntos dom�sticos. M�s subliminal, pero igualmente te�ida de localismo, es la referencia que Piqu� hace al �europe�smo de Jos� Mar�a Aznar, que, dice, es m�s integrador que otros que se declaran federalistas�, porque lo que hay detr�s de estas apreciaciones no es m�s que una confrontaci�n electoralista �interna o nacional� del programa pol�tico de un partido con el de otros. Es un caso paradigm�tico de la instrumentalizaci�n de un motivo europeo para ventilar rencillas pol�ticas dom�sticas.

Tambi�n encajan en este repertorio aquellas unidades de texto que acercan al p�blico informaci�n �til desde el punto de vista de los particularismos nacionales, como la p�gina 50 de la edici�n de El Pa�s del 31 de diciembre de 2001, en la que, bajo el t�tulo �Manual b�sico para hacer frente al euro�, se ofrece una especie de prontuario con nociones elementales sobre la nueva moneda: valor, vigencia, reglas de redondeo, periodo de convivencia de pesetas y euros, etc.

Aunque no informaci�n �til en el sentido de la anterior, tambi�n aquella que reproduce el contenido de estudios, informes y leyes puede encuadrarse en el primero de los espacios period�sticos de los que venimos hablando. El diario El Mundo del 2 de enero de 2002 insertaba en sus p�ginas 16 y 17, bajo el titular �Los espa�oles, optimistas ante el euro�, los resultados de un estudio de opini�n realizado por la empresa Sigma Dos para este peri�dico sobre expectativas de los espa�oles ante la nueva moneda, adaptaci�n y niveles de informaci�n. Del mismo modo, la difusi�n de informes t�cnicos elaborados por distintos organismos, p�blicos o privados, nacionales o internacionales, alusivos a la realidad nacional, tienen cabida dentro de nuestra primera articulaci�n. Las publicaciones de car�cter econ�mico -Expansi�n, La Gaceta de los Negocios, Cinco D�as...- ofrecen numerosos ejemplos de este tipo de transmisi�n con la que se hacen eco de previsiones, casi siempre econ�micas, para nuestro pa�s hechas por diversos organismos y entidades �Fondo Monetario Internacional, Organizaci�n para la Cooperaci�n y el Desarrollo en Europa, bancos, cajas...�. Un caso ejemplar de correa de transmisi�n con los intereses nacionales de fondo lo constituy� la publicaci�n del texto �o, en su caso, de fragmentos� de la Ley de Introducci�n del Euro o �ley paraguas�, aprobada por el Parlamento espa�ol el 10 de diciembre de 1998. [10]

El segundo precipitado period�stico obtenido sin abandonar los presupuestos te�ricos de la primera concepci�n del periodismo expuesta �la que lo define como correa de transmisi�n� se caracteriza por la difusi�n de informaci�n comunitaria desde un punto de vista puramente europeo. Al igual que de la primera articulaci�n, tambi�n son numerosas las muestras encontradas en la prensa espa�ola de esta segunda. La naci�n y su hecho diferencial pasan ahora a un plano secundario y Europa se convierte en el leit motiv informativo.

Buen ejemplo de esta segunda articulaci�n lo encontramos en la p�gina 2 de la edici�n de El Pa�s del mi�rcoles 2 de enero de 2002, en la que su corresponsal en Bruselas, Carlos Y�rnoz, bajo el titular �Los europeos se lanzan a la compra de euros�, reproduce datos de informes oficiales sobre el lanzamiento de la nueva moneda en los doce pa�ses de la Uni�n que la han adoptado y se hace eco de las declaraciones de numerosas autoridades europeas al respecto �Romano Prodi (presidente de la Comisi�n Europea), Gerassimos Thomas (portavoz de Econom�a de la Comisi�n Europea), Wim Duisimberg (presidente del Banco Central Europeo), Hans Eichel (ministro alem�n de Finanzas), Pedro Solbes (comisario europeo de Asuntos Econ�micos y Monetarios)�... El �ngulo de la noticia es puramente europeo. Ni la presencia en ella de Pedro Solbes empece tal consideraci�n, puesto que queda sobradamente justificada por el cargo del espa�ol en aquel momento, en virtud del cual comparece, y no en virtud de espa�ol. Las alusiones a la magnitud y al desarrollo del operativo de implantaci�n del euro en los distintos pa�ses participantes est�n completamente desprovistas de asociaciones a hechos diferenciales. El plano de la noticia es supranacional y su marco sustancial es la eurozona. El tono optimista y positivo del contenido �condensado quiz�s en el subt�tulo: �Rotundo �xito de la nueva moneda en los 12 pa�ses de la UE en los que entra en circulaci�n�� ser�a plenamente intercambiable dentro de cualquiera de los pa�ses, es decir, el marco geopol�tico y mental de la noticia ya no es Espa�a �como suced�a en la primera articulaci�n�, sino la Europa del euro.

El Abc del jueves 31 de diciembre de 1998 ofrec�a en su p�gina 41 una informaci�n de su corresponsal en Bruselas, Alberto Sotillo, en la que tambi�n se hace patente este segundo registro period�stico del que hablamos. Salvo diez l�neas dedicadas al dato de la �ltima cotizaci�n de la peseta frente al ecu y las hip�tesis sobre el dato del cambio euro-peseta, el resto del texto se sit�a en un plano tem�tico supranacional. Bajo el titular �Los ministros de Econom�a y Finanzas de los Once asisten hoy en Bruselas al nacimiento del euro�, Alberto Sotillo repasaba la principal agenda pol�tica comunitaria en el d�a en que el euro se convert�a en moneda oficial �aunque no a efectos de su uso por parte de los ciudadanos� en once pa�ses de la Uni�n Europea.

El segundo d�a de circulaci�n oficial de la nueva moneda a todos los efectos �2 de enero de 2002�, El Mundo publicaba en su p�gina 3 una informaci�n de M�nica Fokkelman titulada �Una moneda contra las crisis econ�micas�. En ella se reproduc�an varias declaraciones hechas el d�a anterior en Viena por el entonces presidente de la Comisi�n Europea, Romano Prodi, en las que, con tono marcadamente europe�sta, como el que se desprende de la lectura del propio titular, el italiano alud�a a los beneficios de la nueva moneda para Europa sin menci�n alguna a otra realidad que no fuera la supranacional. En el �ltimo p�rrafo de su informaci�n, la periodista insertaba unas palabras pronunciadas por Prodi en Austria: �Ante la muchedumbre italiana que tradicionalmente invade la capital austriaca en Nochevieja, Prodi no pod�a ocultar su entusiasmo al expresar: �Hoy no somos italianos sino europeos��. En esta misma p�gina del peri�dico encontramos otras dos muestras de id�ntico encuadre: �Un debut brillante, seg�n Bruselas�, del corresponsal en la capital belga J. Carlos Gonz�lez y �Duisenberg, confiado en el euro�, de le enviada especial a Francfort Ana Alonso Montes. El primero se hac�a eco de datos revelados por �fuentes de la UE� relativos al primer d�a de la introducci�n del euro. La segunda basaba su trabajo en declaraciones del presidente del Banco Central Europeo, Wim Duisinberg. En ambos casos es identificable un registro period�stico caracterizado por los dos elementos que ahora nos interesan: objetivismo y europe�smo.

La difusi�n de informaci�n pr�ctica en relaci�n con la Uni�n Europea tambi�n es clasificable dentro de este segundo registro. El periodista es consciente de las carencias informativas del p�blico sobre asuntos comunitarios y trata de acerc�rselos. El 2 de mayo de 1998, el Consejo Europeo decid�a en Bruselas la lista de los pa�ses que acceder�an a la tercera etapa de la uni�n econ�mica y monetaria a partir del primero de enero de 1999. Con ocasi�n de ello, la edici�n de La Vanguardia de aquel d�a ofrec�a varias ilustrativas informaciones. Bajo el llamativo titular �Once pa�ses y 290 millones de europeos unidos por el euro�, insertaba una serie de infograf�as en las que inclu�a numerosos datos de inter�s, tanto del conjunto de la Uni�n, como de cada uno de los pa�ses que la integraban en aquel momento. Precisamente debajo de una de ellas, en la que se ofrec�a un gr�fico en forma de tarta con el peso relativo porcentual de cada una de las once monedas en el ecu, Jordi Goula se hac�a eco de varios datos estad�sticos �extra�dos del Eurobar�metro de noviembre de 1997� relativos al desconocimiento que sobre la Uni�n reconoc�a tener el ciudadano europeo �cuya nota media era de 4,01 puntos sobre 10, es decir, un suspenso� y a la desinformaci�n ciudadana sobre la moneda �nica �s�lo el 27 % de los europeos se sent�a bien informado, dato que quedaba dentro de una horquilla que iba desde el 48 % de los daneses hasta el 13 % de los portugueses, pasando por el 20 % de los espa�oles.

Sin abandonar la citada edici�n del diario barcelon�s, encontramos el r�tulo �La ruta del euro� sobre la imagen simb�lica de una carretera marcada con los hitos m�s destacables �empezando precisamente en el 2 de mayo de 1998 y concluyendo en el 30 de junio de 2002� que, a partir de entonces, le quedaban al proceso de implantaci�n de la moneda �nica. Pero, probablemente, donde m�s patente se hac�a la difusi�n de informaci�n pr�ctica y de contexto para el ciudadano era bajo el r�tulo �Diccionario del euro�, que encabezaba un repaso alfab�tico de los principales conceptos relacionados con la implantaci�n de la moneda �nica y algunos ejemplos de traducci�n de pesetas a euros del valor de varios objetos de uso extendido com�n �una barra de pan, unos zapatos, un ordenador, una botella de aceite, un coche...

Las muestras de difusi�n period�stica de informaci�n pr�ctica sobre la moneda �nica abundaron en la totalidad de la prensa nacional durante los d�as de su adopci�n total y definitiva (finales de 2001-principios de 2002): ejemplos de conversi�n de precios; caracter�sticas f�sicas de las nuevas monedas y billetes (paradigm�tica en este sentido la p�gina 10 de la edici�n de El Pa�s del 2 de enero de 2002); calendario, fechas y plazos, etc.

La tercera y �ltima articulaci�n de la concepci�n objetivista del periodismo es con la postura que hemos dado en llamar �tercera v�a�, seg�n la cual, ni la singularidad de las naciones ni el hecho comunitario son excluyentes entre s�. Las nacionalidades son entidades din�micas que encuentran en Europa una oportunidad para el progreso, para el aprendizaje y la superaci�n. De tal combinaci�n �periodismo como correa de transmisi�n y tercera v�a� surge un registro profesional recurrente a proporcionar informaci�n comparada. El inter�s est� ahora en conocer c�mo han vivido la experiencia de la transici�n al euro los otros pa�ses que lo han adoptado.

Las primeras ediciones de los principales diarios nacionales una vez oficializada a todos los efectos la adopci�n de la nueva moneda ofrecieron con profusi�n muestras de este tercer registro. El Pa�s del 2 de enero de 2002 repasaba, si bien con desigual atenci�n, las vivencias de algunos de los doce Estados que el d�a anterior hab�an abrazado definitivamente la nueva moneda. Su p�gina 4 �tambi�n la 5� era muy significativa en este sentido, �Alemania se vuelca con curiosidad y entusiasmo sobre la moneda �nica�, �R�cord de retirada de efectivo en los cajeros belgas�, �Grecia despide sin melancol�a a la m�s antigua divisa de Europa� y �El BCE se declara �muy satisfecho� con el primer d�a de cambio�eran sus cuatro titulares. La cobertura m�s amplia de dicha p�gina era para el caso alem�n, ilustrado con una gran foto en la que unos hombres ataviados con ponchos y sombreros de copa negros enterraban simb�licamente un ata�d con la antigua moneda, el marco, en la localidad alemana de Gifhorn, en el Estado de Baja Sajonia. Y si de los titulares se desprende un tono de entusiasmo y de buena acogida a la nueva moneda, de la lectura del texto, tambi�n: a prop�sito de la despedida de la moneda m�s vieja de Europa, la dracma griega, con m�s de 2.600 a�os de antig�edad, se lee: �Tan larga historia no pareci� provocar una nostalgia especial entre los ciudadanos griegos�. Menci�n aparte merece la p�gina 6, en la que bajo el titular �Los brit�nicos se preparan para un debate tormentoso sobre el euro�, Walter Oppenheimer transmite el ambiente de conflicto en el seno de la sociedad brit�nica ante el debate abierto en torno a la adopci�n o no del euro en el Reino Unido �todo lo contrario que en Espa�a.

Abc tambi�n ofreci� un exhaustivo repaso comparativo. Su edici�n del 2 de enero de 2002 dedicaba varias p�ginas encabezadas precisamente por esta tem�tica: �El euro en los Pa�ses Bajos� (p�gina 23); �El euro en Austria y Alemania� (p�gina 24); �El euro en Francia e Italia� (p�gina 25); �El euro en Grecia, Irlanda y Portugal� (p�gina 26); �Reino Unido, Suecia y Dinamarca mantienen sus monedas� (p�gina 27). [11] El clima de optimismo transmitido en las unidades de texto consagradas a los socios de Espa�a en la adopci�n de la nueva moneda contrasta con el de conflicto, ambig�edad e inseguridad transmitido en las dedicadas a los pa�ses monetariamente continuistas.

Al igual que los dos anteriores, el diario El Mundo del mismo d�a dedic� algunas de sus p�ginas �concretamente la 10 y la 11� a ofrecer informaci�n comparada. Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Benelux fueron los elegidos. T�nica general de optimismo y entusiasmo en los participantes y dudas en el Reino Unido.

La segunda de las concepciones del periodismo es aquella que lo define por su contribuci�n m�s puramente pol�tica. El periodista ya no se limita a retransmitir informaci�n de una fuente pol�tica al p�blico, sino que desconf�a. El p�blico tiene �derecho a saber�. La funci�n del periodista debe ir m�s all� de una mera mediaci�n reproductora porque asume un papel de contrapoder, asume un compromiso con la comunidad, por cuyo buen desarrollo debe velar. El pol�tico es un agente del sistema que toma decisiones no siempre acertadas. Y el periodista vigila.

Esta actitud activista del profesional combinada con euroescepticismo �ver en la simbiosis de naci�n y comunidad europea un imposible� desemboca en un registro period�stico antieurope�sta. El proyecto de integraci�n se percibe entonces como una indeseable amenaza para la naci�n. El primero de enero de 2002, el rotativo The Sun, l�der brit�nico de ventas, titulaba en portada a prop�sito del euro: �El nacimiento de un nuevo error�, y a�ad�a: �Una dudosa apuesta pol�tica pone en riesgo la futura prosperidad de 305 millones de ciudadanos europeos [...]. Gracias a Dios que nosotros no vamos a jugar a los dados en esta peligrosa apuesta�. En estas palabras se condensan pr�cticamente todas las caracter�sticas del espacio period�stico que estamos abordando ahora. �Una dudosa apuesta pol�tica�: el periodista critica una decisi�n tomada por pol�ticos sobre la que objeta dudas; �riesgo�: amenaza del proyecto europe�sta; �Gracias a Dios que nosotros �por oposici�n a ellos, hecho diferencial� no vamos a jugar a los dados en esta peligrosa apuesta�.

Por lo que respecta a la prensa espa�ola, no es f�cil encontrar muestras de antieurope�smo expl�cito en las que se presente el proyecto comunitario como una amenaza a nuestra singularidad, todo lo contrario. En realidad, por lo que a asuntos comunitarios se refiere, escasea en las p�ginas de nuestros peri�dicos la concepci�n del periodismo como pol�tica, algo que, en contra de lo que pudiera parecer a primera vista, no tiene por qu� ser necesariamente motivo de satisfacci�n.

Rastreando en las ediciones period�sticas de los d�as previos al estreno de la nueva divisa, encontramos una unidad de texto en la p�gina 12 de El Pa�s �secci�n de Opini�n� del jueves 31 de diciembre de 1998 en la que se detectan particulares rasgos de la articulaci�n de la concepci�n del periodismo como pol�tica con las consideraciones en torno al hecho diferencial nacional. En la habitual �Revista de prensa� que inserta este diario a pie de su p�gina editorial, aparece un extracto de la edici�n del 30 de diciembre de The New York Times en la que, bajo el t�tulo �El euro, promesa y riesgo�, se lee, entre otras cosas, lo siguiente: �Lo mejor que puede pasar es que Europa se convierta en una m�quina rival de Estados Unidos. Lo peor, que ocurran luchas pol�ticas dentro del continente. [...] El cambio est� lleno de peligros. Los Gobiernos nacionales han hecho uso de gran cantidad de soberan�a para hacer el cambio, que en muchos de los casos se ha hecho sin implicaci�n directa de los votantes. (...) El nuevo Banco Central Europeo (...) se enfrenta a la ardua tarea de asentar una pol�tica monetaria unitaria para un continente diverso. (...) Existe un riesgo de que un pa�s u otro pueda elegir un Gobierno que eche la culpa de sus problemas econ�micos a la pol�tica del Banco Central Europeo por no llevar bien el control, y amenace con retirarse de la uni�n monetaria a menos que se realicen cambios. Las reglas adoptadas por Europa dicen que ning�n pa�s puede retirarse de la uni�n una vez que haya entrado, lo que crear�a una crisis (...)�.

Efectivamente, estamos ante una de esas particularidades de las que habl�bamos en los apuntes metodol�gicos previos a la presentaci�n de este an�lisis. Lo justific�bamos entonces diciendo que, al fin y al cabo, se trata de una elecci�n intencional de un periodista espa�ol �o de un grupo de ellos. Es cierto que el mero hecho de insertar esta unidad de texto no significa la suscripci�n de su contenido, y menos a�n si tenemos en cuenta que El Pa�s es un peri�dico de marcado corte pro-europe�sta, pero la realidad es su exposici�n en una p�gina de prensa espa�ola y su encaje dentro de la articulaci�n que le hemos asignado. Tambi�n avala este caso lo extrapolable que es al resto de los profesionales lo que hemos derivado de los testimonios de los periodistas entrevistados, en otras palabras, avala la validez de la universalidad de lo expuesto.

La segunda de las articulaciones de la concepci�n del periodismo entendido como pol�tica se produce, seg�n el hilo de nuestro discurso, con posturas caracterizadas por el desapego de las singularidades nacionales en beneficio de tesis m�s puramente europe�stas. El resultado final de tal combinaci�n lo hemos cifrado en el logro de una opini�n p�blica europea.

Realmente, el proceso de implantaci�n de la moneda com�n en la Uni�n Europea, del que en su d�a se auto-excluyeron el Reino Unido, Dinamarca y Suecia, ha puesto de nuevo en evidencia la ausencia de una opini�n p�blica comunitaria, algo que no ha pasado inadvertido para la prensa espa�ola, que, con frecuencia, inserta en sus p�ginas unidades de texto relativas, sobre todo, al caso brit�nico.

Uno de los dos editoriales de la edici�n de El Pa�s del mi�rcoles 2 de enero de 2002, titulado �Retos de la presidencia espa�ola�, hac�a varias alusiones a la necesidad de una verdadera unidad: �El actual liderazgo europeo tiene que saber aprovechar el euro para hacer pol�tica europea y continuar la construcci�n en curso. [...] Los tres que se han quedado fuera de momento �Reino Unido, Suecia y Dinamarca� lo han hecho por razones pol�ticas, que cambiar�n cuando la moneda europea se consolide. [...] M�s Europa, el lema de la presidencia espa�ola, ha de significar crear un aut�ntico espacio europeo en varios campos como el energ�tico, la libre competencia, los presupuestos y otras materias. M�s Europa debe llevar a nuevas cesiones de soberan�a a instituciones comunitarias. La unificaci�n monetaria es s�lo un paso. [...] Pero la guerra de Afganist�n y el conflicto de Oriente Pr�ximo han puesto de manifiesto lo peque�a que es Europa en t�rminos pol�tico-militares globales. Tampoco sabe presentar bien los esfuerzos que hace para consolidar la paz en los Balcanes. Impulsar esta dimensi�n en la que insiste Aznar requerir� un plus de voluntad pol�tica que no se acaba de percibir entre los Quince�. En todos estos cortes de texto late la idea de una mayor unidad pol�tica �de pensamiento y de acci�n� entre los miembros de la Uni�n: �hacer pol�tica europea�; �continuar la construcci�n en curso�; circunstancialidad transitoria de las ausencias brit�nica, sueca y danesa en la uni�n monetaria; �crear un aut�ntico espacio europeo�; �nuevas cesiones de soberan�a a instituciones comunitarias�; el requisito del �plus de voluntad pol�tica que no se acaba de percibir entre los Quince�.

Desde nuestro punto de vista, lograr una opini�n p�blica europea no significa instaurar un pensamiento �nico u homog�neo, sino crear un espacio de pensamiento p�blico europeo del que hoy se carece.

Bajo el ambiguo t�tulo ��nico problema en el estreno del euro: su �xito generalizado�, el diario El Mundo del 2 de enero de 2002 editorializaba en su p�gina 21 a prop�sito de la definitiva puesta en circulaci�n de la nueva moneda. �A los europeos les gusta su euro�, comenzaba diciendo, a la vista de su buena acogida por parte de los ciudadanos de los pa�ses participantes en la uni�n monetaria. Pero m�s adelante, leemos: �En cualquier caso, las actitudes contrastan poderosamente con ese clima de escepticismo y aun desconfianza que los medios informativos norteamericanos y brit�nicos llevan meses, o a�os, describiendo con todo detalle. De hecho, la realidad de esos billetes en circulaci�n sin trabas ya est� empezando a pesar, seg�n las primeras encuestas de urgencia, en las opiniones de los brit�nicos, los suecos y los daneses, que son los �nicos europeos que han decidido por ahora no adoptar el euro. No hay como la realidad contante y sonante para cambiar posturas enquistadas que se basan m�s que nada en prejuicios hist�ricos y, a veces, algo xen�fobos�. �No habr�a sido acaso m�s apropiado encabezar este art�culo: ��nico problema en el estreno del euro: su no generalizado �xito�?

El tercer espacio period�stico abierto para la concepci�n pol�tica del periodismo es fruto de la articulaci�n de esta concepci�n con las teor�as sobre Europa y la naci�n expresadas en lo que hemos dado en llamar �tercera v�a�, seg�n la cual, ambas son realidades compatibles y aun complementarias. La funci�n del periodista es ahora animar el debate no sobre si la Uni�n Europea debe o no existir �se da por hecho que s�, sino sobre qu� forma debe adoptar. La cr�tica es constructiva y no antieurope�sta.

La edici�n de El Mundo del 2 de enero de 2002 insertaba en sus p�ginas de opini�n �en concreto, en su p�gina 20� un texto, obra de Fernando L�pez Agud�n, tan pol�tico y cr�tico como desusado en la prensa diaria espa�ola de m�xima difusi�n. Bajo el t�tulo �El eurocinismo�, leemos: [12] �Lo peor que le podr�a ocurrir a la nueva moneda europea, que ha entrado en vigor con el nuevo a�o, ha ocurrido ya con la inflaci�n de euroc�nicos que acompa�a al euro. Con el mismo �nfasis que anta�o se proclamaba que Espa�a era una unidad de destino en lo universal, se enuncia ahora que es una unidad de destino en lo europeo. Ojal� fuese cierto, pero no lo es �
� As� un importante paso monetario, como el que empiezan a dar los europeos, pierde su significado real al verse envuelto por una triunfalista verborrea oficial que trata de ocultar que el euro no es m�s que una moneda que ni siquiera refleja una unidad econ�mica y se halla a a�os luz de distancia de una unidad pol�tica. Pagar con la misma moneda no equivale a trabajar con an�loga econom�a ni a pensar con id�ntica pol�tica. Concebida durante la Guerra Fr�a, Europa del Oeste frente a Europa del Este, su complicado embarazo, posterior a la implosi�n de la Uni�n Sovi�tica, preludia un parto dif�cil cuando no un aborto puro y duro. Desde la reunificaci�n alemana, la gestaci�n de la unificaci�n europea es mucho m�s incierta. En la misma medida que Europa es cada vez m�s alemana y Alemania menos europea, por emplear el l�cido dilema de Thomas Mann, Londres y Paris acent�an la defensa de sus propios intereses nacionales frente a los de Berl�n�
�La euroforia de estos d�as no puede borrar la reciente imagen de Schr�der, Blair y Jospin negociando el grado de subordinaci�n de Europa a Washington al margen de los restantes l�deres europeos. Demasiado bien lo sabe un pragm�tico como Aznar, que se dar�a con un canto en los dientes si consiguiera la Europa policial que se ha marcado como objetivo de su reci�n estrenada Presidencia. A la tercera va la vencida. Ya no estamos en los tiempos de las dos anteriores. Desde la integraci�n de Espa�a en la Comunidad las ilusiones han dado paso a una visi�n nada l�rica. No se debe a una distinta opci�n pol�tica conservadora o socialista, aunque pueda jugar un cierto papel el factor humano de las personalidades, pero la tercera Presidencia espa�ola de Aznar apenas recordar� las dos anteriores de Gonz�lez. Ha terminado la �pica y la ret�rica europe�sta ha sido reemplazada por una dial�ctica mucho m�s agarbanzada�
�Porque si son preocupantes los an�lisis de los euroesc�pticos, mucho m�s alarmantes son las odas triunfales de los euroc�nicos que conocen el precio de todo y el valor de nada. Cuanto m�s venden el precio de Europa, menos valor tiene Europa�.

En la unidad de texto precedente se aprecia un registro period�stico pol�tico pero no antieuropeo ��Con el mismo �nfasis que anta�o se proclamaba que Espa�a era una unidad de destino en lo universal, se enuncia ahora que es una unidad de destino en lo europeo. Ojal� fuese cierto, pero no lo es�. El periodista adopta aqu� una postura cr�tica con el proceso integrador europeo seguido �As� un importante paso monetario, como el que empiezan a dar los europeos, pierde su significado real al verse envuelto por una triunfalista verborrea oficial que trata de ocultar que el euro no es m�s que una moneda que ni siquiera refleja una unidad econ�mica y se halla a a�os luz de distancia de una unidad pol�tica�. He aqu� una buena muestra de la met�fora del h�roe �el periodista� que trata de desenmascarar al maquinador villano �el pol�tico. No es la �nica: �Porque si son preocupantes los an�lisis de los euroesc�pticos, mucho m�s alarmantes son las odas triunfales de los euroc�nicos que conocen el precio de todo y el valor de nada. Cuanto m�s venden el precio de Europa, menos valor tiene Europa�.

El mi�rcoles 2 de enero de 2002, El Pa�s insertaba en su p�gina 11 un trabajo de su corresponsal en Bruselas, Carlos Y�rnoz, en el que, bajo el titular �Espa�a preside una UE en la incertidumbre�, �ste adoptaba registros pol�ticos europe�stas a prop�sito del futuro inmediato de la Uni�n, sobre cuya existencia no se duda en ning�n momento del art�culo pero sobre la que Y�rnoz plantea diversos futuribles. Ya el subt�tulo es expresivo: �Aznar coge el tim�n del proyecto europeo, que fluct�a entre el �xito del euro y una crisis de identidad�. Y en la entradilla leemos: �La Uni�n Europea que Espa�a preside este semestre vive desde ayer uno de los periodos m�s brillantes de su propia construcci�n con la llegada del euro a los ciudadanos pero, a la vez, se encuentra inmersa en una crisis de identidad que intenta resolver con un gran debate sobre su futuro�. El corresponsal plantea en el texto los �problemas m�s complejos de la UE� �ampliaci�n al Centro y Este de Europa, futuro papel de la Uni�n en el mundo, funcionamiento interno de las instituciones comunitarias, Constituci�n, distribuci�n de competencias entre los Estados y la Uni�n� y utiliza niveles sem�nticos descriptivos de la realidad comunitaria significativos: �fase cr�tica�, �crisis que vive la Uni�n� ��su organizaci�n interna y sus mecanismos de toma de decisiones ya no valen para una UE con 25 o 27 Estados, un grave problema que los l�deres fueron incapaces de resolver hace un a�o en Niza��, �desorientaci�n de la UE�, �desconcierto que hoy vive la Uni�n�, �carencias�, �desencuentros�, �Comisi�n debilitada y desgastada por las constantes cr�ticas que ha recibido su presidente, Romano Prodi�. En definitiva, una buena muestra de la articulaci�n de la concepci�n del periodismo como pol�tica con aquella fe en el progreso conjunto y coordinado de Estados y Uni�n Europea definida en su momento como �tercera v�a�.

Tambi�n el 2 de enero de 2002, Abc publicaba en su p�gina 14 un texto firmado por Luis Ignacio Parada en el que se hace patente un llamamiento a la seriedad pol�tica y a la responsabilidad. Muy significativa es la invocaci�n hecha en las tres �ltimas l�neas del art�culo al aprovechamiento de la oportunidad que para el progreso supone la unidad europea, tesis central de lo expuesto como �tercera v�a�:
�Cuando el dinero met�lico apenas se usaba para operaciones inconfesables va y aparece una moneda que todo el mundo quiere atesorar. Cuando el soporte de la propiedad ya no era un papel, sino un simple apunte en cinta magn�tica, un suspiro electr�nico, otra vez surge inapelable la fiebre de palpar lo que se tiene...
�Convertir en ventaja el inconveniente es el arte de los pol�ticos, que venden ilusiones para tapar desencantos. Por eso aparecen en las televisiones tan encantados de haberse conocido. Parece como si acabaran de descubrir el truco de hacer de la necesidad virtud. A lo mejor no se acuerdan de que Baltasar Graci�n, en su Agudeza y Arte de Ingenio, nos ilustraba ya sobre lo que llamaba De las ingeniosas transcripciones. �Consiste su artificio �escrib�a� en transformar el objeto y convert�rselo en lo contrario de lo que parece; obra grande de la inventiva y pronta tropel�a del ingenio�. Pon�a el ejemplo de El Gran Capit�n quien, habi�ndose pegado fuego a la p�lvora en la batalla de Chirinola, anim� a sus gentes diciendo: ��Ea! Que no es desgracia, sino luminarias anticipadas de nuestra pronta victoria�. As� explicaba en qu� consisti� �la ingeniosa prontitud en glosar el infortunio, convirti�ndolo en dicha y haci�ndolo conveniencia�. Pues eso. El euro es la plasmaci�n de una utop�a pol�tica reducida al �mbito fiduciario: un camino que no puede ser s�lo otra luminaria, otro artificio, otro ectoplasma�.

Unos d�as antes de la aparici�n del art�culo de Luis Ignacio Parada, concretamente el 31 de diciembre de 2001, El Pa�s insertaba en sus p�ginas de opini�n 11 y 12 un art�culo del soci�logo Emilio Lamo de Espinosa titulado �Estar en Europa, ser europeos�. Hemos seleccionado algunos fragmentos por su pertinencia a nuestro prop�sito actual de ofrecer pruebas de la articulaci�n del periodismo entendido como pol�tica con los presupuestos ideol�gicos expresados en el constructo �tercera v�a�:
�La puesta en marcha de la moneda �nica [...] es una sacudida, no s�lo econ�mica y pol�tica, sino tambi�n social. Por vez primera todos los ciudadanos, y no s�lo las �lites, se ver�n afectados en sus rutinas diarias por ese ente abstracto que es la Uni�n. Sin embargo, esa inmensa mayor�a gana bien poco con la moneda �nica, aparte incomodidades y problemas, de modo que la globalizaci�n muestra aqu� su cara m�s pesada...
�Europa es para los espa�oles algo muy lejano, y debemos aprovechar esta presidencia [se refiere a la presidencia semestral de turno] para hacer saltar definitivamente a la opini�n p�blica espa�ola desde el horizonte de Europa al proyecto de Europa, desde divisar Europa como espejo dado ah� fuera en el que mirarnos, a ser europeos, desde dentro y sin complejos�
�Nuestro problema es ya, al igual que el de los dem�s europeos, qu� hacer de Europa, o m�s en concreto, c�mo queremos ser europeos, si como los brit�nicos, como los franceses, como los alemanes o quiz�s, incluso, como nosotros mismos�
...Europa es un raro subproducto en un doble sentido. [...] Es un objeto pol�tico no identificado, no normalizado ni homologado, repleto de ambig�edades. Cuando dos sujetos definen la situaci�n de distinto modo y esperan cosas divergentes el uno del otro s�lo puede haber problemas [...]. Esto es lo que le ocurre a Europa, que cada actor define la situaci�n de modo diverso y cada paso adelante requiere interminables negociaciones; porque no sabemos qu� somos ni ad�nde vamos. Europa es por ello una m�quina social con alt�simos costes de transacci�n y, por lo tanto, inevitablemente burocratizada y de funcionamiento oscuro�
�Pero subproducto tambi�n en otro sentido: en cuanto a su modo de construcci�n [...], que es el que responde al modelo funcionalista de construcci�n europea, que ha sido y es el dominante: construyamos Europa como producto tecnocr�tico, mero mercado, y confiando en que las instituciones pol�ticas primero, las sociales despu�s y las culturales por �ltimo, seguir�n inevitablemente el ritmo que marque el mercado �nico. Hemos construido Europa sin querer construir Europa, construyendo s�lo un mercado, mirando de reojo a otra parte y, por lo tanto, de espaldas a los ciudadanos, sin orientaci�n clara y a golpe de cumbres. Y esto es tanto as� que cabe albergar la seria sospecha de que Europa avanza m�s deprisa cuanto menos expl�cito hacemos el proyecto de construirla y nos evitamos refer�ndum como el de Dinamarca hace a�os o el reciente de Irlanda [en el que los irlandeses expresaron en un primer momento su rechazo a los acuerdos alcanzados en 2001 en la cumbre de Niza]�
�Subproducto, pues, como ovni pol�tico y como proyecto, con el no sorprendente resultado de que al ciudadano le resulta dif�cil, si no imposible, penetrar el arcano del lenguaje comunitario, m�s a�n los procesos de toma de decisiones y m�s a�n los responsables de esas decisiones. Salvo cuando ha tenido l�deres fuertes como lo fueron los Monnet, De Gasperi o, m�s tarde, Delors, Europa no es visible ni comprensible. Y por ello no resulta simp�tica sino a los que no est�n en ella...
...Debemos aprovechar cuantas posibilidades tenemos para incentivar entre los espa�oles el debate sobre nuestro modelo de Europa�
�Mientras la Uni�n camina hacia el Este y el Norte, nosotros y nuestros intereses estamos al Sur y al Oeste, de modo que cabe dudar si la ampliaci�n nos acerca a Europa o nos aleja de ella. Salvo que intentemos escorarla de nuevo en el otro sentido, algo a lo que los acontecimientos del 11 de septiembre ayudan [se refiere a los atentados terroristas cometidos por extremistas isl�micos en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001]�
...Si nosotros no estamos a�n convencidos de nuestra europeidad, de que no �estamos� en Europa, sino que �somos� europeos, �c�mo podemos jugar un papel en la construcci�n de Europa o c�mo convencer a esa nueva Europa de que Latinoam�rica es un hijo de la civilizaci�n grecorromana tanto o m�s que Rusia, por ejemplo?�.

Hay en las l�neas anteriores una postura cr�tica pero no antieuropea, una invitaci�n al debate sobre la orientaci�n de la construcci�n de proyectos comunitarios como oportunidad para el progreso.

La tercera de las concepciones del periodismo es aquella que lo define por su vertiente anal�tica. El periodista ya no se limita ni a retransmitir o trasladar informaci�n desde una fuente pol�tica al p�blico ni a cuestionar las decisiones de los pol�ticos. Su funci�n ahora es comprender, primero, y explicar, despu�s, por qu� suceden las cosas, penetrar la realidad y escrutarla para ofrecer a un p�blico �considerado capaz e interesado� una explicaci�n cabal e inteligente de los acontecimientos. Lo futurible, el horizonte temporal, cobra entonces una gran importancia en esta concepci�n del trabajo period�stico.

El cruce de periodismo anal�tico con las consideraciones en torno al hecho diferencial nacional se sustancia en un registro euroesc�ptico centrado en explicar por qu� no interesa el proyecto comunitario. En este sentido, nuestro caso de estudio, la sustituci�n de la antigua moneda nacional por el euro, se presentaba como materia propicia para el an�lisis en profundidad, tanto de sus hipot�ticas ventajas como de sus hipot�ticos inconvenientes. Sin embargo, los an�lisis period�sticos relativos a las implicaciones de la transici�n al euro se han decantado muy mayoritariamente del lado de sus ventajas. En realidad, la prensa espa�ola se sum� a la t�nica �euroaquiescente� general. Si no resulta sencillo encontrar muestras de esta articulaci�n en los principales diarios espa�oles de difusi�n nacional, tampoco es f�cil encontrarlas fuera de ellos.

Bibliogr�ficamente hablando, escasean los libros de an�lisis serio y riguroso en contra de la adopci�n del euro. El m�s destacado quiz� sea el del catedr�tico de Teor�a Econ�mica en la Universidad Par�s IX-Dauphine, Juan Jos� R. Calaza (1998), significativamente titulado Teor�a econ�mica de la moneda �nica: el euro contra Espa�a. La edici�n de Faro de Vigo del domingo 28 de febrero de 1999 insertaba en su p�gina 11 una entrevista con este colaborador habitual del peri�dico. Bajo el titular-cita �Hay que renunciar al euro, que no es bueno para Espa�a�, Calaza hac�a, entre otras, las siguientes reflexiones: �Las ventajas y los inconvenientes de la moneda �nica han sido ampliamente debatidos, aunque no con el rigor y la precisi�n que convendr�a. De forma general, el euro favorece a los importadores y rentistas, pero perjudica a los exportadores y al empleo. Adem�s, la intensidad de sus efectos depende de los pa�ses�. Cuando el entrevistador le recordaba que tanto el empleo como las exportaciones hab�an crecido, el economista vigu�s contestaba: �Efectivamente, pero no lo suficiente. Mi opini�n es que crecer�an mucho m�s si no tuvi�ramos que sufrir la insoportable restricci�n cambiaria que impone el euro. Las exportaciones han crecido a un ritmo que no permite compensar el progreso galopante de las importaciones. Comparando los resultados conocidos de 1998 con los de 1997, el saldo comercial espa�ol se deterior� el 40 por 100. Es el resultado m�s catastr�fico de la reciente historia econ�mica del pa�s�. [13] Y a la pregunta de ��c�mo ve le futuro?�, replicaba: �Negro. Lo veo muy negro. Es lo peor que puede suceder a Espa�a. Por una parte, una sociedad envejecida es muy conservadora, en t�rminos patrimoniales, y tiende a favorecer las rentas frente a la producci�n. Por otra, y esto es m�s grave, la d�bil incorporaci�n de activos al mercado laboral incide negativamente sobre la tasa de actividad, que ya es la m�s baja de Europa. Teniendo en cuenta que el n�mero de pensionistas aumenta al tiempo que la tasa de actividad se estanca, con tendencia a disminuir, el colapso de aqu� a diez o quince a�os es inevitable�. Calaza alud�a a la baja competitividad de la econom�a espa�ola bas�ndose en las cifras de la Comisi�n Europea: �En 1995, despu�s de cuatro devaluaciones, Espa�a ten�a los costes unitarios m�s bajos de Europa expresados en d�lares. Por entonces, hace s�lo tres a�os, representaban el 81 por 100 de la media europea. Actualmente, los costes espa�oles y portugueses, expresados en euros, son los m�s elevados, con un coeficiente del 104 por 100 sobre la media de los pa�ses que integran la uni�n monetaria. Con estos datos en la mano, �c�mo alguien en su sano juicio puede decir que el euro es bueno para Espa�a?�. Y propon�a: �Para recobrar la competitividad nominal de 1995, Espa�a deber�a devaluar la peseta el 23 por 100, lo cual no es legalmente posible, gracias a los buenos oficios de quienes usted sabe. Si por m� fuera, deber�amos abandonar el euro de inmediato, permaneciendo en el mercado �nico, y dentro de seis o siete a�os, seg�n evolucionen las cosas, ya ver�amos si nos conven�a adoptar la moneda �nica. Hay otras formas de mejorar esa situaci�n, pero no para Espa�a, sino para naciones m�s competitivas, como Alemania, Francia u Holanda�.

El mayor porcentaje de an�lisis se encuentra en la prensa especializada, fundamentalmente en la de car�cter econ�mico, y se centra en las consecuencias de la enajenaci�n del derecho a dise�ar pol�ticas monetarias y financieras internas. Pero no se identifican gestos inequ�vocos de oposici�n al proyecto de moneda com�n.

La segunda de las articulaciones del periodismo entendido como an�lisis tiene lugar con las valoraciones m�s inclinadas del lado europe�sta. Del �por qu� no vale y no interesa el proyecto europeo� de la articulaci�n del periodismo anal�tico con las consideraciones en torno al hecho diferencial nacional, pasamos ahora al �c�mo funciona Europa�.

Con ocasi�n de la llegada del euro a la ciudadan�a, la edici�n de Abc del 31 de diciembre de 2001 insertaba en sus p�ginas 28 y 29 un trabajo de su corresponsal en Bruselas, Alberto Sotillo, titulado �Diccionario del poder en la Europa de los Quince� (�Breve manual de lo que se esconde de M�ster Pesc al Ecofin, pasando por el Eurogrupo o el BCE�). En la entradilla se advert�a: �Si a usted le interesa la herm�tica arquitectura europea, �stas son las claves de su poder�, y el periodista proced�a a un repaso explicativo de una serie de conceptos resaltados a modo de ladillo: Alto Representante (M�ster Pesc); Banco Central Europeo (BCE); Comisi�n Europea (CE); Consejo; Convenci�n; Ecofin; Eurogrupo; los tres pilares; Parlamento Europeo (PE); Presidencia de la Uni�n; Tribunal de las Comunidades Europeas de Luxemburgo; Troika. A lo largo de dos p�ginas, el corresponsal penetraba en algunos de los �arcanos� comunitarios con un lenguaje directo y popular al servicio de un claro intento de explicar c�mo funciona Europa. As�, por ejemplo, dec�a del Banco Central Europeo (BCE): �M�xima autoridad monetaria, que vela por la buena salud del euro e intenta evitar que los precios se salgan de madre. Ha recibido algunas cr�ticas en estos sus primeros a�os de vida. Pero no es realista pedir que el euro se mantenga a la altura del d�lar cuando la econom�a norteamericana crec�a el doble que la europea o cuando el Viejo Continente fue incapaz de tomar el liderazgo de la econom�a mundial despu�s de que Estados Unidos se acercase a la recesi�n. En toda esta pol�mica, el af�n del Banco Central Europeo �bajo la presidencia de Wim Duisenberg� ha sido demostrar su independencia. Bastaba que los Quince le pidieran una bajada de tipos para que el BCE los mantuviera inamovibles�.

Pero donde la dimensi�n temporal de los acontecimientos �ingrediente esencial del registro period�stico anal�tico� se hace m�s patente es en la articulaci�n con la visi�n din�mica de naci�n y Europa. El trabajo del periodista se nuclea entonces en torno a la explicaci�n de las implicaciones futuras de lo que est� sucediendo en el momento presente.

Buen ejemplo de lo anterior lo encontramos en la p�gina 43 de la edici�n de Abc del 31 de diciembre de 1998, en la que Alberto Sotillo firmaba desde Bruselas un an�lisis con continuas referencias al futuro. Bajo el t�tulo �La moneda �nica revolucionar� los precios�, Sotillo teorizaba sobre futuribles �basta reparar en el tiempo verbal utilizado en el titular� a partir del a�o 2002, momento en que el euro se convertir�a en la moneda oficial a todos los efectos en once �a la postre, en doce� pa�ses de la Uni�n. �He aqu� �se lee en las tres �ltimas l�neas de la entradilla� algunas de las consecuencias m�s previsibles de la revoluci�n que se acerca�. Luego, el corresponsal proced�a a la enumeraci�n razonada de tales consecuencias: tendencia a la igualaci�n de precios a la baja como reflejo de la competencia inducida por la transparencia de los mismos (f�cil comprobaci�n del precio del mismo producto en cada uno de los pa�ses de la zona euro), lo que forzar�a a las grandes compa��as a hacerse m�s competitivas mediante la reducci�n de costes y la racionalizaci�n de sus sistemas de ventas ante la posibilidad para los grandes clientes de elegir mercado entre once pa�ses �que, definitivamente, fueron doce�; desaparici�n de la incertidumbre, de los costes y del riesgo por el tipo de cambio; incremento de los intercambios comerciales, del turismo y de la libre circulaci�n de personas; doble etiquetado de precios y �un gran embrollo� para el consumidor durante los primeros meses de transici�n y convivencia de euros y monedas nacionales; una primera etapa de acentuadas fluctuaciones con el d�lar y una coordinaci�n creciente de las pol�ticas econ�micas de los pa�ses participantes en el proyecto de moneda com�n. El an�lisis se acompa�aba de un sucinto �Calendario del euro� en el que se describ�an esquem�ticamente las tres fases de la implantaci�n de la nueva divisa.

Otro buen ejemplo de an�lisis de futuribles lo encontramos en las p�ginas 23 y 24 de la edici�n de El Pa�s del mi�rcoles 2 de enero de 2002. Guillermo de la Dehesa �firmando como presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR)� encabezaba un relativamente amplio an�lisis con una pregunta de futuro: ��Ser� el euro la moneda internacional dominante?�. El autor basaba sus comentarios en una intervenci�n del entonces m�ximo responsable de la Reserva Federal estadounidense, Alan Greenspan, que, unas semanas antes �el 30 de noviembre de 2001�, hab�a ofrecido ante los miembros del Eurogroup 50 su particular visi�n del euro, de su potencial papel internacional y de su competencia con el d�lar. Repasando las ideas expuestas por Greenspan al respecto de la pregunta antedicha, De la Dehesa escrib�a: �Yo estoy de acuerdo en que es dif�cil pronosticar qu� va a ocurrir en el futuro con la creciente competencia que se va a desarrollar entre el euro y el d�lar. La corta experiencia del euro no da pie todav�a a analizar tendencias. Sin embargo, s� cabe decir, primero, que el euro va a ser la segunda moneda de referencia mundial, que va a llegar a ser dominante en todo el continente europeo y gran parte del africano, mientras que el d�lar va a seguir si�ndolo en el resto del mundo. Segundo, que va a ser muy dif�cil que el euro desplace al d�lar como moneda dominante mundial en las pr�ximas d�cadas [...]. Tercero, que aunque la ampliaci�n de la Uni�n Europea hacia el Este va a dar al euro un mayor peso en las transacciones internacionales [...] no va a favorecer a su fortaleza, ya que los nuevos miembros tienen a�n muchos problemas econ�micos y sociales que resolver [...]. Cuarto, que la Uni�n Europea tiene todav�a tres problemas econ�micos estructurales e interrelacionados por resolver que tampoco van a favorecer el valor del euro a largo plazo. El primero es nuestro crecimiento demogr�fico cero o negativo; el segundo es la incierta y costosa financiaci�n futura de nuestros sistemas de pensiones de reparto nacionales, y el tercero es la todav�a baja tasa de participaci�n o actividad de nuestra poblaci�n en edad de trabajar, y, a pesar de ello, nuestra todav�a elevada tasa de desempleo [...]�. Y conclu�a: �A pesar de todo ello, hay que resaltar que no ha existido hist�ricamente ninguna moneda que con tan corta historia haya alcanzado tanto peso entre las monedas internacionales y sea considerada ya como la potencial alternativa al d�lar, lo que, sin duda, debe colmarnos de satisfacci�n y de esperanza con vistas a su futuro�.

Vemos que las apelaciones al horizonte temporal ��dif�cil pronosticar qu� va a ocurrir en el futuro�, �va a ser�, �va a llegar a ser�, �va a seguir�, �va a dar�, �va a favorecer�, etc.� son recurrentes y expl�citas. Como tambi�n expl�cito se hace en un momento del art�culo el �nimo del mismo: �La corta experiencia del euro no da pie todav�a a analizar tendencias. Sin embargo, [...]�. En definitiva, estamos ante una clara muestra de an�lisis en profundidad, de explicaci�n penetrante y predictora.

De otro modo, pero en el mismo sentido, encontramos en la edici�n de El Pa�s del 31 de diciembre de 1998 una unidad de texto �titulada �Pol�ticos, empresarios y expertos prev�n un fuerte arranque del euro�� en la que Ignacio Cembrero (bajo las siglas I. C.) firma desde Madrid un art�culo en el que, sirvi�ndose de fuentes especializadas, ofrece un an�lisis prospectivo de la implantaci�n de la nueva moneda europea. He aqu� algunos representativos fragmentos de dicho art�culo: �Para buena parte de los expertos parece evidente que la Europa continental no s�lo evitar� las crisis monetarias c�clicas, sino que dispondr� de una divisa m�s cosmopolita que el yen y equivalente al d�lar. Sus mercados financieros adquirir�n un peso y ofrecer�n una gama de productos similar a la de EE.UU.� �El �rea del euro ser� en 1999 la de mayor crecimiento en el mundo industrializado con un 2,6 %, seg�n la Comisi�n Europea, y un 2,4 %, seg�n el Fondo Monetario Internacional�. �Una encuesta efectuada por la agencia Reuters entre 33 economistas vaticina que el euro cerrar� el pr�ximo lunes, el primer d�a en que cotizar�, un poco por encima de la clausura, ayer, del ecu, su antecesor. Un estudio del Center for Economics and Bussines Research estima que en los pr�ximos 12 meses subir� otro 10 % frente al d�lar�. �El banco de negocios norteamericano Merrill Lynch tambi�n cree que el euro se estrenar� con vigor, pero considera que, a medio plazo, la diferencia de los tipos de inter�s a corto en EE.UU. (4,75 %) y en la uni�n monetaria (3 %) beneficiar� al d�lar�.

Y entramos ya en la cuarta y �ltima de las concepciones del periodismo que hemos identificado, aquella que lo define como una forma de negocio. El objetivo es colocar un producto en el mercado con el que obtener beneficios econ�micos. El periodismo es una industria cultural sometida inapelablemente a la dictadura de las leyes del mercado. El periodista es, al fin y al cabo, un vendedor. Y el lector, oyente o televidente, un consumidor al que seducir con una oferta.

La articulaci�n de esta �ltima concepci�n del periodismo con la tesis del hecho diferencial nacional conduce a pensar que el periodismo m�s vendible es el m�s estrechamente conectado con asuntos dom�sticos, el impactante �por sensacionalista o por escandaloso� y el mejor sintonizado con el gusto nacional.

En el terreno de las hip�tesis, las noticias relacionadas con el euro �sobre todo, a medida que m�s se aproximaba el momento de la oficializaci�n de la nueva moneda� deb�an ser f�cilmente vendibles, puesto que el lanzamiento de la divisa europea afectaba de lleno al ciudadano de a pie, lo que, al menos te�ricamente, deb�a garantizar cierto grado de �xito comercial.

El Eurobar�metro Est�ndar n�mero 56, publicado en abril de 2002 pero cuyo trabajo de campo fue realizado entre octubre y noviembre de 2001, inclu�a un cap�tulo �el 5� dedicado al euro. En el apartado 3 de dicho cap�tulo se ofrec�an los datos relativos al nivel de informaci�n de la ciudadan�a sobre la nueva moneda. A la pregunta de si se hab�a recibido alg�n tipo de informaci�n sobre el asunto, el 90 % de los encuestados espa�oles contestaron que s�, frente al 10 % que contest� �no�. [14] Por lo que se refiere a las principales fuentes de informaci�n, el 76 % de los encuestados espa�oles que hab�an manifestado haber recibido alg�n tipo de informaci�n sobre el euro se�al� la televisi�n como la fuente principal (por encima del 64 % del conjunto de los quince), el 53 % se�al� a las instituciones financieras (tambi�n por encima del 45 % del conjunto) y el 33 % se�al� a los peri�dicos y revistas como tercera fuente de informaci�n (diez puntos percentiles por debajo del dato para el conjunto de la Uni�n Europea). Respecto al sentimiento de informaci�n, el porcentaje de encuestados espa�oles que manifest� sentirse no muy bien informado o no informado en absoluto alcanz� el 50 %, frente al 49 % que dijo sentirse bien o muy bien informado al respecto de la moneda com�n. [15]

Estos datos inciden en algunas tendencias ya conocidas de la sociedad espa�ola. Que s�lo el 33 % de los encuestados que manifestaron haber recibido alg�n tipo de informaci�n sobre el euro se�alara a la prensa como su fuente principal no significa necesariamente que los peri�dicos y revistas espa�oles no se hicieran eco del asunto; m�s bien significa que el �ndice de lectura de prensa en Espa�a sigue siendo relativamente bajo y que la televisi�n �un medio tendente a la simplificaci�n y a la frivolidad� es la fuente preferida para ponerse al d�a. [16] Quiz�s en ello radique precisamente el hecho de que la mitad de los encuestados que manifestaron haber recibido alg�n tipo de informaci�n al respecto, tambi�n reconociera sentirse no muy bien informado o no informado en absoluto sobre el euro a poco m�s de un mes de su instauraci�n definitiva.

Caso aparte es el del inter�s de la ciudadan�a por el asunto de la nueva moneda. El Estudio 2288 del Centro de Investigaciones Sociol�gicas �Bar�metro de mayo de 1998 sobre la Uni�n Europea, realizado entre los d�as 22 y 26� formulaba una serie de preguntas al respecto:

Pregunta 12

 A comienzos de este mes se ha celebrado en Bruselas una Cumbre de los pa�ses miembros de la Uni�n Europea que ten�a como objetivo, entre otros asuntos, la admisi�n definitiva en la moneda �nica de los pa�ses que as� lo hubieran solicitado. �Estaba Ud. al corriente de ello o, por el contrario, es la primera noticia que tiene al respecto?

Estaba al corriente de ello

67,2

Es la primera noticia que tiene

32,4

N.C.

0,5

 

 

(N)

(2494)

 

Pregunta 12a (S�lo a los que estaban al corriente de la celebraci�n de una cumbre en Bruselas en la que se trat� la admisi�n definitiva en la moneda �nica de los pa�ses que lo hubieran solicitado �67,2 % en pregunta 12 N=1675�).

Y, �ha seguido Ud. con mucho inter�s, con bastante inter�s, con poco o con ning�n inter�s las noticias relacionadas con la reciente Cumbre de Bruselas?

Con mucho inter�s

3,6

Con bastante inter�s

35,4

Con poco inter�s

47,3

Con ning�n inter�s

13,2

N.C.

0,5

 

 

(N)

(1674)

Pregunta 13

Como Ud. seguramente sabe, para que un pa�s de la Uni�n Europea fuera admitido como miembro de la Uni�n Econ�mica y Monetaria, deb�a acreditar que su econom�a cumpl�a unos requisitos m�nimos. A este respecto, �sabr�a Ud. decirme si Espa�a ha cumplido los criterios exigidos para formar parte de la Uni�n Econ�mica y Monetaria, o si, por el contrario, no los ha cumplido?

S� los ha cumplido

70,2

No los ha cumplido

5,7

N.S.

23,8

N.C.

 0,2

 

 

(N)

(2495)

Pregunta 14

Como Ud. seguramente sabe, la Uni�n Europea pondr� en circulaci�n una moneda �nica que sustituir� a las monedas nacionales de los pa�ses miembros. A este respecto, �sabr�a Ud. decirme el nombre por el que se conocer� a dicha moneda europea?

Acierta (EURO)

89,5

No acierta (Responde ECU)

3,8

No acierta (Responde otros nombres)

1,8

N.S.

4,8

N.C.

 0,1

 

 

(N)

(2495)

En relaci�n con las articulaciones de los repertorios que venimos proponiendo, el caso de las noticias sobre el euro es particularmente ambivalente al cruzar la concepci�n del periodismo como negocio tanto con la tesis del hecho diferencial nacional como con las tesis m�s europe�stas. Seg�n la primera de estas dos articulaciones, dec�amos en l�neas anteriores que las noticias europeas que mejor se venden son las directamente relacionadas con la realidad nacional �la pol�tica agraria com�n, por ejemplo, se vende bien es Espa�a, pero mal en Finlandia�, las sensacionalistas o escandalosas y las que mejor encajan en los gustos particulares de cada mercado-naci�n. Seg�n la segunda articulaci�n �la que combina la visi�n m�s comercial del periodismo con las tesis m�s europe�stas�, las noticias europeas se venden porque existe un mercado para ellas, un p�blico dispuesto a comprarlas.

La ambivalencia de las noticias sobre el euro a la que nos referimos emana precisamente de su doble dimensi�n: nacional y europea. Desde el punto de vista de la articulaci�n del periodismo como negocio con la singularidad de cada naci�n, las noticias sobre la implantaci�n de la nueva moneda reun�an sobradamente condiciones para hacerse acreedoras de espacio en la prensa, porque, �acaso no se trata de un asunto no ya conectado con la realidad nacional sino realidad nacional en s�?, �no es la implantaci�n de una nueva moneda en la vida de las personas un asunto lo suficientemente dom�stico como para tener casi garantizada la atenci�n del p�blico y, por ende, la viabilidad comercial de las unidades de texto relativas a esta materia insertadas en los peri�dicos? Sin duda, el potencial atractivo de este asunto �junto, obviamente, al extraordinario calado global del mismo� constituy� un factor explicativo de la gran cantidad de espacio dedicado a �l en los peri�dicos.

Mucho de lo publicado en los d�as decisivos del proceso ser�a clasificable dentro de lo que podr�amos llamar el gran anecdotario del euro, prueba de su tir�n comercial. La edici�n de El Mundo del mi�rcoles 2 de enero de 2002 ofrec�a varios buenos ejemplos de ello. El columnista Ra�l del Pozo ironizaba en las p�ginas 6 y 7 sobre el estreno del euro en la nochevieja de 2001-a�o nuevo de 2002 bajo el titular �La noche de los euros y las bragas rojas�. [17] Los dibujantes Ricardo y Nacho utilizaban la totalidad de la p�gina 12 para un chiste gr�fico con varias vi�etas encabezado por un �Goomer en �euroencuentros en la terecera fase��. En la p�gina 14 se ofrec�a un �eurotest�: �La moneda �nica en 30 preguntas� (Ponga a prueba sus conocimientos sobre el euro. Responda a estas treinta preguntas y descubra, con la puntuaci�n obtenida, cu�l es su �europerfil�: �euroaprendiz�, �euroinformado� o �euroexperto)�.

Desde el punto de vista de la articulaci�n del periodismo como negocio con las tesis europe�stas se presupone que lo europeo vende, que los temas europeos tienen colocaci�n en el mercado period�stico. En este sentido, el euro, por mucha dimensi�n nacional que se le quiera dar, no deja de ser tambi�n un tema europeo. Y, probablemente, el m�s seductor, mercadot�cnicamente hablando, de cuantos hayan surgido en los a�os de pertenencia espa�ola a la Comunidad Econ�mica Europea, primero, Uni�n Europea, despu�s. Por encima, incluso, de la pol�tica agraria com�n.

En otro orden de apreciaciones, la implantaci�n de la nueva moneda tambi�n ha servido de est�mulo publicitario. Instituciones p�blicas y privadas, forzadas por la novedad o simplemente aprovech�ndola, han insertado anuncios en las p�ginas de los diarios, que han visto as� incrementada su cuenta de resultados. Entre los anunciantes destacaron el Ministerio de Econom�a �inmerso en una colosal campa�a de comunicaci�n�, El Corte Ingl�s y los bancos, cajas de ahorro e instituciones financieras en general. [18]

En definitiva, puede decirse que, dentro de la dificultad estructural de venta de prensa en s�, lo que se pod�a vender del euro en la prensa, se vendi�. Y en numerosas ocasiones, las redacciones de los peri�dicos hicieron esfuerzos mercadot�cnicos para hacer m�s atractivo el �producto�.

Y llegamos a la �ltima de las articulaciones, la que cruza la faceta mercantil del periodismo con las tesis relativas a los efectos dinamizadores y constructivos que sobre la naci�n puede ejercer Europa, es decir, lo que en su momento denominamos �tercera v�a�. El nexo se halla en este caso en el desaf�o que para la empresa period�stica supone lograr credibilidad e influencia rectora sobre el p�blico en materia de asuntos comunitarios, algo que, una vez conseguido, colocar�a al peri�dico en situaci�n competitiva ventajosa frente a aquellos que no lo hubieran logrado.

�Vende lo europeo? Con ocasi�n de la presentaci�n de la Gu�a del euro [19] en Bruselas el d�a 29 de abril de 1998, Walter Oppenheimer, bajo el titular �Jacques Santer defiende el euro como impulso pol�tico para avanzar en la integraci�n europea�, reproduc�a en la p�gina 59 de la edici�n de El Pa�s del d�a siguiente palabras pronunciadas por personas fuertemente vinculadas a este diario y que son significativas al respecto de la pregunta que abre este p�rrafo. El por entonces presidente del Grupo PRISA, Jes�s de Polanco, observaba que �para El Pa�s, Europa es un principio y un signo de identidad que nos enorgullece�, y animaba a emprender nuevos proyectos como la Gu�a del euro �y continuar as� al servicio de nuestros lectores, de los ciudadanos, de todos aquellos, en suma, que como Jos� Ortega y Gasset piensan que la gloria y la fuerza de la cultura europea reside en que siempre est� dispuesta a ir m�s all� de lo que era, m�s all� de s� misma. La cultura europea es creaci�n perpetua. No es una posada, es un camino que obliga siempre a marchar�. Por su parte, el comisario europeo Marcelino Oreja interven�a en dicho acto de presentaci�n recordando que �Madariaga dec�a que Europa no s�lo necesita un cuerpo y un alma, sino estar en la conciencia de los ciudadanos. Y para eso hay que explic�rsela al ciudadano. Y eso s�lo lo hace un diario de referencia. Y hay muy pocos diarios de referencia. Uno de �sos es El Pa�s�.

Parece claro que el sello europe�sta confiere un plus de calidad y un argumento de prestigio que es, al mismo tiempo, una oportunidad comercial. Hoy, los peri�dicos espa�oles se consideran y, adem�s, se precian de ello, europe�stas. Si ninguno de ellos ha optado por un nicho de mercado desocupado, el de la prensa antieurope�sta, m�s que probablemente se deba a que, al final, tal opci�n no ser�a rentable.

4. Discusi�n

Las diferentes concepciones del periodismo �como correa de transmisi�n, como pol�tica, como an�lisis y como negocio� por nosotros identificadas coexisten en un espacio de significados de esta disciplina abierto. Aunque no podemos asegurar que esos cuatro registros agoten dicho espacio, s� parecen cubrir una parte muy considerable del mismo. Quiz�s otros estudios posteriores identifiquen o reconstruyan otros repertorios constitutivos de la actividad period�stica que puedan ser a�adidos a los aqu� expuestos para enriquecer y aclarar el panorama.

El periodismo, en cualquiera de sus concepciones, siempre se ejerce de manera articulada con otros discursos localmente relevantes, tal y como hemos tratado de demostrar en las p�ginas precedentes al cruzar todas y cada una de las concepciones del periodismo apuntadas con todos y cada uno de los posicionamientos ideol�gicos detectados respecto al hecho diferencial nacional y al hecho comunitario europeo.

No es f�cil encontrar registros totalmente puros de ninguno de los tipos de periodismo europeo identificados, pero en nuestras investigaciones sobre el tratamiento period�stico de los asuntos relacionados con la Uni�n Europea, siempre hemos podido detectar e, incluso, clasificar las unidades de texto analizadas bajo alguno de los doce registros o espacios period�sticos descritos.

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Sapera, E., 2002: Read All About It: Journalism, Europe and Politics. A Study on Journalism, Department of Political and Social Sciences. Tesis Doctoral defendida en marzo de 2002 en el Instituto Universitario Europeo de Florencia.

6. Notas

[1] Disponible en http://www.euro.mineco.es/m12.htm [Fecha de la consulta: 17 de enero de 2004].

[2] �sta en concreto, como se ver� m�s adelante, en el apartado �an�lisis y resultados�, ha sido clasificada en la articulaci�n del periodismo entendido como correa de transmisi�n con las tesis m�s europe�stas: difusi�n de informaci�n desde un punto de vista europeo. Tras reproducir unas palabras de Romano Prodi en las que �ste dec�a: �Hoy no somos italianos sino europeos�, Fokkelman a�ad�a: �Aunque su billetera guarde nost�lgicamente un billete de 100.000 liras�.

[3] Nosotros hemos centrado nuestra atenci�n en la prensa, pero los conceptos a los que aludimos son igualmente v�lidos para el resto de los medios.

[4] El proyecto Infoeuropa, promovido por la secci�n espa�ola de la Association of European Journalist y la Fundaci�n para el Desarrollo de la Funci�n Social de las Comunicaciones (Fundesco) y patrocinado por la Comisi�n Europea, surgi� a mediados de la d�cada de los noventa del siglo XX con el objetivo de estudiar y analizar la evoluci�n de los flujos informativos en la fijaci�n de la idea europea en el �mbito comunitario. El primer trabajo de seguimiento y an�lisis del tratamiento de los asuntos comunitarios en medios de comunicaci�n europeos alumbrado por este proyecto se refer�a al a�o 1991. La serie, bajo la direcci�n de Bernardo D�az Nosty, continu� luego durante los a�os 1993, 1994, 1995 y 1996

[5] McQuail, D. y Bergsma, F., 1983: �The European Dimensions of the Campaign�, en Blumler, J. G. (ed.), Communicating to Voters: Television in the First European Parliamentary Elections. London: Sage Publications, pp. 258-283.

[6] Leroy, P. y Siune, K., 1994: �The Role of Television in European Elections: The Cases of Belgium and Denmark�. European Journal of Communication, n� 1, vol. 9, pp. 47-69.

[7] Estudios posteriores, como el de Peter, J.; Semetko, H. A. y De Vreese, C. H., 2003: �EU Politics on Television News. A Cross-National Comparative Study�. European Union Politics, n� 3, vol. 4, pp. 305-327, han contradicho tales teor�as nacionalistas poniendo de manifiesto una no predominancia localista en la cobertura televisual de noticias de la Uni�n Europea.

[8] La propia foto que acompa�a a la informaci�n muestra en primer plano al por entonces presidente Jos� Mar�a Aznar departiendo sonriente con el rey espa�ol Juan Carlos I.

[9] La presidencia del Consejo de Ministros de la Uni�n Europea pasaba entonces a manos del ministro de Exteriores espa�ol.

[10] Toda la prensa nacional se hizo eco de esta noticia el 11 de diciembre de 1998 y en los d�as posteriores.

[11] Curiosamente, Finlandia fue el �nico pa�s de los quince miembros de la Uni�n Europea en aquel momento -y, adem�s, uno de los doce que adoptaron la moneda com�n- que se qued� sin alusi�n.

[12] Por su inter�s y singularidad, hemos decidido reproducir el texto completo.

[13] En su libro, Calaza expone que Espa�a y Portugal son los �nicos pa�ses de la zona euro con balanza comercial estructuralmente deficitaria y que, consecuentemente, necesitan un tipo de cambio acorde a su productividad real. Propon�a entonces abandonar el Sistema Monetario Europeo permaneciendo en el mercado �nico, como el Reino Unido, para no tener que soportar la presi�n del euro.

[14] La media de los encuestados que manifestaron haber recibido alg�n tipo de informaci�n sobre la nueva moneda fue del 91 % para el grupo de los doce pa�ses integrantes de la eurozona y del 81 % para el conjunto de los quince pa�ses integrantes entonces de la Uni�n Europea.

[15] La media de los encuestados que manifestaron sentirse no muy bien informados o no informados en absoluto sobre la nueva moneda fue del 42 % para el grupo de los doce pa�ses integrantes de la eurozona y del 48 % para el conjunto de los quince pa�ses integrantes entonces de la Uni�n Europea.

[16] Seg�n datos de la Asociaci�n de Editores de Diarios Espa�oles (AEDE), en 2004, el nivel de lectura de prensa diaria en Espa�a era de 104,7 lectores por cada 1000 habitantes, lo que en el �mbito europeo significaba que s�lo Italia, Grecia y Portugal se sit�aban por detr�s de Espa�a.

[17] Fue t�nica general en aquella edici�n de El Mundo el recurso a titulares llamativos de corte festivo: �C�breme, que ya lo pensar� ma�ana�, �Mucho franco y peseta y poca moneda com�n�, �Sin problemas, �vivan las tarjetas de cr�dito!� (p. 5); �Euros, copas, espadas y bastos� , �Zamora, el primer atraco en euros�,  �Bienvenido al �euromundo`�(pie de la foto del primer ni�o nacido en la Comunidad Valenciana en 2002) (p. 7); �Euros y pelas�(p. 22)...

[18] Como muestras, v�anse las p�ginas 13 y 19 de la edici�n de El Mundo del mi�rcoles 2 de enero de 2002 o la contraportada de la edici�n de Abc del mismo d�a.

[19] La Gu�a del euro fue un suplemento publicado por El Pa�s durante 17 semanas. Editado con la colaboraci�n de Argentaria, la Comisi�n Europea y el Ministerio de Econom�a, ofreci� a lo largo de sus 272 p�ginas informaci�n sobre el proyecto de Uni�n Econ�mica y Monetaria. He aqu�, por cierto, el ejemplo de otra faceta comercial del periodismo europeo: la edici�n de especiales con motivo del euro.

FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAF�AS:

Sotelo Gonz�lez, Joaqu�n (2008): "El tratamiento period�stico de la implantaci�n del euro en Espa�a", en Revista Latina de Comunicaci�n Social, 63, p�ginas 368 a 381. La Laguna (Tenerife): Universidad de La Laguna, recuperado el ___ de ________ de 2_______, de
http://www.revistalatinacs.org/08/30_44_UCM/Joaquin_Sotelo.html

DOI: 10.4185/RLCS-63-2008-774-368-381