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Revista
Latina de Comunicaci�n Social 63 enero � 2008
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Edita: LAboratorio de Tecnolog�as de la Informaci�n
y Nuevos An�lisis de Comunicaci�n Social |
El significado del trabajo para los futuros publicitarios. Un an�lisis desagregado por sexo The meaning of work of the future advertising workforce. A gender-based analysis
Resumen: En la Sociedad de la Informaci�n y el Conocimiento (SIC), la atracci�n y retenci�n de personal se ha convertido en un factor esencial para las empresas cuya productividad depende del capital humano. En particular, en el �mbito de la comunicaci�n comercial, el valor a�adido que la publicidad aporta a los productos y servicios depende de las capacidades intelectivas de su fuerza laboral (crecientemente feminizada). En este contexto, es necesario analizar y reflexionar sobre las demandas laborales de los trabajadores y las trabajadoras. Los estudios sobre el �contrato psicol�gico� muestran que, hoy por hoy, a menudo, la recompensa esperada no es meramente econ�mica y un elemento para captar y fidelizar a los recursos humanos es conocer c�mo se posicionan ante el trabajo. El objetivo de esta investigaci�n es analizar, con enfoque de g�nero, el significado del trabajo de 473 estudiantes publicitarios antes de la incorporaci�n al empleo, un momento clave para la formaci�n de las actitudes hacia el trabajo. Los resultados obtenidos indican que el trabajo es un �rea central para la identidad de estos j�venes, aunque con especial repercusi�n en el caso de las mujeres. Las diferencias entre sexos en la importancia concedida a la familia, al tiempo libre y a la comunidad desvelan la pervivencia de ciertos estereotipos de g�nero. No obstante, es necesario destacar que, de forma un�nime, estos estudiantes conciben el trabajo como un derecho y exigen ser part�cipes en la toma de decisiones empresariales. Palabras clave: Cambios laborales. Capital humano. Feminizaci�n. Rotaci�n laboral. Retenci�n de talentos. Abstract: In the Information Society, recruiting and retaining the workforce is a driving force for companies whose productivity depends on their human capital. In particular, in the commercial communication industry, the added value that advertising provides to products and services is linked with their workforce�s intellectual skills (increasingly feminized). With this background, we have recognized the need of analysing the workforce demands differentiated by gender. Studies on the psychological contract have shown that, nowadays, the remuneration expected by workers is not only of financial nature and one factor to help attract and maintain professionals is to know their attitude towards work. The aim of this study, focusing on gender, is to analyse the meaning of work for 473 advertising undergraduate students before they enter the labour market, a key moment for developing attitudes towards work. The results indicate that work is regarded by these students as a core value in life, particularly among women. Gender differences in the importance given to family, spare time and community reveal the perpetuation of gender stereotypes. However, these students feel they are entitled to work and they demand participation in the decision-making processes within the company. Key Words: Labour changes. Human capital. Feminization. Turnover. Talent retention. Sumario: 1. Introducci�n: cambios laborales en la Sociedad de la Informaci�n. 1.1. La centralidad del capital humano. 1.2. El significado del trabajo. 2. El planteamiento de la presente investigaci�n. 2.1. Los estudios de recursos humanos en las industrias culturales. 2.2. Objetivos. 2.3. Metodolog�a. 2.3.1. Medidas. 3. Resultados. 4. Discusi�n. 5. Bibliograf�a. 6. Notas Summary: 1. Introduction: labour changes in the Information Society. 1.1. The importance of human capital. 1.2. The meaning of work. 2. The present study. 2.1. Studies on human resources in cultural industries. 2.2. Objectives. 2.3. Methodology. 2.3.1. Measures. 3. Results. 4. Discussion. 5. Bibliography. 6. Notes Traducci�n supervisada por la Dda. Teresa Dur�n-Sanchez (ULPGC) 1. Introducci�n: Cambios laborales en la Sociedad de la Informaci�n 1.1. La centralidad del capital humano Las Sociedades de la Informaci�n y el Conocimiento, caracterizadas por la centralidad de la informaci�n tanto en los procesos como en los productos (Mart�n-Llaguno, 2006) [1], han generado nuevos escenarios laborales que implican no s�lo a) la ampliaci�n de un determinado tipo de mano de obra sino, tambi�n, b) un cambio en el paradigma organizacional. a) En efecto, en la esfera productiva, ha tenido lugar una expansi�n sin precedentes del sector servicios, que ha exigido la ampliaci�n de la fuerza laboral y que ha impulsado el cambio demogr�fico m�s importante del siglo XX: la incorporaci�n masiva de la mujer al mercado laboral remunerado. El incremento de las exigencias productivas en la Sociedad del Conocimiento ha empujado a las mujeres a integrarse en el mercado de trabajo y a tener que asumir un papel importante en la econom�a familiar. As�, las parejas de doble ingreso han aumentado en ocho a�os un 12 por ciento y constituyen ya el 42 por ciento de las familias de la Uni�n Europea (Franco y Winqvist, 2002). b) Por otro lado, y en el marco del cambio en el paradigma empresarial, cada d�a m�s, las empresas van asumiendo que su competitividad reside prioritariamente en los factores �blandos� (soft) -como la reputaci�n y el servicio- en detrimento de los factores �duros� (hard) -como recursos f�sicos y financieros, o econom�as de escala (EWON). [2] En este contexto, las personas, y su productividad, se han convertido en elementos centrales para la competitividad (Tovstiga, 1999). Conocer, gestionar y fidelizar los recursos humanos, por tanto, son cuestiones que han ido cobrando importancia. En este contexto, un elemento nuclear para paliar el problema de la rotaci�n laboral es conocer los valores laborales de los empleados (Roe y Ester, 1999). En este sentido, individuos con diferentes valores laborales asumir�n diferentes preferencias con relaci�n al tipo de contrato psicol�gico que desean establecer con la organizaci�n (De Vos, Buyens y Schalk, 2001). As�, no es lo mismo entender que el trabajo es un medio para la realizaci�n y el desarrollo personal que un simple medio de subsistencia. Al conjunto de creencias, valores y actitudes (de las personas) hacia el trabajo (que poseen las personas) se le ha denominado �significado del trabajo�. 1.2. El significado del trabajo El significado del trabajo es un constructo multidimensional que comprende varios aspectos, entre los cuales, los principales son: la centralidad del trabajo, las normas societales, los resultados valorados del trabajo y las metas laborales (MOW, 1987). En concreto, la centralidad del trabajo define el grado de importancia que tiene el trabajo en la vida de una persona, tanto en s� mismo como comparado con otras esferas (Gracia, Mart�n, Rodr�guez y Peir�, 2001). En las normas societales se eval�a si el trabajo es una obligaci�n o un derecho debido por parte de la sociedad y de las organizaciones a los individuos (Garc�a y Berrios, 1999). Por su parte, los resultados valorados del trabajo identifican las razones b�sicas que buscan las personas en el hecho de trabajar (Garc�a y Berrios, 1999) y las metas laborales son los aspectos y caracter�sticas laborales que son importantes para una persona y que, por tanto, preferir�a encontrar en su trabajo (Gracia et al., 2001). El significado del trabajo no es una percepci�n estable. As�, en primer lugar, no s�lo se aprende durante el empleo (socializaci�n en el trabajo) sino tambi�n antes de la incorporaci�n al empleo, en lo que se ha denominado la socializaci�n para el trabajo (Salanova, 1992) [3]. Adem�s, el significado del trabajo var�a en funci�n de las experiencias subjetivas y de aspectos situacionales que se producen en el contexto laboral y organizacional (Salanova, 1992) [4]. Una de las cuestiones relevantes en el estudio del significado del trabajo es la influencia que el sexo y las construcciones de g�nero tienen en la configuraci�n de este constructo. As�, como se va a ver, de la literatura se desprende que hay diferencias significativas en las distintas dimensiones entre hombres y mujeres. En primer lugar es preciso destacar que, en general, y seg�n diversos estudios, el trabajo tiene una mayor importancia que otras �reas de la vida (England, 1991; Quintanilla y Wilpert, 1991). El trabajo es m�s importante que el ocio, la comunidad y la religi�n y s�lo es superado por la familia (Harpaz, 1999; MOW, 1987). Los estudios sobre la centralidad del trabajo muestran resultados contradictorios sobre las diferencias entre sexos. Algunos estudios apuntan una alta valoraci�n de este �mbito sin diferencias por sexos (Isaksson, Johansson, Bellaagh y Sj�berg, 2004). Otros se�alan que los hombres lo valoran m�s que las mujeres (Isaksson y Johansson, 2000; MOW, 1987). Finalmente, hay investigaciones de las que se desprenden resultados inversos: la centralidad de este aspecto de la vida es mayor para ellas que para ellos (Salanova, Bravo, Hotangas, Rodr�guez, Peir�, Garcia y Gastaldi, 1993). Por su parte, en la orientaci�n normativa del trabajo, parece que la concepci�n de �ste como derecho es m�s com�n que su concepci�n como obligaci�n (Salanova, Garc�a, Rodr�guez, Gastaldi y Ramos, 1993). Los estudios con enfoque de g�nero, en este sentido, muestran que esta tendencia es especialmente patente entre las mujeres, mientras que los hombres tienden a asumirlo m�s como obligaci�n (Isaksson et al., 2004; MOW, 1987). En cuanto a los valores laborales (resultados valorados y metas), uno de los aspectos m�s analizados, los trabajos muestran unanimidad en que el resultado nuclear es el dinero (MOW, 1987; Salanova, Grau, Hern�ndez, Ripoll y Gracia, 1993). Tambi�n este aspecto aparece como una meta laboral destacada aunque, como tal, es significativamente m�s valorado por los hombres que por las mujeres (Dolan, D�ez-Pi�ol, Fern�ndez-Alles, Mart�n-Prius y Mart�nez-Fierro, 2004; Vondracek, Shimizu, Schulenberg, Hostetler y Sakayanagi, 1990). No obstante, algunos estudios apuntan que se est� produciendo en este sentido una homogeneizaci�n entre los sexos (Browne, 1997; Marini, Fan, Finley y Beutel,1996; Salanova et al., 1993). Otras metas laborales, como la realizaci�n de tareas interesantes, son altamente valoradas por ambos sexos (Browne, 1997; Marini et al., 1996). Sin embargo, y al margen de estos dos aspectos, existen diferencias en las metas laborales entre hombres y mujeres. As�, ellas aprecian m�s los atributos intr�nsecos -aprender cosas nuevas-, altruistas -ayudar a la sociedad y a otros a trav�s del trabajo (Marini et al.,1996)-, sociales -relaciones interpersonales (Browne, 1997; Dolan et al., 2004; Marini et al., 1996; Salanova et al., 1993; Vondracek et al., 1990)-, familiares (Heckert, Droste, Adams, Griffin, Roberts, Mueller y Wallis, 2002; Sallop y Kirby, 2007), y el ajuste formaci�n-trabajo (Corney y Richards, 2005; Heckert et al., 2002). Por su parte, para los hombres es m�s importante que para ellas que el trabajo les permita disfrutar de su tiempo libre (Marini et al., 1996), que puedan desarrollar su creatividad y su capacidad de liderazgo, que se sientan independientes y responsables (Vondracek et al., 1990) y que puedan ascender (Dolan et al., 2004). En general, se puede inferir que los valores laborales se ajustan a los estereotipos de g�nero tradicionales. A�n en el �mbito productivo la mujer parece asumir un rol expresivo/cuidador que se refleja en la valoraci�n de las relaciones interpersonales en el trabajo y en la importancia concedida al balance trabajo-familia. Por su parte, el hombre reproduce el papel de proveedor relacionado con la concepci�n de la retribuci�n econ�mica como una de las principales motivaciones laborales. 2. El planteamiento de la presente investigaci�n 2.1. Los estudios de recursos humanos en las industrias culturales El an�lisis de cuestiones relacionadas con la gesti�n de capital humano en el sector de la comunicaci�n comercial se presenta como tema emergente, y no es de extra�ar, puesto que el escenario laboral publicitario es paradigm�tico de la Sociedad de la Informaci�n y el Conocimiento [5]. Uno de sus rasgos definitorios �comunes a otros �mbitos del sector servicios- radica en que su producci�n, de car�cter no f�sico o inmaterial, depende de las personas. Lo m�s importante, adem�s, es que en este sector la generaci�n de ideas est�, inexorablemente, ligada a un factor humano (AGEP, 2000). El valor a�adido que la publicidad aporta a los productos y servicios de los anunciantes reside en las capacidades intelectivas de los profesionales. Aunque existen escasos estudios, los datos apuntan que en el sector publicitario, que supone alrededor del 2% del PIB (Infoadex, 2007) [6], trabajan 23.760 personas en 1.980 empresas (AGEP, 2000) [7]. Especialmente relevante resulta su creciente feminizaci�n, ya que un 70% de los matriculados en las titulaciones de publicidad es de g�nero femenino (Mart�n-Llaguno, 2007a). A pesar de la centralidad del capital humano, se han realizado pocos estudios sobre los recursos humanos y, en particular, con enfoque de g�nero. Hasta la fecha, los trabajos en el �mbito publicitario se han centrado en analizar cuestiones microecon�micas como el impacto de la globalizaci�n en el sector (Mossek, 2002), las estrategias de internacionalizaci�n (Bagchi-Sen y Sen, 1997) y la creaci�n de entornos laborales aptos para el fomento de la creatividad y la innovaci�n (Ensor, Cottam y Band, 2001). En el �mbito que nos ocupa, menci�n especial merece el estudio de la Asociaci�n de Agencias de Publicidad Brit�nica (IPA) sobre la situaci�n de la mujer en la empresa de publicidad donde se apunta que la preocupaci�n de las empresas del nuevo milenio debe centrarse ahora en c�mo gestionar las personas (Klein, 2001). En nuestro pa�s, y ante la escasez de investigaciones, la academia comienza ahora a centrar sus esfuerzos en analizar las caracter�sticas y las demandas de la fuerza laboral del sector publicitario, con enfoque de g�nero. As�, el �nico estudio que realiza una radiograf�a de la industria publicitaria (Mart�n-Llaguno, Bel�ndez y Hern�ndez, 2007) pone de manifiesto que los cambios en la fuerza laboral han sido importantes en las �ltimas d�cadas en las que se ha producido la feminizaci�n, la juniorizaci�n y la tecnologizaci�n de los empleados. En efecto, estamos ante un �mbito crecientemente feminizado (56,7%-mujeres- vs. 43,3%-hombres), joven (la edad media de los hombres es de 36 a�os y la de las mujeres de 32) y con una disponibilidad y frecuencia de uso de las Tecnolog�as de la Informaci�n y el Conocimiento (TIC) superior a la poblaci�n media. Al mismo tiempo, uno de los rasgos esenciales que se apunta en este estudio es que la fuerza laboral publicitaria es muy m�vil, con una alta rotaci�n externa (la permanencia por empresa es menor a cinco a�os) y una relativa rotaci�n interna (la permanencia media en un departamento es de siete a�os) (Mart�n-Llaguno, 2008). Finalmente, cabe destacar una aportaci�n reciente que identifica la lealtad de los trabajadores con el trabajo como uno de los valores personales con m�s importancia para los directivos de la publicidad (Etayo y Preciado, 2008) [8]. En este contexto, revisar cuestiones relacionadas con la forma de retener talentos es especialmente importante dado que el principal problema laboral de las empresas publicitarias es la dificultad para contratar empleados clave (Chinchilla, Le�n, Canela, Ari�o y Quiroga, 2006) [9]. Teniendo en cuenta que, adem�s, el sector es y va a ser cada vez m�s joven, conocer las demandas de la fuerza laboral que se est� incorporando constituye una informaci�n esencial para asegurar la atracci�n y retenci�n de personal cualificado (Kumar, 2003). 2.2. Objetivos Como hemos visto, el significado del trabajo se aprende en el proceso de socializaci�n (para el trabajo o en el trabajo). En este contexto, y dada la inexistencia de estudios, nos interesa examinar esta concepci�n en la etapa previa a la inserci�n en el mundo laboral, es decir, durante el proceso de socializaci�n laboral anticipatoria o de preparaci�n [10]. Por tanto, esta investigaci�n se centra en analizar el significado del trabajo de los estudiantes publicitarios antes de la incorporaci�n al empleo, ya que la Universidad puede actuar como fuente de aculturaci�n para la formaci�n de estas creencias. En concreto, el objetivo de este art�culo es describir el �significado del trabajo� para los j�venes (futuros publicitarios), con especial atenci�n a las diferencias en funci�n del sexo. De manera m�s espec�fica, queremos conocer y observar si hay diferencias entre hombres y mujeres en: a) La importancia que le conceden en su vida, de forma aislada o en relaci�n con otros �mbitos vitales (centralidad del trabajo) Para la realizaci�n de nuestra investigaci�n elaboramos un cuestionario a partir de un conjunto de medidas utilizadas por el grupo de investigaci�n MOW (Meaning of Working) (1987), validadas y adaptadas en nuestro pa�s por Salanova (1992) [11]. En el curso acad�mico 2005-2006 se administr� este cuestionario a una muestra de 473 alumnos de la licenciatura de Publicidad y Relaciones P�blicas, procedentes de la Universidad de Alicante (57,5%) y la Universidad Jaume I de Castell�n (42,5%), representativa para la Comunidad Valenciana. El nivel de confianza y el margen de error para esta muestra de estudiantes de Publicidad y RR.PP es de 95% y �5%, respectivamente. En cuanto a la distribuci�n por sexo, la muestra est� formada por 126 hombres (26,6%) y 347 mujeres (73,4%). La edad media de los estudiantes era de 21 a�os (DT= 1,88) [12]. 2.3.1. Medidas Para medir el significado del trabajo de esta muestra de estudiantes de Publicidad y Relaciones P�blicas se seleccionaron los siguientes instrumentos de evaluaci�n: a) El �tem de centralidad absoluta del trabajo: una escala de tipo Likert de cinco puntos que eval�a el grado de importancia general que tiene el trabajo para una persona. b) La medida de la centralidad relativa del trabajo, que exige al encuestado distribuir diez puntos entre cinco �reas (trabajo, familia, comunidad, tiempo libre y religi�n) [13]. c) La escala de las normas societales del trabajo: compuesta por diez �tems, con un formato de respuesta de tipo Likert, que eval�an si el trabajo es considerado por los individuos como un deber o como un derecho. d) La medida de los resultados valorados del trabajo, que pide al sujeto distribuir diez puntos entre seis aspectos que buscan las personas en el hecho de trabajar (paga, estatus y prestigio, contactos interpersonales, trabajo interesante, trabajar mantiene ocupado y servicio a la sociedad). e) La escala de metas laborales: compuesta por once �tems [14] con un formato de respuesta de tipo Likert, que eval�an la preferencia por aspectos intr�nsecos (contenido del trabajo) y extr�nsecos (contexto del trabajo). 3. Resultados La tabla 1 indica que, de forma aislada, la centralidad del trabajo en estos estudiantes es muy alta, aunque ellas lo valoran m�s que ellos, t (471)= 2,82, p= 0,00. Tabla 1. Centralidad absoluta del trabajo en funci�n del sexo (n=473)
a El rango te�rico de las puntuaciones medias oscila entre el 0= muy poca importancia y el 5=muy alta importancia. La tabla 2 muestra que, de forma relativa, la centralidad del trabajo, t(471)= 2,02, p=0,04, y de la familia, t(471)= 4,15, p= 0,00, es mayor para las mujeres que para los hombres, mientras que la centralidad del tiempo libre, t(471)= -3,02, p=0,00, y de la comunidad, t(471)= -3,40, p=0,00, es significativamente mayor para ellos que para ellas. Menci�n espec�fica merece que, para las mujeres, la centralidad relativa de la familia (M= 3,20, DT= 1,02) es superior que la del trabajo (M= 3,10, DT= 1,10), aunque no hay diferencias estad�sticamente significativas entre ambos conceptos. Tabla 2. Centralidad relativa del trabajo en funci�n del sexo (n=473)
a El rango te�rico de las puntuaciones medias oscila entre el 0= nada importante y el 10=muy importante. La tabla 3 se�ala que los estudiantes de publicidad conciben el trabajo m�s como un derecho que como una obligaci�n, t(472)= 30,60, p= 0,00). Sin embargo, no hay diferencias significativas entre sexos. A pesar de la unanimidad en la percepci�n del trabajo como derecho, las mujeres se muestran m�s conformes que los hombres con la idea de que la sociedad tiene la obligaci�n de proporcionar un trabajo a todas las personas que lo deseen, t (471)=2,26, p= 0,02. En cuanto a sus metas laborales, los estudiantes esperan y valoran, sobre todo, y sin diferencias de sexo, la posibilidad de participar en la toma de decisiones, (M=3,45, DT=0,56 y M=3,45, DT=0,57). Las mujeres est�n, de entrada, m�s dispuestas que los hombres a tolerar trabajos mon�tonos, indignos, o aburridos t (471)= 2,15, p= 0,03, aunque los hombres son m�s favorables a aceptar un trabajo aburrido si obtienen un buen salario en compensaci�n, t (471)= -3,62, p= 0,00. Tabla 3. Normas societales del trabajo en funci�n del sexo (n= 473)
a El rango te�rico de las puntuaciones medias oscila entre el 1= totalmente en desacuerdo
y el 4=totalmente de acuerdo. Tal y como puede apreciarse en la tabla 4, los estudiantes de publicidad conceden m�s importancia a los aspectos extr�nsecos del trabajo que a los intr�nsecos y sociales, t (472)= 18,79, p= 0,00. No existen diferencias estad�sticamente significativas entre sexos. En este sentido, ellos y ellas identifican el salario como resultado laboral prioritario. Por su parte, el aspecto que goza de una menor predilecci�n es la identificaci�n del trabajo con una mera ocupaci�n. Tabla 4. Resultados valorados del trabajo en funci�n del sexo (n= 473)
a El rango te�rico de las puntuaciones medias oscila entre el 0= nada importante En la tabla 5 podemos observar que la oportunidad de poder desarrollar tareas interesantes y la obtenci�n de una buena paga son las principales metas laborales. En cuanto a las diferencias entre sexos, el hombre valora m�s que la mujer la variedad en el trabajo, t (263) = -2,26, p= 0,02, y ellas destacan sobre ellos en la puntuaci�n otorgada a las relaciones interpersonales, t(263)= 2,53, p= 0,01. Tabla 5. Metas laborales en funci�n del sexo (n= 265)
a El rango te�rico de las puntuaciones medias oscila entre el 0=poco importante y el 11= muy importante. 5. Discusi�n Comenzaremos la discusi�n de nuestro trabajo adelantando la limitaci�n m�s importante con la que nos hemos encontrado, el hecho de haber trabajado con una muestra representativa de estudiantes de la Comunidad Valenciana, pero no para el �mbito nacional. Aunque algunos estudios apuntan que la realidad de esta autonom�a es semejante a la de otras comunidades (L�pez, 2005), no podemos dejar de mencionar que las tendencias observadas no son estrictamente extrapolables a centros neur�lgicos como Madrid y Barcelona. Hecha esta puntualizaci�n, que abre futuras l�neas de investigaci�n, como la identificaci�n de diferencias en funci�n de las peculiaridades del mercado laboral, planteamos a partir de los resultados obtenidos, una serie de reflexiones. El significado del trabajo es el marco de referencia de los responsables de recursos humanos que permite conocer las creencias individuales de sus empleados y empleadas sobre el grado en que uno se identifica con el trabajo (centralidad del trabajo), los resultados deseados del trabajo (metas laborales), y sobre lo que se debe dar o recibir en una situaci�n laboral para lograr esos resultados (normas societales). El significado del trabajo se ha mostrado dispar entre sexos. La creciente feminizaci�n del sector publicitario obliga no s�lo a realizar estudios en este sentido con enfoque de g�nero, sino tambi�n a utilizar estos trabajos para, desde la Universidad, adecuar contenidos a la realidad del sector y no difundir falsas sombras (Gu�a, 1998) [15], y desde la propia industria publicitaria, para adaptar las condiciones y recompensas. Esta investigaci�n muestra que, el trabajo es un �rea de la vida muy valorada por ambos sexos, especialmente por las mujeres (en l�nea con Salanova et al., 1993). Sin embargo, y a pesar de la centralidad que su profesi�n ocupa, s�lo ellas y no ellos, a diferencia de lo obtenido en otras investigaciones, valoran por encima a la familia (Harpaz, 1999; MOW, 1987). Los hombres, por su parte, estiman significativamente m�s que ellas no s�lo las actividades relacionadas con su proyecci�n en la esfera p�blica, como la participaci�n en la comunidad, sino tambi�n su tiempo libre. Los resultados obtenidos sugieren as� la pervivencia de ciertos estereotipos de g�nero. Los procesos de aculturaci�n contin�an asignando la centralidad de la familia a las mujeres y confundiendo en alto grado sus �mbitos privados y dom�sticos (Murillo, 2006). As�, las estudiantes parecen asumir, que su incorporaci�n en el trabajo productivo (por otro lado, central) se va a producir en detrimento del tiempo empleado en actividades de ocio (Gracia, Gonz�lez y Peir�, 1993:207) y no del tiempo empleado en su rol parental o de pareja. Con estos mismos preceptos de divisi�n sexual del trabajo, ellos no s�lo valoran trabajar, sino tambi�n disponer de tiempo personal, para invertir sus recursos y energ�as en actividades de car�cter p�blico, propias de su g�nero, como las relacionadas con la comunidad. La dis�mil valoraci�n de roles laborales y familiares en funci�n del sexo da cuenta de la incidencia entre las mujeres de un problema emergente en nuestro tiempo, el conflicto trabajo-familia. En la medida en la que ambos �mbitos desempe�en un papel nuclear para la identidad de los sujetos (cosa que en nuestro estudio sucede con las f�minas) las probabilidades de percibir una tensi�n por la intromisi�n de la esfera familiar en la laboral (o viceversa) crecen (Gail, 2004). Es de suponer, por tanto, que el conflicto familia-trabajo o trabajo-familia va a seguir siendo una fuente de tensi�n importante para las futuras publicitarias (Mart�n-Llaguno, 2007b). La orientaci�n normativa del trabajo de los futuros publicitarios es m�s como derecho que como obligaci�n, en l�nea con otros trabajos realizados (Salanova et al., 1993). Los estudiantes sienten menos la obligaci�n de dar un servicio a la sociedad, que la exigencia de que la sociedad les tenga que ofrecer los recursos para obtener una retribuci�n necesaria. La primera explicaci�n a este concepto puede ser coyuntural, los j�venes encuestados no est�n insertados en el mercado de trabajo y no tienen experiencia ni del compromiso ni del sentido de obligaci�n que supone el trabajo. La segunda, estructural. La visi�n de la profesi�n publicitaria puede no corresponderse con la naturaleza de la publicidad, a menudo poco explicada como un servicio a la comunidad (G�mez Castallo, 2001). Al hilo de lo anterior, y hablando de la identificaci�n de las razones b�sicas para trabajar, resulta significativo que estos estudiantes le otorguen al trabajo un valor puramente instrumental. Es decir, para estos futuros y futuras profesionales, el hecho de trabajar les reportar� los ingresos necesarios para conseguir otros fines, en l�nea con los trabajos de MOW (1987) y Salanova et al. (1993). No obstante, estos estudiantes son exigentes en el contenido del trabajo, ya que demandan la realizaci�n de tareas significativas y rechazan trabajar por el simple hecho de tener una ocupaci�n. La futura fuerza laboral publicitaria exige que los supervisores les consulten cualquier innovaci�n en los m�todos de trabajo, lo que da cuenta de la importancia que la creatividad y la participaci�n tiene, para hombres y mujeres, en su contrato psicol�gico. Los futuros publicitarios quieren aportar su creatividad no s�lo en los productos, sino tambi�n en los procesos de producci�n, indicativo, quiz�s, de una generaci�n socializada en la Sociedad de la Informaci�n y el Conocimiento. En estrecha conexi�n con estas motivaciones laborales, las principales metas para nuestros estudiantes son una buena paga y la oportunidad de poder desarrollar tareas interesantes. Es decir, el trabajo debe ser un medio de subsistencia pero, al mismo tiempo, gratificante en cuanto al desempe�o de tareas se refiere. De estos resultados se derivan dos implicaciones importantes: En primer lugar, la paga es valorada igualmente por hombres y mujeres, en l�nea con los trabajos de Browne (1997), Marini et al. (1996) y Salanova et al. (1993). La incorporaci�n de la mujer al mercado de trabajo y la creciente composici�n de hogares de doble ingreso podr�a explicar esta unanimidad entre sexos. En segundo lugar, la f�rmula del ascenso (el sistema de gratificaci�n laboral m�s ofertado en el mercado publicitario) (Etayo y Preciado, 2008) deber�a asegurar no s�lo un buen incremento salarial sino tambi�n el disfrute del publicitario y la publicitaria con su trabajo. Menci�n espec�fica merece la valoraci�n de las buenas relaciones interpersonales en el trabajo, especialmente en el caso de las mujeres, que ratifican los resultados de otros estudios (Browne, 1997; Dolan et al. 2004; Marini et al., 1996; Salanova et al., 1993; Vondracek et al., 1990). En este sentido, los an�lisis espec�ficos del sector apuntan que el clima de trabajo es una de las razones m�s fuertes para no rotar o abandonar y uno de los aspectos m�s valorados por los profesionales en activo (especialmente por las mujeres) (Mart�n-Llaguno et al., 2007). Para concluir, la realidad del mundo laboral exige tratar en la Universidad cuestiones relacionadas con la estructura del sector y del mercado del trabajo con m�s profundidad. Por su parte, para la industria publicitaria es importante conocer un aspecto crucial de su capital humano: las expectativas hacia el trabajo. 5. Bibliograf�a AGEP, 2000: Diagn�stico para un nuevo milenio. Empresas y agencias de publicidad. Estudio del mapa profesional del sector. Granada: La Monta�a. Bagchi-Sen, S. y Sen, J, 1997: "The current state of knowledge in international business in producer services". Environment and Planning 29(7), pp.1153-1174. Browne, B. 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Consulta: 13 de noviembre de 2007. [6] Consulta: 20 de octubre de 2007 [7] No hay datos exactos sobre estas cuestiones en el caso particular de la Comunidad Valenciana, donde vamos a enmarcar nuestro trabajo. Pero algunos estudios apuntan que el sector publicitario valenciano tiene unas peculiaridades, problem�ticas y circunstancias id�nticas a las que se producen en las tradicionales capitales de la publicidad espa�ola (Madrid y Barcelona). Aunque el grueso mayoritario lo constituyen �agencias de publicidad local�, m�s de la mitad del negocio publicitario est� compuesto por empresas de comunicaci�n global (L�pez, 2005). [8] Consulta: 13 de mayo de 2008 [9] Consulta: 14 de abril de 2008 [10] La socializaci�n laboral es un �proceso de aprendizaje mediante el que se adquieren las actitudes, las habilidades y conductas �tiles para el desempe�o del trabajo� (Prieto, Peir�, Bravo y Caballer, 1996: 67). [11] Citada en Gracia et al. (2001). [12] Se trata de una muestra que cumple con los criterios de representatividad estad�stica en las universidades p�blicas de la Comunidad Valenciana (Universidad de Alicante y Universidad Jaume I de Castell�n). De una poblaci�n de 1446 alumnos matriculados en estas universidades en el curso acad�mico 2005-2006 se realiz� un muestreo aleatorio con afijaci�n proporcional, de modo que para obtener una muestra representativa deb�amos contar con 304 estudiantes, de los cuales al menos 203 deb�an proceder de la UA y 101 de la UJI. [13] Dado que trabajamos con una muestra de estudiantes, decidimos a�adir el t�rmino �mis estudios� de forma paralela al trabajo. [14] Junto a estos �tems a�adimos un �ltimo relativo a la valoraci�n de las pol�ticas de conciliaci�n en el trabajo. [15] Consulta: 12 de mayo de 2008. |