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Revista
Latina de Comunicaci�n Social 61enero � diciembre
de 2006 |
Edita: LAboratorio de Tecnolog�as de la Informaci�n
y Nuevos An�lisis de Comunicaci�n Social |
FORMA
DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAF�AS, SEG�N LA APA: [Revisor/ra: Es un art�culo que contribuye en el desarrollo del periodismo como ciencia. La discusi�n sobre el periodismo c�vico y la convergencia digital es bastante apropiada. El autor o autora, lejos del determinismo tecnol�gico, busca base te�rica para discutir los puntos positivos y negativos de la revoluci�n tecnol�gica y sus efectos en los medios de comunicaci�n... Describe su punto de vista con riguroso criterio cient�fico.] Los valores del periodismo en la convergencia digital: civic journalism y quinto poder The Values of Journalism in the Digital Convergence: Civic Journalism and Fifth Power
Dra.
N�ria Almiron Roig
� [C.V.] Resumen:
La convergencia digital est� teniendo repercusiones de enorme magnitud
sobre la profesi�n period�stica. Entre ellas la modificaci�n
de los patrones de producci�n, distribuci�n y consumo de
la informaci�n y, para algunos, tambi�n, lo que podr�amos
denominar la creaci�n de una nueva versi�n de periodismo,
el periodismo c�vico. Todo ello repercute, a su vez, directamente,
sobre la crisis de credibilidad del periodismo tradicional. Este art�culo
reflexiona acerca de si la convergencia digital fortalece o debilita los
valores del periodismo y si puede considerarse que las nuevas tecnolog�as
favorecen la creaci�n o consolidaci�n de un nuevo periodismo
y de un quinto poder �una plataforma en posici�n de multiplicar
la transparencia informativa al convertirse en vigilante de los vigilantes.
Para la autora la actual crisis de valores del periodismo s�lo
se resolver� protegiendo el ejercicio de esta profesi�n,
por su responsabilidad social, o bien asumiendo la p�rdida de su
funci�n democr�tica �con las consecuencias que ello
puede tener para nuestros sistemas sociopol�ticos. Abstract: Digital Convergence is having a big impact on the journalism profession. It alters the patterns of information production, information distribution and information consumption. For some, it�s also generating what could be called a new version of journalism, the civic journalism. All this has a direct impact on the credibility crisis suffered by traditional journalism. This paper tries to answer two questions. First, does digital convergence strengthen or weaken the values of journalism?; Second, do new technologies favour the creation and consolidation of a new journalism and of a Fifth Power or info-communicative platform, able to multiply information transparency by becoming the watcher of the watchers? According to the author, the current crisis of values of journalism will only have a chance to be overcame by protecting the professional practice, due to its social responsibility, or assuming the lost of its democratical function �altogether with the consequences that this may have on our sociopolitical systems. Key Words: Information and Communication Technologies, ICT � digital convergence � civic journalism � participative journalism � values crisis � fifth power � independent platforms � journalism profession � information consumption � credibility. Sumario: 1. Introducci�n. 2. La funci�n del periodismo y los elementos o valores que definen a la profesi�n. 3. Los valores del periodismo frente a la convergencia digital. 4. La crisis de los valores del periodismo. 5. Civic Journalism: Periodismo 3.0 o periodismo c�vico. 6. Las plataformas independientes: el embri�n de un quinto poder. 7. Conclusiones. 8. Bibliograf�a. 9. Notas. Summary: 1. Introduction. 2. The role of journalism and the elements or values that define the profession. 3. The values of journalism in front of the digital convergence. 4. The crises of the values of journalism. 5. Civic journalism: journalism 3.0. 6. The independent platforms: the 5 th power seeds. 7. Conclusions. 8. References. 9. Notes.
En el extremo opuesto, numerosos profesionales de medios tradicionales han considerado y hecho p�blicas sus esc�pticas, cuando no reticentes, visiones del resultado de tal convergencia. En las interpretaciones m�s radicales, las nuevas tecnolog�as no aportar�an nada nuevo a la profesi�n period�stica, en la medida que lo esencial de �sta, sus elementos principales, no se ven alterados en forma alguna por la convergencia digital. La convergencia ser�a exclusivamente tecnol�gica, estructural, si se quiere, pero en modo alguno afectar�a a los objetivos de la profesi�n period�stica, a sus cimientos y a sus valores o, en su defecto, incluso los da�ar�a. El periodismo tradicional seguir�a siendo imprescindible en las sociedades democr�ticas para garantizar la libertad de sus individuos. Lo que proponemos a continuaci�n es analizar los argumentos que subyacen bajo estas dos visiones y confrontarlos entre s�. Para ello se empezar� definiendo el marco de an�lisis: cu�les son los elementos o principios esenciales de la profesi�n period�stica y qu� implicaciones tienen para ellos las nuevas tecnolog�as y en especial la convergencia digital. Este contexto estar�a incompleto sin el an�lisis de la situaci�n actual, en crisis, del periodismo con respecto a esos principios esenciales. A continuaci�n se evaluar� la noci�n de periodismo c�vico y su papel en el periodismo actual as� como la potencial creaci�n de un quinto poder en forma de nuevos medios fiscalizadores de los tradicionales. 2. La funci�n del periodismo y los elementos o valores que definen a la profesi�n De la importancia de los medios de comunicaci�n en un Estado de derecho han teorizado muchos fil�sofos y soci�logos pol�ticos desde Alexis de Tocqueville (1805-1859). �La prensa es, por excelencia, el instrumento democr�tico de la libertad�, afirm� el ahora reivindicado pensador franc�s (Tocqueville: 1989: 389). La libertad de prensa, arg��a Tocqueville, constituye un recurso democr�tico de la mayor importancia para constituir una opini�n p�blica independiente que act�e de salvaguarda de las libertades. Y para que haya opini�n p�blica se requiere en primer lugar que haya libertad de opini�n y, a su vez, para que las opiniones libremente formuladas circulen r�pidamente y tengan una aut�ntica repercusi�n en una sociedad igualitaria, el recurso m�s apropiado es lo que hasta ahora denomin�bamos la prensa (Ros: 250), actualmente en proceso claro de redefinici�n por causa de la convergencia digital. Desde Tocqueville, los medios de comunicaci�n como sector de producci�n han pasado por distintas etapas en una evoluci�n que ha recorrido un largo camino no siempre acorde con la noci�n del pensador franc�s (ver por ejemplo Curran, 2002: 13-86). Sin embargo, actualmente, es una axioma aceptado de forma bastante consensuada que el prop�sito principal del periodismo deber�a ser proporcionar a los ciudadanos la informaci�n que necesitan para ser libres y capaces de gobernarse a s� mismos. As� lo defin�an por ejemplo Bill Kovach y Tom Rosenstiel en la obra que plasmaba los resultados de un estudio realizado por el Project for Excellence in Journalism y el Comitee of Concerned Journalists (Kovach y Rosenstiel: 2003: 24). En este estudio, realizado a partir de entrevistas con periodistas estadounidenses, se intent� averiguar cuales eran los elementos esenciales que deb�an caracterizar al periodismo en opini�n de sus profesionales y los resultados mostraron nueve rasgos en los que todos los entrevistados coincid�an inusitadamente. Seg�n los periodistas estadounidenses, la profesi�n debe regirse por nueve principios: Buscar
la verdad. En conjunto, convenientemente matizados, estos elementos pueden constituir un referente de valores b�sicos �como ideales perseguibles� del ejercicio del periodismo. Los propios autores se encargan de realizar la imprescindible matizaci�n, a la que sumamos aqu� la propia para poder tomar los resultados de su investigaci�n como un corpus del que poder partir para nuestra reflexi�n. Sin duda, la principal puntualizaci�n debe realizarse a la formulaci�n del primer principio. Kovach y Rosenstiel ya dejan claro que �Buscar la Verdad� no significa caer en la trampa de la objetividad. El periodista, sujeto en s� mismo, no puede ser objetivo, pero, seg�n estos autores, s� puede serlo su m�todo. Perseguir la mejor versi�n posible de la verdad empleando un m�todo de trabajo objetivo tampoco significa dejar que hablen los hechos. Los hechos por s� solos pueden no transmitir la verdad, de forma que la interpretaci�n de los mismos es necesaria, siempre y cuando sea desinteresada. Esta funci�n de b�squeda de la verdad de forma desinteresada (objetivamente, con un m�todo) es lo que diferencia al periodismo de otras formas de comunicaci�n seg�n Kovach y Rosenstiel. Y nos parece �ste un precepto con el que se puede estar muy de acuerdo. Sin embargo, la formulaci�n del principio como b�squeda de la �mejor versi�n posible de la verdad� no deja de reconocer impl�citamente la existencia de Una �nica Verdad perseguible, algo que implica una objetivaci�n subyacente del hecho. Es decir, la creencia en que los hechos son objetivables o, para ser m�s exactos, que hay algo o alguien que aporta el par�metro definitivo para su objetivizaci�n. Parece mucho m�s sensato, no obstante, formular el principio como de b�squeda de la mejor informaci�n posible, tal y como defiende el profesor Francesc Burguet en su magn�fica obra sobre las trampas del periodismo, donde se argumenta profusamente que la mejor informaci�n no es la que pretende ce�irse a los hechos, sino aquella que los contextualiza, explica e interpreta (Burguet, 2004). Kovach y Rosenstiel vienen a decir lo mismo pero no consiguen desprenderse de la ret�rica de la verdad de la potente escuela positivista norteamericana. El resto de principios vendr�an a definir ese m�todo que, objetivo o no, aportar�a unas m�nimas garant�as de la honestidad del trabajo period�stico. En primer lugar se propone la lealtad, pues a qui�n debe lealtad el periodista tambi�n le define como tal. Si la lealtad es para cualquier otro que no sea el lector, oyente o telespectador, no se est� ejerciendo periodismo sino que se est�n haciendo otras cosas (por ejemplo propaganda, publicidad, negocios). Kovach y Rosenstiel llegan a afirmar que no traicionar esa lealtad con el ciudadano es la fuente de la credibilidad del periodismo y su mejor activo. En segundo lugar se exige la verificaci�n, pues verificar una informaci�n antes de hacerla p�blica es lo que diferencia al periodismo del entretenimiento, la propaganda, la ficci�n o el arte. La verificaci�n, a su vez, requiere de un m�todo, para que los aspectos personales o culturales no interfieran en la veracidad de las noticias. Subsiguientemente, debe mantenerse una independencia con respecto a aquellos de quienes se informa y ejercerse una vigilancia o funci�n de control hacia los agentes que ostentan el poder en la sociedad. El periodismo debe constituirse as� mismo en foro p�blico, esto es, en foro plural, proporcionando un espacio de cr�tica y comentario de todas las tendencias ideol�gicas. La funci�n de los medios como espacios de foro p�blico fortalece a la democracia al posibilitar la expresi�n de la pluralidad. Por otro lado, el principio de que el periodismo debe ofrecer informaciones sugerentes y relevantes es especialmente significativo. Con ello se hace referencia a la necesidad del periodismo de ocuparse de los temas importantes y de explicar por qu� lo son. Pero adem�s, el periodismo debe abordar los temas de forma exhaustiva y proporcionada, lo cual distingue a la informaci�n importante de la intrascendente �para evitar la confusi�n que genera, por ejemplo, una cobertura desproporcionada de hechos que afectan estrictamente a la vida privada de las personas. Por �ltimo,
el noveno principio expresado por los periodistas estadounidenses vendr�a
a ser la plasmaci�n de una evidencia. La responsabilidad de los
periodistas con su propia conciencia, y su obligaci�n de no traicionarla
ni permitir que sus empleadores no la respeten, ser�a un requisito
previo para cualquiera que pretenda seguir los principios anteriores.
Ahora bien, se traduce de todo lo anterior que no ser�a un requisito
suficiente, porque la honestidad no se basta sin un m�todo. Del
mismo modo que el m�todo no es suficiente si no existe un comportamiento
honesto. Todo lo cual est� verbalizado de forma te�rica
e impecable por Burguet, en su prolija defensa de que no puede haber �tica
sin competencia �ni competencia sin �tica�en la pr�ctica
period�stica honesta, pues tan peligroso es un manipulador competente
como un honesto incompetente: Atendiendo a estos nueve principios, definidos en la direcci�n apuntada, es posible trazar un an�lisis de la salud del periodismo actual �algo que realizan Kovach y Rosenstiel, concluyendo que los valores del periodismo actual est�n en crisis�. Pero tambi�n es posible realizar un an�lisis comparado de los mismos para dilucidar cu�l es su interrelaci�n con la convergencia digital; para detectar, en suma, qu� implicaciones tienen las nuevas tecnolog�as de la informaci�n y la comunicaci�n (TIC) en ellos. La cuesti�n que se plantea es, pues, si las nuevas tecnolog�as de la informaci�n y la comunicaci�n provocan y/o aceleran esta crisis de valores de la profesi�n period�stica o si, por el contrario, constituyen un aliado valioso para luchar contra ella. La cuesti�n que, en definitiva, se pretende aclarar es si la convergencia digital motiva el debilitamiento de los elementos esenciales del periodismo o si, por el contrario, los fortalece. Atendiendo a lo anterior, tambi�n, es posible observar que tanto los m�s tecn�filos como los m�s tecn�fobos, cuyas posturas esboz�bamos vagamente al inicio de este art�culo, comparten una misma visi�n, a saber: que para considerar a algo periodismo deben satisfacerse buena parte de �cuanto no todos�los criterios anteriores. Podr�amos decir que unos y otros defienden los mismos valores, o la existencia de unos valores comunes cuanto menos �de ah� el consenso demostrado en el estudio citado�, pero les diferencia el peso que las TIC tiene en ellos. Mientras que para los primeros el periodismo est� en crisis y s�lo puede ser salvado por las tecnolog�as o, en su defecto, el periodismo que permiten las TIC es el �nico que recupera el sentido de la profesi�n; para los segundos, las TIC, y sus nuevas f�rmulas, no pueden salvar al periodismo, e incluso pueden acabar de socavar sus principios fundamentales [3]. El verdadero papel de las TIC y de la convergencia digital en el ejercicio del periodismo se erige pues como factor clave para dilucidar lo que le est� sucediendo a la profesi�n. 2. Los valores del periodismo frente a la convergencia digital Del estudio realizado para un seminario impartido a periodistas colombianos en 2005 con respecto a los citados principios b�sicos del ejercicio del periodismo, se desprendieron distintas implicaciones negativas y positivas de la convergencia digital con los valores del periodismo, que se presentan sintetizadas a continuaci�n [4]. En primer lugar, con las TIC, y con Internet en particular, las versiones de los hechos (la verdad de Kovach y Rosenstiel) en circulaci�n se multiplican exponencialmente, gener�ndose versiones infinitas de lo que llamamos realidad. Y �dada la falta de fiabilidad de las nuevas fuentes de informaci�n� (Echeverria: 1999: 319), la convergencia digital conduce a un aumento todav�a mayor de la confusi�n. Pero si bien es cierto que tenemos infinitas versiones de la informaci�n a nuestro alcance tambi�n es cierto que, entre ellas, casi siempre se encuentra tambi�n a nuestro alcance la mejor versi�n posible. O, cuanto menos, la mayor informaci�n disponible permite aumentar las posibilidades de conseguir la mejor versi�n posible de un hecho, entendiendo por mejor aquella que atienda de forma m�s rigurosa al contexto impl�cito y expl�cito del mismo (Burguet, 2004: 223-240). En segundo
lugar, las TIC generan una revitalizaci�n de la trampa de la objetividad.
La posibilidad de que todos tengamos acceso a los hechos fomenta un periodismo
de los hechos, fundamentado en el �escepticismo epistemol�gico�
(Kovach y Rosenstiel, 2003: 56): dado que la verdad no existe, remit�monos
s�lo a los hechos. Pero los hechos pueden resultar insuficientes
incluso para trasladar algo lejanamente pr�ximo a una informaci�n
honesta. Es preciso informar de la �intenci�n� que esconden
los hechos (Burguet, 2004: 148). Para Burguet, la objetividad adem�s
de imposible es �insuficiente�, porque los datos reclaman ser
interpretados para que el receptor de la informaci�n pueda saltar
de su significado inmediato, a menudo insustancial, a su sentido profundo,
contextual (Ibid: 129). Por otro
lado, y parad�jicamente, la tecnolog�a puede llegar a debilitar
el proceso de verificaci�n period�stico. A medida que los
periodistas pasan m�s y m�s tiempo tratando de sintetizar
la cada vez mayor afluencia de datos que facilitan las fuentes cada vez
m�s numerosas (todo ciudadano con capacidad de volcar informaci�n
en las redes es una fuente potencial), existe el riesgo de que lleguen
a desempe�ar un papel m�s pasivo, de que lleguen a ser meros
receptores de la informaci�n que fabrican otros. Existe el peligro
que el viejo periodismo de verificaci�n sea sustituido por un periodismo
de pura �aserci�n� (Kovach y Rosenstiel, 2003: 109).
En cuarto lugar se experimenta hoy en Internet una proliferaci�n de actos comunicativos que confunden con la bandera de la independencia. Las nuevas actividades comunicativas e informativas surgidas en Internet, especialmente los Weblogs, confunden al reivindicar para s� una independencia presuntamente superior a la del periodismo tradicional. Muchas ocultan, sin embargo, un apoyo, e incluso una financiaci�n, de ideolog�a nada neutra, mientras la mayor�a confunden la ausencia de fuentes de financiaci�n con la ecuanimidad, la objetividad o la equidad. Pero no basta con no recibir dinero de nadie para ser independiente. La independencia en periodismo est� formada por otros elementos, adem�s de por un modelo de financiaci�n cuya l�gica no predomine por encima de los objetivos del periodismo. Est�n tambi�n la transparencia (no ocultar la fidelidad a determinados principios), el distanciamiento personal (a fin de mantener la claridad de ideas y hacer valoraciones independientes) y el compromiso personal (la conciencia de responsabilidad social). La blogosfera no garantiza autom�ticamente ninguno de ellos. Sin embargo, la tecnolog�a aporta, paralelamente, mayores posibilidades de distanciamiento del periodista. Distanciamiento proporcionado por la mayor disposici�n de fuentes, canales de verificaci�n, contactos e interacci�n con otros profesionales. Distanciamiento que puede, no obstante, correr el peligro de derivar en aislamiento si como descubre David Randall el mayor n�mero de canales de informaci�n digitales impiden que el periodista salga a la calle lo suficiente (Randall, 2005). En quinto lugar, el modelo econ�mico de organizaci�n dominante que se ha impuesto a lo largo del siglo XX en la industria de la comunicaci�n tiende a lo que los estadounidenses denominan el corporate media (McChesney, 2005 y Artz y Kamalipour, 2003), la integraci�n de los medios de comunicaci�n en corporaciones de enormes dimensiones cuyas actividades principales se realizan crecientemente en sectores distintos al de la comunicaci�n. En Espa�a, los conglomerados de comunicaci�n todav�a no han diversificado tanto sus actividades como para constituirse en corporate media pero se rigen principalmente por los mismos objetivos de rentabilidad empresarial (Reig: 1998: 35-149). �objetivos muchas veces incompatibles con los criterios period�sticos que deben primar en las empresas de comunicaci�n. La llegada de las TIC no s�lo no acaba con este modelo (como afirma Robert McChesney, �merely having the ability to launch a website does not magically transform the media system�, 2005: 17) sino que constituye en realidad parte del mismo (�la nueva sociedad que surge de ese proceso [la revoluci�n tecnol�gica] es tanto capitalista como informacional� afirma Manuel Castells quien reconoce que, si bien no puede reducirse a la simple expresi�n de los intereses capitalistas, esta revoluci�n tecnol�gica es �remodelada en su desarrollo y manifestaciones por la l�gica y los intereses capitalistas�, Castells: 1998: 39). De modo que las TIC, base y sustrato de la actual econom�a informacional, si algo hacen a priori es fortalecer el modelo econ�mico dominante de organizaci�n de la industria de los medios de comunicaci�n m�s que debilitarlo [5] y por ello la funci�n democr�tica del periodismo sigue igual de amenazada o incluso m�s. Y ello es as� porque la propiedad de los medios de comunicaci�n permite hoy, con su convergencia y ubicuidad, controlar m�s que nunca la versi�n de los hechos que se extiende. As� que el modelo de organizaci�n econ�mica no cambia por la revoluci�n digital pero, no obstante lo anterior, la tecnolog�a nos dota de m�s herramientas para la fiscalizaci�n. Efectivamente, la funci�n de fiscalizaci�n de los poderes p�blicos y privados es mucho m�s viable hoy gracias a las tecnolog�as de la informaci�n y la comunicaci�n. La contabilidad p�blica de las empresas, la normativa vigente, las declaraciones oficiales �sea cual sea su sede de emisi�n geogr�fica� est�n a unos pocos clics de distancia. Y no es menos cierto que las TIC afectan de lleno al modelo de negocio de las industrias basadas en la explotaci�n de los derechos de autor o copyrights, vinculadas en algunos casos a grupos de comunicaci�n. Los propios medios de comunicaci�n tienen problemas para aplicar su modelo tradicional de negocio a Internet, para algunos incompatible con la red [6] �aunque esto �ltimo no significa que el modelo de organizaci�n econ�mica de la industria de los medios, basado en criterios estrictamente comerciales y amparado por grandes estructuras empresariales, se vea por el momento alterado. En sexto lugar, la tecnolog�a tambi�n crea la falsa ilusi�n de la innecesariedad del periodista. Innecesariedad en un doble sentido: por la supuesta prescindibilidad de los intermediarios en una era en la que todos, aparentemente, tenemos el mismo acceso a la informaci�n, por un lado; y, tambi�n, por la aparente posibilidad de que cualquiera, al disponer de la informaci�n y de acceso al canal, pueda actuar de intermediario. Pero, retomando lo dicho antes, los hechos per se no bastan y es inveros�mil esperar que los ciudadanos lleven a cabo la ardua tarea de identificar todos los contextos posibles, expl�citos e impl�citos, para poder interpretar los hechos de los que tengan conocimiento. Y si, adem�s, la tarea de los periodistas viene a ser sustituida por foros sin consideraci�n por los hechos y por debates basados en los prejuicios, las creencias personales y las suposiciones estaremos sustituyendo espacios informativos por otra cosa, ll�mese tendenciosidad, libertad de expresi�n o simple �provocaci�n� (Kovach y Rosenstiel, 2003: 187). Bien al contrario, ante la falsa ilusi�n de innecesariedad del periodista, podemos afirmar lo contrario: en el marco de la convergencia digital el periodista es m�s necesario que nunca. Lo es para ampliar el contexto y la interpretaci�n de las noticias en una sociedad sobrecargada de informaci�n y de versiones de la verdad pero con �una capacidad interpretativa� disminuida porque la mayor�a de sus individuos se mantiene en �su �cueva cibern�tica�, sin conocimiento de la realidad profunda de lo que tiene ante s� y de los mensajes que recibe�; es decir, desconociendo en gran medida �las claves de las intencionalidades informativas y de las pol�ticas de comunicaci�n, as� como el entramado de la econom�a pol�tica de la informaci�n y la comunicaci�n� (Reig, 2001: 227 y 211). Adicionalmente,
las nuevas tecnolog�as se caracterizan por muchas cosas pero, sin
duda, uno de sus rasgos m�s visibles es la aceleraci�n que
imprimen a todos los procesos. La velocidad es tal que posibilita la inmediatez
y el tiempo real, y ambas cualidades, en periodismo, son sin�nimas
de rentabilidad pero tambi�n disparan la competitividad [7].
No es exagerado afirmar que en muchos casos la velocidad se acaba convirtiendo
en un fin en si misma. As�, lo urgente puede acabar restando fuerza
a lo importante y la prisa por informar o comentar, sustituyendo a la
verificaci�n. No son pocos los que piensan que, con frecuencia,
la revoluci�n de las comunicaciones afecta m�s a la mera
transmisi�n que a su recopilaci�n. Las TIC pueden servir,
en definitiva, para espolear la tendencia de desear ser los primeros en
informar de algo, aunque sea al precio de restarle rigor y verificaci�n. Por �ltimo,
con las nuevas tecnolog�as se experimenta una falsa ilusi�n
de amplitud del foro. La amplitud del foro �supuesto garante del
pluralismo que debe reflejar el periodismo para ejercer su funci�n
democr�tica�no aumenta autom�ticamente el abanico informativo.
Las TIC podr�an de este modo estar ayudando a alimentar lo que
el profesor Reig denomina la din�mica del �pluralismo aparente�
(Reig, 2001: 220) o del �pluralismo aplural� (Reig, 1995), din�micas
que se explican con la frase de Guillem Giron�s: �Los medios
de informaci�n no se distinguen por lo que dicen �todos lo
mismo�sino por lo que callan� (en Reig, 2001: 229). Y desgraciadamente
ese lo mismo no siempre es relevante ni se explica proporcionadamente.
A pesar de que es evidente que la amplitud del foro no garantiza la relevancia
del contenido informativo ni su proporcionalidad, a menudo parece olvidarse
que la tecnolog�a no basta para garantizar el pluralismo. 3. La crisis de los valores del periodismo La convergencia digital ha tenido consecuencias evidentes en la forma en como se produce, distribuye y consume la informaci�n a lo largo de los �ltimos veinte a�os. Desde la aparici�n de los ordenadores personales a principios de la d�cada de 1980 �que, entre otras cosas, dej� sin trabajo a miles de tip�grafos al adoptarse la tecnolog�a inform�tica para la composici�n de los textos� hasta la creaci�n de la World Wide Web a principio de la de 1990 �que unific� todas las redes de comunicaciones del planeta� se sucedieron profundas transformaciones. Tecnolog�as de comunicaci�n esenciales en el periodismo como los teletipos y el fax quedaron obsoletas y las redacciones conectaron todos sus puestos de trabajo entre s� y �stos con el exterior. La proliferaci�n de nuevos medios de comunicaci�n gracias a la ubicuidad y el abaratamiento de la tecnolog�a confirm� los peores augurios: en pleno inicio de la expansi�n de Internet, David Randall reconoc�a que el primer paso para clarificar las ideas era �aceptar que, en un mundo donde los medios alternativos de comunicaci�n est�n proliferando a un ritmo acelerado, la difusi�n general de los peri�dicos descender� (Randall, 1999: 246). Efectivamente descender�a, pero en Espa�a lo har�a, al menos hasta hoy, m�s por efecto de los nuevos peri�dicos gratuitos �impresos y distribuidos en papel y a trav�s de Internet� que por causa y efecto de la aparici�n de los llamados peri�dicos digitales, la prensa tradicional o nueva distribuida a trav�s de Internet (Cerezo y Zafra, 2003). El modelo de negocio de los peri�dicos tradicionales �que no el sistema econ�mico de organizaci�n del sector� puede estar en crisis �o no, pues algunos est�n empezando a rentabilizar sus versiones digitales (Pisani, 2005)�, pero de lo que no cabe ninguna duda es del dif�cil cumplimiento en el contexto actual de buena parte de los valores que defin�amos anteriormente como esenciales para la pr�ctica period�stica. Estos valores son harto incalcanzables en el actual escenario, el del periodismo corporativizado �o de mercado� (Kovach y Rosenstiel, 2003: 44) que supone la sumisi�n de la empresa period�stica a criterios de mercado y amenaza con disolver al periodismo independiente en la l�gica empresarial movida exclusivamente por criterios comerciales. La crisis del periodismo es pues una crisis eminentemente de valores, que lo llevan a estar �cada vez m�s disociado de cualquier noci�n de responsabilidad c�vica� [8]. Para Kovach y Rosenstiel la crisis de los valores del periodismo no se debe sin embargo a las TIC ni a Internet sino principalmente a la corporativizaci�n de los medios: �La fusi�n de empresas period�sticas amenaza la supervivencia de la prensa como instituci�n independiente a medida que el periodismo se convierte en una actividad subsidiaria dentro de grandes corporaciones que basan su gesti�n en otros objetivos�(Ibid: 45) �esencialmente econ�micos, cuantitativos, y no de responsabilidad c�vica o cualitativos. Pero que las TIC no sean las causantes directas de la crisis del periodismo no significa que no contengan amenazas para el mismo. El an�lisis del apartado anterior muestra tantas oportunidades como peligros en lo que constituye un reflejo de la ausencia total de determinismo [9]. En este sentido, asumimos como propias las palabras de Robert McChesney al respecto de la revoluci�n digital y su mitificaci�n: �The (�) myth is that the Internet will set us free. We have no reason to worry about corrupt policymaking, corporate control, lousy journalism, or hypercommercialism because the advent of the Internet ends the problem of broadcast scarcity (�) and means that everyone communicates on a relatively equal playing field. (�) Anyone can launch a blog or website to finally compete with the big guys. It is just a matter of time until the corporate media dinosaurs disappear beneath the tidal wave of new media competition� (McChesney, 2005: 17). Mito que se enfrenta a esta realidad: �The Internet and the digital communication revolution are in fact radically transforming the media landscape, but how they do so will be determined by policies, not by magic. (�). How the Internet develops in the future will have everything to do with policies, ranging from the application of copyright law through the allocation of spectrum for open wireless systems to policies that assist in the production of independent media content on the Internet. The one point that is already clear is that merely having the ability to launch a website does not magically transform the media system� (Ibid.). Como describe Sasha Costanza-Chock (2005: 259-274), las pol�ticas de comunicaci�n relativas a los medios de comunicaci�n se han globalizado para insertarse en el proceso global de desregulaci�n y liberalizaci�n en el que est� inmersa la econom�a del planeta desde la revoluci�n conservadora de 1980. Estas pol�ticas, progresivamente en manos de estamentos no democr�ticos internacionales [10], son las dise�adoras de un modelo organizativo econ�mico basado en lo que algunos autores denominan la corporatocracia �la alianza entre grandes gobiernos, bancos y corporaciones (Perkins, 2005). Se trata de un reducido grupo de agentes, entre los que destacan un grupo de grandes empresas multinacionales que basan su actividad en la concentraci�n, la globalizaci�n y la diversificaci�n. Es decir, en aumentar su tama�o tanto como sea posible, en distribuir y vender sus productos en todo el planeta y en ampliar sus actividades para diversificar riesgos. En s�ntesis, la actual crisis de valores del periodismo se enmarcar�a en una crisis m�s global, la crisis de la pol�tica que, por activa o por pasiva, ha conducido o permitido la mercantilizaci�n de una actividad clave para el correcto funcionamiento de las democracias modernas. Y siendo as�, bastar�a con que las pol�ticas de comunicaci�n aprovecharan las oportunidades que brindan las TIC para impulsar la recuperaci�n de los valores del periodismo. Pero esta ya es otra cuesti�n. Centr�monos a continuaci�n en esa mezcla de mitos y realidad referidos por McChesney. 4. Civic Journalism: Periodismo 3.0 o periodismo c�vico Uno de los fen�menos que m�s expectativas parece estar generando en t�rminos de influencia en el futuro del periodismo es el denominado como Periodismo 3.0 [11] o periodismo c�vico, concepto extendido especialmente a ra�z de la proliferaci�n de los cuadernos de bit�coras personales o Weblogs. Los defensores del mismo lo presentan actualmente como sucesor de la corriente de pensamiento nacida en la primera mitad del siglo XX y representada por el fil�sofo John Dewey, quien ya hablara de civic o public jornalism. Y al hacerlo, est�n impl�citamente erigi�ndose en alternativa frente a los herederos de Walter Lippman, su otrora antagonista intelectual. En 1922, Walter Lippman public� Public Opini�n (Lippman, 2003), un texto que tendr�a enorme influencia y en el que criticaba abiertamente cualquier modelo de democracia que situara excesivo poder en manos del p�blico. Su tesis era que la democracia participativa era impracticable y que el gobierno deb�a delegarse a los especialistas (pol�ticos aconsejados por t�cnicos). Lippman no divagaba, su obra iba acompa�ada de abundantes pruebas de los efectos de la propaganda pol�tica y la publicidad comercial sobre las ideas de la gente y arg��a que tales ideas no eran m�s que el resultado de una manipulaci�n. A este proceso de manipulaci�n de la conciencia lo denomin� �fabricaci�n del consentimiento�, una expresi�n que Noam Chomsky y Edgard S. Herman popularizar�an muchos a�os despu�s (Herman y Chomsky, 1988). En el ejercicio del periodismo, Lippman, periodista �l mismo, fue el impulsor del concepto de objetividad, cualidad que deb�a lograrse con la verificaci�n. El periodista era pues un especialista de la informaci�n y cualquiera no estaba en disposici�n de hacer su trabajo �o al menos de hacerlo objetivamente. En franca oposici�n a las tesis de Lippman y como r�plica directa a las mismas, John Dewey public� en 1927 The Public and its Problems (Dewey, 2004), un alegato a favor de la democracia participativa. Dewy no se opon�a a la idea de Lippman que la pol�tica, y el periodismo, deb�an estar en manos de los expertos, pero defend�a que los temas se discutieran p�blicamente, entre todos los ciudadanos, una vez se les hubiera informado sin manipulaciones. Dewey reconoc�a las dificultades de lo que propon�a pero abog� por aplicar m�s imaginaci�n �y m�s educaci�n y cultura�a los problemas. Lleg� a decir que la falta de confianza de Lippman hacia la democracia participativa era fruto de su falta de imaginaci�n �precisamente una de las acusaciones que los defensores del webloging lanzan actualmente contra sus cr�ticos. Los citados Kovach y Rosenstiel bien podr�an considerarse herederos de la b�squeda de la objetividad de Lippman, una b�squeda que es considerada una entelequia para los defensores del periodismo c�vico. Si bien los primeros recuerdan que tal objetividad no proviene del sujeto periodista, sino de su m�todo, lo cual les hace independientes incluso de sus propios prejuicios, los segundos defienden el compromiso, en forma de activismo social y pol�tico, de los blogs y se definen como plat�nicos. Frente al realismo de Lippman, cuya objetividad consideran ha fracasado, oponen el reino de las ideas: �Este nuevo periodismo es la manifestaci�n informativa de la Pol�tica 3.0. (�). La Pol�tica 3.0 es plat�nica, no aristot�lica. Es de ideas, no de hechos� (Varela, 2005). Entre Plat�n y Dewey, los defensores del periodismo plat�nico sit�an tambi�n en las ra�ces del fen�meno a Tom Paine, el activista norteamericano cuyos panfletos pol�ticos inspiraron al movimiento en pro de la independencia de los Estados Unidos en el siglo XVIII. Dan Gillmor, por ejemplo, lo hace en su libro We the Media (2005), donde define este �nuevo periodismo� como un periodismo de fuente abierta (open source journalism), colaborativo, personal, ciudadano (citizen reporter) o de base (grasroots journalism). La lectura de este texto, cuyo autor es un ac�rrimo defensor de los blogs, es reveladora pues pone de manifiesto la manifiesta confusi�n que se est� generando entorno al fen�meno y su vinculaci�n con el periodismo. No se afirma con esto que Gillmor est� confundido pero s� que su postura, y la de muchos otros, puede llevar a confusi�n, en la medida que no sea lo suficientemente expl�cita. En el caso de Gillmor, no es hasta las �ltimas p�ginas del citado libro cuando su autor aclara que su defensa del periodismo de fuente abierta se refiere exclusivamente al uso que los periodistas puedan hacer de Internet y, m�s en concreto, de los blogs. La conversaci�n en que se convierte el periodismo, la colaboraci�n y participaci�n ciudadana, la construcci�n de las noticias por parte del p�blico que se defiende en el libro, lo es siempre canaliz�ndose a trav�s de un periodista. Gillmor no s�lo reconoce que cualquiera no puede ejercer de periodista (�Being a reporter involves some basic practices�; Gillmor, 2005: 189), sino que reivindica la figura del editor que valida el trabajo de sus periodistas: And we
still need editors. (�) En realidad Gillmor, a pesar de su ret�rica apasionada reconoce que estos nuevos formatos no son nada nuevo. O, mejor dicho, que lo �nico nuevo de los mismos es su car�cter global y su tempo: �Blogs and other modern media are feedback systems� (Ibid.: 217), algo que ya eran los peri�dicos y la radio antes que ellos, afirma. Y aunque Gillmor termine su libro con un alegato que pueda llevar a error (�You can make your own news. We all can�, Ibid.: 241), en las p�ginas inmediatamente anteriores no deja lugar a dudas: el cambio est� en la actitud de los periodistas y los medios (�journalists must (�) embrace the technology that makes collaborative reporting posible�, Ibid.: 130) y en la actitud de los ciudadanos (�they must be active users of news, an not mere consumers�, Ibid.: 238), no en la desaparici�n de los periodistas y los valores de la profesi�n. El periodismo open source de Dan Gillmor no es m�s que el periodismo de siempre, basado en sus principios elementales, pero mejorado y ajustado a las necesidades de la sociedad gracias al multiplicado feedback ciudadano que permite la tecnolog�a (y que ni siquiera es nuevo: �Inviting the audience to contribuye isn�t a new phenomenon�, Ibid.: 120). El mejor ejemplo de lo que Gillmor entiende por open source journalism se ecuentra al final del texto, cuando el autor narra c�mo en su confecci�n aplic� expl�citamente las t�cnicas del periodismo de c�digo abierto que promueve en sus p�ginas; lo cual no significa que fueran sus lectores los que le escribieran el libro sino que, tras publicar en su blog los borradores de los cap�tulos, los lectores los leyeron y dieron sus opiniones. Y uno de estos lectores le replic� con una interesante observaci�n que hacemos nuestra: �If what you are describing is truly tomorrow�s journalism, I fear that democracy is doomed. I lead with this alarmist statement because as I understand what you�re describing only a tiny elite engages with political/news blogs; democracy needs a tomorrow�s journalism that reaches and activates a broad audience. (�). The sad truth is, most people are passive consumers of news who, because of the insider jargon blogs tend to be written in, couldn�t decipher most blogs even if they signed on; the segment of the citizenry that are savvy and proactive newsseekers is very small, and I don�t expect that to change much� (Ibid.: 244). Es decir, que si la democracia depende del periodismo socializado gracias a las TIC entonces est� perdida porque el fen�meno es tremendamente elitista, esto es, s�lo una minor�a de ciudadanos parece estar dispuesta a realizar esta implicaci�n intelectual. De los 190.000 blogs que hab�a en Espa�a en 2004, los ocho millones generados por estadounidenses o el mill�n publicado por franceses (Varela, 2005), por poner algunos ejemplos, apenas una muy �nfima parte puede ser considerada habitante �de la opini�n p�blica cr�tica e lustrada, que desde la Escuela de Frankfurt describiera J�rgen Habermas, unos a�os despu�s de Dewey� (Ibid.). En realidad, la mayor�a practican un solipsismo digital harto intrascendente. S�lo un peque�o porcentaje realiza una actividad que pueda ser calificada como de pseudoperiodismo o actividad comunicativa con vocaci�n informativa e interpretativa, y cuyo an�lisis permita llegar a la conclusi�n de que, si bien no constituyen un ejercicio period�stico, pueden ser un buen complemento a la informaci�n period�stica (Almiron 2004 y 2005). Obviamente la confusi�n no proviene de no distinguir entre blogs comprometidos (o pseudoperiod�sticos) y blogs no comprometidos (o intrascendentes), sino de la tendencia a considerar todo el fen�meno en su conjunto como algo m�s que la mera expresi�n personal de individuos m�s o menos informados, por el simple hecho de que esta expresi�n se realiza p�blicamente. La confusi�n procede de la tendencia creciente a otorgar categor�a de g�nero period�stico a lo que, en su mayor�a, hasta hoy, s�lo eran meras conversaciones privadas. La famosa frase de Lippman de que el periodismo no deb�a ser practicado por �testigos accidentales no entrenados� (Lippman, 2003) recobra todo su sentido con la actual tentaci�n de confundir compromiso con periodismo. Si bien para muchos el periodismo debe ser siempre una actividad realizada con compromiso, es evidente que no toda actividad comprometida es un ejercicio period�stico. Pero debido a que una parte de las aportaciones ciudadanas en Internet pueden ser consideradas de un modo u otro activismo, esto es, actividades comprometidas, y debido al car�cter y vocaci�n informativa e interpretativa de muchas de ellas, se genera una equ�voca asociaci�n que permite hacer c�balas a muchos sobre si el futuro del periodismo, en plena crisis de valores, pasa por desprofesionalizarse [12]. Pero el sentido com�n m�s bien parece indicar lo contrario: si queremos que el periodismo cumpla la importante funci�n de informarnos para hacernos libres se requiere de profesionales capaces de seleccionar, gestionar y trasladar honestamente contextualizada y contrastada la informaci�n relevante a los ciudadanos. No parece sensato que, porque unos determinados valores �consensuados como ideales�no puedan cumplirse por culpa de un determinado contexto �eminentemente econ�mico�, optemos por olvidar, cambiar o eliminar los valores en lugar de intentar modificar el contexto. Tampoco parece sensato que en una sociedad saturada de informaci�n en la que lo trascendente corre el riesgo de quedar sepultado por lo intrascendente se apele a la desprofesionalizaci�n de aquellos que m�s preparados est�n para gestionarla. Y todav�a parece menos sensato que se deje todo en manos de la interpretaci�n del �testigo accidental�, cuando es evidente que no puede haber interpretaci�n que se quiera de valor period�stico sino hay un conocimiento profundo y exhaustivo de los hechos. Todo parece indicar que el nuevo periodismo c�vico defendido por autores como Gillmor supone una convergencia muy positiva de las nuevas tecnolog�as con la actividad period�stica que no s�lo no hace entrar en crisis al periodismo tradicional, sino que puede tener implicaciones positivas para la lucha contra la crisis de los valores del mismo �que, como observ�bamos, no est� provocada por la tecnolog�a sino por la abierta contradicci�n existente entre la responsabilidad social de la profesi�n y su inserci�n en un entorno profundamente mercantilizado. Adicionalmente, que el concepto de periodista est� cambiando para abrazar una versi�n m�s socializada del mismo, gracias a la interactividad que permiten las TIC, no es sin�nimo de que cualquier ciudadano pueda ejercer de periodista. Sin embargo, la crisis de los valores del periodismo est� sirviendo de excusa para sobredimensionar actividades que ni son nuevas ni pretenden ser period�sticas y, al hacerlo, est� desfigurando su verdadera potencialidad. La cr�tica al periodismo corporativo no debe hacerse a costa de los valores ciudadanos de los blogs activistas. Parece evidente, pues, que las nuevas actividades informativas e interpretativas realizadas por ciudadanos en Internet pueden tener �cuando no persigan intereses espurios�valores c�vicos importantes para la democracia, pero en modo alguno pueden sustituir la funci�n democr�tica del periodismo. Estas actividades c�vicas tampoco pueden realizar una tarea rigurosa de fiscalizaci�n del poder �medios de comunicaci�n incluidos�, en la medida que no cuentan con la competencia ni los recursos para ello; lo cual no significa que, gracias a las redes que entretejen entre ellas, no puedan ejercer presi�n pol�tica y funcionar como lobbies ciudadanos. Sin embargo, la funci�n de un quinto poder, entendido �ste como agente fiscalizador del poder de los media, va m�s all� de esta capacidad de presi�n demostrada hasta hoy por los activistas digitales. No sucede lo mismo, por el contrario, con las mucho menos visibles plataformas profesionales o acad�micas independientes no exclusivamente vinculadas a Internet pero cuya tarea se ha visto multiplicada gracias a las TIC. 5. Las plataformas independientes: el embri�n de un quinto poder El famoso concepto de cuarto poder err�neamente atribuido a Edmund Burke �en realidad pronunciado por el periodista, pol�tico e historiador Thomas Babington Macaulay (1800-1859) para referirse al cuarto estamento de poder que representaba la prensa frente a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial�, constituye hoy en d�a una realidad decimon�nica, extempor�nea. No porque los medios de comunicaci�n no ejerzan poder, sino por la aspiraci�n de estos a convertirse en s� mismos en poder aut�nomo, m�s que en contrapoder en una balanza de poderes. Bernardino Hernando recuerda que esto sucede en Espa�a desde finales del siglo XIX, cuando �los peri�dicos no aspiraban tanto a oponerse a los excesos del poder pol�tico cuanto a convertirse ellos mismos en poder pol�tico� (Hernando, 2004: 80). Se va fraguando de este modo a lo largo de todo el siglo XX la necesidad de contrarrestar el peso de ese cuarto estamento con lo que algunos han denominado un quinto poder que, m�s recientemente, muchos han querido ver reflejado en la faz m�s libertaria de Internet. Sin embargo, tal posibilidad, a pesar de haberse revelado en diversas ocasiones como viable, ha tenido hasta hoy un resultado irregular y limitado [13]. Desprovistas del poder de seducci�n de Weblogs, confidenciales o peri�dicos de lectores, existen no obstante una serie de plataformas independientes cuya labor puede tener repercusiones de mayor calado. Por plataformas independientes entendemos aqu� al periodismo de investigaci�n no corporativizado y a la funci�n de vigilancia de los medios de comunicaci�n ejercidos por diversos agentes no gubernamentales e independientes del corporate media: publicaciones sin �nimo de lucro, periodistas freelance financiados por organizaciones filantr�picas, grupos o proyectos de profesionales financiados por fondos independientes y observatorios acad�micos de universidades p�blicas y privadas, principalmente. En Estados Unidos, donde los canales de financiaci�n independientes son mucho m�s abundantes que en Europa, estas plataformas realizan todav�a una tarea embrionaria pero las posibilidades que les brindan las tecnolog�as de la informaci�n y la comunicaci�n han vigorizado sus proyectos [14]. Es el caso de las publicaciones sin �nimo de lucro como Nieman Reports, la Columbia Journalism Review y la American Journalism Review �cuya funci�n principal como fiscalizadoras o vigilantes de los medios se ha visto fortalecida en todos los sentidos especialmente gracias a Internet. Watchdog Project, por ejemplo, es un proyecto de Nieman Reports creado en 1996 para ayudar a los periodistas a vigilar al poder pol�tico (�Questions the press should ask� es su lema) y en su sitio web cualquier periodista puede encontrar permanentemente actualizadas las cuestiones relevantes que deben ser planteadas a las fuentes de poder sobre los principales temas de actualidad, y es posible entablar una discusi�n online sobre ellas o sobre nuevas propuestas. En �ste y en otros casos, Internet ha multiplicado la repercusi�n de estas publicaciones haci�ndolas muchos m�s visibles tanto dentro como allende sus fronteras y permitiendo que sus pr�cticas sirvan de referente a otros. Los ejemplos de periodistas que han logrado una independencia real del corporate media y puedan realizar periodismo de investigaci�n sobre cuestiones relevantes son todav�a menos abundantes pero hay casos notables. En los Estados Unidos, el Center for Public Integrity, por ejemplo, destaca especialmente en este �mbito por su uso intensivo de las tecnolog�as. Se trata de un centro fundado en 1989 por Charles Lewis, ex productor del programa de televisi�n 60 Minutes de la CBS quien, junto a otros periodistas, decidi�, como ellos mismos explican en su p�gina web, extender �globally the Center's style of watchdog journalism in the public interest�. No acepta donaciones an�nimas ni de empresas, sindicatos o gobiernos y se autodefine como �a nonprofit, nonpartisan, tax-exempt organization that conducts investigative research and reporting on public policy issues in the United States and around the World�. El centro colabora en art�culos y reportajes, o los elabora directamente, sobre temas como la criminalidad empresarial, el tr�fico de armas, el terrorismo, los derechos humanos y la pol�tica militar de los EEUU. De hecho, desde 1990 ha destacado por la publicaci�n de m�s de 275 reportajes de investigaci�n y 14 libros pero tambi�n por su �nfasis en la utilizaci�n de las TIC por los periodistas. El Center for Public Integrity ha puesto las TIC al servicio de lo que ellos denominan Investigative journalist in the public interest y ha convertido, a su vez, a las TIC en target de sus investigaciones. El poder de la inform�tica y las posibilidades de difusi�n que permite las nuevas tecnolog�as son estudiados en sus talleres con el fin de maximizar la persecuci�n de su objetivo: un periodismo de servicio p�blico (public service journalism) Entre los grupos o proyectos independientes destacan el conocido Fairness and Acuracy in Reporting (FAIR), el Project for Excellence in Journalism y el Comit� of Concerned Journalism, estos dos �ltimos son autores conjuntos del estudio sobre los elementos principales del periodismo, citado por Kovack y Rosenstiel en su libro, y poseen proyectos en marcha que cuestionan la eficacia del periodismo corporativo. Con una tarea distinta pero igualmente fiscalizadora y vigilante, el National Security Archive es el mayor centro no gubernamental en volumen de informaci�n pol�tica confidencial del mundo. Este archivo, creado por periodistas e investigadores acad�micos para centralizar todos los documentos secretos que se van haciendo p�blicos gracias a la Freedom of Information Act, se ha convertido con los a�os en la biblioteca no gubernamental m�s grande del mundo especializada en documentos desclasificados por un gobierno. En los �ltimos a�os esta organizaci�n ha aplicado avanzadas t�cnicas inform�ticas a todos sus archivos, que incluyen ya m�s de dos millones de p�ginas, para ponerlos al servicio de otros periodistas e investigadores y del p�blico en general. Aunque probablemente el ejemplo m�s gr�fico de la creciente alianza entre periodismo y TIC en los �mbitos de la investigaci�n profesional y acad�mica sea el caso de David Burnham. Burnham, periodista de investigaci�n estadounidense y ex reportero del New York Times, lleva tres d�cadas especializ�ndose en la investigaci�n de archivos oficiales y es cofundador y codirector de la Transactional Records Access Clearinghouse (TRAC), una organizaci�n especializada en la recolecci�n, an�lisis y distribuci�n de datos procedentes de archivos gubernamentales asociada con la Universidad de Siracusa, creadora de programas inform�ticos que facilitan a los profesionales cualquier trabajo relacionado con la consulta y explotaci�n de los datos de archivos oficiales. Para ello, Burnham y sus socios han conseguido apoyo financiero de universidades y entidades sin �nimo de lucro, algunas de las cuales, en los Estados Unidos, est�n especializadas expl�citamente en el patrocinio del periodismo independiente del corporate media [15]. Finalmente, dentro y fuera de los Estados Unidos encontramos diversos observatorios de los medios de comunicaci�n no gubernamentales y no vinculados al corporate media especialmente en el seno de universidades e institutos acad�micos, como son los casos del Observatorio sobre la cobertura informativa de los conflictos y el Observatorio y grupo de investigaci�n sobre migraci�n y comunicaci�n de la Universidad Aut�noma de Barcelona. Y desconectado de la universidad, pero con participaci�n de investigadores vinculados a ella, destaca la iniciativa de �mbito mundial nacida en el Foro Social Mundial de 2003 y presentada directamente como un potencial quinto poder por sus fundadores, la bautizada como Media Global Watch con representaci�n por el momento en Francia y Venezuela. A pesar de su lento desarrollo, sus impulsores comparten con este art�culo la visi�n de que son las plataformas independientes de vigilancia de los medios las que tienen m�s virtudes para convertirse en fiscalizadores del poder de los medios en la era digital. 6. Conclusiones Los cambios que el ejercicio del periodismo ha experimentado en las dos �ltimas d�cadas a ra�z de la convergencia digital propiciada por las TIC en los medios de comunicaci�n son evidentes tanto en la organizaci�n del trabajo �en su producci�n y distribuci�n� como en su consumo. Ello est� teniendo repercusiones importantes en el modelo de negocio de los medios de comunicaci�n �por las inversiones en digitalizaci�n, tecnolog�a e infraestructuras de redes requeridas y por el reto que supone a modelos econ�micos tradicionales como el de la prensa�; y tambi�n en el ejercicio period�stico como profesi�n �ante la mayor interactividad, inmediatez, personalizaci�n y multimedia que permite�. Sin embargo, el modelo de organizaci�n econ�mica dominante no se ve alterado �e incluso sale reforzado�, y, por el contrario, se est�n sobredimensionando determinadas realidades cuyas sobrevaloradas expectativas podr�an neutralizar sus potenciales efectos positivos. En esta tesitura entre implicaciones positivas y negativas de la convergencia tecnol�gica, este trabajo apunta las siguientes conclusiones: 1. La crisis de valores del periodismo es independiente de las TIC y de Internet y est� causada por la enorme dificultad del periodismo de mercado �profundamente mercantilizado y con intereses aperiod�sticos, por su vinculaci�n a grandes corporaciones�de cumplir con los elementos principales de la profesi�n. Es posible afirmar, por ello, que el problema del periodismo actualmente no son las nuevas tecnolog�as ni es Internet, sino la corporativizaci�n de la empresa period�stica, su sumisi�n a criterios antit�ticos a una responsabilidad social que, incluso en pa�ses profundamente liberalizados, como los Estados Unidos, se asume de forma consensuada como exigencia subyacente a la profesi�n. 2. La convergencia digital no determina la direcci�n en la que se resolver� la crisis de valores del periodismo. Existen implicaciones muy positivas e implicaciones muy negativas de la interacci�n entre TIC y periodismo, pero la preeminencia de unas sobre otras �y que, por tanto, se agrave o neutralice tal crisis� no depende de las tecnolog�as ni del mercado. Depende exclusivamente de las pol�ticas de comunicaci�n que las autoridades pol�ticas decidan adoptar (u omitir) a cada momento. 3. El denominado periodismo c�vico, periodismo participativo, 3.0 o de base, supone una gesti�n muy positiva de la interactividad que permiten las nuevas tecnolog�as al periodismo. Sin embargo, la participaci�n ciudadana en los medios de comunicaci�n y la aceptaci�n, por parte de estos, de esta interacci�n no bastan para atajar la crisis de valores del periodismo. El motivo de ello es que el verdadero problema del periodismo es su p�rdida de credibilidad por su mercantilizaci�n, y que la ciudadan�a dispuesta a entablar una interacci�n de car�cter intelectual con los medios es s�lo una elite minoritaria. 4. Por otro lado, existe una notable confusi�n entre el car�cter de la participaci�n de esta elite y la crisis del periodismo. Se tiende a confundir el activismo pol�tico de muchos usuarios en Internet con la pr�ctica del periodismo o con una actividad substitutiva del mismo. Adicionalmente, tampoco hay muestras por el momento de que la capacidad de presi�n de esta comunidad de usuarios comprometidos pueda llegar a constituir un verdadero contrapoder. Las nuevas f�rmulas pseudoperiod�sticas que han surgido en Internet �esencialmente Weblogs, confidenciales y servicios de noticias confeccionados s�lo por lectores� no pueden ni pretenden sustituir al periodismo tradicional, ni pueden cumplir su funci�n, de modo que denominarlas periodismo c�vico genera confusi�n. El t�rmino periodismo c�vico deber�a quedar restringido a la interacci�n entre periodistas y ciudadanos, las f�rmulas antes citadas son meros actos de expresi�n de una ciudadan�a que incrementa su participaci�n en la esfera p�blica. 5. Por �ltimo, existen plataformas independientes que est�n realizando actualmente una tarea importante de fiscalizaci�n y vigilancia y, tambi�n, de liderazgo, gu�a y producci�n de informaci�n de referencia multiplicada gracias al uso de las TIC. Constituyen una fuerza embrionaria con efectos limitados pero sus objetivos �la recuperaci�n y defensa de los valores que hacen del periodismo una profesi�n clave para la democracia� tienen mayor trascendencia para la profesi�n que el de las voces alternativas representadas por los nuevos formatos o por el periodismo c�vico (entendido �ste como aquel realizado por profesionales en interacci�n con los ciudadanos). De confirmarse lo anterior, la actual crisis de valores del periodismo s�lo se resolver� protegiendo el ejercicio de esta profesi�n, por su responsabilidad social, y situ�ndolo fuera del mercado �o cuanto menos, al margen de intereses aperiod�sticos�; o bien asumiendo la p�rdida de su funci�n democr�tica �con las consecuencias que ello puede tener para nuestros sistemas sociopol�ticos. La tecnolog�a puede ser un instrumento �til para ahondar en cualquiera de las dos direcciones pues est� libre de todo determinismo hist�rico y sus efectos sobre la sociedad est�n mediatizados por la sociedad misma. Porque, como afirma Robert McChesney, al final son las pol�ticas de comunicaci�n las que decidir�n tambi�n en la era de los medios digitales. 8. Bibliograf�a Aibar,
Eduard, 2003: Fatalismo i tecnolog�a, Barcelona: UOC. 9. Notas [1]
Esencialmente Weblogs, confidenciales y los servicios de noticias confeccionados
exclusivamente por los propios lectores (como son el caso de Wikinews
o el peri�dico surcoreano OhmyNews). [3]
Entre los primeros, los tecn�filos, encontramos a los sucesores
de Pierre Teilhard de Chardin (1950 y 1985) y a los de Marshall McLuhan
(1962) que, distribuidos por todos los �mbitos de la comunicaci�n
social, en el del periodismo impulsaron a partir de los ochenta la acu�aci�n
de una nueva categor�a, el periodismo electr�nico (Smith,
1982; Musburger, 1992; o Arma�anzas et al, 1996), luego rebautizado
como digital o ciberperiodismo, superadora de las viejas carencias del
periodismo tradicional. Actualmente esta categor�a ha sido sustituida,
en beneficios para la profesi�n, por la blogosfera, concepto heredero
de la noosfera de Teilhard. Entre los cr�ticos con la visi�n
redentora de la tecnolog�a encontramos a autores muy diversos,
entre los que est�n Neil Postman (1992 y 1994), Ignacio Ramonet
(1998 y 2002), Vincent Mosco (2004) o Robert McChesney (2005 y 2005a).
[5] El desaf�o que, por ejemplo, supone Internet para la prensa tradicional es s�lo un reto al modelo de negocio, pero el modelo econ�mico subyacente al mismo �explotar comercialmente el producto informativo con el fin de obtener un lucro creciente� no s�lo se mantiene sino que se refuerza ante las grandes inversiones que la convergencia digital exige a las corporaciones de medios l�deres. [6] Recu�rdese por ejemplo la oposici�n que Pekka Himanen hace del esp�ritu de la era de la informaci�n con el del capitalismo tradicional: HIMANEN, Pekka: La �tica del hacker y el esp�ritu de la era de la informaci�n, Destino, Barcelona, 2002. [7]
El aumento de la competitividad entre los medios de comunicaci�n
es una de las principales conclusiones a las que llegan diversos autores
del estudio �Impacts of the Internet on newspapers in Europe�,
publicado en el volumen 67 de la revista Gazette, Sage, 2005 p.107-120. [9] Sobre la ausencia de determinismo en la revoluci�n tecnol�gica se recomienda Aibar, Eduard (2003). [10] Principalmente la Uni�n Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Informaci�n (WSIS), la Corporaci�n de Internet para la asignaci�n de nombres y n�meros (ICANN), la Organizaci�n Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), la Organizaci�n de Naciones Unidas para la Educaci�n, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y, cada vez m�s, la Organizaci�n Mundial del Comercio (OMC). [11] Seg�n Juan Varela, el Periodismo 1.0 ser�a el que se limita a traspasar el contenido de los medios de comunicaci�n tradicionales a Internet; el Periodismo 2.0 el que ya genera contenidos propios para la Red y adecuados a sus rasgos espec�ficos, y el Periodismo 3.0 ser�a la socializaci�n de la informaci�n (Varela, 2005). [12] Algo que est� sucediendo ya a pesar de la mayor necesidad manifiesta de profesionalidad, como ponen en evidencia los resultados de la investigaci�n de Gazzete ya citada sobre los impactos de Internet en la prensa europea: �(�), standards in online journalism are threatened by publishers who attempt to reduce costs by employing inexperienced journalists on low pay, and by tight deadlines. According to the editors, maintaining high journalistic skills is imperative �but costs money, as does offering interactivity and communication between journalists and readers� (Van Der Wruff, Richard, 2005:109). [13] Recu�rdese por ejemplo los casos de Monica Lewinsky (1998), de Henry Hide (1998), de Trentt Lot (2002), todos ellos gestados o aparecidos por primera vez en la comunidad blogging, o, los casos de comunicadores estadounidenses que se vieron obligados a dimitir por informaciones publicadas en blogs como fueron los de Dan Rather (CBS), Jeff Gannon (Talon News) o Eason Jordan (CNN). La capacidad de presi�n pol�tica de la comunidad blogger ha quedado demostrada en m�s de una ocasi�n pero se trata todav�a de casos puntuales y aislados. [14] Existen otras muchas iniciativas que se autodefinen como observatorios de los medios de comunicaci�n que no se incluyen en esta definici�n. Se trata de todas aquellas vinculadas a partidos pol�ticos, organismos gubernamentales, empresas privadas o proyectos con intereses leg�timos pero partidistas�y que por tanto no son independientes, aunque pueden tener como funci�n la fiscalizaci�n de los medios�; y de aquellas cuya tarea, independientemente de su situaci�n econ�mica y de sus v�nculos, radica fundamentalmente en la realizaci�n de estudios cuantitativos o cualitativos del sector, radiograf�as que permitan evaluar el estado de la situaci�n. Para un listado no exhaustivo pero s� bastante completo de estos observatorios se recomienda: Broull�n et al, 2005. [15]
Por ejemplo: |
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