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Revista
Latina de Comunicaci�n Social 63 enero � 2008
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Edita: LAboratorio de Tecnolog�as de la Informaci�n
y Nuevos An�lisis de Comunicaci�n Social |
El reportaje multimedia como g�nero del periodismo digital actual. Acercamiento a sus rasgos formales y de contenido The multimedia report as a genre of current digital journalism. An approach to its formal and content features Lic. Liliam Marrero Santana � [C.V.] Profesora del Departamento de Periodismo - Facultad de Comunicaci�n. Universidad de La Habana, UH, Cuba - marrerosantana@yahoo.es - liliammarrero@gmail.com Resumen: La investigaci�n se inserta en la corriente de estudios sobre el mensaje y se corresponde con las l�neas de investigaci�n de la Facultad de Comunicaci�n de la Universidad de La Habana, espec�ficamente en el �rea de los g�neros ciberperiod�sticos ante el impacto de las Tecnolog�as de la Informaci�n y la Comunicaci�n (TICs). Constituye una aproximaci�n al reportaje multimedia como g�nero del periodismo digital actual, a partir del an�lisis de los rasgos �formales y de contenido� del reportaje tradicional, y sus posibles modificaciones en funci�n de los rasgos de la comunicaci�n en red �hipertextualidad, multimedialidad e interactividad� que distinguen al periodismo para y con Internet. La investigaci�n, de car�cter comunicol�gico y emp�rico-descriptivo, se sustenta en un estudio de casos m�ltiple e inclusivo, con predominio de la perspectiva metodol�gica cualitativa. El an�lisis de contenido �t�cnica principal� se complementa con otras t�cnicas como las entrevistas a expertos, para indagar en las caracter�sticas del reportaje multimedia, los puntos de continuidad que presenta respecto al reportaje tradicional y aquellos elementos que configuran pautas de renovaci�n. Palabras clave: Periodismo tradicional, periodismo digital, ciberperiodismo, lenguaje period�stico, g�neros period�sticos, ciberg�neros, reportaje tradicional, reportaje multimedia, comunicaci�n en red, hipertextualidad, hipertexto, multimedialidad, interactividad, cualitativo, estudio de casos, an�lisis de contenido. Abstract: The research belongs to the studies about the message and it is linked to the researches carried out at the Faculty of Communication at the University of La Habana, especially those regarding the �cyberjournalistic� genres area faced with the impact of information and communication technologies. Moreover, it approaches the multimedia report as a genre of current digital journalism, based on the analysis of the formal and content features of the traditional report and its possible modifications to fit the features of the communication on the net, that distinguish journalism for and by means of Internet, namely �hypertextuality�, �multimediality�, interactivity. This research has a communicological and empirical-descriptive character. It is supported by the study of multiple and inclusive cases especially from a qualitative methodological perspective. The content analysis, which is the main technique used, is complemented by other techniques, such as interviews with experts, in order to find out the main characteristics of the multimedia report, what is common between this one and the traditional report, as well as those factors that constitute renewing hints. Key Words: Traditional journalism, digital journalism, cyberjournalism, journalistic language, journalistic genres, cybergenres, traditional report, multimedia report, communication on the net, hypertextuality, hypertext, multimediality, interactivity, qualitative, study of different cases, content analysis. Sumario: 1. Introducci�n. 2 M�todo. 2.1.1. Estrategias metodol�gicas. 2.1.2. Selecci�n de los casos. 2.1.3. Instrumentos de recogida de informaci�n. 2.1.4. Procedimiento. 3. Resultados. 4. Conclusiones. 5. Referencias Bibliogr�ficas. 6. Notas. Summary: 1. Introduction. 2. Method. 2.1.1. Methodological strategies. 2.1.2. Selection of the samples. 2.1.3. Tools for gathering information. 2.1.4. Procedure. 3. Results. 4. Conclusions. 5. References. 6. Notes. Traducci�n supervisada por Patricia �lvarez Le�n 1. Introducci�n La incorporaci�n del periodismo a la red desde la d�cada de los a�os 90 hasta hoy configura un acelerado proceso evolutivo que ha estado acompa�ado de un amplio debate a prop�sito de las transformaciones que deber� enfrentar la pr�ctica del periodismo para y con Internet. Los rasgos esenciales de la comunicaci�n en red [1] �hipertextualidad, multimedialidad e interactividad� suponen un periodismo otro, m�s abierto y flexible, inmediato, de estructuras complejas que combinen los c�digos de los medios tradicionales, participativo. En estos elementos descansa, en opini�n de muchos, la existencia del periodismo como forma de interpretaci�n y construcci�n del acontecer en la era digital. Los g�neros period�sticos encuentran en este contexto un conjunto de recursos expresivos que pudieran modificarlos, enriquecerlos e incluso, transformarlos. Los pasos iniciales en la experimentaci�n con las cualidades de la comunicaci�n en la red comienzan a mostrar sus primeros frutos. Las entrevistas online, los foros de discusi�n y las infograf�as interactivas, entre otros, han aparecido como novedades de la producci�n period�stica en Internet, que incorporan intencionalmente y con niveles diferenciados la hipertextualidad, la interactividad y la multimedialidad. El denominado reportaje multimedia constituye otra de las modalidades que aprovecha estos recursos comunicativos y se renueva a partir de su incorporaci�n. El largo recorrido por los medios tradicionales, desde la letra impresa de los peri�dicos hasta la radio y luego, a la televisi�n, le han permitido al g�nero maestro mantenerse como uno de los m�s queridos y respetados por periodistas, lectores, radioescuchas y televidentes. Ahora, en Internet, encuentra otra oportunidad para adaptarse a un medio de comunicaci�n diferente y emprender infinitas rutas expresivas. La presente investigaci�n se conforma como un primer acercamiento a la tem�tica de los g�neros ciberperiod�sticos y, espec�ficamente, alreportaje multimedia en las pr�cticas actuales del periodismo digital, a partir del estudio de los rasgos formales y de contenido del reportaje en la prensa, la radio y la televisi�n y las posibles reconfiguraciones del g�nero a ra�z de la incorporaci�n de la hipertextualidad, la multimedialidad y la interactividad distintivas de la red. Problema de investigaci�n Objetivo general
Objetivos de la investigaci�n
Como premisa necesaria para emprender el trabajo investigativo apuntamos que los rasgos de la comunicaci�n en red le confieren al reportaje multimedia cualidades expresivas que reconfiguran determinados elementos �formales y de contenido� del reportaje tradicional. La hipertextualidad supone una nueva narrativa basada en la multilinealidad de las estructuras de navegaci�n y multiplica las posibilidades de documentaci�n de los contenidos en el g�nero. La interactividad permite el intercambio entre los actores de la comunicaci�n y apunta a trascender la asimetr�a de los modelos comunicativos precedentes, haciendo del reportaje un producto generador del di�logo y la colaboraci�n. La multimedialidad provoca la coexistencia de los c�digos espec�ficos de la prensa, la radio y la televisi�n en un mismo soporte y le otorga al reportaje una mayor complejidad formal y un renovado alcance expresivo. El estudio de esta naciente modalidad gen�rica est� sujeto a una serie de condicionamientos contextuales que dificultan la pesquisa y el an�lisis de los elementos cognitivos. De un lado, el corpus te�rico que sustenta la teor�a de los g�neros period�sticos trae consigo la impronta de muchos a�os de convivencia entre reflexiones acad�micas y pr�cticas concretas de la profesi�n, teniendo estas �ltimas una fuerza protag�nica indiscutible. Por tanto, los planteamientos en torno a los g�neros son, m�s que una teor�a consolidada, un conjunto de acercamientos y propuestas que si bien encuentran puntos de contacto e identificaci�n, en ocasiones adoptan posturas encontradas. [2] La hibridez substancial de los g�neros period�sticos, adem�s, entorpece el ejercicio de distinci�n entre unos y otros. Por otra parte, el nuevo escenario que inaugura Internet se encuentra en plena ebullici�n de cambios y b�squeda de modelos formales de la mano de los constantes vaivenes del periodismo digital. Las web period�sticas son a�n muy j�venes y el futuro siempre asoma como una posibilidad poco previsible de r�pidas e insospechadas transformaciones. Estas razones nos obligaron a enmarcar nuestro an�lisis en el periodismo digital de habla hispana, debido a las distinciones que existen entre la tradici�n anglosajona y la latina respecto a la concepci�n y tratamiento de los g�neros period�sticos. El intento de desbordar los l�mites de la actualidad, adem�s, sucumbe ante la velocidad experimental de Internet, que configura desde ahora resultados, hasta cierto punto, parciales; de ah� que nos centremos en el marco temporal contenido entre los a�os 2002 y 2007. El necesario completamiento de los resultados depender� de pr�ximas y sucesivas investigaciones que retomen el tema de los g�neros period�sticos en la red. Desde el �mbito acad�mico se han producido reflexiones a prop�sito de los cambios en la redacci�n period�stica para Internet. No obstante, a�n son pocas las investigaciones y sistematizaciones te�ricas que se aproximan a este escenario del periodismo digital. En este sentido, constituyen pautas referenciales de especial inter�s las aportaciones de los profesores Ram�n Salaverr�a Aliaga, en Redacci�n Period�stica en Internet (Salaverr�a, 2005); Javier D�az Noci, en Los g�neros ciberperiod�sticos: una aproximaci�n te�rica a los cibertextos, sus elementos y su tipolog�a (D�az Noci, 2004) y Ainara Larrondo, en El reportaje se reinventa en la red. Estructura del reportaje hipertextual (Larrondo, 2004). 2. M�todo El empirismo del escenario comunicativo digital propicia, como resultado de las pr�cticas period�sticas, la producci�n de mensajes que comienzan a mostrar rasgos distintivos respecto a los modos de expresi�n precedentes, aunque en la misma medida mantienen muchas de sus caracter�sticas habituales. Esta realidad no pod�a pasar por alto ante nuestros prop�sitos investigativos. Estudiar una tipolog�a de mensaje period�stico concebido desde y para Internet, si bien requiere asumir las nuevas caracter�sticas del medio, no debe ignorar aquellos rasgos propios tradicionales que permanecen, m�xime si esta modalidad denominada reportaje multimedia se encuentra en estado de gestaci�n. El objeto de estudio presenta, entonces, una dualidad trascendente: es, en cierta medida, una tipolog�a joven de mensaje period�stico que intenta asimilar las caracter�sticas propias del medio digital y, a la vez, no renuncia, incluso desde su nomenclatura, a los rasgos identitarios del reportaje como g�nero period�stico; g�nero por dem�s privilegiado por su riqueza y complejidad formal y cognitiva. La construcci�n categorial, por tanto, deb�a tener en cuenta la doble proyecci�n del reportaje multimedia, de ah� la importancia que para la investigaci�n adquiri� el marco te�rico-referencial, [3] pues, en funci�n de la sistematizaci�n te�rica y la construcci�n, fue posible establecer y definir las categor�as de an�lisis. Fue necesaria, primero, una aproximaci�n al periodismo tradicional y a la noci�n de lenguaje period�stico en funci�n de los sistemas de signo de cada uno de los medios, para luego indagar en la teor�a de los g�neros period�sticos y sistematizar el amplio diapas�n te�rico-conceptual relativo al reportaje escrito, radial y televisivo, desde sus ra�ces y antecedentes hist�ricos hasta su definici�n y la apreciaci�n de los rasgos formales y de contenido que lo tipifican hasta la actualidad como g�nero de g�neros en la profesi�n period�stica. Este procedimiento anal�tico arroj� como resultado la concepci�n de la categor�a Reportaje tradicional. [4]
Esta categor�a se establece a partir de la distinci�n entre los rasgos de contenido y los rasgos formales del reportaje como g�nero period�stico. Incluyen, en el primer caso, indicadores como el tema del reportaje; la perspectiva m�s marcadamente informativa o interpretativa del mismo; el manejo expl�cito, impl�cito o nulo de una o varias tesis; la presencia de la visi�n subjetiva del autor y los recursos de apoyo a la interpretaci�n, que integran a su vez el empleo de los datos contextuales, los antecedentes, el an�lisis de las causas y posibles consecuencias de los hechos abordados, la utilizaci�n y contraste de las fuentes. Respecto a la concepci�n formal del reportaje se recurre a los �tems siguientes: la forma de presentaci�n; la estructura cl�sica que tiene en cuenta la entrada, el cuerpo y el cierre como partes constitutivas fundamentales; la tipolog�a y funci�n de los t�tulos; el estilo; el uso y preeminencia de las formas discursivas; el empleo y la funci�n de im�genes fijas tales como fotograf�as, gr�ficos, caricaturas, mapas; el sonido, que abarca la m�sica, los efectos, el empleo de locuci�n, el sonido ambiente; y el video, que tiene en cuenta indicadores propios del medio televisivo como los planos, las angulaciones de c�mara, las transiciones y el sonido en funci�n de las im�genes. Luego, trazamos un camino paralelo desde el universo de las redes para profundizar en t�picos medulares del periodismo digital, su definici�n y caracter�sticas; as� como los elementos que destellan novedades en cuanto al lenguaje period�stico, principalmente, los rasgos de la comunicaci�n en red: la hipertextualidad, la multimedialidad y la interactividad, su implicaci�n para la pr�ctica period�stica, sus g�neros y, muy puntualmente, para el reportaje. De forma consecuente dise�amos como otra categor�a de an�lisis la Comunicaci�n en red. [5]
Con relaci�n a la hipertextualidad fue necesario tener en cuenta la doble implicaci�n del hipertexto para las pr�cticas period�sticas en la red: en primer lugar, plantea una nueva narrativa basada en formas de estructuraci�n multilineales y, adem�s, ampl�a y diversifica las v�as o recursos de documentaci�n de los contenidos, toda vez que a partir de los enlaces, los usuarios pueden acceder a otros datos, entrevistas, galer�as de fotos, infograf�as, archivos de audio; elementos que contribuyen a consolidar la capacidad interpretativa de los mensajes. Por esta raz�n, proponemos la distinci�n entre enlaces organizativos �aquellos que conforman las secciones de determinado conjunto hipertextual y simulan el acto de hojear las p�ginas de un texto� pueden presentarse en forma de men�s de navegaci�n, �ndices tem�ticos, etc. (Recio, 2003) �y enlaces documentales� que permiten ampliar, profundizar, contrastar la informaci�n. Ambas clasificaciones de los enlaces no son excluyentes. Los enlaces documentales son tambi�n enlaces organizativos; sin embargo, esta distinci�n facilita el an�lisis de la hipertextualidad sobre la base de las dos perspectivas. Adem�s de los hiperv�nculos o enlaces, son elementos constitutivos del hipertexto los nodos, tambi�n denominados lexias, textones y unidades o secuencias de lectura. La noci�n de nodo fue desplazada por la de n�cleos provisorios de informaci�n [6] para el estudio de la estructura hipertextual del reportaje multimedia. La elecci�n responde a una visi�n m�s exacta de las posibilidades que ofrece el hipertexto al usuario de recomponer los sentidos del texto a partir de sus propias rutas de lectura. Cuando un usuario enlaza cierta informaci�n, ese nodo conforma un centro desde el cual puede acceder a otras informaciones en cualquier formato; sin embargo, en cuanto acude a otro hiperv�nculo entonces el nodo activado se convierte en un nuevo centro �no permanente� de informaci�n. Los n�cleos provisorios de informaci�n a su vez pueden constituir hipertextos organizativos �n�cleos provisorios principales� o hipertextos documentales �n�cleos provisorios complementarios�. Aunque la hipertextualidad plantea la alteraci�n de las nociones de orden y jerarqu�a de los productos period�sticos, no es posible obviar que los emisores preestablecen un orden ideal de lectura, de ah� que conforman �ndices, men�s u otras herramientas que orientan el recorrido de los receptores. Por lo general, es posible distinguir entre el relato elaborado de los hechos (n�cleos principales) y los recursos para la ampliaci�n de las informaciones (n�cleos complementarios). La multimedialidad contiene dos dimensiones fundamentales. La primera incluye los elementos empleados, [7] a saber, los formatos dis�miles de la informaci�n: texto escrito, sonido, im�genes fijas y en movimiento e infograf�as; la segunda refiere la forma de combinaci�n que se establece entre estos elementos, que puede ser por yuxtaposici�n o por integraci�n. [8] En el caso de la interactividad se integra una serie de indicadores que abarca desde los niveles m�s elementales de intercambio hasta la intervenci�n activa de los usuarios en el proceso, punto de estadio ideal en el que radica una de las mayores promesas del entorno comunicativo que genera Internet. Tiene en cuenta las posibilidades de interacci�n con los contenidos �navegaci�n por los n�cleos del reportaje, acceso a otros sitios, acceso a recursos multimediales, sistemas de b�squeda, archivos digitales, descarga e impresi�n�; tambi�n incluye la personalizaci�n; el contacto con los realizadores; el intercambio o contacto con las fuentes de informaci�n utilizadas; el acceso a foros de debate o charlas; la posibilidad de opinar a trav�s de sondeos o encuestas relacionadas con la tem�tica que aborda el reportaje multimedia; el voto para clasificar el contenido; la oportunidad de publicaci�n de comentarios; la recomendaci�n del producto a otra persona; y, en un nivel cimero proyectado m�s bien desde el deber ser, la transformaci�n no prevista de los contenidos por parte de los usuarios y el intercambio con otros usuarios y/o emisores a partir de formas colaborativas de trabajo capaces de tributar nuevos valores al contenido. Culminado este procedimiento de sistematizaci�n, an�lisis y establecimiento de los indicadores del Reportaje tradicional y de los rasgos de la Comunicaci�n en red, fue posible, a trav�s de un constante ejercicio de construcci�n, integrar los elementos formales y de contenido del reportaje con los recursos comunicativos hipertextuales, multimediales e interactivos para concebir una definici�n aproximada del objeto de estudio. Se trata de una propuesta preliminar proclive a ser complementada a ra�z del an�lisis de los resultados. La categor�a de an�lisis principal del estudio, Reportaje multimedia, queda definida de la siguiente manera:
Este ejercicio de integraci�n fue indispensable. Los indicadores de las categor�as Reportaje tradicional y Comunicaci�n en red por separado, no garantizaban la comprensi�n del objeto de estudio en toda su amplitud y profundidad. Por ejemplo, el reportaje impreso, radial y televisivo se caracteriza generalmente por la linealidad estructural. De manera consecuente su modelo organizativo cl�sico comprende una entrada o presentaci�n, el cuerpo o desarrollo y el cierre o desenlace. La hipertextualidad supone una ruptura substancial respecto a la disposici�n de las partes constitutivas del mensaje, a trav�s de los hipertextos organizativos que disuelven, en cierta medida, los status de jerarqu�a, centralidad y secuencialidad informativas tradicionales. El empleo de los enlaces documentales, que tambi�n altera las nociones ancestrales de la estructura en el g�nero, aporta un instrumento relevante para la ampliaci�n y contextualizaci�n de los contenidos que se a�ade a los recursos de apoyo a la interpretaci�n t�picos de la producci�n reporteril. De la misma forma sucede con la incorporaci�n de los recursos interactivos, muy limitados anteriormente, que encuentran en la red un espacio de oportunidades revolucionadoras e infinitas para encausar el intercambio. La interacci�n manifiesta en la actualidad, abarca fundamentalmente los niveles de intercambio con los contenidos y, en menor medida, con las instancias de la emisi�n. Sin embargo, una proyecci�n medular de los recursos interactivos en el periodismo para y con Internet prev� la transgresi�n de las asimetr�as universales de la comunicaci�n masiva y la asimilaci�n del desplazamiento hacia un proceso m�s equilibrado, no de trasmisi�n informativa sino de colaboraci�n y aprendizaje mutuo entre emisores y usuarios en la construcci�n de los contenidos. La multimedialidad permite la articulaci�n de todos los c�digos de la comunicaci�n en los medios impreso, radial y televisivo. Un producto concebido desde y para el periodismo digital puede articular, como nunca antes, la utilizaci�n del texto, las funciones de la m�sica, los efectos, el sonido-ambiente y las voces, con im�genes fijas y en movimiento, diversas en cuanto a los planos, movimientos, �ngulos de c�mara y transiciones. Teniendo en cuenta estos criterios, la categor�a principal de la investigaci�n, reportaje multimedia, se dimensiona tambi�n a partir de sus rasgos formales y de contenido. Desde el punto de vista cognitivo se incluyen indicadores como el tema abordado por el reportaje; el planteamiento o no de una tesis sobre el mismo; la presencia de la subjetividad del autor y los recursos de apoyo a la interpretaci�n. Estos �tems rescatan t�picos pertenecientes hist�ricamente al reportaje como g�nero period�stico. A partir de su incursi�n en el panorama comunicativo de Internet, adem�s de la informaci�n contextual, los antecedentes, el an�lisis de las causas y posibles consecuencias de los hechos, y el empleo y contraste de las fuentes, los recursos interpretativos de esta modalidad de mensaje encuentran un recurso otro, ausente en los medios precedentes: el hipertexto documental, que redimensiona por su implicaci�n estructural, pero sobre todo, por su inagotable capacidad para ampliar, comparar, expandir, diversificar los enfoques del producto period�stico. En cuanto a los elementos formales se tienen en cuenta indicadores como la forma en que se anuncia el reportaje multimedia, que introduce formas de anuncio espec�ficas de las web period�sticas; su ubicaci�n en el sitio; los elementos identitarios del reportaje respecto al dise�o general de la versi�n digital del medio al que pertenece; y la autor�a, que constituye un factor de particular significaci�n en el periodismo digital. La estructura, de car�cter hipertextual, conforma otro de los indicadores e implementa una noci�n organizativa diferente a partir de los n�cleos provisorios principales y complementarios del reportaje multimedia. Se incluyen, adem�s, la utilizaci�n y funcionalidad de los sumarios, t�tulos y subt�tulos; el estilo; el uso y preeminencia de las formas discursivas; as� como el empleo, articulaci�n y funci�n de los recursos multimediales y los niveles de interactividad establecidos en el reportaje multimedia. Una mirada escindida sobre el objeto de estudio conllevar�a necesariamente al desentendimiento de una de las pautas primordiales en el estudio de la producci�n period�stica digital actual: el proceso de incorporaci�n a un novedoso escenario comunicativo que por el momento no implica terminantemente un divorcio radical de la profesi�n period�stica en su esencia. El ejercicio te�rico de integrar los indicadores propios del �mbito tradicional relativos al reportaje con los recursos expresivos de la red, e incluso adelantarse desde una perspectiva ideal, desde la proyecci�n y no �nicamente desde la constataci�n previa en la pr�ctica, constituy� un paso inevitable en el proceso investigativo. La sistematizaci�n y construcci�n te�rica continuas configuraron una pauta imprescindible para la evoluci�n del estudio, su concepci�n categorial, el engranaje del cuerpo metodol�gico, la construcci�n de los instrumentos y el an�lisis y contraste de los resultados, que en permanente evoluci�n c�clica, establecieron un di�logo cr�tico y persistente con los presupuestos te�ricos. 2.1.2. Dise�o de la investigaci�n Este acercamiento al reportaje multimedia se inserta en la corriente de estudios del mensaje y se corresponde con las l�neas de investigaci�n de la Facultad de Comunicaci�n de la Universidad de La Habana, espec�ficamente en el �rea de los g�neros ciberperiod�sticos ante el impacto de las TICs. Se trata de un estudio comunicol�gico, de car�cter emp�rico-descriptivo, que se aproxima a las caracter�sticas de un fen�meno determinado e intenta "especificar sus propiedades, rasgos o tendencias" (Alonso y Saladrigas, 2002: 13), en este caso, una modalidad particular de mensaje period�stico, a trav�s del an�lisis de los casos seleccionados y el contraste con datos resultantes de la aplicaci�n de otras t�cnicas. Teniendo en cuenta el momento de indefinici�n que enfrenta el objeto de estudio, as� como los escasos acercamientos te�rico-metodol�gicos al tema, optamos por una perspectiva metodol�gica predominantemente cualitativa. Esta perspectiva de investigaci�n plantea un proceso de construcci�n del conocimiento de car�cter flexible, abierto, interpretativo, subjetivo y, por tanto, proclive a transformarse y enriquecerse en la medida que avanza el proceso de investigaci�n. La concreci�n de las investigaciones de corte cualitativo se realiza, generalmente, en el estudio de caso como estrategia de dise�o de la investigaci�n, que se sustenta en un proceso indagatorio donde predomina la exhaustividad, la investigaci�n detallada, sistem�tica y profunda del objeto. La aproximaci�n al reportaje multimedia se configura como un estudio de casos m�ltiple e inclusivo; pues se centra en un g�nero period�stico espec�fico, pero a trav�s del estudio de varios casos o unidades de an�lisis a partir de la distinci�n entre los elementos formales y los elementos de contenido del reportaje multimedia. El dise�o de investigaci�n a partir de casos m�ltiples se considera m�s convincente y robusto y se distingue por el hecho de basarse en la replicaci�n, es decir, en el contraste de las respuestas halladas a partir de cada caso espec�fico analizado, lo que permite obtener una visi�n m�s amplia y compleja del fen�meno estudiado (R. K. Yin, citado por Rodr�guez, Gil y Garc�a, 1999: 96). 2.1.3. Selecci�n de los casos Para la selecci�n de los casos fue preciso, primero, la documentaci�n profunda de los elementos distintivos del reportaje como g�nero period�stico y sus posibles reconfiguraciones a partir de la incorporaci�n de los rasgos de la comunicaci�n en red. Adem�s, fue necesaria una observaci�n preliminar de numerosos productos multimediales y, sobre la base de los conocimientos te�ricos adquiridos, la determinaci�n de aquellos que ser�an m�s �tiles y afines seg�n nuestros objetivos. La elecci�n de las unidades de an�lisis se convirti� en un complejo proceso debido a que en la bibliograf�a son poco precisas las referencias a esta modalidad de producto multimedial. Otro elemento que dificult� el procedimiento electivo fue el hecho de que a�n en las web period�sticas no se identifican de forma notable los mensajes que reci�n incorporan los recursos multimediales, interactivos e hipertextuales. En la mayor�a de los medios este tipo de productos se agrupa en grandes secciones denominadas Especiales, Multimedia, Extras, etc., que albergan mensajes m�s pr�ximos a lo que hemos definido preliminarmente como reportaje multimedia, pero tambi�n dossieres documentales, gr�ficos interactivos, videos y audio sin que se planteen claramente pautas diferenciales entre los mismos. El tiempo ha constituido otro factor limitante para la selecci�n de los casos. No ha sido posible consultar todos los productos que se incluyen en las secciones referidas para emprender un procedimiento de decantaci�n con el objetivo de elegir la muestra. La variedad de denominaciones que se utilizan para identificarlos, adem�s, provoca que su recuperaci�n mediante las herramientas de b�squeda tampoco resulte exacta y representativa de su posible presencia en las web period�sticas en idioma espa�ol. Teniendo en cuenta este espinoso contexto, la elecci�n de los casos responde a los presupuestos de selecci�n sobre la base del criterio del investigador en correspondencia con el dise�o cualitativo, por lo cual los criterios rectores para la selecci�n de los reportajes multimedia no se plantean desde el plano de la representatividad. Los reportajes seleccionados, independientemente de la denominaci�n que presentan en sus respectivos medios, integran elementos �formales y de contenido� distintivos del reportaje como g�nero period�stico e incorporan las caracter�sticas de la comunicaci�n en red. En este sentido, resultaron importantes puntos de apoyo los criterios de varios expertos entrevistados, [9] quienes confirmaron mayoritariamente que el reportaje multimedia mantiene sus matrices tradicionales a la vez que aprovecha los recursos hipertextuales, multimedia e interactivos que ofrece la comunicaci�n en la red. Este fue un criterio relevante en el proceso selectivo. Otra raz�n de importancia estuvo dada por las referencias encontradas en la bibliograf�a a reportajes multimedia que de alguna manera constituyeron patrones en el momento de su publicaci�n y fueron distinguidos por instancias relacionadas con el �mbito del periodismo digital. El criterio de premiaci�n constituy� otro punto de apoyo fundamental para la determinaci�n de las unidades de an�lisis. Fue valorado tambi�n como criterio el equilibrio entre los casos (Rodr�guez, Gil y Garc�a, 1999: 100), es decir, que las unidades de an�lisis se compensen entre s�, en cuanto a la presencia de los rasgos identitarios del reportaje como g�nero y al aprovechamiento de los recursos expresivos de la comunicaci�n en red. Esto se complementa con cierto criterio de evoluci�n en la concepci�n del reportaje multimedia que consideramos �til, pues en la medida en que progresa el periodismo digital los mensajes incorporan m�s conscientemente la hipertextualidad, la interactividad y la multimedialidad, aspecto �ntimamente vinculado al nivel de desarrollo de los medios digitales. Todos los reportajes multimedia que integran la muestra pertenecen a versiones digitales de diarios impresos de reconocida tradici�n en sus pa�ses o comunidades. Este hecho no es casual, responde precisamente a que han sido los peri�dicos los pioneros en incorporarse a la red y en experimentar con sus potencialidades expresivas. Luego de un complicado proceso de observaci�n, descubrimientos, inclusiones y discriminaciones, los casos seleccionados fueron: El oro de Canfranc, [10] La frontera m�s caliente, [11] El horror est� enterrado en San Vicente [12] y Los amores.[13] El oro de Canfranc fue publicado en el a�o 2002 en la versi�n digital del Heraldo de Arag�n, Espa�a. Heraldo.es, nombre que recibe la versi�n digital, constituye el medio m�s importante de esa comunidad. El reportaje multimedia fue realizado por Ram�n J. Campo y se basa en un reportaje de investigaci�n presentado con anterioridad en la versi�n impresa del medio. Aborda el tema del paso del oro nazi por la frontera de Canfranc durante la Segunda Guerra Mundial, hacia Espa�a y Portugal, declarados oficialmente neutrales, que enviaban a Alemania el volframio necesario para la fabricaci�n de armamentos. Se trata de un reportaje donde predomina el uso del texto escrito y se incorporan las im�genes fijas y la infograf�a animada como recursos multimediales, adem�s del uso, aunque en menor medida, de las posibilidades documentales del hipertexto. A pesar del predominio textual en detrimento del uso del sonido, este trabajo integra numerosos rasgos distintivos del reportaje como g�nero period�stico. Se sustenta en una investigaci�n detenida, donde se combina la b�squeda de datos de car�cter hist�rico con la investigaci�n relativa al hallazgo de los documentos hist�ricos que revelan la informaci�n. Apela constantemente a las fuentes y descubre un hecho que permanec�a oculto. Este trabajo obtuvo el premio Jos� Manuel Porquet [14] de la segunda edici�n del Premio Nacional de Periodismo Digital y adem�s obtuvo el Premio de la Society for News Design [15] (SND) en septiembre de 2002. La frontera m�s caliente se public� en septiembre de 2003 en Clar�n.com, sitio web del diario argentino Clar�n. Tanto el peri�dico impreso como la p�gina web constituyen medios de gran influencia en el �mbito informativo, especialmente en el �rea Latinoamericana. Clar�n.com pertenece al Grupo Econ�mico Clar�n S.A, importante empresa multimedia titular de numerosos canales televisivos y emisoras de radio en Argentina. Este reportaje multimedia fue realizado por el periodista Gustavo Sierra y un equipo de trabajo del �rea digital. Fue publicado primero en la versi�n impresa y aborda el tema de la emigraci�n ilegal de argentinos hacia Estados Unidos por la ruta que lleva a cruzar el desierto de M�xico. En este reportaje multimedia se aprovechan un poco m�s el sonido, el uso de los hipertextos documentales y se avanza en cuanto a la integraci�n de los recursos multimedia, pues incluye algunos fragmentos de video. Existe una mayor elaboraci�n de los contenidos en este sentido y el texto comienza a perder protagonismo visual para cederlo a las im�genes animadas y a la exposici�n oral. Adem�s, incorpora algunos recursos de interactividad. En enero de 2004 La frontera m�s caliente recibi� el premio Jos� Manuel Porquet perteneciente a la tercera edici�n del Premio Nacional de Periodismo Digital y tambi�n mereci� el reconocimiento de la SND. El jurado del Jos� Manuel Porquet subray� el valor period�stico del tema abordado y el acertado empleo de los recursos multimediales. El jurado de la SND se�al�, adem�s de la relevancia del tema y la ambientaci�n de las escenas, la correcta utilizaci�n del audio, las fotograf�as y los videos, acompa�ado de la facilidad de navegaci�n que ofrece el reportaje de forma tal que otorga �nfasis en los contenidos. El horror est� enterrado en San Vicente fue publicado en el a�o 2003, en el sitio web del diario cordob�s La Voz del Interior, medio impreso de mayor circulaci�n en el interior de Argentina, fundamentalmente C�rdoba y regiones cercanas. La Voz del Interior cuenta con una larga tradici�n de m�s de un siglo de existencia y en los a�os m�s recientes ha atravesado un acelerado proceso de modernizaci�n. Este reportaje multimedia fue realizado por un amplio equipo de trabajo guiado por la direcci�n period�stica de Carlos Jornet y tambi�n fue dado a conocer luego de la publicaci�n de una serie de trabajos en la versi�n impresa. El tema del reportaje multimedia es la exhumaci�n de numerosos cad�veres de desaparecidos encontrados en fosas comunes del cementerio de San Vicente, en la ciudad de C�rdoba, enterrados en los a�os de la dictadura, y el proceso judicial que se llev� a cabo a partir de estos hallazgos. En este reportaje sobresale el manejo de los recursos de interpretaci�n caracter�sticos del reportaje: el uso de informaci�n de antecedentes, el contexto, las fuentes de informaci�n y, sobre todo, el aprovechamiento de los valores documentales de la hipertextualidad, rasgo que lo distingue del resto de los reportajes seleccionados. Utiliza varios recursos multimediales como el audio, el texto escrito, las infograf�as y las im�genes animadas. El horror est� enterrado en San Vicente fue distinguido por la Fundaci�n para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) que preside el periodista y escritor Gabriel Garc�a M�rquez. En la cuarta convocatoria del Premio del FNPI, en el a�o 2004, este trabajo se incluy� entre los finalistas nominados en la categor�a Internet. El jurado valor� la incorporaci�n en este producto de las herramientas propias de la red y su calidad narrativa. Asimismo, calific� de satisfactoria su factura visual y el uso de Flash, adem�s de la calidad de las infograf�as. Los amores tambi�n pertenece a Clar�n.com y fue publicado el 21 de diciembre de 2006. La selecci�n de dos trabajos de un mismo sitio no es impensada. Clar�n.com se ha caracterizado desde su surgimiento por una constante innovaci�n y con ella, la incorporaci�n progresiva de los rasgos de la comunicaci�n en red en sus mensajes period�sticos. Esta posibilidad est� sustentada entre otros factores, en la fuerza econ�mica del Grupo Clar�n S.A, que le ha permitido redise�ar de manera regular el sitio digital en funci�n del aprovechamiento de los recursos interactivos, hipertextuales y multimedia. Hemos podido observar c�mo Clar�n.com publica este tipo de productos con una alta frecuencia en comparaci�n con otros medios. Adem�s, el hecho de tomar en cuenta dos reportajes de un mismo medio nos permite reforzar el criterio de evoluci�n que planteamos con relaci�n a la selecci�n de los casos. La autor�a pertenece al periodista Horacio Bilbao quien trabaj� de conjunto con el equipo de realizaci�n multimedia del medio. Trata un tema de raigambre hist�rica y regional: la historia de la lucha de los pobladores de Los amores por ser due�os leg�timos de sus tierras; un proceso largo que acumula d�cadas de resistencia, tiempo durante el cual, en m�s de una ocasi�n, el poblado estuvo a punto de ser rematado. El tratamiento de un tema local en este tipo de producto en un medio como Clar�n.com tambi�n constituye una distinci�n respecto a la mayor�a de los temas abordados en el sitio, donde predominan los grandes temas nacionales y de la agenda internacional para la realizaci�n de estos trabajos. Los amores es el �nico reportaje de los seleccionados que no hab�a sido distinguido o premiado en el momento de realizaci�n del estudio, sin embargo, estimamos oportuna su inclusi�n en la selecci�n de los casos. La raz�n principal para tenerlo en cuenta descansa en su concepci�n narrativa a partir de una integraci�n bastante lograda de los elementos textuales, sonoros y las im�genes fijas y en movimiento. La estructura narrativa de Los amores no recurre al predominio del texto escrito o la fuerza visual de las im�genes fijas animadas, sino que se sustenta en el video, por lo que la fuerza visual �y su interrelaci�n con el sonido y la informaci�n textual (escrita)� es mucho m�s rica. Plantea un paso de avance hacia ese lenguaje multimedia que seg�n varios acad�micos debe caracterizar el lenguaje period�stico en la red de redes. Otro elemento de peso en la selecci�n de Los amores se apoya en la inclusi�n de un enlace a una weblog desde el propio reportaje; recurso de interactividad de utilizaci�n novedosa en este tipo de productos. La incorporaci�n de la weblog es reflejo de la fuerza que ha tomado este formato en el �mbito del periodismo digital y, por tanto, fue esta otra de las razones que sustentaron la selecci�n del reportaje. 2.1.4. Instrumentos de recogida de informaci�n La investigaci�n documental o bibliogr�fica, el an�lisis de contenido y las entrevistas estandarizadas y semiestandarizadas a expertos, fueron las t�cnicas utilizadas en el proceso investigativo. La indagaci�n bibliogr�fico-documental facilit� los primeros acercamientos al objeto de estudio, proporcion� la informaci�n y conocimientos necesarios para la elaboraci�n del marco te�rico-referencial y, con este, la construcci�n categorial. El an�lisis de contenido constituy� el instrumento principal de recogida de informaci�n. Su car�cter cualitativo est� dado por el propio dise�o investigativo y observa una muestra que, como se ha mencionado, no se rige por criterios de representatividad y, por tanto, no tiene valor para nuestros objetivos el registro estad�stico riguroso de �tems preestablecidos. El contenido latente de los mensajes a analizar, por tanto, no constituye un elemento de especial inter�s. Un punto de distinci�n de nuestro an�lisis de contenido radica en el predominio del inter�s por los elementos formales por sobre los elementos de contenido. El medio de comunicaci�n al que nos enfrentamos es otro elemento distintivo en nuestro an�lisis. No se trata de los medios tradicionales, pero en �l pueden convivir los c�digos de la comunicaci�n de la prensa, la radio y la televisi�n. Adem�s de la multimedialidad, el periodismo digital se distingue por la hipertextualidad y la interactividad. En este sentido, hemos acudido a la combinaci�n de indicadores propios de los medios tradicionales �y que tambi�n se expresan en la red� con los recursos expresivos del periodismo para y con Internet. Tomando como base los indicadores que conforman la categor�a Reportaje multimedia, fue estructurada una gu�a de an�lisis de contenido que, en correspondencia con la perspectiva cualitativa adoptada, se caracteriza por su flexibilidad y el car�cter no excluyente de sus indicadores. Durante el proceso de investigaci�n la lista de indicadores se fue transformando continuamente. La entrevista, por su parte, es una t�cnica que utilizamos de manera complementaria. En funci�n de los objetivos, las entrevistas a expertos sirvieron para obtener una visi�n actualizada y ampliada de los aspectos relacionados con el tema de investigaci�n. La informaci�n acopiada indic� rutas y orientaciones v�lidas en la concepci�n te�rico-metodol�gica del estudio, y aport� dis�miles y abarcadores enfoques para la contrastaci�n como parte de los resultados. 2.1.5. Procedimiento La investigaci�n constituy� un arduo proceso de construcci�n con el objetivo de aproximarnos a una naciente tipolog�a de mensaje period�stico concebido desde las claves expresivas de Internet. En un primer momento fue elaborado el marco te�rico-referencial, que desglosa, analiza y replantea en sus ep�grafes los presupuestos te�ricos necesarios que conllevaron a la definici�n de las categor�as. Permiti� un acercamiento inicial y necesario al �mbito comunicativo que atraviesa al objeto de estudio, lo cual posibilit� comprender la posible doble implicaci�n del reportaje multimedia en este momento de gestaci�n: como novedoso tipo de mensaje del periodismo digital y como heredero de los presupuestos del reportaje como g�nero del periodismo tradicional. Estos postulados determinaron el dise�o metodol�gico empleado y formularon puntos de partida definitorios para la concepci�n de los instrumentos de recogida de informaci�n. Las entrevistas a expertos no s�lo aportaron reflexiones te�ricas, observaciones oportunas, enfoques heterog�neos sobre t�picos relativos al reportaje multimedia y sus rasgos distintivos, sino que orientaron tambi�n la mirada investigativa en funci�n de la propia construcci�n te�rica y del proceso de selecci�n de las unidades de an�lisis. El an�lisis de contenido, t�cnica fundamental de la investigaci�n, deb�a incluir, adem�s de los elementos que desde lo tradicional identifican al reportaje como g�nero, los rasgos de los recursos expresivos de la comunicaci�n en red, y ello esbozaba un requerimiento adicional para la proyecci�n metodol�gica. Fue necesario dise�ar y construir un instrumento que lograra integrar los indicadores desde lo tradicional con las aportaciones formales y de contenido de la hipertextualidad, la multimedialidad y la interactividad pensadas desde y para una tipolog�a puntual de mensaje period�stico en el medio digital. La gu�a de indicadores establecida es el resultado de un procedimiento extenso y flexible que tuvo como punto de partida los replanteos te�ricos y se fue reformulando en la medida que avanz� la indagaci�n emp�rica. El estudio de los casos respet� el orden cronol�gico seg�n la fecha de publicaci�n de cada uno, con el objetivo de visualizar la evoluci�n temporal del reportaje multimedia. Terminada la recolecci�n de informaci�n en cada una de las unidades, comenz� el proceso de an�lisis que cruz� los datos arrojados por cada caso, para alcanzar resultados enriquecidos y dis�miles en la medida de lo posible. Este procedimiento se mantuvo en constante di�logo con la teor�a y contrast� las informaciones resultantes del an�lisis con las apreciaciones y contribuciones de los expertos. 3. Resultados Existe en los momentos actuales de desarrollo del periodismo digital una visible indefinici�n entre los productos period�sticos que se ofrecen en la red que integran los recursos de la comunicaci�n propios de este medio. Distinguir al reportaje multimedia de otros productos multimediales, hipertextuales y, hasta cierto punto, interactivos, resulta un ejercicio arriesgado. Algunos enfoques han valorado a los llamados dossier, documentales multimedia o especiales como tipolog�as espec�ficas del llamado reportaje multimedia. La investigadora Ainara Larrondo considera que "�no existe una terminolog�a bien definida para distinguir claramente este tipo de productos y se sigue trabajando para unificar criterios. Tal vez sea porque tampoco en los medios existe acuerdo terminol�gico, ya que en no pocos casos se denomina indistintamente a este tipo de productos con el nombre de reportajes, o especiales o documentos en funci�n del medio." (Entrevista a Ainara Larrondo). El proceso de creciente experimentaci�n va de la mano de la evoluci�n de los modelos o etapas de desarrollo del periodismo digital; de ah� que pudiera afirmarse que ha acaecido un proceso de incorporaci�n paulatino de los rasgos de la comunicaci�n en red a los g�neros period�sticos, especialmente en el caso del reportaje. Por esta raz�n es posible encontrar hoy en la red reportajes tradicionales que incluyen s�lo texto y algunas im�genes, t�picos de la prensa impresa y reportajes que en mayor o menor medida incluyen recursos hipertextuales, interactivos, multimediales, hasta reportajes multimedia que comienzan a distinguirse por su aprovechamiento de las cualidades expresivas de la comunicaci�n en Internet y que se diferencian de los modos de expresi�n period�sticos tradicionales. No obstante, todav�a son muy d�biles las fronteras y el ritmo de ensayo no ofrece un amplio margen de tiempo para comprender los procesos crecientes de renovaci�n. Otras perspectivas defienden la escisi�n entre el reportaje multimedia y otros productos concebidos desde y para Internet, y se apoyan en las diferencias intergen�ricas ancestrales, cuya determinaci�n no est� exenta de apuntes diversos y controversiales. Legitiman el objetivo, la profundizaci�n, las t�cnicas de producci�n y el ritmo de lectura caracter�sticos del reportaje como g�nero tambi�n en el universo digital (Entrevistas a Mar�a Jos� Cantalapiedra, Jos� Mar�a Caminos Marcet, Jos� Pereira Fari�a). Este debate a prop�sito de la distinci�n entre una y otra modalidad de productos period�sticos plantea una interrogante de peculiar inter�s y es si lo multimedia e, incluso, lo hipertextual e interactivo que pueda ser un mensaje por s� mismo va determinar que un producto se identifique como reportaje, o si, por el contrario, la denominaci�n de reportaje multimedia va a rescatar y renovar muchos de los elementos distintivos del g�nero a partir del tratamiento multimedia, interactivo, hipertextual de los contenidos; con lo cual no es suficiente con que una informaci�n determinada presente enlaces a otros documentos, posibilidades de interacci�n y variedad de formatos para que se identifique como un reportaje. Por el momento, la balanza se inclina m�s hacia la clara herencia que presenta el reportaje multimedia del reportaje tradicional escrito, radiof�nico o televisivo. El periodista y profesor Amaury E. del Valle toma como punto de partida el cuestionamiento de la clasificaci�n y existencia de los g�neros en la red:
El doctor Alejandro Rost opina que el reportaje multimedia no es un nuevo g�nero period�stico, sino "la adaptaci�n de un g�nero al nuevo medio: el peri�dico digital. Las caracter�sticas de profundidad informativa, cuidado ret�rico y enfoque tem�tico son las que dan origen al reportaje como g�nero en los medios impresos, audiovisuales y, ahora tambi�n, digitales" (Entrevista a Alejandro Rost). La doctora Mar�a Jos� Cantalapiedra observa en el reportaje multimedia la concreci�n del paso del g�nero tradicional a un nuevo medio, lo cual denomina como transposici�n (Entrevista a Mar�a Jos� Cantalapiedra). Las experiencias pr�cticas de los realizadores y periodistas as� como la reflexi�n acad�mica al respecto, coinciden en que el reportaje multimedia, m�s que concebirse como un nuevo g�nero, encarna muchos valores �formales y de contenido� propios de la pr�ctica tradicional, cambia o reconfigura ciertos elementos e incorpora otros novedosos a ra�z de los recursos expresivos de la comunicaci�n en Internet. 3.2. Rasgos del reportaje tradicional en el reportaje multimedia Numerosos �tems del reportaje tradicional median la concepci�n y presentaci�n del reportaje multimedia. Esta modalidad cumple las mismas funciones informativas e interpretativas tradicionales del g�nero y rescata sus caracter�sticas esenciales, fundamentalmente en relaci�n con los contenidos, aunque tambi�n retoma sus rasgos identitarios desde el punto de vista formal. El reportaje para la prensa, la radio o la televisi�n se distingue por un amplio espectro en cuanto a las tem�ticas que aborda, que cubren desde grandes t�picos de actualidad nacional e internacional, hasta acontecimientos o procesos de car�cter hist�rico, local, etc. El g�nero toma como punto de partida el seguimiento noticioso de uno o varios hechos o fen�menos que por su trascendencia requieren de una investigaci�n detenida, cuyos resultados favorezcan una mayor comprensi�n. Este es uno de los rasgos de contenido que el reportaje multimedia hereda de sus antecesores en otros medios: la diversidad de temas y problem�ticas de la realidad que aborda. El oro de Canfranc, de Heraldo.es parte del hallazgo de una serie de documentos en la estaci�n de trenes de Canfranc, [16] reveladores del paso de significativas cantidades de mercanc�as expoliadas a los jud�os provenientes de la Alemania nazi hacia Espa�a y Portugal a cambio del volframio que estos pa�ses enviaban a Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y que tuvieron gran peso en la prolongaci�n de la contienda, espec�ficamente entre 1942 y 1945. Desde este gran tema se tejen varios subtemas que reflejan otros elementos de relevancia descubiertos, como la funcionalidad de esta zona fronteriza para la huida de jud�os y alemanes, y la actividad de espionaje que se gener� tambi�n a trav�s de la regi�n. La emigraci�n de argentinos hacia los Estados Unidos a trav�s del paso ilegal por el desierto de M�xico es el tema de La frontera m�s caliente, de Clar�n.com. Se trata de un t�pico de actualidad nacional que traspasa el �mbito argentino. La emigraci�n y, en particular, el paso por la frontera mexicana, se ha convertido en uno de los principales puntos de las agendas medi�ticas en la actualidad. El horror est� enterrado en San Vicente, reportaje multimedia de Lavoz.com.ar, aborda el proceso de exhumaci�n de cuerpos de desaparecidos enterrados en el cementerio de San Vicente durante la dictadura en Argentina. Es un tema de actualidad por el descubrimiento de los cuerpos, pero de fuerte raigambre hist�rica en la naci�n sudamericana. Presenta un marcado matiz regional por el cementerio, que se encuentra en la ciudad de C�rdoba, escenario en el que La Voz del Interior, el peri�dico impreso, constituye el medio fundamental. En el caso de Los amores, el punto de mira fue la lucha de los habitantes de una regi�n de igual nombre, ubicada al norte de Santa Fe, por la recuperaci�n definitiva de sus tierras, ante la posibilidad de que el pueblo fuera llevado a remate. Resulta peculiar que Clar�n.com aborde un asunto de perspectiva local. No obstante, su realizador Horacio Bilbao opina que "la historia de este pueblito se repite en muchos rincones de la Argentina y el diario, al contar semejante atropello, logr� dar vuelta a la situaci�n. Ah� hay una muestra del periodismo bien usado. Despu�s, claro, nuestros temas suelen ser siempre urbanos porque en nuestros pa�ses tercermundistas Internet es un fen�meno que hasta hace poco solo estaba asociado a la alta sociedad. El desaf�o era llegar a un pueblo en el que Internet no existe (�) y contar esta historia desde la emoci�n" (Entrevista a Horacio Bilbao). Las tem�ticas del reportaje multimedia pueden ser tan variadas como la vida misma. Los medios digitales se interesan tanto por asuntos principales de sus agendas, como por temas de importancia nacional e internacional. En los casos analizados los reportajes multimedia surgieron luego de un per�odo evolutivo de los sucesos, seguidos asiduamente en las versiones impresas y digitales de los medios. Una y otra versi�n se complementan en el trabajo; el diario informa, sigue paso a paso los hechos, participa en ellos, los denuncia y explica; de igual manera lo hace la versi�n digital gracias a sus posibilidades de actualizaci�n continua. Una vez resuelto o acumulada una notable cantidad de informaci�n, se realiza el reportaje multimedia que engloba el devenir de los hechos y su an�lisis. La interpretaci�n es otro de los rasgos del reportaje tradicional que se incorpora al g�nero en Internet. El reportaje multimedia puede moverse en una l�nea m�s marcadamente interpretativa o m�s centrada en la informaci�n, por lo que retoma aquella distinci�n que para no pocos autores determina dos tipolog�as fundamentales de reportaje seg�n sus funciones informativa o interpretativa. L�pez Hidalgo enumera, como ingredientes necesarios del reportaje multimedia, "una amplia labor de campo, un contraste de fuentes, factor humano, an�cdotas" (Entrevista a Antonio L�pez Hidalgo). El profesor Salaverr�a, adem�s, asegura que la perspectiva interpretativa del g�nero reportaje "es inmutable, con independencia del medio a trav�s del que se comunique" (Entrevista a Ram�n Salaverr�a). El oro de Canfranc recupera claramente la perspectiva interpretativa que hace del reportaje el g�nero por excelencia para la explicaci�n. Se apoya en los datos revelados y los contrasta con fuentes t�cnicas, institucionales y personales, entre las que se encuentran varios testigos de la �poca. Recurre al contexto y a los antecedentes para situar los acontecimientos en su momento hist�rico; y enuncia las causas y las consecuencias que tuvieron para la guerra estos intercambios entre Alemania, Espa�a y Portugal. Ambas naciones ib�ricas no cumplieron su rol como pa�ses neutrales en el conflicto y enviaron a Alemania los cargamentos de volframio a cambio del oro nazi. Esta es la tesis principal que plantea el reportaje desde el inicio y se va demostrando en cada una de sus partes. La perspectiva interpretativa en La frontera m�s caliente se observa en la diversidad de las historias presentadas, aunque se reflejan de forma muy sint�tica. La mayor cantidad de elementos interpretativos se encuentran en los hipertextos documentales, que ampl�an las historias en voz de sus protagonistas y enlazan otras informaciones relacionadas con el tema. En este reportaje se defiende una idea general en torno a la causa del aumento de la emigraci�n ilegal de argentinos hacia EE.UU.: esta causa radica, principalmente, en la crisis econ�mica que atraves� Argentina y en las medidas contra la emigraci�n impuestas por el gobierno norteamericano. La tesis, por tanto, se encuentra impl�cita en toda la extensi�n del trabajo. Los realizadores de El horror est� enterrado en San Vicente,para plantear la tesis de manera expl�cita, acudieron a la cita de fuentes y, en especial, a las fuentes t�cnicas, lo que refuerza el car�cter interpretativo del reportaje. De esta forma queda establecida la tesis del reportaje que defiende la existencia de un plan sistem�tico de exterminaci�n de personas y persecuci�n de la oposici�n pol�tica durante la dictadura. El producto de Lavoz.com.ar se apoya en una s�lida investigaci�n que cubre numerosas aristas relacionadas con el descubrimiento de los cuerpos y su exhumaci�n, seg�n lo establecido por los tribunales. En los datos que re�ne, la variedad de las fuentes citadas y los antecedentes, descansa su enfoque interpretativo. Posee una amplia informaci�n complementaria a partir de los hiperv�nculos documentales, que permiten acceder a documentos oficiales, notas de prensa, infograf�as animadas, im�genes, entre otros recursos. Los amores se acerca un poco m�s a la perspectiva informativa. La interpretaci�n est� presente en las voces que cuentan, en los relatos concebidos y expresados desde la subjetividad de los pobladores. La historia de la compa��a inglesa que se instal� durante a�os en el lugar, constituye en s� misma el gran antecedente del reportaje, la causa de la compleja situaci�n de los antiguos obrajeros de la zona. Los enlaces documentales a otros testimonios, as� como las notas publicadas con anterioridad en Clar�n.com completan los recursos documentales que refuerzan el car�cter interpretativo del trabajo. No hay un planteamiento expl�cito de una tesis, pero queda caramente establecido que la situaci�n de Los amores encarna la cruda herencia de los a�os de explotaci�n de los bosques de quebracho [18] por la compa��a La Forestal; situaci�n que permanece en la actualidad en otras regiones perif�ricas de Argentina. La presencia de la visi�n subjetiva del autor en el mensaje constituye otro de los puntos de continuidad en el reportaje multimedia. Predominan los relatos en tercera persona y se percibe la intenci�n de mostrar los hechos de forma distanciada, esfuerzo que se identifica con las nociones m�s rigurosas para el ejercicio de la interpretaci�n en el g�nero. En reportajes como La frontera m�s caliente y El horror est� enterrado en San Vicente la locuci�n recurre a las herramientas de la narraci�n en off de la radio y la televisi�n. Las modulaciones de la voz, las pausas y silencios prolongados con intencionalidad, logran transmitir emociones, pero mantienen un margen que no lacera irrespetuosamente la veracidad de los hechos narrados. La visi�n subjetiva del autor, adem�s, no se desprende de los factores de car�cter formal. M�s bien estos elementos est�n puestos en funci�n no s�lo de informar, denunciar, interpretar, sino de conmover, otro de los prop�sitos hist�ricos de los buenos reportajes. Horacio Bilbao, periodista principal de Los amores, reafirma que la emotividad fue un claro objetivo de su trabajo: "�ese era el desaf�o en mi caso, lograr transmitir la emoci�n que yo hab�a sentido. Me emocionan algunos libros, algunas buenas pel�culas, la radio a veces, incluso un buen art�culo period�stico en el papel o en la tele, pero hasta ahora no me hab�a pasado eso en Internet. No se si fue por la cercan�a con la historia, por el v�nculo que entabl� con ellos, pero al menos logr� volver a emocionarme, y esta vez era desde un monitor�" (Entrevista a Horacio Bilbao). El reportaje multimedia tambi�n es heredero de los rasgos formales tradicionales. En los medios masivos las primeras planas y los titulares de las emisiones informativas se utilizan con frecuencia para anunciar este g�nero. Ahora, en la red, desde el home de los sitios period�sticos se sit�an los hiperv�nculos a los trabajos, que por lo general se ubican en secciones espec�ficas. Los banners, [19] los destaques tipogr�ficos, los destacados, son algunos de los recursos disponibles para anunciar el reportaje multimedia. La posibilidad de acceso a Los amores desde un blog [20] relacionado con el tema del reportaje, es un elemento novedoso, pues instituye m�s de una puerta de entrada al producto period�stico. Muestra, adem�s, la fuerza creciente de la herramienta weblog en el periodismo para y con Internet. La prioridad que se le otorga a este g�nero se evidencia no solo por sus enlaces desde las portadas de los medios digitales, sino por su permanencia indefinida en las secciones destinadas para ello. El reportaje no muere con el tiempo y es proclive a ser retomado en otros trabajos. Esta posibilidad supera, de una vez por todas, el car�cter ef�mero de algunos mensajes period�sticos, como los reportajes radiof�nicos, televisivos y hasta los impresos. Los aspectos relativos al dise�o de los reportajes se independizan bastante del dise�o general de los sitios. Los trabajos se conciben como unidades independientes y en ocasiones son mostrados en el cabezal los identificadores visuales de los sitios de procedencia. Con relaci�n a la autor�a, es posible observar la evoluci�n, hasta cierto punto, en cuanto a la cantidad de realizadores de los materiales y la comprensi�n de la necesidad de reflejar cada una de sus funciones. Se estila colocar un hiperv�nculo que expone un listado de los realizadores y sus esferas de trabajo. El tratamiento de los cr�ditos, a�n as�, no dista mucho de la forma en que se proyectan en los medios tradicionales, por lo que a�n son m�nimas las posibilidades de di�logo entre usuarios y emisores. En todos los casos s�lo se ofrece la oportunidad general de contacto, sin que ello ofrezca pistas transparentes para propiciar el intercambio. En las ocasiones en que se emplean recursos tomados de otras instituciones, se respeta la autor�a de los mismos. Livia Reyes insiste en que el reportaje, al poseer un importante componente de interpretaci�n, es un g�nero en el cual cobra mucho significado el control de autoridad. Los usuarios, que pueden ser conocedores de la obra de los realizadores o todo lo contrario, sobre todo si se trata de usuarios no asiduos al medio, pueden tener la necesidad de saber qui�nes son los autores de un trabajo determinado, cu�les son sus trayectorias, qu� otros productos ha publicado (Entrevista a Livia Reyes). El �mbito digital proyecta de manera ideal esta posibilidad antes imposible en los medios tradicionales a causa de la reducci�n espacio-temporal. El control de autoridad utilizado con intencionalidad y pericia period�stica, se convierte en una garant�a para los lectores y constituye un elemento de validaci�n indiscutible de los productos, m�s a�n ante un panorama medi�tico marcado por la sobreabundancia informativa. Sin embargo, su valor a�n es subestimado y pr�cticamente no se emplea en los productos analizados. Otro elemento revelador vinculado a la autor�a de los reportajes multimedia, est� en las nuevas funciones que comienzan a emerger y los equipos de trabajo que se conforman para estas realizaciones. Roles como direcci�n, desarrollo y edici�n multimedia emergen de los ejercicios profesionales, adem�s de las funciones habituales para este g�nero como la edici�n, la investigaci�n y la fotograf�a. En los medios tradicionales, aunque los trabajos enfrentan un proceso productivo en el que intervienen numerosos actores, la autor�a pertenece, casi �nicamente, a los periodistas. En los reportajes multimedia se observa el paso progresivo de un periodista-autor a un periodista gestor de informaci�n y documentalista (Gil, 1999), acorde con las exigencias de su entorno. La titulaci�n tradicional del reportaje es tambi�n heredada por el g�nero en la red. Los t�tulos, subt�tulos y sumarios predominan con respecto a otras tipolog�as y su clasificaci�n var�a seg�n los reportajes. Algunos son claramente informativos; otros, recurren a la creatividad. Es posible constatar la persistencia de cierto inter�s por t�tulos m�s elaborados para esta modalidad gen�rica en la red. El titulaje sigue cumpliendo sus funciones habituales �informativa, identificativa, apelativa�, pero estrena la funci�n hipertextual (Salaverr�a, 2005: 79). Los t�tulos y subt�tulos conforman los hiperv�nculos a los n�cleos provisorios de los reportajes. No s�lo se emplean para identificar y enlazar los n�cleos principales, aquellos que contienen la exposici�n elaborada de los hechos, sino tambi�n para identificar y vincular los hipertextos documentales, que aportan informaciones adicionales. En el reportaje la funci�n hipertextual que adquieren los t�tulos determina su corta extensi�n y su car�cter informativo de manera que el usuario determine los t�picos abordados en cada n�cleo a partir de los t�tulos-enlace. Otro de los rasgos formales tradicionales que el reportaje multimedia hace suyo es el estilo. En todos los casos predomina el estilo cortado (Sexto, 2005: 22), es decir, la combinaci�n de frases cortas y largas, la presencia mayoritaria de la estructura sujeto+forma verbal+complementos, y el uso del punto y coma. En El oro de Canfranc la redacci�n es menos sint�tica que en el resto debido al predominio del texto escrito y, por ende, la necesidad de explicar y describir muchos aspectos ante la falta de im�genes y sonidos. Los amores presenta pocos fragmentos textuales, muy breves, a modo de tesis que resumen, apoyan, enfatizan o aportan otros datos a partir de lo expresado en las entrevistas. De igual manera ocurre con la utilizaci�n de las formas discursivas. Narraci�n, descripci�n, exposici�n y di�logo est�n presentes en el reportaje que se concibe desde y para la red. La utilizaci�n de una u otra forma discursiva est� en correspondencia con el aprovechamiento de los recursos multimediales. En la medida en que se explota la fuerza expresiva de las im�genes y el audio, disminuye la necesidad de recurrir a las descripciones o exposiciones orales y/o escritas. 3.3. Renovaciones a partir de los rasgos de la comunicaci�n en red Am�n de los rasgos tradicionales que perviven en el reportaje multimedia, las cualidades de la comunicaci�n en red median la concepci�n y presentaci�n de esta naciente modalidad period�stica. La estructura del reportaje multimedia constituye uno de los rasgos que m�s se distingue con relaci�n al reportaje tradicional. El paso a la Web supone la ruptura de la linealidad habitual de los textos period�sticos y la adopci�n de la multilinealidad propia de Internet. La estructuraci�n hipertextual posibilita, respecto a otros soportes, una mayor libertad de los usuarios para trazar dis�miles itinerarios de lectura a partir del acceso a los enlaces organizativos. El orden jer�rquico de la informaci�n es m�s relativo, pues se encuentra a merced de los intereses de los receptores; de ah� que denominamos n�cleos o centros provisorios a los nodos informativos seleccionados por estos. La libertad de navegaci�n, sin embargo, se establece s�lo a partir de las posibilidades creadas por el emisor, que no podr� prever todos los caminos a seguir por sus usuarios, pero s� propone una gu�a de lectura ideal a trav�s de men�s tem�ticos e �ndices de informaci�n complementaria. Xos� L�pez, al referirse a la influencia de la hipertextualidad en la concepci�n del reportaje multimedia menciona "la posibilidad de dar muchas m�s derivaciones, muchos m�s enlaces para entender las m�ltiples perspectivas de un acontecimiento". Sin embargo �aclara� "en todo caso, es m�s te�rico que real (en la pr�ctica de los cibermedios)" (Entrevista a Xos� L�pez). El car�cter troceado de la informaci�n period�stica antecede a la praxis en el escenario digital. Hist�ricamente, sobre todo en la prensa, se ha acudido a la segmentaci�n seg�n bloques tem�ticos y al despiece de determinados n�cleos informativos que tributan datos y explicaciones al art�culo principal. Lo nuevo del troceado en Internet, es la infinita cantidad de relaciones que se pueden establecer a partir de los n�cleos provisorios de informaci�n. El troceado en la red orienta a los usuarios y puede resultar un recurso v�lido para sortear dificultades t�cnicas como la demora en los tiempos de descarga de las historias, los fragmentos de video, las im�genes, etc. Por lo general, se presenta un n�cleo fundamental de contenidos elaborados, que integra el elemento humano con las informaciones y cuenta las historias de los protagonistas. Este n�cleo principal se puede estructurar por cap�tulos o relatos ordenados desde la emisi�n que, al tratar aristas espec�ficas de los temas generales, mantienen cierta independencia y a la vez contribuyen a la coherencia global del reportaje multimedia. La autonom�a de estas partes se convierte en un factor de especial inter�s pues, aunque los emisores pueden sugerir el orden ideal para la lectura, son los usuarios quienes, en �ltima instancia, lo determinan. Se confirma la concepci�n de n�cleos provisorios principales, que contienen la informaci�n y explicaci�n del fen�meno abordado, y n�cleos complementarios, que contienen los enlaces documentales �tiles para la ampliaci�n de los contenidos; por lo que la estructura cl�sica de entrada, cuerpo y cierre del reportaje en alguna medida se transforma. Aunque se apela a una introducci�n de los trabajos �es el caso de La frontera m�s caliente, El horror est� enterrado en San Vicente y Los amores�, esta parte inicial podr�a no ser tomada en cuenta si los usuarios deciden pasarla por alto o, en un caso m�s extremo, entran al reportaje por otra v�a a trav�s de alg�n mecanismo de recuperaci�n de informaci�n cuyo enlace no lleve directamente al n�cleo de partida sino a cualquier otro n�cleo provisorio. Igualmente, el cuerpo del reportaje bajo estos criterios, no presenta una estructura estricta, puede variar en funci�n del recorrido de cada usuario por los hipertextos organizativos y documentales, a la vez que combina texto escrito, sonido, im�genes, videos. El cierre es la parte que m�s cambios podr�a enfrentar. La hipertextualidad potencia la disoluci�n del desenlace como partici�n �ltima del reportaje, pues su culminaci�n se establece m�s por la determinaci�n del usuario �que abandona el producto desde cualquiera de sus n�cleos interconectados� que por la opci�n prevista por los emisores. La pr�ctica actual, sin embargo, inmersa en medio de la tensi�n entre el deber ser y la praxis period�stica en la red, muestra una evoluci�n lenta en este sentido. Todav�a la linealidad es una huella s�lida en la estructuraci�n de los contenidos. Se recurre generalmente a una entrada, denominada introducci�n o apertura, y persiste la noci�n de un cierre tradicional. S�lo en El oro de Canfranc, que logra una mayor independencia entre cada n�cleo provisorio, no hay un final al estilo del reportaje tradicional. La organizaci�n hipertextual ha evolucionado en la medida en que avanza la distinci�n del medio digital con relaci�n a los medios masivos precedentes. Desde El oro de Canfranc, con un predominio casi absoluto del texto escrito, pocos hipertextos documentales y un uso de las im�genes muy pr�ximo a la prensa, hasta Los amores, que integra todos los formatos a trav�s del video y economiza sus enlaces documentales, se observa un recorrido de b�squeda y perfeccionamiento de los elementos estructurales en los reportajes multimedia. Pero todav�a la estructuraci�n hipertextual de los reportajes no trasciende el ejercicio de fragmentaci�n. Sigue siendo una pr�ctica frecuente la clara distinci�n entre un relato (historia) central �que puede estar subdividido en cap�tulos� y los hiperv�nculos que permiten complementar la informaci�n principal. Queda relegado a�n el aprovechamiento de la hipertextualidad en toda su profundidad como sustento de una nueva forma de narrar. Pr�cticamente no se utilizan enlaces insertados al interior de los textos, relatos o cap�tulos de los reportajes. La hipertextualidad, vista no s�lo como instrumento de partici�n de contenidos, ofrece mayores posibilidades de entrelazar informaciones o recursos multimediales y, con ello, una capacidad multiplicada para los usuarios de hacer lecturas cruzadas, multilineales. "El descentramiento o transitoriedad continua del centro y la reconstituci�n de las nociones principio/fin, interior/exterior del texto", [21] planteados por la profesora Milena Recio (Recio, 2003), siguen siendo cualidades del hipertexto que a�n no se explotan al m�ximo. El reportaje multimedia todav�a se encuentra a la espera de ese gran salto del texto al hipertexto period�stico, una transformaci�n que plantea no s�lo la reconfiguraci�n de las nociones de principio/fin o interior/exterior de los textos, sino la verdadera oportunidad de que los usuarios se conviertan en agentes activos del proceso de comunicaci�n. Adem�s de su aportaci�n desde la perspectiva estructural, el hipertexto tiene otra implicaci�n no menos importante para la concepci�n del reportaje multimedia: su capacidad de multiplicar infinitamente los recursos de la interpretaci�n inherentes a este g�nero period�stico. La documentaci�n de las informaciones pasa a ser, m�s que un valor distintivo de los mensajes period�sticos, "un requisito para una redacci�n ciberperiod�stica avanzada" (Salaverr�a, 2005: 69). "Esta posibilidad documental que aprovecha los mejores recursos existentes en la Web sobre la tem�tica abordada �analiza el profesor Alejandro Rost� es muy auspiciosa y le aporta un grado importante de profundidad" al g�nero (Entrevista a Alejandro Rost). La hipertextualidad ofrece al reportaje multimedia la posibilidad infinita de aportar contextualizaci�n, antecedentes y el contacto con diversas fuentes. A ellos se suman las im�genes de las circunstancias de los hechos, de sus protagonistas, los gr�ficos, mapas, videos, grabaciones de audio adicionales, infograf�as animadas, interactivas, que se convierten tambi�n en recursos interpretativos de mucho valor junto a la oportunidad de seguir c�mo fue el curso de los acontecimientos mediante el acceso a las ediciones anteriores de los medios, tanto las versiones web, como las p�ginas impresas llevadas al formato digital. Los antecedentes, el contexto, el enunciado de las causas y consecuencias de los fen�menos, as� como la cita y contraste de fuentes, pasan al reportaje multimedia como herencia incuestionable del reportaje escrito, radial, televisivo. Todos los reportajes estudiados se apoyan en los recursos interpretativos. En algunos est�n presentes con fuerza en los n�cleos provisorios principales, mientras los hipertextos documentales, en la mayor�a de los casos, se convierten en los portadores fundamentales de otras informaciones o intervenciones de fuentes que ampl�an el contenido y abundan en su contextualizaci�n. En la muestra estudiada se utilizan mayoritariamente los enlaces a informaciones relacionadas con el tema, notas publicadas por el propio medio de comunicaci�n al cual pertenece el reportaje multimedia. Los enlaces a las fuentes incluyen fuentes documentales y no documentales: informes oficiales, cartas de presentaci�n de instituciones, fragmentos escritos y audiovisuales de las declaraciones y testimonios. Por lo general, el contraste se sustenta a partir de fuentes favorables y t�cnicas (Rodr�guez, [s/f]: 39), por lo que no se acude a las desfavorables, aspecto directamente relacionado con la intencionalidad del mensaje. Los enlaces a sitios o p�ginas web de instituciones, medios de comunicaci�n o personas no est�n presentes en la mayor�a de los reportajes. Los enlaces externos tampoco se utilizan y permanece entonces el predominio de los enlaces internos, lo que podr�a estar vinculado a la intenci�n de los realizadores de mantener la atenci�n de los usuarios en el reportaje y no proponer otras opciones proclives a desviar su recorrido. Los reportajes se apoyan en los hiperv�nculos a im�genes fijas, videos e infograf�as. Predominan los enlaces a galer�as de fotos, infograf�as y, en menor medida, a fragmentos de audio y video. Quedan relegados los enlaces a definiciones �presentes s�lo en La frontera m�s caliente� de particular importancia en aquellos trabajos que indagan sobre tem�ticas espec�ficas o regionales, como Los amores. El reportaje multimedia El horror est� enterrado en San Vicente constituye un ejemplo del alcance ilimitado del uso del hipertexto para la documentaci�n y en especial, su conveniencia como recurso para la cita de fuentes. No s�lo acude a numerosas declaraciones en varios formatos, sino que muestra las cartas de presentaci�n de las instituciones implicadas, de forma tal que las legitima, sobre todo, para el p�blico extranjero que desconoce la trayectoria y desempe�o de las mismas. A pesar de la abundancia de informaci�n adicional, esta no constituye una raz�n para agobiar a los receptores y perderlos en una madeja indescifrable de opciones. El criterio de enlazar desde cada n�cleo principal los recursos de documentaci�n adicional afines con la tem�tica espec�fica de las unidades del relato facilita a los usuarios una especie de gu�a valiosa para la orientaci�n. Los hipertextos documentales, ciertamente, elevan de forma exponencial la amplitud de contenidos y formatos relacionables con otras informaciones presentadas, pero �y esto constituye un elemento de particular inter�s� su empleo no determina directamente el car�cter interpretativo del producto. "Los reportajes, tanto en formato papel como en formato digital, pueden ser m�s o menos informativos o (�) interpretativos, y esto depende exclusivamente de las pretensiones del autor y de la tem�tica que quiera abordar" (Entrevista a Jos� Mar�a Caminos Marcet). La hipertextualidad s�lo ofrece la posibilidad de hipervincular todos los contenidos disponibles. El car�cter informativo, anal�tico y explicativo del reportaje descansa en la intencionalidad de los realizadores, en el tema del y la manera en que se enfrente su tratamiento; descansa, a fin de cuentas, en la funcionalidad de estos enlaces documentales en correspondencia con los objetivos y tesis defendidas en el trabajo period�stico. 3.3.2. Multimedialidad Una de las mayores promesas de cambio en las concepciones de los g�neros en la red est� relacionada con la combinaci�n de todos los sistemas de signos de los lenguajes period�sticos precedentes en un solo soporte. Internet ofrece la posibilidad de coexistencia entre el texto escrito, el sonido, las im�genes fijas y en movimiento y las infograf�as, incluso, en un mismo mensaje. El texto escrito, el sonido, la fotograf�a y los infogr�ficos son los elementos m�s empleados en los reportajes multimedia analizados. En no pocas ocasiones, la animaci�n de las im�genes fijas contribuye a incrementar su alcance expresivo. El uso de im�genes en movimiento, es decir, de los fragmentos de video, queda en desventaja respecto a los dem�s componentes debido a la dificultad para su transmisi�n y descarga y a la fuerza tecnol�gico-econ�mica de los medios. El aprovechamiento de los recursos multimediales se ha incrementado en la misma medida en que ha evolucionado el periodismo digital. En los momentos iniciales el texto escrito y las im�genes fijas pasaron a la red sin dr�sticas transformaciones. En la actualidad, el video, la animaci�n de im�genes e infograf�as y el sonido se integran con fuerza en los mensajes y, de forma especial, en los reportajes multimedia. Desde El oro de Canfranc hasta Los amores este progreso es evidente. Mayoritariamente, el texto �oral y escrito� persiste como recurso base para la transmisi�n de los contenidos en los reportajes multimedia estudiados. Se apela tambi�n a la narraci�n o exposici�n en off, la musicalizaci�n y el empleo, en menor medida, de los efectos sonoros y del sonido ambiente, cuyas funciones tradicionales en los medios radiof�nico y televisivo permanecen. En el caso de las im�genes, esencialmente las fotos, resulta considerable su empleo de forma animada, mediante el empleo de la herramienta Flash en La frontera m�s caliente y El horror est� enterrado en San Vicente. La variedad de planos, �ngulos y transiciones propicia una sucesi�n articulada de fotograf�as que tejen, en una l�nea de sentidos l�gicos complementados con el audio y el texto escrito, el relato de los hechos, las declaraciones de fuentes, el an�lisis de las causas y consecuencias, los datos resultantes del proceso investigativo. La fotograf�a es, sin lugar a dudas, la tipolog�a de imagen m�s recurrida en los casos analizados, aunque comienzan a incluirse gradualmente los mapas y los gr�ficos; mientras las caricaturas quedan relegadas, por el momento, en esta modalidad de mensaje period�stico. Adem�s de la presencia de las im�genes fijas en los n�cleos provisorios principales que contienen el relato elaborado de los acontecimientos, resulta com�n la creaci�n de galer�as de fotos que expanden notablemente los testimonios gr�ficos tanto de los hechos como del proceso investigativo acerca de los mismos. Las galer�as se incorporan al conjunto de enlaces de car�cter documental que integran los n�cleos provisorios complementarios del reportaje multimedia. Las infograf�as animadas e interactivas son empleadas en todos los casos analizados, aunque en cantidades y grados de complejidad dis�miles. Constituyen un recurso multimedial de peculiar validez para el reportaje multimedia por su capacidad para dilucidar procesos complejos, disposiciones espacio-temporales, procedimientos cient�ficos dif�ciles de transmitir a trav�s de descripciones o im�genes. Este recurso, valorado como g�nero espec�fico del periodismo digital, configura un instrumento conveniente y eficaz al interior del reportaje multimedia, que tributa senderos interpretativos a prop�sito de los fen�menos o hechos abordados y sus contextos. El video es el formato menos explotado, pero de forma creciente ha comenzado a cobrar espacios cimeros en la realizaci�n period�stica multimedial. En los casos estudiados su presencia es m�nima y aparece s�lo en peque�os fragmentos como n�cleos provisorios complementarios, es decir, enlaces documentales que permiten diversificar la informaci�n tales como segmentos de entrevistas, grabaciones en vivo, entre otros. �nicamente en Los amores se introduce el video como formato base de la concepci�n estructural del reportaje, en lugar del texto y el audio, de manera que marca un patr�n hacia la integraci�n al interior de los n�cleos provisorios principales en relaci�n con los dem�s reportajes. Es apreciable la pluralidad en cuanto al uso de los �ngulos, movimientos de c�mara y planos, as� como la diversidad e intencionalidad en el empleo de las transiciones. La informaci�n textual, que no desaparece, funciona como instrumento para presentar a los entrevistados, ofrecer cifras y datos espec�ficos, o para destacar ideas substanciales expresadas por las fuentes. La musicalizaci�n y el empleo de efectos sonoros son cuantitativa y cualitativamente superiores. Este paso positivo hacia la articulaci�n de dis�miles formatos en los n�cleos principales de Los amores no es definitorio, mas se acerca un tanto al punto de m�xima complejidad expresiva que desde una proyecci�n ideal se plantea como multimedialidad por integraci�n. Es coincidente el criterio acad�mico acerca de la escasa existencia de productos que realmente armonicen los elementos de la multimedialidad. La yuxtaposici�n protagoniza el panorama del periodismo digital y este hecho no es ajeno al reportaje multimedia:
Seg�n Ram�n Salaverr�a, un reportaje integrado multimedialmente consistir�a en un producto "cuyo hilo discursivo estuviera compuesto por una composici�n coordinada de elementos textuales y audiovisuales. Es decir, un reportaje en que los diferentes textos, im�genes, sonidos y v�deos se habr�an de consumir de forma simult�nea o, cuando menos, amalgamada" (Entrevista a Ram�n Salaverr�a). El alcance de la multimedialidad por integraci�n se encuentra muy vinculado al grado de complejidad que presenten las estructuras hipertextuales. En los reportajes analizados se enlazan fotograf�as fundamentalmente y es posible acceder a las intervenciones en audio, transcritas e, incluso, en video de las fuentes de informaci�n. Sin embargo, casi siempre estas opciones no se enlazan desde los n�cleos provisorios principales, sino desde los men�s de informaci�n complementaria. La noci�n de un eje central de informaci�n, al margen de otros conjuntos informativos anexos, restringe la oportunidad de edificar mensajes m�s enriquecidos en su estructura. La prioridad del car�cter documental de los hipertextos en detrimento de su esencia narrativa limita la integraci�n �ptima de los componentes multimediales. S�lo en Los amores podemos percibir una integraci�n m�s completa de los elementos multimediales al interior de cada uno de los videos desde los cuales, sin embargo, no es posible establecer ning�n tipo de hiperv�nculo. Es decir, en la misma medida que �tiles y necesarias unidades independientes, se conforman como n�cleos cognitivos desconectados estructuralmente que, por tanto, establecen internamente una lectura m�s cercana a la linealidad tradicional. La multimedialidad por integraci�n integra al video como otro de los elementos constitutivos de una estructura de interconexiones arm�nica y de proyecci�n simult�nea, de ah� que no basta con insertar el video como formato �continente de im�genes, sonido y texto escrito� como plataforma b�sica en el montaje de los n�cleos provisorios principales. Ser�a necesaria su hipervinculaci�n, desde dentro, con otros recursos, en una concepci�n formal m�s cercana a la complejidad de una red y que intente, por qu� no, combinar estos dis�miles formatos a la vez. Al incorporarse al reportaje, la integraci�n multimedial incrementa el patrimonio formal y cognoscitivo del g�nero maestro. La mixtura conciente del texto, las im�genes fijas y en movimiento, las infograf�as y los sonidos consolida y ensancha su naturaleza interpretativa. Aunque en algunos reportajes, la mera yuxtaposici�n de los recursos multimediales es trascendida, todav�a los niveles de integraci�n entre estos recursos son primarios y com�nmente no hacen m�s que retomar formas de combinaci�n ya experimentadas en medios como la televisi�n. La multimedialidad por integraci�n plantea una perspectiva futura para el presente entorno comunicativo de la red, �vido de pr�cticas period�sticas experimentales que acudan a formas coherentes de acoplamiento, no s�lo de algunos de los elementos de la multimedialidad, sino de todos al mismo tiempo, sobre la base de una estructura hipertextual m�ltiple. 3.3.3. Interactividad Los medios tradicionales han implementado ciertos mecanismos de interacci�n que en la mayor�a de las ocasiones se convierten en instrumentos para la retroalimentaci�n de los emisores. Las cartas de los lectores y las llamadas telef�nicas abren un espacio, aunque m�nimo, desde el cual los lectores, radioyentes y espectadores pueden comunicarse con directores y periodistas. Un buen reportaje puede mover la opini�n de los receptores y provocar un clima de intercambio que favorezca la continuidad de los hechos; pero dif�cilmente desde un reportaje escrito, radiof�nico o televisivo se puedan concretar opciones de intercambio directo entre el p�blico y los realizadores. La interactividad generalmente no se concibe desde un mensaje espec�fico, sino desde el medio en su totalidad. Una de las transformaciones que plantea la interactividad como rasgo de la comunicaci�n en red en el periodismo digital, es la posibilidad real de que se instaure una comunicaci�n mucho m�s directa entre los productores de la informaci�n y los usuarios que la consumen. Los recursos interactivos en Internet no s�lo multiplican las posibilidades de comunicaci�n entre usuarios y emisores, sino que impulsan los intercambios entre los propios usuarios y lo hacen en tiempo real. Emitir comentarios sobre los temas tratados, leer y discrepar con otros lectores, constituyen oportunidades novedosas para expresar criterios y puntos de vista diversos. El punto m�ximo de estas oportunidades se encuentra en los foros de discusi�n y los chats a los que acuden numerosas personas con el objeto de compartir ideas, preguntar, responder o disentir. Todas estas opciones no se crean, �nicamente, de forma general para la totalidad del sitio web, como en los medios tradicionales. Los recursos interactivos pueden implementarse desde los mensajes que se emiten, de ah� que cada uno de ellos se convierte en un foco generador de intercambios. La interactividad en el reportaje multimedia, no s�lo como posibilidad de navegaci�n por lo n�cleos provisorios, sino como v�a de intercambio entre usuarios y emisores o entre los propios usuarios, plantea un nuevo momento para el desarrollo del g�nero de g�neros, superior a lo que podr�a experimentarse desde el reportaje tradicional. "El reportaje posee, cuando menos, dos posibilidades principales de interacci�n �afirma Salaverr�a�. La primera ata�e a la capacidad de determinar el itinerario hipertextual de lectura: el usuario decide c�mo leer el reportaje. La segunda es una interacci�n de respuesta, en la medida en que, en aquellos cibermedios que tienen habilitada esta opci�n, el usuario puede comentar las informaciones incluidas en el reportaje" (Entrevista a Ram�n Salaverr�a). Otras posibilidades que podr�a abrir esta modalidad de mensaje en la red son: los "foros, encuestas, correo electr�nico con los periodistas, correo electr�nico con ciertas fuentes citadas (con permiso de �stas), entrevistas en l�nea" (Entrevista a Alejandro Rost). El an�lisis de los reportajes multimedia permite apreciar c�mo se han ido incrementando las opciones de los usuarios, desde niveles casi nulos de interactividad, hasta la inclusi�n de diversas propuestas de intercambio con los contenidos, los emisores y hasta con otros usuarios. Aunque se incluyen opciones interactivas entre las que se destaca el foro, todav�a las posibilidades de los receptores s�lo se implantan a partir de un mensaje cerrado. Los usuarios interact�an con los contenidos mediante la estructura hipertextual, con los emisores por correo electr�nico y con otros usuarios a trav�s de la recomendaci�n del reportaje o la participaci�n en los foros de debate. Interact�an, mas no participan. La verdadera revoluci�n que plantea la interactividad apunta a traspasar el car�cter cerrado de los mensajes period�sticos y convertirlos en productos abiertos, proclives a ser modificados por los usuarios. Por el momento, esta ruptura con los modelos comunicativos tradicionales no ha tenido lugar, aunque Internet constituye un medio ideal para conseguirlo. Por esta causa, las posibilidades de transformaci�n del reportaje multimedia a partir de la interactividad, pueden analizarse m�s desde las expectativas, que desde lo que en la pr�ctica actual es posible constatar. En este sentido, Los amores muestra un paso de avance. Adem�s de los contactos con los realizadores y la oportunidad de recomendar el reportaje, dispone de un enlace hacia una weblog [22] cuyos temas principales giran en torno al reportaje. La historia contada en Los amores garantiza su continuidad a partir de esta herramienta, pues los hechos analizados no se a�slan de su contexto pol�tico, econ�mico y social y aparecen nuevas historias y problemas que solucionar. De un hecho particular tomado y presentado por el medio de prensa, se ha configurado un espacio donde los usuarios han propuesto, incluso, abarcar aristas y enfoques no previstos desde la emisi�n acerca del propio tema del reportaje y de otros t�picos afines. "Internet es pura interactividad �asegura Horacio Bilbao�. No hay usuarios cautivos (�). El mail, el mensajero, el bookmark, [23] las encuestas son todas fuentes de interactividad pero como te dec�a, todo eso debe tender a crear art�culos y noticias abiertos a la correcci�n, a la diversidad de opiniones (�). Claro que siempre es necesaria la moderaci�n, la gu�a editorial�" (Entrevista a Horacio Bilbao). La participaci�n real de los receptores en el proceso comunicativo sigue siendo una cuenta pendiente. "La clave est� en esta frase: dejar que el lector transforme la informaci�n y la adapte a sus necesidades o gustos", insiste el profesor Alberto Cairo, quien valora la interactividad como una posibilidad transgresora de la mera navegaci�n hipertextual (Entrevista a Alberto Cairo). La participaci�n �argumenta el profesor Amaury E. del Valle� debe partir desde antes de publicar el mensaje period�stico, desde la propia elecci�n de los temas que puede tratar un reportaje multimedia: "El que tengas un correo electr�nico o un foro no quiere decir que t� est�s participando. De hecho, est� sesgado lo b�sico de la participaci�n. T� no est�s definiendo el tema. Est�s dentro de un tema definido por la agenda". (Entrevista a Amaury E. del Valle) Permitir que los usuarios transformen el contenido, el dise�o y aporten nuevos datos y puntos de vista al reportaje, podr�a convertir al mensaje en un producto de la actividad colectiva y los usuarios se convertir�an en coautores reales de la informaci�n, dinamitando de manera radical la asimetr�a del proceso comunicativo, sin que ello conlleve a un estado de anarqu�a sobre el producto que lejos de enriquecerlo, lacere sus contenidos y capacidad expresiva. Asumir la actividad period�stica como una conversaci�n entre iguales constituye un punto de partida esencial para encontrar una forma efectiva de propiciar la participaci�n de los usuarios. Compartir la autor�a de los mensajes period�sticos no significa, �nicamente, permitir que el usuario opine, env�e nuevas historias y transforme el dise�o y los contenidos de algo publicado previamente; incluso va m�s all�, consiste en que los usuarios puedan integrarse y colaborar en el proceso de producci�n de los mensajes. No obstante, incorporar estas nociones revolucionadoras en las pr�cticas del periodismo digital, pasa por un complejo contexto pol�tico-econ�mico que rodea y determina la actividad period�stica en los medios de comunicaci�n. Existen imperativos culturales y sociales que hist�ricamente han condicionado los modos y resultados de las pr�cticas comunicativas, cuyo arraigo demanda, primero, una mutaci�n en lo social, para que se transformen y sea posible, entonces, fundar un periodismo realmente participativo, libertario (Recio, 2003). La interactividad convierte al reportaje en un g�nero m�s abierto, que posibilita el intercambio directo entre los lectores y entre estos y los emisores. La incorporaci�n de los usuarios como entes activos est� demandando que los periodistas aprendan a compartir los contenidos, de ah� que se han incrementado las opciones de interactividad. El reportaje multimedia, adem�s de permitir la navegaci�n por los n�cleos provisorios e implementar ciertas opciones para el intercambio, podr�a inaugurar nuevos mecanismos que trasciendan las pr�cticas actuales y propicien la inserci�n real de los usuarios en el proceso. Por el momento, habr� que esperar, pues la participaci�n todav�a es m�s un sue�o feliz que una experiencia palpable de la realidad. La proyecci�n futura del reportaje multimedia, am�n de los rasgos que rescata del reportaje tradicional, apunta a una reconfiguraci�n m�s profunda de sus elementos distintivos. La hipertextualidad, multimedialidad e interactividad todav�a no se incorporan al g�nero con la fuerza transformadora que se vislumbra desde la expectaci�n y quedan por delante no pocos escollos que esta joven modalidad deber� sortear. Aunque la mayor�a de los especialistas consultados prev� un desarrollo ascendente para el g�nero, en correspondencia con el aprovechamiento creciente de los recursos expresivos de la red, otras perspectivas, no menos v�lidas, apuestan por una evoluci�n del reportaje multimedia hacia otros esquemas textuales novedosos. Comprenden el momento de desarrollo actual del periodismo para y con Internet como un escenario en el que este g�nero representa la transici�n hacia f�rmulas narrativas diferentes y propias del periodismo digital. 4. Conclusiones El reportaje multimedia, m�s que un nuevo g�nero period�stico, constituye la adaptaci�n del reportaje a un nuevo medio de comunicaci�n. De la misma manera que el g�nero de g�neros pas� de la prensa a la radio y luego a la televisi�n, ahora se incorpora a la red y aprovecha sus cualidades comunicativas en funci�n de una intencionalidad determinada. La hipertextualidad, la interactividad y la multimedialidad aportan elementos novedosos que enriquecen al g�nero, lo renuevan, mas no lo transforman radicalmente, al menos en el momento actual de desarrollo del periodismo para y con Internet. Desde el punto de vista hipertextual se avizoran formas de estructuraci�n diferentes. La navegaci�n por varios n�cleos provisorios rompe en cierta medida con las nociones de entrada, cuerpo y cierre, aunque hoy a�n se tienen en cuenta las partes cl�sicas del g�nero. Las estructuras hipertextuales responden a la distinci�n entre n�cleos principales, que contienen la exposici�n elaborada de los hechos y an�lisis, y n�cleos complementarios que posibilitan ampliar y diversificar las informaciones. En la medida en que la estructuraci�n hipertextual se haga m�s compleja, los hipertextos documentales se inserten en los materiales period�sticos y formen parte de un conjunto menos jerarquizado de n�cleos provisorios, las posibilidades de que los usuarios sigan itinerarios de lectura dis�miles aumentar�n; las partes del reportaje se har�n m�s difusas y se subordinar�n a los recorridos heterog�neos que determine cada usuario. Otra de las renovaciones se encuentra en el incremento de los recursos de apoyo a la interpretaci�n a partir de los hipertextos documentales. Los antecedentes, el contexto, el an�lisis de las causas y consecuencias de los hechos, la presencia y contraste de las fuentes de informaci�n pueden incluirse en la exposici�n elaborada de los acontecimientos de la misma forma que se hace en la prensa, la radio y la televisi�n; pero estas posibilidades se multiplican en la red. Los hipertextos documentales aportan m�s informaciones relacionadas con el tema del reportaje, otras declaraciones de las fuentes, enlazan documentos oficiales �ntegramente, ofrecen otras im�genes de los lugares y personas implicadas, infograf�as y hasta las definiciones de palabras o frases de dif�cil comprensi�n. Todos estos recursos, empleados intencionalmente, se convierten en herramientas muy �tiles para consolidar el car�cter interpretativo del g�nero. La multimedialidad es se�alada por varios expertos como una de las m�s significativas renovaciones del reportaje en Internet. La convivencia del texto escrito, los sonidos, las im�genes fijas y en movimiento en un mismo mensaje, apunta a elevar al m�ximo el alcance estructural del g�nero. La combinaci�n de estos elementos abre un amplio espectro de posibilidades para la experimentaci�n de formas cada vez m�s integradas de los elementos multimediales. Con el paso del tiempo y el avance del periodismo digital, la mera yuxtaposici�n es sustituida por ciertos intentos de integraci�n. Influyen en este proceso las posibilidades econ�micas de cada medio en la red y la disposici�n de las empresas medi�ticas para la realizaci�n de este tipo de productos. El otro punto de renovaci�n que encuentra el reportaje multimedia es la facultad de acoger en s� mismo recursos interactivos. Desde los niveles elementales de la navegaci�n, la interacci�n con los contenidos, hasta los intercambios que se pueden producir entre usuarios y emisores, y entre los propios lectores, se observa el progreso hacia un aprovechamiento mayor de esta cualidad comunicativa. Sin embargo, la gran transformaci�n que plantea la interactividad permanece en esa apuesta por el futuro del reportaje multimedia que no depende, �nicamente, de la voluntad de algunos. Median este proceso los mismos intereses econ�micos, pol�ticos y sociales que han determinado la actividad de la prensa a lo largo de su desarrollo y que provocan una resistencia sostenida a abrir causes a la participaci�n real de los usuarios. El reportaje multimedia, como resultado de la pr�ctica actual del periodismo digital, se encuentra en medio de una tensi�n entre lo que muestran los ejemplos concretos del ejercicio cotidiano y lo que se podr�a hacer en funci�n del aprovechamiento de los rasgos de la comunicaci�n en red. La mayor�a de los expertos coincide en que vivimos un momento inaugural de experimentaci�n con los contenidos en Internet y que el reportaje multimedia pudiera tener por delante muchos caminos de evoluci�n y trasformaciones. La hipertextualidad, la interactividad y la multimedialidad renuevan el g�nero y modifican, en cierta medida, algunos de sus rasgos tradicionales; pero es en la integraci�n de estos tres atributos donde descansa el punto de mayor redimensionamiento del g�nero. Un reportaje que logre aprovechar al m�ximo y combinar la estructuraci�n hipertextual con los recursos multimediales e interactivos, pasa a ser un mensaje period�stico f�rtil, no s�lo por sus posibilidades interpretativas o por el tratamiento narrativo complejo que puede incluir, sino por su contenido humano, por la fuerza que posee el g�nero para conmover y movilizar la opini�n de los receptores, para denunciar lo que permanece oculto, para instruir. Un reportaje verdaderamente hipermedial puede traspasar cualquier frontera y convertirse tambi�n, en obra de arte, siempre que respete el compromiso �tico que atraviesa toda la profesi�n period�stica. No obstante, los rasgos de la comunicaci�n en red, por s� solos, no garantizan la calidad del reportaje. Su concepci�nideal no implica s�lo que sea interactivo, hipertextual y multimedia, sino que est� mediado por una intencionalidad espec�fica y encarne los valores substanciales e hist�ricos del g�nero. Inmerso en este universo de redes, el reportaje ha comenzado a desandar un novedoso camino incierto y plagado de experimentos en busca de f�rmulas m�s cercanas al medio digital. El reportaje multimedia rescata muchos de sus rasgos tradicionales, algunos los modifica y otros nuevos los va incorporando, pero mantiene su esencia como g�nero para la interpretaci�n, as� como sus virtudes expresivas y su car�cter h�brido. Apenas ha dado los primeros pasos y un asomo al futuro apunta a un producto cada vez m�s complejo en su estructura, integrado multimedialmente e interactivo. La velocidad con que se producen los cambios en el universo digital nos impulsan a seguir su evoluci�n y a dejar puertas abiertas a nuevas interrogantes, lejos de cerrar su estudio con repuestas acabadas. El camino reci�n comienza y podr�an ser m�ltiples y variados los senderos que siga el periodismo digital, y con �l, los g�neros period�sticos. 5. Referencias bibliogr�ficas Alonso, Mar�a Margarita y Saladrigas, Hilda, 2002: Para investigar en comunicaci�n social. Gu�a did�ctica. La Habana: F�lix Varela. Cantalapiedra, Mar�a Jos�, 2004: "�Una mera transposici�n? Los g�neros period�sticos en la red", en Telos, Cuadernos de comunicaci�n, tecnolog�a y sociedad, 59, Segunda �poca. Madrid: Fundaci�n Telef�nica, abril-junio: http://www.campusred.net/TELOS/articulocuaderno.asp?idarticulo=4&rev=59. Casals Carro, Mar�a Jes�s (2001). "La narrativa period�stica o la ret�rica de la realidad construida", en Estudios sobre el mensaje period�stico. 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[2] Los planteamientos te�ricos a prop�sito de los g�neros period�sticos han sido numerosos, pero la mayor�a de ellos parten de un tronco com�n que establece una clara escisi�n entre informaci�n y opini�n y, en algunos casos, entre informaci�n, interpretaci�n y opini�n. Este enfoque se sustent� hist�ricamente en la necesidad de separar los hechos de las valoraciones subjetivas sobre los mismos, en pos de la cuestionada objetividad period�stica. Cuando se ha pretendido establecer la distinci�n entre informaci�n y opini�n de manera tajante y esquem�tica, han sobrevenido las cr�ticas. La hibridaci�n inherente a la construcci�n period�stica, la variedad infinita de formas que pueden adquirir los mensajes, as� como los intereses pol�ticos, econ�micos, ideol�gicos �expl�citos y ocultos� de los medios de comunicaci�n masiva, han dejado en evidencia a las posturas m�s estrictas. Numerosos expertos abogan por una teor�a de los g�neros abierta que sin renunciar a los postulados �ticos de la profesi�n, asuma a los g�neros desde una perspectiva en constante desarrollo. Ver (Rodr�guez, 2004). [3] El informe de la investigaci�n presenta un marco te�rico-referencial compuesto por dos cap�tulos. El primero de ellos contiene un recorrido por la tradici�n de los estudios de los g�neros. Se acerca, como punto de partida, al concepto de periodismo y a la noci�n de lenguaje period�stico en funci�n de los sistemas de signo de cada uno de los medios de comunicaci�n. A partir de estos criterios se define el reportaje como g�nero period�stico y se sistematizan sus principales rasgos formales y de contenido. El segundo cap�tulo se adentra en el universo digital. Se repasan las caracter�sticas de Internet como medio de comunicaci�n y los cambios que supone para las pr�cticas del periodismo digital. Se indaga sobre la situaci�n actual de la teor�a de los g�neros period�sticos y los principales cuestionamientos que enfrenta a ra�z de la incorporaci�n del periodismo a la red y por �ltimo, se propone una definici�n preliminar del reportaje multimedia. [4] Una extensa investigaci�n bibliogr�fico-documental precede y sustenta el an�lisis cr�tico y la construcci�n categorial vinculada al periodismo tradicional, su lenguaje, la teor�a de los g�neros y el reportaje impreso, radial y televisivo. Los aportes de numerosos expertos constituyeron fuentes inmediatas y esenciales de informaci�n y enfoques diversos que cubren desde las perspectivas cl�sicas hasta la actualizaci�n y renovaci�n del estudio sobre estas tem�ticas. Entre ellos podemos citar a Mar�a Jes�s Casals Carro (Casals, 2001); Enrique de Aguinaga (De Aguinaga, 2001); Javier D�az Noci (D�az, 2000); Sonia Fern�ndez Parrat (Fern�ndez, 2001); Jos� Luis Mart�nez Albertos (Mart�nez, 1991); Pastora Moreno Espinosa (Moreno, 1999; 2000). [5] Para la indagaci�n y el estudio del �mbito period�stico digital constituyeron una base primordial los acercamientos te�ricos e investigativos de numerosos especialistas que desde las m�s dis�miles perspectivas han abordado el universo de las redes y sus pr�cticas comunicativas continua y progresivamente. A partir de sus aportaciones emprendimos el camino hacia la conceptualizaci�n y operacionalizaci�n de los rasgos de la comunicaci�n en red y la definici�n preliminar de reportaje multimedia. Algunos de estos autores son: Mar�a Jos� Cantalapiedra (Cantalapiedra, 2004); Javier D�az Noci (D�az Noci, 2004); Concha Edo (Edo, 2001); Ainara Larrondo (Larrondo, 2004; 2005; 2006); Jos� Luis Mart�nez Albertos (Mart�nez, 1999); Koldo Meso Ayerdi (Meso, 2005); Jos� Luis Orihuela (Orihuela, 2003); Ram�n Salaverr�a (Salaverr�a, 2005; 1999). [6] En las estructuras hipertextuales "no existe un n�cleo central sino centros provisores; a partir de cualquier enlace, es posible llegar a los otros eslabones por medio de conexiones m�ltiples. Al establecer su recorrido, cada lector configura un texto espec�fico, provisional, de acuerdo con sus intereses. El hipertexto potencializa as� la lectura multisecuencial y la construcci�n de sentidos. El recorrido no lineal faculta nuevas posibilidades de intervenci�n por parte de los lectores. No existen m�s recursos �nicos y definitivos para la lectura" (Rodr�guez, 2005: 20-21). [7] Para el desglose de esta subcategor�a resultaron muy acertadas las propuestas del profesor Javier D�az Noci en Los g�neros ciberperiod�sticos: una aproximaci�n te�rica a los cibertextos, sus elementos y su tipolog�a. Ver (D�az Noci, 2004). [8] Esta noci�n de la forma en que se combinan los elementos multimediales es aportada por el profesor Ram�n Salaverr�a Aliaga. La multimedialidad por yuxtaposici�n "presenta los elementos multimedia �textos, im�genes y/o sonidos� de manera disgregada. Los enlaces a esos elementos pueden aparecer reunidos en una misma p�gina web, pero el consumo de cada uno de ellos, �es decir, su lectura, visionado o audici�n�, s�lo se puede realizar de manera independiente y, si acaso, consecutiva", mientras la multimedialidad por integraci�n "adem�s de reunir contenidos en dos o m�s soportes, posee unidad comunicativa. Es decir, se trata de aquella multimedialidad que no se limita a yuxtaponer contenidos textuales, ic�nicos y/o sonoros, sino que los articula en un discurso �nico y coherente" (Salaverr�a, 2005: 58-59). [9] Fueron contactados mediante correo electr�nico los siguientes especialistas: Jos� Ignacio Armentia Vizuete, Universidad del Pa�s Vasco (UPV), entrevista recibida el 28 de febrero de 2007; Alberto Cairo Touri�o, graduado de Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela, recibida el 6 de marzo de 2007; Jos� Mar�a Caminos Marcet, UPV, recibida el 4 de abril de 2007; Mar�a Jos� Cantalapiedra, UPV, recibida el 28 de febrero de 2007; Osmaira Gonz�lez Consuegra, Universidad Central Martha Abreu de las Villas, Cuba, recibida el 4 de abril de 2007; Ainara Larrondo Ureta, UPV, recibida el 23 de marzo de 2007; Antonio L�pez Hidalgo, Universidad de Sevilla, recibida el 23 de marzo de 2007; Xos� L�pez, catedr�tico de Periodismo de la Universidad de Santiago de Compostela, recibida el 26 de febrero de 2007; Xos� Pereira Fari�a, Universidad de Santiago de Compostela, recibida el 22 de marzo de 2007; Alejandro Rafael Rost, M�ster por la Universidad Aut�noma de Barcelona y Licenciado en Comunicaci�n Social por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue, en Argentina, recibida el 26 de marzo de 2007; Ram�n Salaverr�a Aliaga, Universidad de Navarra; recibida el 22 de marzo de 2007. Tambi�n fueron consultados por correo los realizadores y periodistas de Clar�n.com Horacio Bilbao, recibida el 30 de abril de 2007 y Gustavo Sierra, recibida el 4 de mayo de 2007. De manera presencial fueron entrevistados los expertos cubanos: Am�lkar Acosta, realizador y dise�ador web, entrevista realizada el 8 de marzo de 2007; Amaury del Valle Montero, periodista y profesor de la Facultad de Comunicaci�n de la Universidad de La Habana (UH), realizada el 29 de marzo de 2007; Livia M. Reyes, M�ster en Ciencias de la Informaci�n y profesora de la Facultad de Comunicaci�n de la UH, realizada el 9 de marzo de 2007; Miriam Rodr�guez Betancourt, Doctora en Ciencias de la Informaci�n, periodista y profesora de la Facultad de Comunicaci�n de la UH, realizada el 5 de marzo de 2007. [10] Disponible en: http://www.heraldo.es/canfranc/. Publicado en el sitio web del diario Heraldo de Arag�n, Espa�a (http://www.heraldo.es). [11] Disponible en: http://www.clarin.com/diario/especiales/especial_sierra_mexico/index.html. Publicado en el sitio web del diario Clar�n, de Argentina (http://www.clarin.com). [12] Disponible en: http://www.lavoz.com.ar/especiales/sanvicente/superior.swf?xx. Publicado en el sitio web del diario La Voz del Interior, de C�rdoba, Argentina (http://www.lavoz.com.ar). [13] Disponible en: http://www.clarin.com/diario/2006/12/21/conexiones/amores_home.html. Tambi�n publicado en el sitio web del diario argentino Clar�n. [14] Este premio se entrega en las ediciones del Congreso Iberoamericano de Periodismo Digital y lo convoca la Asociaci�n de Prensa de Arag�n, Espa�a, bajo el auspicio del Gobierno de esta regi�n. [15] Organizaci�n internacional de dise�o period�stico que re�ne a numerosos profesionales entre los que se encuentran 2.500 periodistas de 40 pa�ses. [16] La Estaci�n Internacional de Canfranc pertenece al municipio de igual nombre ubicado en la provincia de Huesca, en la comunidad aut�noma de Arag�n, en el norte de Espa�a. Fue inaugurada el 18 de julio de 1928 por el rey Alfonso XIII con el objetivo de unir, mediante el ferrocarril, Francia y Espa�a. Desde 1970 permanece inactiva y ha sido declarada Monumento Hist�rico Art�stico por el Gobierno aragon�s. [17] T�rmino con el que identifica a los obreros que trabajaban en la tala de �rboles y otras labores relacionadas con la producci�n de la compa��a La Forestal en el norte de Santa Fe, Argentina. [18] �rbol que pertenece a la familia de las Anacardi�ceas, de madera muy dura, de los cuales se extrae el tanino, sustancia que se emplea para curtir pieles. Los bosques de quebracho del norte de Santa Fe, eran los m�s grandes del planeta y fueron exterminados por La Forestal. Hoy, los antiguos terrenos de los bosques est�n marcados por la desertificaci�n. [19] Se denomina banner a una imagen, gr�fico, texto �fijos o animados�, utilizados con fines publicitarios. Por lo general, los banners constituyen enlaces hacia otras p�ginas o niveles que contienen m�s informaci�n. [20] Disponible en: http://www.weblogs.clarin.com/los-amores/ [21] "El descentramiento o transitoriedad continua del centro y la reconstituci�n de las nociones principio/fin, interior/exterior del texto, constituyen otras dos grandes cualidades del hipertexto que debemos notar. Todas ellas tendr�an una capacidad extraordinaria para hacer implosionar los modelos imperantes de la comunicaci�n p�blica contempor�nea basados en la unidireccionalidad, la linealidad y la asimetr�a entre los actores de la comunicaci�n". (Recio, 2003) [22] El formato blog es una herramienta que ha ganado terreno en la red y ha posibilitado que no pocos usuarios se conviertan tambi�n en emisores a trav�s de iniciativas casi impensables desde el �mbito tradicional. Intercambian libremente opiniones de la realidad, experiencias, informaciones y hasta movilizan a la acci�n. La presencia cada vez m�s activa de los usuarios en la red est� planteando formas de hacer periodismo, no desde la autoridad distanciada de los emisores habituales, sino desde la perspectiva de la colaboraci�n y la participaci�n en los procesos comunicativos. Los roles de emisor y receptor se suplantan constantemente sin recelos en el llamado periodismo ciudadano o periodismo 3.0. [23] Literalmente significa marcalibros. En espa�ol se conoce como marcador o favorito. Se refiere a los enlaces a p�ginas web que los usuarios almacenan en sus navegadores y que permiten el acceso directo a las p�ginas sin necesidad de volver a colocar su direcci�n. Son enlaces que se guardan con el nombre de la p�gina, m�s f�cil de recordar que una direcci�n URL. |