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Revista Latina de Comunicaci�n Social 63 � 2008 |
Edita: LAboratorio de Tecnolog�as de la Informaci�n y Nuevos An�lisis de Comunicaci�n Social |
Investigaci�n � forma de citar � informe de la revisora � agenda � pdf � metadatos Monterrey y sus organizaciones medi�ticas. Un retorno al estudio de la ideolog�a a trav�s de cuatro comunicadores Monterrey and the Local Media. The study of ideological reproduction through four life stories Dda. Lorena Frankenberg (C. V.) - Investigadora asociada a la C�tedra de Investigaci�n en Medios de Comunicaci�n y Doctoranda en Estudios Human�sticos con especialidad en Estudios Culturales y Comunicaci�n. Tecnol�gico de Monterrey, Campus Monterrey, M�xico - lfrankenberg@intercable.net Resumen: Este trabajo presenta un an�lisis sobre el discurso ideol�gico que ha permeado los textos medi�ticos noticiosos de la ciudad de Monterrey a partir de la narrativa biogr�fica de cuatro comunicadores, que en la d�cada de los ochenta, ocuparon puestos estrat�gicos en los principales medios de comunicaci�n. El trabajo tiene como finalidad retornar al estudio de la ideolog�a promovido en sus inicios por los Estudios Culturales. La pregunta que gu�a esta investigaci�n es �de qu� manera la postura ideol�gica de los grupos dominantes de una ciudad primordialmente industrial y con una fuerte elite econ�mica, se entrelaza con una audiencia que se involucra principalmente con textos medi�ticos que reafirmen su sistema de valores para conformar una identidad ciudadana? Se revela as� el proceso de codificaci�n que ha moldeado y reafirmado el sistema de valores y creencias propios de la sociedad. Entre los hallazgos m�s importantes se encuentran el destacar que ha habido una l�nea dominante influenciada por el grupo empresarial regiomontano tanto en el periodismo impreso como en los medios electr�nicos y que el �nico intento por revertir esta tendencia y ofrecer una pluralidad de pensamiento se dio en el peri�dico El Porvenir en esta misma �poca, la cual coincidi� con su fracaso financiero. En los resultados se muestra la clara relaci�n circular entre los medios, las audiencias y las estructuras de reproducci�n del discurso ideol�gico de la elite regiomontana, donde unos y otros se retroalimentan. Palabras clave: Estudios culturales, discurso ideol�gico, medios locales, Monterrey, textos medi�ticos, ciudadan�a. Keywords: Cultural studies, ideological discourse, civic identity, texts local, Monterrey, citizenship. Sumario: 0. Introducci�n. 1. El conocimiento derivado de los estudios emp�ricos de audiencias. 2. Metodolog�a. 3. Resultados: discurso ideol�gico y medios locales. 4. Conclusiones. 5. Bibliograf�a. Summary: 0. Introduction. 1. The audience empirical research. 2. Methodology. 3. Results: ideological discourse and local media. 4. Conclusion. 5. References. Honesta f�brica de Virtudes p�blicas 0. Introducci�n La pretensi�n de este trabajo es vincular la din�mica ideol�gica que permea la relaci�n de los medios de comunicaci�n locales de gran tradici�n de la ciudad de Monterrey, con la conformaci�n de una identidad ciudadana tan particular como la que caracteriza a la capital industrial del norte de M�xico. El trabajo tiene como finalidad retornar al estudio de la ideolog�a promovido en sus inicios por los Estudios Culturales. El conocimiento generado desde diversas disciplinas indica que en la era de la globalizaci�n, las culturas singulares, lejos de desaparecer ante una din�mica econ�mica homogeneizante, han cobrado fuerza en las pr�cticas de vida regionales. Ante tal panorama y desde la perspectiva cultural, los medios de comunicaci�n locales desempe�an un papel importante en el juego de la conformaci�n de identidades y las nuevas concepciones de ciudadan�a (Frankenberg, 2007). En este estudio la noci�n de identidad ciudadana como objeto de investigaci�n, se deriva de la reflexi�n en torno a la globalizaci�n. En la posmodernidad, el Estado-naci�n ya no es capaz de dar encuadre absoluto a los v�nculos pol�ticos, jur�dicos y sociales del ciudadano y la identidad ciudadana busca reconstruir lo p�blico e intenta integrar a los miembros de una comunidad. Los "Estudios Culturales", por su parte, promueven el lazo importante entre identidad y ciudadan�a. Los acad�micos dirigen su an�lisis hacia una ciudadan�a cultural o una identidad ciudadana. El t�rmino alude a c�mo la sociedad civil se integra m�s �ntimamente conforme a los rasgos peculiares de su cultura y comunidad (creencias, valores, pr�cticas) y no tanto por sus v�nculos con el Estado-naci�n. El an�lisis se aborda desde el enfoque de los Estudios Culturales que ha centrado su atenci�n en la compleja relaci�n entre la cultura y la comunicaci�n. Los procesos comunicativos contempor�neos que encaran los grandes retos y desaf�os de la posmodernidad con sus relativismos, excesos y avances tecnol�gicos, no deben apartarse de los postulados b�sicos que en principio, ocupaban el quehacer acad�mico de este enfoque. El presente estudio se realiza desde el acercamiento al proceso de codificaci�n de textos medi�ticos narrados en relatos de vida para el an�lisis social. As� entonces, a trav�s del testimonio vivencial de cuatro comunicadores y l�deres de importantes organizaciones medi�ticas de la localidad durante la d�cada de los ochenta, se analizan narraciones que evidencian la correspondencia entre los textos de contenido preferente y la lectura de las audiencias ante tales significados. Las preguntas que guiaron esta investigaci�n fueron dos: a) �De qu� manera la postura ideol�gica de los grupos dominantes de una ciudad primordialmente industrial y con una fuerte elite econ�mica, se entrelaz� en los ochenta con la de comunicadores locales en posiciones de poder y control de los principales medios de comunicaci�n? y b) �Hasta qu� punto esa postura ideol�gica empresarial se reflej� expl�citamente en textos medi�ticos que reafirmaban su sistema de valores para promover una identidad ciudadana af�n en las audiencias? 1. El conocimiento derivado de los estudios emp�ricos de audiencias Describir y analizar la relaci�n de los medios locales con la conformaci�n de una identidad ciudadana regiomontana, remite necesariamente a reconocer la influencia de los medios de comunicaci�n en la sociedad. Para tal efecto, es preciso apoyarse en las aportaciones te�ricas y emp�ricas de otras investigaciones en este sentido (Perse, 2007). Aunque existen m�ltiples trabajos desde los enfoques positivistas que han demostrado que efectivamente los medios tienen poder para impactar e incluso modificar la forma de ver y actuar de los receptores en cuanto su cultura ciudadana (Gerbner, 2002; Morgan, 2008; Wanta y Ghanem, 2007), es imprescindible, dada la l�gica epistemol�gica de esta investigaci�n, destacar los postulados de aquellos inscritos desde la teor�a culturalista. La convicci�n de que los medios tradicionales de una ciudad como Monterrey, tienen la capacidad de influir directa o indirectamente en los receptores se ha derivado de un gran acervo de trabajos que se sustentan desde distintos enfoques. Por un lado, los que sobrevaloran el efecto y potencial de los medios para actuar como aguja hipod�rmica (Lozano, 2007), hasta los que han destacado la relativa autonom�a de las audiencias (Fiske, 1999). Lo que se revela con claridad ante tales postulados es la relaci�n circular entre los medios, las audiencias y las estructuras sociales contempor�neas. Curran (1990) afirma al respecto, �en realidad, el circuito de poder no est� desconectado del todo en dos puntos: los procesos de codificaci�n en las organizaciones medi�ticas y la descodificaci�n de la audiencia� (p. 152). Para este motivo, los estudios encaminados a conocer y analizar los procesos de recepci�n de las audiencias, ofrecen un panorama con s�lida base emp�rica que permite dar cuenta del diagn�stico sobre la participaci�n de los medios de comunicaci�n en la sociedad y abordar nuestro objeto de investigaci�n, el Caso Monterrey, bajo estas premisas. Anterior a la d�cada de los noventa, los estudios sobre comunicaci�n en Am�rica Latina y de los autores europeos de la corriente econ�mico pol�tica o del imperialismo cultural se enfocaban principalmente en el an�lisis cr�tico de los medios, otorg�ndole muy poca atenci�n a la investigaci�n de audiencias. La concepci�n general de los investigadores se centraba en considerar al receptor como un ente pasivo ante el dominio y la hegemon�a de las industrias culturales. Los estudios entonces se apoyaban en el an�lisis de las estructuras de propiedad y control o en el an�lisis de contenido de los mensajes. Estos planteamientos ignoraban casi por completo el estudio de los procesos de recepci�n y consumo en las audiencias. En una sociedad dominada por el capitalismo, los te�ricos de la dependencia asum�an que comprobando la existencia de la transnacionalizaci�n en el proceso de producci�n y distribuci�n, se presupon�a la transnacionalizaci�n de los procesos de recepci�n (Lozano, 1990/1991; Lozano, 2005). A partir de la segunda mitad de los a�os ochenta empez� a surgir una nueva perspectiva cr�tica interesada en los procesos de recepci�n y consumo de los productos culturales. Inspirados en los planteamientos de la Escuela de Birmingham y en el emblem�tico trabajo de Hall; Encoding/decoding (2001), los trabajos latinoamericanos de Garc�a-Canclini (1988), Mart�n Barbero (2003) y Gonz�lez (1987), apuntaban hacia nuevas consideraciones sobre el aspecto cultural y las mediaciones que utilizan los receptores para interpretar los significados comunicacionales. Desde la d�cada de los noventa, los trabajos inscritos en la nueva perspectiva reflejan esta concepci�n de audiencias activas. Bajo este presupuesto que aparentemente quedaba evidenciado, algunos estudios (Lozano y Frankenberg, 2007) indican que las investigaciones emp�ricas de audiencias en Latinoam�rica han dedicado la mayor parte de sus esfuerzos a analizar cuestiones como vida cotidiana y mediaciones, dejando en un segundo plano al eje central de los Estudios Culturales: la lectura de los significados ideol�gicos y las estructuras condicionantes de la cultura en las que se suscitan las diferentes pr�cticas comunicacionales. Por ello, la relevancia de analizar la relaci�n de los medios en una ciudad como Monterrey bajo estos preceptos, aunque desde la perspectiva de los emisores (cuatro de los comunicadores locales m�s influyentes en la d�cada de los ochenta) y no desde la recepci�n misma. Los trabajos recientes sobre audiencias se pueden caracterizar por dos presupuestos; a) que las audiencias son siempre activas y b) que el contenido medi�tico es siempre polis�mico o abierto a la interpretaci�n (Evans citado por Morley, 1997). Las implicaciones de estos postulados devienen en la reconceptualizaci�n del modelo original Encoding/Decoding de Hall (2001) que centraba su atenci�n en las lecturas preferentes ante los textos dominantes. En este replanteamiento del modelo, la mayor�a de las audiencias son capaces de rechazar o modificar estos contenidos de car�cter preferente. Sin embargo Morley advierte que la preocupaci�n por seguir cuestionando el poder de los medios no debe abandonarse. Ante estos planteamientos parece inminente reflexionar sobre ciertos aspectos del conocimiento derivado de la investigaci�n de audiencias desde el enfoque culturalista. Se debe reconocer, en primera instancia, el optimismo que han generado los trabajos emp�ricos que comprueban una autonom�a de la audiencia ante los textos hegem�nicos. Los primeros estudios de Liebes y Katz (1990), Ang (1985) y el propio Nationwide Audience de Morley (1980) fungieron como evidencia inicial contra una teor�a de ideolog�a dominante. La suma de estos trabajos y muchos otros, asegura Morley (1997), se ha tomado err�neamente, como prueba contundente de la nula influencia de los medios en la �democracia semi�tica del pluralismo posmoderno� (p. 125). Otro factor que apunta Morley para tal valoraci�n radica en las micro-narrativas del trabajo etnogr�fico que tienden a analizar el consumo de medios en peque�os contextos y como procesos aislados del marco macro pol�tico o cultural. En este sentido, el objetivo de este an�lisis sobre Monterrey y sus medios de comunicaci�n tradicionales, es precisamente retomar macro contextos como parte fundamental del proceso de codificaci�n y consumo medi�tico. Tomando este conocimiento como punto de partida para la propia investigaci�n que aqu� se circunscribe, y reconociendo c�mo se ha trascendido en el estudio del propio receptor como sujeto activo en la valoraci�n ideol�gica de los textos medi�ticos, la pretensi�n no es entonces dar cuenta de los efectos de los medios locales para la construcci�n identitaria de la ciudadan�a, sino el desentra�ar, desde la perspectiva del codificador, la compleja relaci�n entre la encodificaci�n de mensajes y sus objetivos de influir en la conformaci�n de una identidad ciudadana. Desde este contexto, el presente estudio fija la atenci�n hacia la comprensi�n, desde la codificaci�n de contenidos, de los contextos y estructuras dominantes que se reflejan en el sistema de valores, s�mbolos y creencias de la sociedad regiomontana. 2. Metodolog�a Monterrey, ciudad con 400 a�os de antig�edad y capital del Estado de Nuevo Le�n al norte de M�xico, es una importante sede industrial en la Rep�blica y la tercera metr�poli en poblaci�n en el pa�s. Con respecto a los medios de comunicaci�n, se ha caracterizado como un plaza independiente al resto M�xico. Durante el siglo XX, el peri�dico, la radio y la televisi�n locales, se consolidaron como medios importantes para la conformaci�n de la esfera p�blica. Este estudio analiza la primera parte de una serie de entrevistas correspondiente a una investigaci�n emp�rica en proceso sobre ciudadan�a medi�tica en Monterrey. Se recurri� al m�todo cualitativo de relato de vida para el an�lisis social bajo los principales preceptos del modelo de Bertaux (1981) y los conceptos de la narrativa-biogr�fica desarrollados por Bol�var (2001). En esta primera fase se ha entrevistado a cuatro comunicadores y l�deres de organizaciones medi�ticas de gran importancia en la ciudad de Monterrey quienes durante la d�cada de los ochenta marcaron el rumbo de los que hoy siguen siendo los principales medios electr�nicos e impresos de la ciudad. Esta selecci�n de informantes logra la representatividad de dos medios impresos, los peri�dicos El Norte y El Porvenir, y dos electr�nicos, Canal 2 de Televisa Monterrey y Canal 12 de Multimedios Televisi�n. H�ctor Benavides (en los sucesivo HB), tiene una trayectoria de m�s de 45 a�os como conductor en radio y televisi�n locales. Su imagen se ha convertido en uno de los s�mbolos de la comunicaci�n en Monterrey. Es vicepresidente de noticias y conductor de los telediarios del consorcio medi�tico privado Multimedios. Su programa semanal Cambios, de mesa redonda sobre temas de actualidad, le ha otorgado una posici�n de prestigio y credibilidad ante la audiencia regiomontana (Frankenberg y Res�ndez, 2007). Jes�s Cant� (en los sucesivo JC), fue director del peri�dico local El Porvenir desde 1980 hasta 1992. Este diario fue, en su mejor tiempo, el peri�dico mas le�do por la �lite regiomontana. Sin embargo, la l�nea editorial de Cant� durante los ochenta y principios de los noventa, rompi� con los esquemas tradicionales del peri�dico conservador fundado por su abuelo. Ram�n Alberto Garza (en los sucesivo RAG), se desempe�� como periodista, editorialista y director editorial del peri�dico regiomontano El Norte desde los a�os setenta hasta 1999 . Colabor� directamente en el nacimiento del Grupo Reforma y durante su gesti�n directiva, El Norte se consolid� como uno de los diarios m�s importantes y vanguardistas del pa�s. Gilberto Marcos (en los sucesivo GM), fue director del Canal 2 de Monterrey de la empresa Televisa. Desde 1980 hasta el 2001, fue conductor de noticieros y del programa dominical Foro, una emisi�n de debate que rompi� con los esquemas tradicionales regiomontanos y permiti� la voz de m�ltiples actores de la sociedad civil en temas de actualidad. Actualmente colabora en diversos consejos ciudadanos, entre los que destacan especialmente uno creado para darle seguimiento a los casos de denuncias que aparecen en los medios de comunicaci�n. Despu�s de dos charlas en persona y varias conversaciones telef�nicas para establecer un buen rapport, se realizaron entre tres y cuatro entrevistas biogr�ficas a profundidad semi-estructuradas con cada uno de los comunicadores, siguiendo un formato de preguntas abiertas previamente establecidas, aunque con suficiente margen para preguntas espont�neas. Cada entrevista tuvo una duraci�n de entre una hora veinte minutos y dos horas, y la mayor�a de �stas se llevaron a cabo en las oficinas de los propios comunicadores en horarios y d�as no h�biles. En el caso de RAG, las sesiones se realizaron en diferentes restaurantes a petici�n del periodista. Las entrevistas se grabaron en audio, se transcribieron y se analizaron para la presente investigaci�n. Los cuatro informantes, tomando en cuenta su importante trayectoria y las posiciones l�deres y estrat�gicas en las que se desempe�aron, se mostraron abiertos y dispuestos a compartir sus experiencias. Se interesaron desde un principio en el proyecto y estuvieron de acuerdo en involucrarse en una investigaci�n, que ellos mismos consideraron seria y relevante para la sociedad. As� entonces, el an�lisis del presente estudio se sustrae de la informaci�n recabada de un total de 14 sesiones de entrevistas biogr�ficas a profundidad con todos los sujetos, con un total de 25 horas de transcripciones. 3. Resultados: Discurso ideol�gico y medios locales A principios de los noventa, la relaci�n entre los medios y la cultura pol�tica fue abordada por Arthur Asa Berger en Agitpop (1990) en donde, desde la teor�a cultural, se enfatiza el car�cter activo de los individuos en el consumo cultural. Este trabajo muestra que el consumo de la cultura de medios es una pr�ctica cargada de valores ideol�gicos. En una tradici�n en la que predominaba la t�cnica de an�lisis de contenido, la carga ideol�gica quedaba pr�cticamente exclu�da. Una primera aportaci�n de Agitpop, es evidenciar que el estudio de la cultura pol�tica queda incompleto si no incluye el estudio del consumo de medios de comunicaci�n. As� tambi�n, �el �nfasis en el papel activo del consumidor es una segunda aportaci�n de Agitpop. La apelaci�n ideol�gica de cualquier mensaje resulta inefectiva sin la participaci�n del receptor. No es el texto en s� mismo, sino la orientaci�n del consumidor hacia �l lo que garantiza la activaci�n y circulaci�n del contenido ideol�gico del texto� (Calles, 1999, p. 49). Los grupos empresariales de Monterrey han tenido una gran ingerencia en lo que podr�a llamarse el discurso ideol�gico predominante de la ciudad, que a su vez ha sido reproducido e incluso hasta exacerbado por algunos medios locales. Este discurso ideol�gico engloba, a grandes rasgos, la cultura del trabajo, la visi�n empresarial y las posturas conservadoras (Rangel Guerra 1998; Reyes Salcido, 2007; Rojas-Sandoval, 2004). As� se refiere JC
La importancia del desarrollo de los medios locales en la conformaci�n de una identidad ciudadana regiomontana queda sustentada por las mencionadas reflexiones derivadas del estudio Agitpop (1990) y en el conocimiento generado por la incursi�n de la academia de comunicaci�n a la investigaci�n de audiencias . El trabajo de Berger reconoce el papel del receptor en el proceso ideol�gico y la contribuci�n es clara al mostrar que el consumo de los medios es un fen�meno afectado por valores ideol�gicos. De ah� la gran aceptaci�n del peri�dico El Norte y programas locales que exacerban estos valores con los que comulga el regiomontano
Los comunicadores han coincidido en que la producci�n de textos viene dada por una din�mica compleja entre el grupo en el poder y las audiencias. Como ya apuntaba Gramsci (1975) en sus Cuadernos de la C�rcel, no es posible completar la tarea del dominador sin la cooperaci�n del dominado. Y aqu� vale la pena resaltar las aportaciones de Mart�n-Barbero. Para el autor, la dominaci�n es un proceso en el cual una clase domina en la medida que es capaz de representar los intereses que los subalternos reconocen tambi�n como suyos (2003). HB se expresa as� del peri�dico con m�s penetraci�n en la ciudad,
En un estudio sobre la ideolog�a de la sociedad menemista en Argentina, G�mez (2006), retomando las ideas de Althusser y el esquema Marxista, se�ala que la cuesti�n de la ideolog�a es una materia esencial para el desarrollo del sistema (no s�lo capitalista) social establecido.
JC intent� ofrecer una visi�n diferente de periodismo, pero el choque con la sociedad, como �l mismo advierte, fue contundente:
Monterrey tuvo en la d�cada de los sesenta y setenta, a un personaje s�mbolo de la l�gica empresarial con la que se desarroll� y creci� la ciudad a partir de esa �poca. Eugenio Garza Sada, reconoci� en su momento, la importancia de contar con medios de comunicaci�n que propagaran la cultura industrial y de trabajo que se deseaba fomentar;
Y esa fue la cultura empresarial que rigi� el sistema de s�mbolos y creencias de la sociedad. Tras la muerte del emblem�tico empresario, las segundas y terceras generaciones fomentaban el �vivir para trabajar� y �trabajar para comprar�. Una l�gica impuesta por un grupo de �lite, los empresarios, pero reproducida por la mayor�a de las capas sociales de la ciudad:
As� los medios en Monterrey, seg�n los comunicadores, se convirtieron en creadores de clich�s de una clase que despu�s ser�a imitada por todos los sectores alimentando un c�rculo cerrado de s�mbolos y valores propios de los regiomontanos
Ante esta l�gica, la experiencia de los comunicadores revela la importancia de presentar tem�ticas que no sobrepasen los par�metros del discurso ideol�gico dominante o desechar otras que pongan en peligro los intereses del empresariado . HB recuerda un incidente que se suscit� despu�s de transmitir un programa de mesa redonda con j�venes de izquierda,
Y por el otro lado, GM recuerda las veces que tuvo que suprimir informaci�n,
Dayan (1997) asegura que el poder se deriva del hecho de que los espectadores pertenecen a p�blicos ya construidos. El texto jam�s es inaugural, sino que ha sido tratado previamente por un conjunto de instituciones interpretativas que van desde la cr�tica hasta los anuncios publicitarios, pasando por los esquemas de programaci�n (p. 18). Los cuatro comunicadores informantes coinciden en aseverar que Monterrey se ha caracterizado por ser una plaza diferente en cuanto a medios de comunicaci�n. Y esto tiene que ver precisamente con una especie de homogeneidad ideol�gica que se permea desde las capas dominantes de la sociedad
Morley por su parte (1996) apunta que las audiencias producen sentidos, pero tienen que trabajar con un material que ya ha sido preseleccionado y organizado de manera espec�fica por los productores.
Aqu� se manifiesta un hecho muy relevante en lo que respecta a la producci�n de sentido. La sociedad regiomontana, hasta hace poco tiempo, ha valorado el papel fundamental de la iglesia cat�lica en su sistema de valores. Y esta producci�n conjunta de medios y p�blicos en la b�squeda del sentido se manifiesta claramente en el siguiente acontecimiento narrado por GM. El gobernador del estado de Nuevo Le�n le hab�a llamado para pedirle que hiciera un reportaje sobre los conflictos que se estaban presentando en la Ciudad de los Ni�os. Al parecer, el reci�n llegado Arzobispo de la ciudad ten�a problemas con el padre encargado de dirigir la asociaci�n,
En la d�cada de los ochenta Jes�s Cant� tom� el mando del peri�dico El Porvenir y le cambi� la l�nea hacia una m�s progresista. Su intento devino, aunado a otros factores, en el declive financiero de la empresa. Las opiniones de los otros comunicadores convergen al apreciar un desencantamiento de una parte de la sociedad con las ideas liberales retomadas por este peri�dico,
Lo que hace al ciudadano preferir unos medios y no otros, no es precisamente su necesidad de informaci�n, sino la necesidad de fortalecer creencias y afiliaciones grupales (Calles, 1999). El �nfasis pronunciado del papel de los medios como meros proveedores de informaci�n ignora el hecho de que los ciudadanos, tambi�n y sobre todo, se involucran con material pol�tico medi�tico que exprese, confirme o celebre los valores y creencias que reafirman su identidad ciudadana (Jones, 2006). As� pues, constituye un primer acercamiento hacia el reconocimiento de las causas por las que algunos medios impresos y electr�nicos de Monterrey se han mantenido, en general, en la preferencia del p�blico regiomontano con respecto a otras alternativas.
En la tradici�n de la econom�a pol�tica se tiende a subrayar el papel central de la propiedad econ�mica y las influencias indirectas que el Estado, las estructuras y la l�gica del mercado ejercen sobre los medios (Curran, 1990). Pero la alternativa culturalista, y la que se toma como sustento te�rico de esta investigaci�n, �atribuye la subordinaci�n de los medios principalmente al control ideol�gico, en particular a la internalizaci�n inconsciente por los periodistas de las ideas de la cultura dominante, as� como la dependencia de las fuentes informativas constitu�das por los grupos de poder y las instituciones� (Curran, 1990, p. 139). En esta aseveraci�n se encuentran evidencias sobre el papel tan importante que desempe�a el comunicador en el proceso de encodificaci�n de mensajes. Asimismo, en la anotaci�n de Curran sobre los postulados culturalistas, se encuentra el n�cleo de lo que se pretende identificar y comprender con una investigaci�n de esta naturaleza. La conformaci�n de la ciudadan�a es un juego entremezclado de valores ideol�gicos sustentados en una l�gica de los grupos dominantes, en este caso los empresariales, y reconocidos por los p�blicos, que al sentirse identificados con estos valores y con la din�mica de vida impuesta por estos grupos, toman a su vez postura en el establecimiento de una agenda medi�tica que consolide su sentimiento de afiliaci�n.
En este entramado, tanto el emisor como el receptor participan inconscientemente en una din�mica circular de valores e ideas que dise�an los contenidos ideol�gicos que ofrezcan encuadre al sentimiento de pertenencia e identidad. En este sentido Gilberto Marcos comparte su experiencia
Acerca de la incorporaci�n de los contenidos dominantes por parte de las empresas medi�ticas, Morley (1980) destaca la �polisemia estructurada� advirtiendo que los textos medi�ticos son raramente abiertos, y que regularmente vienen enraizados en una valoraci�n ideol�gica que se encamina a dar estructura al modelo ciudadano. As� lo expresa JC:
Las aseveraciones de RAG se complementan con lo que apunta Calles (1999) �la cantidad y calidad de informaci�n que el consumidor posea en el momento del consumo, as� como las subculturas en las cuales el sujeto se desenvuelve, su origen geogr�fico, su g�nero, orientaci�n sexual, etc, son fuerzas que influyen en la apropiaci�n del producto� (p. 56). Sin embargo, como se�ala Ang (1997), �los p�blicos pueden ser activos de muchas maneras en la utilizaci�n e interpretaci�n de los medios, pero ser�a ingenuamente optimista confundir su actividad con su poder efectivo. De hecho, los p�blicos no disponen de ning�n control sobre los medios a un nivel estructural o institucional duradero� (p. 91).
A partir de estos se�alamientos y de lo expuesto aqu� por los comunicadores informantes, se puede subrayar el discurso ideol�gico dominante de la sociedad regiomontana como uno de los principales componentes de los flujos que moldean la producci�n de textos medi�ticos de los medios locales de Monterrey. 4. Conclusiones Los cuatro informantes clave parecen constatar la homogeneidad ideol�gica de tres de los medios de comunicaci�n m�s importantes de la ciudad. En sus testimonios se reconocen a si mismos como copart�cipes de la construcci�n de esta homogeneidad. Ante los resultados de esta investigaci�n, queda evidenciado que el retorno al estudio de la ideolog�a y los discursos dominantes, permite dar cuenta de las estructuras que moldean el sistema de valores de los ciudadanos en la conformaci�n de su identidad local. La teor�a de una audiencia activa (Fiske 1999) ha producido, seg�n Morley (1997) una imagen rom�ntica del consumidor de medios que tiende a ignorar las cuestiones fundamentales de los postulados culturalistas. Para sustento de nuestra reflexi�n, el autor advierte que la actividad de la audiencia no deriva de manera directa en un aumento de poder. En este sentido, la audiencia regiomontana puede tener relativa autonom�a con respecto a los textos medi�ticos, sin embargo, esto no deviene necesariamente en la capacidad de influir directamente en la creaci�n de nuevos discursos ideol�gicos. Sin embargo es preciso retomar de nueva cuenta los apuntes de Curran (1990) al destacar que el circuito de poder encuentra sus puntos de conexi�n entre los procesos de codificaci�n en las organizaciones de medios y la descodificaci�n de la audiencia. As�, el grupo dominante produce el texto de manera directa o indirecta y �ste a su vez, se reafirma en el propio sistema de valores y creencias con los que la audiencia se siente identificada. Uno de los aspectos cruciales en los estudios culturalistas norteamericanos es precisamente la p�rdida de reconocimiento de las ra�ces materiales de la comunicaci�n y la cultura, debilitando la acentuaci�n en la importancia de las estructuras y los procesos sociales y pol�ticos. En este enfoque del estudio de las audiencias, ha predominado el an�lisis de los significados sin tomar en consideraci�n el gran escenario econ�mico e institucional en el que se desarrollan los discursos (Morley, 1997, p. 123). A trav�s de estas aseveraciones, en conjunto con los propios hallazgos de la investigaci�n, resulta ingenuo ignorar la influencia de estos escenarios en la estructura comunicacional de una sociedad como la de Monterrey. A partir de los resultados reflexionamos sobre algunos aspectos que deben considerarse en la construcci�n de una identidad ciudadana incluyente y plural. Si el poder de convencimiento de los medios de comunicaci�n se pone al servicio de los intereses de un grupo, en este caso el empresarial, la din�mica se efect�a en detrimento de la persuasi�n, el di�logo y la deliberaci�n p�blica entre distintos modelos de pensamiento, es decir, hacia la construcci�n de ciudadanos. Una investigaci�n de esta �ndole, que analiza los procesos de encodificaci�n desde una perspectiva narrativa-biogr�fica, resulta apoyada por los m�ltiples trabajos que se han realizado tomando a los propios sujetos receptores como su objeto de estudio. As� entonces, sentadas las bases de todo el conocimiento que se ha derivado de m�ltiples investigaciones de esta naturaleza en cuanto a investigaci�n de audiencias, aunado a los valiosas aportaciones de protagonistas y testigos del proceso de codificaci�n de textos medi�ticos, se puede afirmar que los medios de comunicaci�n juegan un papel relevante en la creaci�n y luego reproducci�n de los discursos ideol�gicos dominantes de una sociedad. 5. Bibliograf�a Ang, I. (1997). "Cultura y Comunicaci�n. Hacia una cr�tica etnogr�fica del consumo de los medios en el sistema medi�tico trasnacional". En Daniel Dayan (ed.) En Busca del publico. Barcelona: Gedisa. Berger, A. A. (1990). Agitpop: Political culture and communication theory. N.J.: Transaction Publishers. Bertaux, D. (1981). Biography and society: The life history approach in the social sciences. Londres: Sage. Bol�var, A., Domingo, J. y Fern�ndez Cruz, M. (2001). La investigaci�nbiogr�fico-narrativa en educaci�n. 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