Revista Latina de Comunicaci�n Social 63 � 2008

Edita: LAboratorio de Tecnolog�as de la Informaci�n y Nuevos An�lisis de Comunicaci�n Social
Dep�sito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
A�o 11� � Director: Dr. Jos� Manuel de Pablos Coello, catedr�tico de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Informaci�n: Pir�mide del Campus de Guajara - Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; Espa�a)
Tel�fonos: (34) 922 31 72 31 / 41 - Fax: (34) 922 31 72 54

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DOI: 10.4185/RLCS-63-2008-763-238-252

Forma de citar este art�culo en bibliograf�as:

Gabelas Barroso J.A. y Marta Lazo, Carmen (2008): "Modos de intervenci�n de los padres en el conflicto que supone el consumo de pantallas", en Revista Latina de Comunicaci�n Social, 63, p�ginas 238 a 252. La Laguna (Tenerife): Universidad de La Laguna, en http://www.revistalatinacs.org/_2008/19_25_Zaragoza/Gabelas_y_Marta.html
DOI: 10.4185/RLCS-63-2008-763-238-252

Revisores:

I � El trabajo refleja como los nuevos soportes generan nuevos modos de consumo, que modifican la oferta audiovisual cl�sica. Estos cambios implican comportamientos que afectan al consumo audiovisual familiar y requieren f�rmulas adecuadas para controlar el acceso a los nuevos productos, especialmente en el caso de los ni�os. La investigaci�n refleja, adem�s, como las tecnolog�as se escapan a los modos tradicionales de control sobre el consumo audiovisual y supone un reto para los padres. Destacan como valor a�adido las sugerencias que se hacen para realizar un control adecuado, indicando tambi�n las posibles modalidades de relaci�n con la pantalla. Son muy ilustrativos los datos que se aportan, pues ayudan a conocer la situaci�n actual.� Dr. Xos� Soengas, Catedr�tico de Comunicaci�n Audiovisual - Universidad de Santiago de Compostela, USC.

II � Hace ya m�s de un cuarto de siglo  que Neil Postman public� �La desaparici�n de la infancia�, avisando de los riesgos derivados de la mezcla del mundo infantil y el adulto en las pantallas del televisor. Desde entonces no ha cesado de crecer la inquietud entre padres y educadores, pareja al proceso de multiplicaci�n de las pantallas �internet, vieo consolas, tel�fonos m�viles� y al dato constatado de fen�menos de adicci�n con secuelas graves en la conducta de ni�os y adolescentes. La literatura acad�mica sobre el tema es muy abundante, como en los estudios recientes del soporte paterno en ni�os con dificultades, publicados por la Universidad de HonKong (Leung et al. 2006; Cheung et al. 2002), o la tesis doctoral de Garc�a Mart�nez (2006) sobre el Consejo orientador a padres en los I.E.S. El tema es tan amplio que la editorial Taylor and Francis le ha dedicado una revista especializada Journal of Children and Media.

El art�culo de referencia es un estudio descriptivo centrado en la figura de los padres, en el grado de preocupaci�n  por los contenidos que los hijos puedan manejar, y por la frecuencia con la que imponen l�mites de tiempo en el uso de cada pantalla.  Se pasa de la fenomenolog�a de la mirada a la del conflicto, entendido como oportunidad para crecer y diversificarse. Realizado en Arag�n, el dise�o de la muestra impide que el estudio pase de ser algo m�s que descriptivo. Los porcentajes de padres (12.6%) y madres (87.4%), la composici�n de la muestra (45% rural y 54% urbano) y el tratar los datos integrados de un margen de edades muy extenso (3 a 18 a�os), impiden que los datos muestren toda la riqueza significante deseada. Pero es un notable trabajo con un enfoque infrecuente.� Dr. Antonio Cascales. Profesor Titular. Facultad de Comunicaci�n. Universidad de Sevilla, US.

Modos de intervenci�n de los padres en el conflicto
que supone el consumo de pantallas

Mechanisms of Parental supervision over children�s use of new screens

Art�culo recibido el 25 de marzo de 2008. Sometido a pre-revisi�n el 26 de marzo de 2008. Enviado a revisi�n el 27 de marzo de 2008. Aceptado el 14 de abril de 2008. Galeradas telem�ticas a disposici�n de los autores el 15 de abril de 2008. Visto bueno de los autores, el 25 de abril de 2008. Publicado el 26 de abril de 2008.

Lic. Jos� Antonio Gabelas Barroso � [C.V.] Profesor � Investigador - Universitat Oberta de Catalunya - jgabelas@uoc.edu
Dra. Carmen Marta Lazo � [C.V.] Profesora de la Facultad de Comunicaci�n - Universidad San Jorge � Zaragoza - cmarta@usj.es

Resumen: Las nuevas pantallas (Internet, videoconsolas y tel�fonos m�viles), junto con la tradicional televisi�n, constituyen un agente de socializaci�n de primer orden para los ni�os, adolescentes y j�venes. Ante el potencial que presentan estos soportes como fuente de contenidos, es acertado que nos preguntemos si los usuarios con edades m�s tempranas cuentan o no con gu�as que les ayuden a establecer un consumo equilibrado y sano.  En el presente art�culo, exponemos los principales resultados obtenidos en una investigaci�n cuyo objetivo se fundamenta en conocer el tipo de control que ejercen los padres y madres respecto al consumo de las diferentes pantallas que llevan a cabo sus hijos, as� como en analizar los motivos por los que las actuales generaciones crecen entretenidos, informados o formados, en su convivencia asidua con estos medios, afinando en las particularidades y funciones en el uso de cada uno de ellos. El grado de preocupaci�n de los contenidos que el hijo pueda manejar o la frecuencia con la que establecen l�mites de tiempo en la utilizaci�n de cada pantalla son cuestiones centrales en el �mbito de las mediaciones con las que cuentan los menores en el contexto del hogar a trav�s de sus padres, importantes referentes en el consumo.

Palabras clave: multiconsumo; pantallas; televisi�n; videojuegos; telefon�a m�vil.

Abstract: New screens (the Internet, videogames and cell phones), together with traditional TV, conform a first-order socialising agent for kids, adolescents and youngsters. Given the wide range of contents displayed through these media, it seems reasonable to raise the question of whether the less experienced and infant users have access to any safe guidance in this field. This paper presents the results of a survey on parent control over how their children make use of these media. It particularly focuses on the specific motivations underlying the involvement of the youngest generations in their everyday contact with each specific interactive media and the impact that entertainment, education and information provided through the new screens has on the habitual user. Pivotal in this analysis is the parents� concern about the contents and the frequency of their children�s exposure.

Keywords: multi-use; screens; television; videogames;  cellular phones.

Sumario: 1. Introducci�n. 2. M�todo. 2.1. Poblaci�n y muestra. 2.2. Instrumentos de recogida de informaci�n. 2.3. Procedimiento.  3. Resultados.  4. Discusi�n y Conclusiones.  5. Referencias bibliogr�ficas. 6. Notas.

Summary: 1. Introduction. 2. Method. 2.1. Population and sample selection. 2.2. Instruments for data collection. 2.3. Procedures.  3. Results.  4. Discussion and Conclusions.  5. References. 6. Notes.

Traducci�n supervisada por la Dra. Eulalia Sosa Acevedo (ULL)

1. Introducci�n

Los padres y madres son una pieza clave en el control que sus hijos destinan a los medios y nuevas tecnolog�as. El modelo que los m�s peque�os sigan supone un aliciente para tender a una modalidad m�s o menos permisiva, restrictiva o equilibrada de consumo. No s�lo son importantes los par�metros temporales que los progenitores o tutores concedan a sus hijos. El hecho de dejarles ver, jugar, utilizar o navegar menos horas no significa que sus usos sean m�s �ptimos. El factor principal gravita en la forma en la que les orienten. Un consumo compartido, con las pautas necesarias para saber discriminar aquellos contenidos que no resultan aptos para su edad, la respuesta respecto a aquello que no llegan a comprender o  el di�logo abierto de las interpretaciones que cada uno otorga a los mensajes sirven para enriquecer el uso que el ni�o, adolescente o joven hace de cada pantalla.

La relaci�n unidireccional �sujeto-pantalla� pasa a adquirir un nuevo estrato en el que las dimensiones y perspectivas que aporte el padre o madre pueden ayudarle a encontrar otras esferas de significado, a priori, inexistentes. Los flujos de informaci�n que le aporte una mente adulta no tienen un mero valor de control que podr�a entenderse como negativo, por el simple hecho de �no dejar ver o hacer�. Aquello que podr�a entenderse por las mentes en formaci�n como una intromisi�n a su voluntad de elegir, puede convertirse en el aliciente de que sus padres se preocupen por aquello que les gusta y quieran compartir esos tiempos y espacios de consumo y conversaci�n.

El sano conocimiento de los gustos, intereses y motivaciones por parte de los padres ser� un motor en la gu�a hacia la construcci�n de sus hijos. Fomentar la autonom�a, el criterio propio frente o en consonancia con los del resto, el saber argumentar matices por los que la opini�n en ciertos aspectos no es mim�tica a la de su grupo, depende en gran medida del aprendizaje que reciba de sus padres. Y esa formaci�n tiene que ser natural para no caer en el rechazo. El hecho de prestar atenci�n a los productos que gustan a los hijos supone un punto de partida �sine qua non� para enrolarse en la irrenunciable funci�n paterna de formaci�n. El respeto ser� pieza clave para empatizar con seres que pertenecen a una generaci�n distinta y que entienden la realidad bajo unos par�metros que una mente adulta acepta, en ocasiones, de otra manera. El conocimiento del gusto de sus hijos, as� como el respeto a sus preferencias y tendencias est�ticas y de contenido permitir�n a los progenitores un escenario de comunicaci�n que facilite el crecimiento integral de la familia. Estos escenarios de interacci�n han superado la fase predigital, como indica Mart�n Barbero (2008: 15), una serie de cambios conforman �una desconcertante arquitectura de lenguajes �sonoros, orales, textuales, visuales, digitales�, construida sobre interfaces entre palabras e im�genes, sonidos, colores, vol�menes, figuras, tambi�n ritmos y tonos�.

La nueva composici�n de la estructura social afecta a la manera en la que los padres se integran en el uso y consumo que sus hijos hacen de las pantallas. La disponibilidad de tiempo es uno de los �handicaps� m�s sobresalientes, esto unido a la falta de habilidad por parte de los padres para manejar aplicaciones por su escasa preparaci�n en este sentido, supone un obst�culo a la interrelaci�n con su hijo en este quehacer.

La investigaci�n que presentamos [1] tiene como objetivos dilucidar si son tales los l�mites, cu�les son las formas en las que los padres intervienen, si les preocupa o no el consumo que hacen sus hijos, si les advierten de los perjuicios que hay detr�s de las pantallas y potencian los beneficios, y si consideran que tienen que compartir esta acci�n con otras instancias o s�lo les compete a ellos como padres.

Una de las novedades que aportamos en este estudio es ampliar el objeto de an�lisis a todas las pantallas y no circunscribirnos s�lo al medio televisivo, con el fin de conocer los modos en los que los padres se implican en cada una de ellas y, as�, analizar tendencias acerca de que maneras los padres intervienen en el consumo de sus hijos.

1.1. El conflicto en el marco de convivencia con las pantallas

El fen�meno de la mirada [2] se torna cada vez m�s complejo debido a la variedad de pantallas que pueblan el entorno infantil y juvenil, as� como de tipos de familia, generando asimismo un amplio espectro de conflictos. Cualquier representaci�n en los medios, sea cual sea su formato, soporte o g�nero, provoca diferentes reacciones seg�n las miradas que atrapen la imagen. La relaci�n entre mirada y representaci�n, ya ubicados en el entorno familiar, es el resultado de una serie de variables que integra al espectador que mira, al espect�culo que es mirado, al contexto de recepci�n �que contiene el qui�n mira, el c�mo mira y c�mo interacciona lo que mira�. En este sentido, coincidimos con Ferr�s (2005: 237) en que los padres y madres son responsables �del producto que se selecciona para el consumo, de la edad de quien lo consume, de su personalidad y de su formaci�n, as� como del contexto en el que se consume�.

La relaci�n del espectador con la pantalla es definida por Gonz�lez Requena (1988: 55) como �la interacci�n que surge de la puesta en relaci�n de un espectador y de una exhibici�n que se le ofrece�. Esta relaci�n pasa por tres componentes: la mirada, el cuerpo y la distancia. La mirada en la distancia respecto al cuerpo (imagen que se exhibe). El autor subraya la distancia como aquello que permite la implicaci�n, el gusto por lo narrado. La seducci�n entre mirada e imagen, sujeto y objeto, obtiene en la distancia el disfrute no s�lo de la narraci�n, tambi�n de la obtenci�n del sentido, cuando la reflexi�n se produce. El espect�culo televisivo ha devorado y engullido [3] los diferentes medios expresivos y sus manifestaciones art�sticas (cine, radio, c�mic, pintura, teatro...). El an�lisis y la lectura televisiva se hacen complejas y ecl�cticas. A�adamos que la peque�a pantalla est� colocada en los lugares m�s �ntimos de la casa, ocupando un espacio que hasta hace pocos a�os era privado y dom�stico. Como explicita Requena, la distancia que hay entre mirada y cuerpo ha sido abolida en sentido literal o f�sico (no hay dos metros entre televisor y espectador) y simb�lico (los reality show ponen delante de nuestros ojos la intimidad de muchos otros).

Esta fenomenolog�a de la mirada conduce hacia la fenomenolog�a del conflicto, no s�lo en la medida en que la representaci�n siempre es un conflicto que se debiera resolver con mirada inteligente, sino porque la propia mirada tambi�n lo es, como lo son las relaciones intrafamiliares que provoca el espect�culo visto, o las relaciones interfamiliares. O sea, una serie que expone un determinado modelo familiar como, por ejemplo, �Los Serrano�, provoca un conjunto de identificaciones y proyecciones en sus diferentes roles (hijos, padre separado, compa�era sentimental, hermanos...), que deriva en un pautado abierto de conductas en sus telespectadores.

Consideramos que el t�rmino �conflicto� [4] debe despojarse de connotaciones necesariamente negativas, m�s cuando hablamos de comunicaci�n en la familia. Entendemos el conflicto como oportunidad para crecer, tanto los hijos,  como los padres y madres. Sin olvidar que crecer no es f�cil, ni c�modo, ni para unos, ni para otros, aunque menos para los primeros. Por tanto, discrepamos de las voces agoreras que cuando hablan de los ni�os y j�venes les a�aden adjetivos como �dif�ciles�, o �conflictivos�, preferimos hablar de �situaciones conflictivas�, en las que todos y cada uno de sus agentes forman parte como causa, pero tambi�n como soluci�n.

Padres, hijos y pantallas conforman el territorio en el que se dise�an un conjunto de relaciones que pueden permitir el desarrollo de un consumo sano y aut�nomo, adem�s de responsable. Siempre que se habla de educaci�n, y por tanto de mediaciones, entendemos que el proceso es fundamental, como justificante de la mediaci�n y como sentido de la misma. Crecer es un proceso lento, complejo, trabajoso, nada f�cil. Los padres y madres viven con frecuencia y con angustia, la �falta de resultados� en su quehacer educativo. Cuando los hijos asoman a la adolescencia, esta sensaci�n se acrecienta, entrando muchos padres y madres  en un t�nel, en el que sienten m�s la oscuridad de su interior, que la luz del �otro  extremo�. Una vez m�s, la esencia y el sentido del proceso puede devolver la esperanza. Todo lo que los padres y madres han hecho por sus hijos, todos aquellos momentos en que han sido modelos y referentes, quedan en la experiencia del hijo como norte para vivir con sentido su propio crecimiento, nunca exento de conflicto.  Ese conjunto de presencias que los hijos han vivido con y de sus padres y madres, dotar�n de contenido los a�os de crisis y conflicto, convirtiendo la transici�n del ni�o al adulto en un viaje con horizonte final.

El adolescente siente y experimenta con fuerza, y frecuentemente con impotencia, un conjunto de cambios y transformaciones. Primero y, sobre todo, en s� mismo, simult�neamente en los que le rodean y en su entorno. Pero los padres, tambi�n viven contradicciones, entre los valores que intentan educar, y los valores que sus hijos viven y aprenden en la calle, con sus amigos, y de las pantallas. Con frecuencia esta contradicci�n se convierte en impotencia, y en rabia. Les asalta la sensaci�n de que todo lo que hacen no merece la pena, y que tanto esfuerzo no sirve para nada. Vuelven al t�nel, pesando m�s la oscuridad del presente, que la luz del pasado y del futuro. De nuevo urge recuperar el sentido del proceso y del conflicto en sus mediaciones. Proceso por el que todo lo hecho por sus hijos queda, y conflicto porque los hijos, como los adultos, evolucionan y est�n en constante adaptaci�n al medio y al entorno.

Para entender el conflicto en relaci�n con el multiconsumo de pantallas como oportunidad para crecer, explorar, conocer y reconocerse, se precisan algunas consideraciones. Primero, el an�lisis de la construcci�n social, cultural y medi�tica de los j�venes, representaci�n que condiciona de modo general la recepci�n de los adultos, y de los propios j�venes en particular. Una recepci�n asociada al estado de la sospecha: j�venes etiquetados como violentos, vagos y ego�stas. Segundo, el olvido que con relativa frecuencia nos impide entender que crecer no es f�cil, ni c�modo, ni para nosotros �adultos�, ni para los ni�os y, menos para los j�venes. La percepci�n que ellos tienen de s� mismos no es muy positiva, se aceptan con dificultad, tienen una baja autoestima, experimentan continuos rechazos de sus compa�eros.

La percepci�n positiva de s� mismo, dotada de la suficiente autoestima, no es un ejercicio saludable que practiquen los medios de comunicaci�n social, en los estereotipos y representaciones juveniles con que salpican sus representaciones medi�ticas. La imagen sucia que ofrecen los informativos, y la eterna juventud, triunfadora y bella, que ofrecen la publicidad ayuda bastante poco a la construcci�n de una imagen del propio joven sana y asertiva. Muchos problemas de autoimagen que preocupan y mucho a los ni�os y j�venes guardan relaci�n con estas �instant�neas�, que imponen los medios, de cuerpo diez y �xito f�cil. De esta manera, como apunta Mosquera (2007: 60), �los medios de comunicaci�n �a trav�s de la publicidad� recurren a la estrategia de la ilusi�n de la que habla Eco (1986), con el fin de construir una identidad juvenil en apariencia uniforme�.

La familia es un agente esencial para desarrollar mediaciones constructivas entre estos consumos y los propios ni�os y j�venes.

Y con Internet esta interacci�n en el manejo de la comunicaci�n se acrecienta mucho m�s. Se�ala Kiss de Alejandro (2006: 48) que:

"Estamos frente a un cambio radical en las operaciones cognitivas y motoras que realiza el decodificador al relacionarse en forma individual y creativa con un canal de comunicaci�n, que exige un compromiso mucho m�s expl�cito y directo de su parte, m�s all� de las operaciones sociales que implica la recepci�n activa de los mensajes presentados por los medios de comunicaci�n colectiva tradicionales."

Es evidente que ya no podemos definir el hogar como �cuarto de ver�, pues la multiplicidad de pantallas, ha convertido la casa en un conjunto de �rincones para ver�. Estos escenarios para la mirada y la interacci�n se despliegan entre lo que podemos denominar espacios p�blicos y controlados, y espacios privados.

Los espacios p�blicos (cuarto de estar o lugares donde varios miembros de la familia son espectadores o jugadores �no podemos olvidar el fen�meno de la "Wii� de Nintendo, que antes  (aunque de un modo m�s primitivo)  hab�a conseguido Sony con la �Play Station�, dotando al jugador-es de un mando que permite jugar a varios a la vez, incluso movilizarse alrededor de la pantalla�. Pero la �Wii� ha abierto un nuevo segmento en el mercado, proporcionando un modelo de consola, con un software apropiado a otro p�blico. Mientras Microsoft y Sony siguen tratando de ampliar su mercado masculino de 18 a 35 a�os, Nintendo ha adoptado un marketing diferente, dirigiendo sus productos a la mujer y al juego en com�n de padres e hijos.

Los espacios privados (dormitorio, cuarto de estudio) conforman un escenario para el visionado, el juego, la conversaci�n o navegaci�n por Internet, de uso individualizado, ajeno al control y conocimiento de los padres, que suponen otros consumos, otras interacciones y otros conflictos y  retos para la familia.

De este modo, asistimos a un nuevo concepto de pantalla, entendida por Manovich (2005: 61) como �una superficie rectangular que encuadre un mundo virtual y que existe en el mundo f�sico del espectador�. En efecto, en las postrimer�as de las �pantallas tradicionales� (cine y televisi�n anal�gica, antes pintura y fotograf�a), y afincados en las �nuevas pantallas� (dispositivos m�viles, videoconsolas, ordenadores e Internet, web-tv), la acepci�n de pantalla trasciende su propia materialidad f�sica, como superficie tangible, trasciende la entidad f�sica del espectador como universo del �aqu� y ahora�, para ofrecer desde y con la interactividad, la simulaci�n y la inmersi�n, una ventana-bisagra que podemos denominar como percepci�n de lo presencial y lo virtual. Presencialidad y virtualidad, son dos realidades complementarias.

En este sentido, Turkle (1997: 337) cuestiona si los dos mundos (dos realidades) son compartimentos-estancos o vasos comunicantes, ya que �las comunidades virtuales ofrecen un contexto totalmente nuevo en el que pensar sobre la identidad humana en la era de Internet. Son espacios de aprendizaje sobre el significado vivido de una cultura de la simulaci�n. �Ser� un mundo separado en el que las personas se pierdan en superficies o aprenderemos las formas en que lo real y lo virtual se pueden hacer permeables, cada uno teniendo el potencial para enriquecer y expandir al otro?�. La traslaci�n del ciberespacio al mundo f�sico y viceversa es una realidad. C�rcamo Ulloa (2008) nos da la respuesta de esa retroalimentaci�n, �Algunas herramientas en la red se convierten en fen�menos comunicacionales y de comportamiento humano, pues se instalan en la sociedad como conductas recurrentes�.

Consideramos que entender esta doble dimensi�n de la realidad (lo presencial y lo virtual) supone entender el universo de los menores, hoy sumergido en el consumo de las diferentes pantallas. El relato ha dejado de ser lineal, racional e impreso, el relato que seduce a las nuevas generaciones es audiovisual, multimedia y virtual. Defendemos que hay que formar desde la escuela a los ni�os y j�venes para que adquieran esa competencia y sepan leer y crear los mensajes que les proporcionan las nuevas pantallas, caracterizadas por otros c�digos, formas y lenguajes.  Tal y como se�ala Livingstone (2007: 68), �en el ciberespacio, la alfabetizaci�n en Internet depende del dise�o, las normas y convenciones del entorno, as� como del conocimiento y la competencia de los usuarios� [5].

Casi todos los investigadores del campo educomunicativo (Aguaded, 1999; Ferr�s, 2000; Garc�a Matilla, 2003), coinciden en que la alfabetizaci�n audiovisual y multimedia debe ser una tarea compartida por los padres y la escuela. Estos son importantes contextos de pertenencia en los que transcurre la �reinterpretaci�n� de lo que el menor ve frente a la pantalla. El di�logo con los padres acerca de los contenidos vistos resulta altamente beneficioso. Los juicios en la lectura de im�genes de los ni�os que acostumbran a realizar esta pr�ctica (conversaci�n con padres) son m�s razonados y llegan a aplicar lo que ven a nuevos contextos, es decir, lo reconstruyen, alcanzando un mayor nivel de actividad en su interrelaci�n con los mensajes (Marta Lazo, 2005: 319).

La reiterada demanda al sistema educativo de promover este tipo de ense�anza para que los alumnos alcancen la citada competencia audiovisual, se justifica tanto en cuanto que las protagonistas del tiempo de ocio de los m�s peque�os son las pantallas. Como manifiestan Aguaded y D�az (2008), es la manera de superar �este �divorcio� entre los universos medi�tico y escolar de los alumnos� y conectar la escuela con el mundo de la calle. Adem�s, como argumentan estos autores, �Las nuevas leyes educativas favorecen, desde un punto de vista te�rico, este acercamiento con constantes referencias en sus desarrollo, a los medios y a la necesidad de su integraci�n curricular�.

2. M�todo

La naturaleza de nuestro estudio es de tipo descriptiva, ya que tratamos de recoger toda la informaci�n posible referente a las caracter�sticas del consumo de cada una de las pantallas que realizaban los hijos de los encuestados, con su consiguiente modo de percibir ese uso y analizar el modo de implicaci�n del padre o madre en cada una de ellas (televisi�n, Internet, videojuegos y telefon�a m�vil).

2.1. Poblaci�n y muestra

El �mbito donde se llev� a cabo la investigaci�n se circunscribi� a Arag�n. La muestra elegida const� de un total de 127 padres y madres repartidos en 14 puntos de muestro en el territorio aragon�s. A pesar de que el �ndice muestral no pretende ser representativo de toda la poblaci�n de la comunidad aut�noma aragonesa, s� que nos sirve para nuestro pretendido objetivo de analizar cu�les son las tendencias en el uso y consumo de medios de comunicaci�n y nuevas tecnolog�as. En concreto, para analizar de qu� modo los padres perciben el consumo multipantallas de sus hijos.

Los puntos de muestro fueron los siguientes:

- H�bitat urbano (Zaragoza y Huesca capital).
- H�bitat rural (pueblos de cada provincia: Ani��n, S�stago, Muel, Fuentes de Ebro y Ariza en Zaragoza; Barbastro y Tardienta en Huesca).

En cuanto a la composici�n de la muestra, un 87,4% fueron mujeres y el 12,6% restante hombres. En el reparto por edades, destacaron en porcentaje las franjas intermedias, entre 40 y 50 a�os (50,4%) y entre 31 y 39 a�os (39,4%). Y por lo que respecta al estado civil, la gran mayor�a se encontraban casados o en pareja (un 93,7%).

El nivel de estudios de las madres y padres se reparti� entre todas las posibles opciones, si bien fueron m�s los que cursaron hasta el certificado escolar (26%), seguidos de los universitarios de grado medio (21,3%) y de los que cursaron hasta primer grado de Formaci�n Profesional (15%) o Bachiller Superior (12,5%).

La representaci�n por modalidad de h�bitat de residencia es repartida de manera ajustada entre quienes residen en poblaciones rurales (un 45,7%) y los que viven en ciudades (un 54,3%).

La mayor parte de las familias representadas en el estudio contaban con dos hijos (un 74,6%), seguidas de las de hijos �nicos (un 19,8%) y destaca la cuant�a minoritaria de las familias numerosas, a repartir entre 3 y 5 hijos.

Por lo que respecta a los hijos, en todos los casos se encuentran estudiando ciclos de ense�anza infantil, primaria, secundaria o bachillerato. De tal modo, que contamos con una composici�n desde ni�os de 3 a�os hasta j�venes de 18.

En lo referente a la distribuci�n por franjas de edad, abanderan las edades intermedias, entre los 8 y 12 a�os (42,5%), seguidas a poca distancia por los escolares de menor edad, entre 3 y 7 a�os (42,5%) y, a continuaci�n, se sit�an los adolescentes y j�venes, entre 13 y 18 a�os, alcanzando un 15,7%.

Gr�fico 1. Reparto de ni�os y j�venes por etapas de edad

grafico01

2.2. Instrumentos de recogida de informaci�n

Como m�todo para abordar el an�lisis utilizamos el cuestionario, en el que integramos un total de 50 cuestiones y una ficha t�cnica previa, con datos relativos a la edad del encuestado, de sus hijos, nivel de estudios y lugar de residencia. Los principales bloques de preguntas se relacionaron con los siguientes par�metros: 

- Control paterno del consumo que realizan los hijos de las distintas pantallas (elecci�n o no en los contenidos que ven sus hijos, motivos, pantalla m�s y menos �ptima seg�n su criterio, l�mites en el tiempo, planificaci�n de los contenidos, razones por las que estima conveniente o no que su hijo utilice cada pantalla,  grado de inter�s de lo que pueda consumir, di�logo y explicaci�n acerca de los contenidos vistos o utilizados,�).

- Educaci�n en el uso de las pantallas (instancias que seg�n su criterio deber�a formar a su hijo para saber utilizar las pantallas, funci�n de los padres en la educaci�n para los medios, reacciones ante contenidos inadecuados y grado de orientaci�n acerca de los contenidos que sus hijos consumen).

2.3. Procedimiento

En cuanto al dise�o de la muestra, de car�cter  accesible y estrat�gica, fue configurado a partir de las AMPAS que solicitaron en el curso 2006/07 el curso �Pantallas sanas�, para ello contamos con la valiosa colaboraci�n de la FAPAR (Federaci�n de Asociaciones de Padres de Arag�n). En este sentido, cabe indicar que las familias encuestadas responden al perfil de lo que podr�amos denominar �padres y madres sensibilizados� con el potencial socializador que ejercen las pantallas en la familia de modo general, y en sus hijos de modo particular, dado que todos estos padres asistieron a una conferencia para aprender a convivir con las pantallas y disponer de criterios y estrategias de consumo y mediaci�n. No obstante, tambi�n precisamos, que la encuesta siempre se realiz� antes de impartir la conferencia.  Por consiguiente, los resultados que exponemos en el presente art�culo hay que interpretarlos desde esta perspectiva.
           

3. Resultados

3.1. Control paterno del consumo que realizan los hijos de las distintas pantallas

Los padres se�alan, en la mayor�a de los casos (67,2%), que son ellos quienes eligen los contenidos que ven sus hijos en televisi�n.

Gr�fico 2. Qui�n decide en la mayor parte de las ocasiones lo que ve su hijo en la televisi�n

grafico02

Tambi�n en el caso del ordenador, afirman los padres que son quienes deciden  (un 56,3% de los encuestados) los contenidos que sus hijos consumen delante de esta pantalla.

Gr�fico 3. Qui�n decide en la mayor parte de las ocasiones lo que ve su hijo en el ordenador
 
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Del porcentaje de los padres que deciden el consumo que realizan sus hijos, la principal raz�n que argumentan para controlar lo que ven en televisi�n es debido a que hay contenidos da�inos que pueden perjudicarles (40,4%), siendo este el segundo motivo en el caso de las limitaciones que establecen en el uso del ordenador (24,4%). El primer motivo que ofrecen en el control de esta pantalla coincide con el segundo que otorgan a la televisi�n, en ambas manifestaciones con una cifra que supera en d�cimas el 29% de las respuestas. Se trata de la contestaci�n en gen�rico: �nos gusta controlar el tipo de consumo que hace�. La raz�n de la corta edad de los hijos es la tercera de las opciones m�s elegida en el caso de la TV (27,3%) y la cuarta (20,5%) en el del ordenador, ya que un 24,4% se�ala �como tercera respuesta� que el l�mite de partida se establece por no contar con este equipo inform�tico.

Gr�fico 4. Motivos por los que deciden los padres el consumo que hace su hijo

grafico04

Por otro lado, del porcentaje de padres restante que asumen que son sus hijos quienes deciden lo que consumen, la principal raz�n por la que se decantan es porque �los contenidos que ven no son perjudiciales�. As�, lo exponen tanto en el motivo que atribuyen a la televisi�n (56,5%), como al ordenador (27,5%). El segundo argumento por el que optan es que, a pesar de su minor�a de edad, consideran que sus hijos �tienen capacidad de decisi�n� (34,8 y 21,6%, respectivamente). Entre las respuestas restantes, cabe se�alar que en el caso de la TV, un 4,3% de los padres deja ver a sus hijos �lo quieran para que se entretengan�, sin establecer ning�n tipo de control. Adem�s, un 5,9% de las respuestas relacionadas con el ordenador y un 2,2% en lo que respecta a la televisi�n, manifiestan �contar con poco tiempo para guiar� a sus hijos.

Gr�fico 5. Motivos por los que deciden los hijos el consumo que hacen

grafico05

La pantalla que prefieren los padres que utilice su hijo en el tiempo de ocio es la televisi�n, con un 63,3% de las respuestas; seguida del ordenador, con un 30,6%.

Gr�fico 6. Pantallas que prefiere que utilice su hijo

grafico06

De manera contraria a la cuesti�n anterior, son las otras dos pantallas las que menos gustan. La videoconsola, con un 44,3% de las respuestas; y el tel�fono m�vil, con un 33,5%.

Gr�fico 7. Pantallas que prefiere que no utilice su hijo

grafico07

Los padres suelen limitar el tiempo destinado a cada una de las pantallas, siempre o casi siempre, como se representa en el gr�fico recogido a continuaci�n. Se restringe siempre el tiempo de consumo delante de los videojuegos, en un 40,4% de los casos; un 38,7%, limita siempre el uso de Internet; un 35,2%, el del tel�fono m�vil; y un 34,8%, el de la televisi�n, aunque es destacable que el 38,4% de los encuestados se�ala que limita casi siempre el consumo de esta �ltima pantalla y esa situaci�n es menos numerosa en el resto de las pantallas que analizamos. No obstante, no deja de ser significativo que un 11,4% de los padres no establezca ninguna restricci�n temporal en el caso del tel�fono m�vil; un 11,2% tampoco en el uso de la videoconsola; un 6,5% deje navegar sin l�mites de tiempo por Internet; y un 2,7% tampoco disponga de ese tipo de control delante de la televisi�n.

Gr�fico 8. Cuando limita el tiempo que destina a cada pantalla

grafico08

La televisi�n tiene comparativamente una finalidad para los padres m�s diversiva y el ordenador m�s instructiva. As�, se desprende de que la principal raz�n por la que les gusta que su hijo vea la televisi�n es �para que est� entretenido� (56,7%); mientras que utilizar Internet en el ordenador es �para aprender� (47,3%). Sin embargo, este motivo se limita al 19,1% de las respuestas en el caso de la televisi�n. El tercer argumento es el car�cter informativo del medio, un 13% en lo que a la televisi�n se refiere y un 4,4% en el ordenador dicen los padres que por lo que m�s les gusta que sus hijos utilicen estas pantallas es �porque son ciudadanos y deben enterarse de lo que pasa en el mundo�. Otro de los usos que prefieren los padres en el caso de la televisi�n, es �para relajarse� (6,1%); �para conocer los programas de moda y luego poder hablar de ellos con sus amigos� (3,5%); y las razones m�s curiosas, al tiempo que preocupantes y dignas de estudio: �para que se sienta acompa�ado porque no tiene con quien jugar� (1,7%) y �porque no tiene otra cosa que hacer� (0,9%).

Gr�fico 9. Motivos por los que le gusta que su hijo utilice las siguientes pantallas (TV e Internet)

grafico09

Un 61% de los padres manifiesta que no tiene motivos que ofrecer en el caso del tel�fono m�vil, dado que sus hijos no poseen esta pantalla. De los ni�os y adolescentes que s� tienen, la  prestaci�n que m�s les gusta a sus padres es el hecho de poderles localizar (36,2%). Otros motivos, aunque minoritarios en el grado de respuestas, son de tipo socializador: �para relacionarse y jugar con sus amigos� (1,9%) y �porque todos los ni�os o j�venes de sus edad lo usan, est� de moda� (1%).

Gr�fico 10. Motivos por los que le gusta que su hijo utilice el tel�fono m�vil

grafico10

3.2. Educaci�n en el uso de las pantallas

La mayor�a de los padres muestra un grado de preocupaci�n total (57,9%) acerca de lo que su hijo vea en las pantallas. Le preocupa mucho a un 19% y bastante al restante 23,1%. Por tanto, a todos los padres les inquieta, en mayor o menor grado, los contenidos que sus hijos consumen delante de cada uno de los soportes sujetos a estudio y en ning�n caso nos encontramos con ning�n encuestado a quien no le preocupe o le interese de manera m�nima este tema.

Gr�fico 11. Grado de preocupaci�n de lo que vea su hijo en las pantallas

grafico11

La mayor parte de los padres suelen explicar de manera habitual a sus hijos los contenidos que ven en las diferentes pantallas. De este modo, un 23,4% explica siempre y un 39,3% casi siempre lo que ven en televisi�n; un 17,3% y un 14,8%, respectivamente, lo que contempla en las webs por las que navega; y un 23,9% y un 18,2%, respectivamente, elige los videojuegos que entretienen a su hijo. De manera contraria, resulta sorprendente que un 8% no explica nunca lo que consume en la videoconsola y un 5,7% casi nunca; un 4,9% nunca en el caso de Internet y el mismo porcentaje tampoco casi nunca; y un 0,9% nunca explica lo que su hijo ve en televisi�n.

Gr�fico 12. Explica los contenidos que ve su hijo en las pantallas

grafico12

En el caso de los padres que explican  lo que sus hijos ven en las pantallas, la mayor�a suele dialogar al respecto durante el momento del visionado de los contenidos televisivos (70,3%) o durante la navegaci�n por Internet (25,4%). S�lo en el uso de la videoconsola, los padres intervienen antes del consumo de videojuegos (36,4%), posiblemente en el momento de la adquisici�n o antes de las primeras veces que se juega.

Gr�fico 13. Cuando explica los contenidos que ve su hijo en las pantallas

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Los padres asumen que la labor de educar a sus hijos en el buen uso de las pantallas les corresponde a ellos (93,7%). Un 40,7% se�ala que es una competencia exclusiva suya; un 33,3% se�ala que debe ser compartida con la escuela; y, un 22,8% estima que debe ser una funci�n tripartita, contando tambi�n con la ayuda de la televisi�n y de los propios medios de comunicaci�n. S�lo un 1,6% de los encuestados se decanta porque esa tarea la tiene que llevar a cabo �nicamente la escuela o los medios de comunicaci�n, de manera aislada.

Gr�fico 14. Tienen los padres la obligaci�n de educar a sus hijos respecto a los contenidos que pueden ver o no en las pantallas

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Gr�fico 15. Qui�nes deber�an preparara a sus hijo para utilizar bien las pantallas

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Resulta parad�jico que a pesar de que la televisi�n, como ya hemos visto antes, es la pantalla que los padres prefieren que utilicen sus hijos es, sin embargo, en la que m�s les preocupan los contenidos que puedan ver (43,7%), le sigue el ordenador (40,3%) y a mucha distancia la videoconsola y el tel�fono m�vil.

Gr�fico 16. En qu� pantalla preocupan m�s los contenidos que puedan ver sus hijos

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Los padres se�alan que cuando su hijo est� viendo algo inadecuado suelen reaccionar invit�ndole a cambiar de canal o de web (57,5%) u oblig�ndole a cambiar (36,6%). Un 5,3% apaga directamente la pantalla y un sorprendente 2,7% act�a disimulando, mientras que un 0,9% afirma quedarse impasible sin hacer nada.

Gr�fico 17. Reacci�n cuando su hijo ve algo inadecuado

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Los padres indican que suelen orientar con mucha frecuencia a sus hijos respecto a los contenidos que son convenientes para su edad. As�, un 49,6% se�ala que les gu�an siempre y un 36,1% que lo hacen casi siempre.

Gr�fico 18. Orienta a su hijo respecto a los contenidos convenientes para su edad

grafico18

4. Discusi�n y conclusiones

La pantalla que prefieren los padres para sus hijos es la televisi�n y la que menos, los videojuegos. Sin embargo, la TV es en la que m�s les preocupan los contenidos que puedan ver, seguida de Internet. Estas preferencias est�n muy sujetas al grado de conocimiento que los propios padres tienen de las pantallas. Es decir, si prefieren la televisi�n para sus hijos es porque conocen m�s este medio, lo consumen m�s, y saben que programas y contenidos emiten. Sin embargo, con el ordenador, los tel�fonos m�viles  y los videojuegos, los padres se sienten m�s inseguros, con menos informaci�n y  menos preparados, lo que les suscita desconfianza.

La mayor sensibilidad que existe en relaci�n a lo que los hijos pueden ver en la televisi�n es mayor por dos motivos: primero, debido a su mayor penetraci�n social y, segundo, porque es m�s f�cil ejercer el control de los contenidos. Sin embargo, con el ordenador se produce una situaci�n muy distinta. A los padres les resulta m�s dif�cil conocer los accesos que sus hijos tienen en Internet, qu� est�n viendo o escuchando, con qui�n hablan o se interaccionan, o para qu� usan el ordenador. A�adamos que desde Internet tambi�n pueden ver la televisi�n, pr�ctica cada vez m�s frecuente, lo que hace m�s complejo este control.

El principal motivo por el que les gusta que sus hijos vean la televisi�n es para que est�n entretenidos, mientras que la principal raz�n por la que  utilizan Internet es para aprender o como medio para realizar las tareas escolares; mientras que  el m�vil es para que est�n localizados. Estas funciones no se corresponden con los usos reales.  Por ejemplo, mientras que los padres piensan que el ordenador en la habitaci�n sirve para hacer los deberes escolares, en realidad se utiliza para comunicarse (messenger) y para el ocio (juegos en red). De igual modo, el tel�fono m�vil se considera por parte de los padres un medio de localizaci�n, cuando los hijos pueden enga�arles dici�ndoles que se encuentran en un lugar, cuando est�n en otro distinto. Asimismo, pueden llevar a cabo usos muy diferentes: SMS, juegos on-line, descargas, etc.

La mayor�a de los padres suele controlar el consumo de los contenidos televisivos que ven sus hijos. Entre los principales motivos que argumentan, destacan los mensajes perjudiciales que pueden llegar a ver y que les gusta conocer aquello a lo que sus hijos est�n expuestos. No obstante, tambi�n hay padres que consideran que sus hijos tienen capacidad de decisi�n, a pesar de su corta edad, y otros que afirman dejarles ver lo que quieran, simplemente por el hecho de que permanezcan entretenidos.

La televisi�n es la pantalla a la que se destina m�s tiempo en la explicaci�n y comentario de los contenidos, dado que en el resto de pantallas se produce una mayor diversificaci�n. El medio televisivo al ser el m�s conocido y �familiar� permite a padres e hijos una mayor mediaci�n. Los padres conocen los contenidos de la televisi�n, por tanto puede haber una conversaci�n familiar en torno a los contenidos vistos en compa��a o en diferentes momentos. Sin embargo, si bien la mitad de los padres ve la televisi�n con sus hijos, la otra mitad no suele compartir ese tiempo con ellos y un considerable porcentaje se�ala que s�lo algunas veces permanece con ellos. Con el resto de pantallas el consumo es diferente. Se produce de modo m�s individual, y los padres desconocen los usos, gustos y preferencias de sus hijos.

La explicaci�n durante el visionado televisivo es posible por el conocimiento que tienen los padres de los contenidos y porque se produce un consumo comunitario, lo que ocurre en menor medida durante la navegaci�n Internet, el uso del Messenger, los usos on-line, los videojuegos y los tel�fonos m�viles. El consumo en la Red es individual, lo que dificulta la explicaci�n durante el tiempo de consumo, tambi�n se produce un descenso de esta mediaci�n por el desconocimiento de los padres ya indicado. En cuanto a los videojuegos, esta mediaci�n es previa, lo que entendemos como una pauta preventiva, bien antes de comprar el juego o  bien al permitir el acceso al mismo.

Las nuevas tendencias apuntan a la convergencia de pantallas, de modo que los j�venes migran de la televisi�n a Internet porque ven los contenidos televisivos desde la pantalla del ordenador. Del mismo modo, se est�n produciendo peque�as series para visionar  desde los tel�fonos m�viles. Estos indicadores marcar�n otro tipo de preocupaciones en los padres, que trascender�n el cl�sico y tradicional control de los contenidos, usos y tiempos que s� permite la televisi�n anal�gica en los hogares concienciados.

Los hijos son los principales usuarios de las pantallas de videoconsolas y ordenadores en el hogar; mientras que en la televisi�n son los padres quienes controlan �el mando a distancia�. Los hijos tienen gustos diferentes a los de sus padres y, en la mayor�a de las ocasiones, comparten tiempo de televisi�n que no es apto para ojos del menor por el hecho de que el padre es quien decide la planificaci�n televisiva, es decir, �quien lleva el mando�. Por otra parte, el consumo televisivo de los padres excede al de los hijos.

A todos los padres les preocupan los contenidos que sus hijos consumen delante de cada una de las pantallas sujetas a estudio y en ning�n caso nos encontramos con ning�n encuestado a quien no le preocupe o le interese este tema. Cabe reiterar que los sujetos de la muestra fueron seleccionados de grupos de padres que asistieron a sesiones de conferencias relativas al consumo sano de pantallas y, por tanto, estaban ya predispuestos y sensibilizados con el tema objeto de estudio. Los padres se atribuyen la labor de guiar a sus hijos en el buen uso de las pantallas. De hecho, se�alan que suelen orientar de manera habitual a sus hijos a este respecto. Sin embargo, en su mayor�a, asumen que esa competencia debe ser compartida tambi�n con la escuela. Y una cuarta parte de los encuestados apuntan a que esta tarea debe ser fruto de una colaboraci�n entre familias, escuela y los propios medios de comunicaci�n.

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6. Notas

[1] Este art�culo forma parte del proyecto de investigaci�n: �Consumos y mediaciones de familias y pantallas. Nuevos modelos y propuestas de convivencia�, financiado por el Programa �Pantallas Sanas� de la Direcci�n General de Salud P�blica del Gobierno de Arag�n, cuyos I.P. son los mismos autores.

[2] Marta Lazo, C., 2005, desarrolla el an�lisis de la mirada infantil como mirada activa en el contexto de recepci�n televisivo, en La televisi�n en la mirada de los ni�os. Madrid: Fragua.

[3] La televisi�n entendida como medio que ha �vampirizado� el resto de los medios y muchas de las manifestaciones culturales de otras �pocas y de las presentes, lo ha ampliado el grupo Spectus, 2004, en su obra M�scaras y espejismos: una aproximaci�n al impacto medi�tico. Madrid: Ediciones de la Torre.

[4] Gabelas Barroso, J.A., 2005, profundiza en este concepto en  �Televisi�n y adolescentes: una controvertida y pol�mica relaci�n�, en Comunicar, Revista Cient�fica Iberoamericana de Comunicaci�n y Educaci�n 25, Huelva, noviembre, pp. 137-146.

[5] Esta cita corresponde a una de las conclusiones que Livingstone presenta resultado del trabajo EU Kids Online, perteneciente a 18 equipos de investigaci�n en toda Europa.  Este estudio avala una de las conclusiones de nuestra investigaci�n en la que corroboramos que el desconcierto y miedo que sienten los padres y madres con las nuevas pantallas, se debe en gran medida a sus escasas competencias en el conocimiento de las mismas.

FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAF�AS:

Gabelas Barroso J.A. y Marta Lazo, Carmen (2008): "Modos de intervenci�n de los padres en el conflicto que supone el consumo de pantallas", en Revista Latina de Comunicaci�n Social, 63, p�ginas 238 a 252. La Laguna (Tenerife): Universidad de La Laguna, en
http://www.revistalatinacs.org/_2008/19_25_Zaragoza/Gabelas_y_Marta.html
DOI: 10.4185/RLCS-63-2008-763-238-252