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Revista
Latina de Comunicaci�n Social 61 enero �
diciembre
de 2006 |
Edita: LAboratorio de Tecnolog�as de la
Informaci�n
y Nuevos An�lisis de Comunicaci�n Social |
FORMA
DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAF�AS, SEG�N LA
APA: [Revisor/ra: Me parece un estudio de gran inter�s y actualidad, por lo que merece, a mi juicio, su publicaci�n. El planteamiento epistemol�gico es muy correcto, ya que recoge las principales aportaciones sobre el tema. Por otra parte, la aplicaci�n que realiza sobre el caso del Tsunami est� muy bien tratado y evidencia muy claramente los planteamientos te�ricos. Asimismo, la bibliograf�a es muy actual y bastante adecuada. La extensi�n tambi�n es apropiada. Por todo ello, considero de especial inter�s su publicaci�n.] Del impacto medi�tico al olvido: la p�rdida de inter�s noticioso como indicador de la deshumanizaci�n de los medios
Lic. Ainara Larrondo
Ureta
� [
C.V.] Abstract: Present opulence news context leads media to redefine their role and functions, in order to give an answer to problems which overturn our society. Furthermore, it is a hopeful moment for Journalism and, particularly, for print press which can get the chance to recover its basic functions. Present age is determined by worldwide speedy transmission of information, but also by the ostracism of events such as conflicts, disasters or other human crisis. These are usually forgotten by journalists when first impact and novelty vanish, although it is not easy to understand the fact that these issues disappear rapidly from news titles to return later because of economic, politic or social disorder, commonly preferred by media to be related. Therefore, this article purposes a reflection on the social role of press, by analysing the interest and news coverage of the tsunami which devastated Asia-Pacific nations last December 2004 and its aftermath. Key Words: Mass Media � catastrophe � news coverage � ethics � tsunami � Asia Sumario:
1. Introducci�n. 2. De la conmoci�n al olvido: la
cobertura
del desastre. 3. Observaci�n de un caso concreto: la
cat�strofe
del tsunami en Asia. 4. Referencias bibliogr�ficas. 5.
Notas.
"(�)
Lo cierto es que la tremenda centralizaci�n de la noticia 1. Introducci�n A nadie se le escapa que vivimos tiempos de cambio y progresiva complejidad en los que el mundo empeque�ece a ritmo acelerado [1]; el surgimiento de nuevos soportes de la informaci�n precipita la difusi�n instant�nea de los acontecimientos y el consumo informativo arrecia con fuerza, influenciado por los avances tecnol�gicos, sociales, pol�ticos y econ�micos experimentados. Un contexto en el que la concentraci�n medi�tica, la superabundancia informativa y la celeridad en la transmisi�n de las informaciones se ufanan de representar algunas de sus se�as m�s distintivas. Todo ello altera necesariamente nuestros referentes, la realidad que nos rodea, teniendo en cuenta nuestra dependencia de los media para conocer el mundo y orientarnos en �l. Lejos de abandonar sus funciones tradicionales, estos nos acercan los acontecimientos, informan sobre las condiciones de la sociedad y el mundo, nos movilizan para la realizaci�n de campa�as a favor de objetivos sociales y nos entretienen (McQuail, 1983: 88 y ss.) Merece la pena incidir, pues, en la funci�n social de los medios de comunicaci�n que constantemente representan una parte de la realidad, aquella que ellos mismos seleccionan. Y, precisamente, este proceso continuo de interpretaci�n del presente social que nos rodea hace que el valor del periodismo adquiera especial significaci�n en un contexto mundial caracterizado, con demasiada frecuencia, por situaciones de conflicto y desorden social, econ�mico y pol�tico. No en vano, la imagen period�stica de la realidad contribuye a fomentar, en no pocos casos, estos desequilibrios, desde�ando los beneficios de la comunicaci�n. Y aunque una de las principales funciones de los medios sea informar de manera constante y regular, "sin olvidar ma�ana las historias de hoy", resulta m�s que evidente el �olvido� al que se someten determinados temas de valor humano, sucesos de gran envergadura e impacto medi�tico; acontecimientos que, en la c�spide de su noticiabilidad, son capaces de atraer todo el inter�s informativo para ir quedando, con el paso del tiempo, medi�ticamente ignorados. Concretamente, nos referimos aqu� a los conflictos armados [2], las cat�strofes naturales y todo tipo de tragedias que sirvieron en su momento para llenar profusamente p�ginas de prensa e informativos de televisi�n, cargados de im�genes impresionantes sobre los devastadores efectos de tales acciones en los seres humanos. De ah� que en este contexto de opulencia informativa, corresponda a los medios redefinir sus roles y reajustar sus funciones, procurando una respuesta satisfactoria a los problemas que trastornan nuestra sociedad. Para ello es necesario tomar conciencia de la informaci�n period�stica como el principal activo de la comunicaci�n colectiva, detectando desequilibrios que afectan a la sociedad global y vislumbrando posibles soluciones. Una necesidad que se torna imprescindible en un momento como el actual, en el que la informaci�n se enfrenta, m�s si cabe que nunca, al riesgo de transformarse en una mercanc�a disociada de los valores humanos. 2. De la conmoci�n al olvido: la cobertura del desastre En los �ltimos tiempos, hemos podido ser testigos de desgraciados "mega-acontecimientos" (atentados 11-S, 11-M y 7-J, Guerra de Irak, maremoto en el sureste asi�tico, huracanes �Katrina�, �Wilma�, terremoto en Pakist�n, etc.) que nos han recordado c�mo los medios nos permiten ver, m�s que entender. Asimismo, estas noticias han servido para demostrar, una vez m�s, la enorme influencia que ejercen el "mimetismo medi�tico" y la "h�per-emoci�n" (Ramonet, 2000: 18) en la pr�ctica period�stica de nuestros d�as. As� pues, los medios de comunicaci�n se siguen entre ellos y "lo que vende es la inmediatez (�) pero a veces el suceso puntual no da idea de lo que est� sucediendo m�s all� del momento. Se busca conmocionar al espectador y no tanto explicar, informar, educar, analizar y comprender" (Royo, 2004). Precisamente, el p�blico tiende a mostrar un gran inter�s por este tipo de hechos imprevistos que, seg�n la propia definici�n de N��ez Ladev�ze, "conmueven a la mayor�a de las personas por motivos principalmente psicol�gicos (�), motivos no p�blicos sin m�s bien humanos" (N��ez Ladev�ze, 1991: 40-41). Con todo, resulta una obviedad que las im�genes televisadas, convertidas en muchos casos en �im�genes-espect�culo�, han supuesto una aut�ntica sobredosis para la audiencia, lo que no ha hecho sino mermar la visibilidad de los problemas que subyacen tras estas acciones terroristas, conflictos y cataclismos. Adem�s, muchas de estas informaciones han sido presentadas de manera emocionante, destacando su componente solidario en detrimento del conflicto de fondo que resulta as� banalizado. En el caso de la prensa, este proceder informativo resulta, si cabe, a�n m�s determinante, pues mientras la televisi�n act�a a un nivel m�s emocional, mostrando aquellas im�genes que constituyen un acicate para las conciencias, se sabe que los medios escritos tienen la capacidad de incentivar acciones a m�s largo plazo, promoviendo la reflexi�n y el juicio cr�tico de la opini�n p�blica. Seg�n esto, la prensa puede contribuir a esclarecer las complejas realidades de nuestro mundo, aunque no siempre alcance a cumplir esta funci�n y ofrecer a los lectores un conocimiento exhaustivo de los hechos. As�, mientras los medios audiovisuales se muestran preparados para saciar las demandas informativas de un p�blico �vido de recibir las �ltimas noticias, los diarios -conscientes de la inexpugnable competencia que los primeros suponen- tienden a fomentar la emulaci�n por medio de grandes titulares, mayores espacios para la iconograf�a, acortamiento de textos, etc�tera. Empero, la prensa debe "decir adi�s a la narraci�n escenogr�fica de los hechos y escudri�ar all� donde los objetivos de la televisi�n no llegan, descubrir antecedentes y consecuentes, atm�sferas, ambientes, secretos" (Leguineche, 1992). El objetivo no es otro que el empleo de una perspectiva m�ltiple en la configuraci�n de los mensajes period�sticos, muy especialmente de aquellos que contribuyen a la paliaci�n de contradicciones, tensiones, conflictos en la sociedad, de conformidad con el beneficio buscado por las empresas medi�ticas. En efecto, la responsabilidad social de la prensa exige a �sta fijar su mirada m�s all� de lo novedoso, si bien el car�cter rutinario del quehacer diario en las redacciones impide en ocasiones cumplir informativamente con algo m�s que no sea la novedad de lo acontecido. As� las cosas, los periodistas muestran su preferencia por la convulsi�n informativa que suponen las noticias de �ltima hora, las situaciones de urgencia y todo tipo de acontecimiento imprevisto. Las informaciones sobre cat�strofes naturales pueden tomarse como ejemplo paradigm�tico de esta predilecci�n, extensible a la generalidad de los medios que, en los momentos de m�xima noticiabilidad, evidencian un loable papel como veh�culos transmisores tanto de las necesidades de ayuda humanitaria, como de las consecuentes reacciones de solidaridad. �sta se convierte, as�, en un valor social e informativo en alza, tal y como demuestra el hecho habitual de que muchas de estas informaciones se distingan �nicamente por su componente solidario. Ahora bien, este �tico proceder contrasta, parad�jicamente, con la invisibilidad a la que se someten las mismas informaciones una vez el tema envejece y el inter�s informativo decrece. Una p�rdida de actualidad que condiciona su permanencia en la agenda informativa del medio y, por tanto, la atenci�n p�blica hacia ese asunto. En consecuencia, a medida que el inter�s del medio decrece, tambi�n lo hace el del p�blico, que se muestra m�s y m�s desinteresado, si bien esta p�rdida de inter�s informativo no hace desaparecer el problema, puesto que las causas y los efectos de esos hechos se alargan en el tiempo. De ah� que el desinter�s de las organizaciones medi�ticas en estos temas nos lleve a observar su incapaz �y, por extensi�n, la de los periodistas que las integran� para llevar a cabo una configuraci�n informacional en base a los par�metros �ticos que demanda el Periodismo. Un compromiso social pendiente de garantizar que los medios ofrezcan una informaci�n integral y que �sta transmita de manera veraz y completa un acontecimiento, las causas que lo motivan y sus consecuencias. Cabr�a aqu� tambi�n referirnos a la importancia del �recuerdo medi�tico� (Mart�n LLaguno, 2002) para la resoluci�n de problemas sociales, as� como el mantenimiento de actitudes o valores humanos cuyo fortalecimiento puede contribuir a paliar las situaciones ca�ticas propias de la sociedad en la que vivimos. Pobreza, marginalidad, hambre, enfermedad, subdesarrollo, explotaci�n� son algunos ejemplos de los problemas m�s habituales reflejados por los medios, en determinados momentos y situaciones dram�ticas concretas. Estas informaciones aparecen generalmente motivadas por cataclismos (inundaciones, sequ�as, terremotos) y otras calamidades (guerras, terrorismo y violencia en general) imprevistas que se imponen a la �compleja burocracia informativa" (Rodrigo, 1993: 108). Pero el trato de favor que reciben por parte de los periodistas contrasta con la indiferencia que suscitan pasados los meses, a�n cuando su noticiabilidad es perdurable por raz�n de las secuelas humanas causadas. Luego la avalancha de informaciones que generan este tipo de tragedias contrasta con la insuficiente cobertura que se presta a sus consecuencias una vez se ha disipado el inter�s inicial. En definitiva, los medios tienen gran pericia en pasar del aluvi�n informativo al m�s absoluto olvido. En esta coyuntura se encuentra actualmente la prensa, inmersa en una compleja din�mica que plantea un sinf�n de interrogantes a los que no pretende dar respuesta este trabajo con el que se busca, m�s bien, una aproximaci�n al fen�meno. As�, desde un punto de vista general, las l�neas que siguen tratan de reflexionar acerca de la informaci�n que proporcionan los medios, una informaci�n que ha de ser lo suficientemente �til y comprensible como para brindarnos a los ciudadanos la oportunidad de entender los grandes fen�menos humanos, sociales, pol�ticos y econ�micos de nuestro tiempo. El quehacer medi�tico debe servir para informar a la gente no s�lo en los momentos de m�xima noticiabilidad, sino tambi�n posteriormente, cuando esos hechos perduran en forma de todo tipo de desequilibrios, porque como bien afirma el profesor Lorenzo Gomis
A este respecto, cabr�a recordar que la representaci�n medi�tica de la realidad social ha constituido desde siempre uno de los principales motivos de preocupaci�n de los estudiosos del Periodismo. En nuestros d�as, los continuos cambios en el mundo y en los medios de comunicaci�n mantienen como terreno f�rtil de investigaci�n la funci�n de los medios en la sociedad. As� las cosas, los procesos de selecci�n de la informaci�n y construcci�n de la noticia contin�an centrando la atenci�n de los autores. Una tipificaci�n y jerarquizaci�n de los hechos que, como es bien sabido, se fundamenta en la automatizaci�n del quehacer en las redacciones. Seg�n esto, y teniendo en cuenta que esta tarea aparece condicionada por las limitaciones de tiempo y espacio, caben pocas dudas acerca de la utilidad de la selecci�n de los acontecimientos en funci�n de su inter�s informativo y a partir de unos criterios basados en determinados valores-noticia. Un �inter�s informativo� descrito de manera sintetizada por Mu�oz (1989: 79) como cualidad que poseen ciertas narraciones period�sticas que hace que el p�blico las considere dignas de ser conocidas, frecuentemente rotulada como "relevancia", "importancia" o "trascendencia" de un texto period�stico. Seg�n el mismo autor, esta �relevancia� viene dada por una serie de "criterios de noticiabilidad" o "valores-noticia" (news values, en la terminolog�a anglosajona) que representan "principios, m�s o menos generales e impl�citos, que orientan la selecci�n y el tratamiento de los enunciados period�sticos" (Mu�oz, 2002: 78). Entre estos factores de inter�s, la imprevisibilidad, lo inusual o extra�o se se�alan entre los m�s relevantes. Evidentemente, a nadie se le escapa que el concepto de noticia est� estrechamente ligado al de novedad, tanto en t�rminos temporales como por lo que tiene de car�cter infrecuente o inesperado. Pero tambi�n lo negativo, los conflictos y problemas que acarrean consecuencias negativas de diversa �ndole suelen acaparar la atenci�n de los informadores y el inter�s p�blico. As�, "cuanto mayor es el n�mero de los individuos implicados en un desastre (�), mayor es la visibilidad de dichos acontecimientos y, por tanto, su valor/noticia" (Mu�oz, 2002: 116). De lo expuesto se deduce que el inter�s period�stico y social est� garantizado en aquellos hechos caracterizados por su gravedad y centralidad, "hechos-ruptura" en la terminolog�a de Bernal (1998:71). Precisamente, junto a las informaciones sobre conflictos, las cat�strofes humanitarias [3] suponen uno de los temas prioritarios de noticiabilidad en los medios. En concreto, los desastres naturales, debido al gran n�mero de v�ctimas y da�os que ocasionan, evidencian niveles muy altos de atenci�n medi�tica. Resulta l�gico pensar, por tanto, que estas noticias no se agotan con el mismo acto de la comunicaci�n; sus consecuencias permiten continuar publicando informaciones durante cierto tiempo hasta que su inter�s decrece y son eclipsadas por otros acontecimientos m�s novedosos, aunque quiz�s no tan importantes. Ahora
bien, seg�n ven�amos anunciando en un ep�grafe
anterior,
estos acontecimientos marcados por la imprevisibilidad desaparecen
de
las agendas medi�ticas una vez se resuelve la
conmoci�n
inicial que provocaron en la sociedad. As�, aunque la
evoluci�n
futura de estos hechos sea uno de los factores que se tienen en
cuenta
para determinar su inter�s, en la mayor�a de los casos
la
informaci�n publicada no alcanza a informar sobre tal
proceso,
disip�ndose y perdiendo visibilidad al margen de su
relevancia.
De lo expuesto hasta ahora cabe deducir que, si bien la novedad supone uno de los criterios de noticiabilidad por antonomasia, la noci�n de inter�s noticioso no tiene por qu� estar necesariamente ligada a este valor. Esto es importante, si tenemos en cuenta que cuando el ritmo inicial de noticiabilidad de estas cat�strofes decrece, tambi�n lo hace el inter�s de los media por sus devastadoras consecuencias: v�ctimas, da�os materiales, hambruna, pobreza... Un apunte a tener en cuenta, dado que para m�s de cien pa�ses en desarrollo situados en zonas de riesgo, la pobreza es al mismo tiempo causa y consecuencia de los desastres naturales. De hecho, los pa�ses pobres acumulan 98 de cada 100 muertos producidos en estas cat�strofes durante los �ltimos veinte a�os, con lo que la pobreza global amenaza tambi�n la seguridad y la estabilidad globales [4]. Esta realidad, convertida en un aut�ntico problema de base, no s�lo no representa un asunto period�stico inesquivable, si bien resulta invisible hasta que es rescatada informativamente por raz�n de un acontecimiento verdaderamente novedoso y, por tanto, noticioso. El mismo que cuando cesa su tempestividad obliga a los peri�dicos a relegar, una vez m�s, esta perenne realidad de sus p�ginas. 3.
Observaci�n de un caso concreto: la cat�strofe del
tsunami
en Asia A partir
de esto se colige que la aplicaci�n de valores-noticia, la
selecci�n,
construcci�n y seguimiento de los hechos informativos debe
hacerse
de acuerdo a una serie de par�metros coherentes, pues la
prensa
es uno de los soportes comunicacionales legitimados por la sociedad
para
construir y difundir sentido sobre el mundo. Ello supondr�a
tambi�n
evitar la homogenizaci�n por parte de los medios de
comunicaci�n
en el tratamiento de las crisis y todo tipo de problemas sociales
que
caracterizan la realidad planetaria. Los elementos
de observaci�n han sido los textos informativos �en
todas
sus variantes y g�neros: noticia, reportaje, cr�nica,
entrevista�
aparecidas en la secci�n de internacional de los
period�sticos
seleccionados. Tambi�n se han tenido en cuenta otro tipo de
textos
como los opinativos, �columnas, an�lisis, comentarios,
editorial,
cartas al director�, presentes en la secci�n de
internacional
y de opini�n. Asimismo, con el fin de completar el
an�lisis,
se han contabilizado las apariciones en portada y contraportada.
A�n
y todo, cabr�a reconocer la posibilidad de llevar a cabo un
estudio
m�s completo en el que se contemple un an�lisis
comparado
con otros acontecimientos parejos en el tiempo o de tem�tica
similar,
si bien ello resulta incompatible con la concisi�n que exigen
trabajos
como el que nos ocupa. En contraportada, la presencia informativa del maremoto es bastante reducida y no llega al 10% en ambos diarios, porcentaje que se reduce todav�a m�s en los meses siguientes. Como suele ser propio en este espacio, predominan las �noticias blandas' e historias de gran inter�s humano relativas a las v�ctimas ("El beb� 81 recupera a sus padres. El Pa�s, 15/2/05), a todo tipo de acciones solidarias ("Solidaridad entre rejas. Presos espa�oles venden cer�mica para ayudar a las v�ctimas del maremoto". El Pa�s, 2/3/05), ("Marat�n man". El Mundo, 25/5/05) o a determinados acontecimientos puntuales ("Amarga vuelta a casa. El contingente espa�ol regresa de la misi�n humanitaria en Indonesia", El Pa�s, 16/6/05). Durante este tiempo, se observa un gran inter�s informativo por el maremoto y sus consecuencias inmediatas en la secci�n dedicada a la informaci�n Internacional. Buen ejemplo de ello podr�a ser el empleo recurrente en ambos diarios de t�tulos identificativos en las p�ginas dedicadas a cubrir este suceso. As�, El Mundo abre su secci�n de internacional (Mundo) con "Cat�strofe en el para�so", mientras que El Pa�s abre secci�n ("Internacional") con "Cat�strofe en Asia". De esta forma, se consigue organizar tem�ticamente todas las informaciones relativas al suceso, dando cuenta al lector de la importancia y magnitud del mismo. Respecto al espacio informativo dedicado al desastre, durante el primer mes se contabilizaron en El Pa�s un total de 76 p�ginas con informaciones relativas a este suceso, en las que el g�nero informativo por excelencia fue la noticia (73%), fundamentalmente a cinco columnas (35%) y a cuatro (40%). Otros textos destacados son las cr�nicas de enviados especiales al lugar de la cat�strofe (25%) y las entrevistas (2%) a expertos y testigos. El Mundo dedica durante el primer mes un total de 56 p�ginas de su secci�n Mundo a informar sobre el maremoto, siendo tambi�n en este caso la noticia es la modalidad preferida para presentar la informaci�n (67%), ocupando espacios destacados a tres (26%), cuatro columnas (38%) y, en menor medida, a cinco (23%). Las cr�nicas de enviados especiales representan el 35% y las entrevistas el 1,6%. Dicha relevancia informativa se aprecia tambi�n en los textos de car�cter argumentativo. As�, durante el primer mes de cobertura del desastre, El Pa�s dedica al mismo un total de cuatro editoriales, uno m�s que El Mundo. En general,
se observa un hacer period�stico espec�fico y
com�n,
con lo que el tratamiento informativo resulta bastante
homog�neo.
Prevalecen los titulares a grandes cuerpos, las llamadas de
atenci�n
al lector en un estilo espectacular, as� como la
titulaci�n
de las noticias completada con el empleo de entradillas, sumarios y
despieces.
Destaca tambi�n la combinaci�n de noticias duras y los
relatos
de inter�s humano, constat�ndose el valor de lo
visual,
de la fotograf�a sobre todo, que funciona en s� misma
como
testimonio de la dimensi�n tr�gica del hecho y de la
realidad
del mismo. As�, del conjunto de im�genes dedicadas a
representar
el maremoto, casi el 90% corresponden a la cobertura efectuada
durante
el primer mes por El Pa�s, porcentaje que en el diario
El
Mundo supone un 85%. Por lo que se refiere a los recursos
gr�ficos
(mapas, tablas e infograf�as), tambi�n estos alcanzan
cifras
relevantes durante las semanas inmediatas al maremoto y, as�,
representan
el 36% del total de recursos visuales mostrados por El
Pa�s
y el 40% de los presentados por El Mundo. Una tendencia
al olvido que se rompe con motivo de un nuevo se�smo al
noroeste
de la costa de Sumatra acontecido el 28 de marzo. Asimismo, este
diario
retoma este asunto del abandono medi�tico mediante la
publicaci�n
el 13 de abril de varias p�ginas dedicadas a informar al
lector
sobre todos aquellos aspectos relacionados con la
reconstrucci�n
despu�s de la tragedia ("La reconstrucci�n
despu�s
del maremoto. Demasiado dinero en Banda Aceh", p. 3). Por esas
mismas
fechas, cabr�a destacar tambi�n el espacio dedicado
por
este diario en su suplemento dominical (10/ 4/2005) a un reportaje
especial
("Las huellas del tsunami") en el que se relata el viaje a
Sri
Lanka del autor, Juan Jos� Mill�s, a los cien
d�as
del 'tsunami'. Igualmente, y seg�n va perdiendo contingencia, la escasa noticiabilidad que a�n posee la cat�strofe viene dada en ambos medios por raz�n de hechos conflictivos que, a su vez, adquieren visibilidad e inter�s para los medios por efecto de la cat�strofe (conflicto entre la guerrilla separatista isl�mica tamil y el gobierno de Sri Lanka). As� pues, con las �ltimas estad�sticas que hablan de las v�ctimas totales y de la ayuda econ�mica recaudada, los medios limitan su inter�s por la cat�strofe a asuntos de cariz pol�tico. En suma, el examen descrito nos ha permitido b�sicamente certificar la evidencia. Tras centrar su atenci�n en este hecho informativo durante algunas semanas, la informaci�n en los diarios analizados retom� sus f�tiles cauces, consideraciones que juzgamos se podr�an extrapolar a la generalidad de los medios. Tan solo la llegada de alg�n acontecimiento se�alado como el aniversario de la cat�strofe ha arrojado de nuevo, y en fechas m�s cercanas �diciembre de 2005�, grandes cantidades de informaci�n sobre este asunto. A este respecto, el diario El Mundo abr�a su suplemento Cr�nica del domingo 4 de diciembre de 2005 con el reportaje titulado �Tsunami. 26-XII-2004. Ante el primer aniversario de la cat�strofe natural de nuestro tiempo�, al que dedicaba cinco p�ginas completas. Tambi�n ocurri� con el hurac�n 'Mitch' o, m�s recientemente, con el terremoto de Bam en Ir�n, totalmente olvidados a medio y largo plazo. Empero, el desastre del 'tsunami' del sudeste asi�tico no tiene parang�n: ha generado el mayor volumen de solidaridad recordado en Occidente y el impacto medi�tico se ha mostrado en esta ocasi�n m�s poderoso que nunca. As� pues, ayudada por el mismo poder que demuestra en la recaudaci�n de ayudas y en el impulso de la solidaridad, la prensa ha de dirigir la mirada de la opini�n p�blica sobre este tipo de escenarios que, tras la devastaci�n de un cataclismo fortuito, experimentan 'tsunamis' diarios de pobreza generalizada, hambre, enfermedad y todo tipo de desequilibrios estructurales. Esta
breve observaci�n nos lleva a advertir que es ahora
m�s
que nunca cuando los medios tienen el deber de dar inter�s
period�stico
a estos asuntos cuyo inter�s intr�nseco ha dejado de
ser
atractivo para la opini�n p�blica. De no ser
as�,
el olvido medi�tico al que se someten los efectos y problemas
ocultos
tras estas cat�strofes podr�a servir para priorizar
aquellas
informaciones que nos ayudan a sentirnos c�modos en nuestro
"peque�o"
mundo, dentro de un universo cada vez m�s globalizado a cuya
ordenaci�n
contribuyen todos los medios. De ellos depende que esa
construcci�n
se realice con arreglo a los intereses de los ciudadanos,
ayud�ndonos
a paliar el desconcierto que experimentamos cuando nos asomamos al
mundo
a trav�s de la ventana que diariamente nos brindan.
4. Referencias bibliogr�ficas Alsina,
M. R. (1996). La construcci�n de la noticia.
Barcelona,
Paid�s. 5. Notas [1]
Como reconoce Mariano Fazio, el mundo se ha reducido en dos
dimensiones,
y lo que sucede en las ant�podas se conoce
pr�cticamente
en tiempo real. Esta cosmovisi�n de acontecimientos que se
presentan
geogr�ficamente distantes, pero medi�ticamente
cercanos,
despierta en las conciencias la obligaci�n de la solidaridad,
gracias
las posibilidades que ofrecen los modernos sistemas de
comunicaci�n
actuales para acercarnos las llamadas angustiosas y urgentes de los
perjudicados
por alg�n desastre, natural o de origen humano. Estos
beneficios
comunicativos pueden verse afectados por la acci�n de esos
mismos
medios de comunicaci�n, al poner la informaci�n al
servicio
de intereses econ�micos y pol�ticos inconfesables
[Fazio,
Mariano (1997): "La sociedad de la comunicaci�n en el
pensamiento
de Juan Pablo II", Comunicaci�n & Sociedad,
n�
2, vol. X, diciembre. Pamplona: Facultad de Comunicaci�n de
la
Universidad de Navarra, p.168 (pp.165-183)] |
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