Revista Latina de Comunicación Social 61 enero – diciembre de 2006

Edita: LAboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social
Depósito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
Año 9 – 2ª época - Director: Dr. José Manuel de Pablos Coello, catedrático de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara -

Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; España) - Teléfonos: (34) 922 31 72 31 / 41 - Fax: (34) 922 31 72 54


Investigación

FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS, SEGÚN LA APA:

Larrondo Ureta, Ainara (2006). Del impacto mediático al olvido: la pérdida de interés noticioso como indicador de la deshumanización de los medios. Revista Latina de Comunicación Social, 61. Recuperado el x de xx de 200x, de http://www.ull.es/publicaciones/latina/200612Larrondo.htm

[Revisor/ra: Me parece un estudio de gran interés y actualidad, por lo que merece, a mi juicio, su publicación. El planteamiento epistemológico es muy correcto, ya que recoge las principales aportaciones sobre el tema. Por otra parte, la aplicación que realiza sobre el caso del Tsunami está muy bien tratado y evidencia muy claramente los planteamientos teóricos. Asimismo, la bibliografía es muy actual y bastante adecuada. La extensión también es apropiada. Por todo ello, considero de especial interés su publicación.]

Del impacto mediático al olvido: la pérdida de interés noticioso como indicador de la deshumanización de los medios


Artículo recibido el 26 de mayo de 2006
Sometido a pre-revisión (Comité de Redacción) el 27 de mayo de 2006
Enviado a revisión el 29 de mayo de 2006
Aceptado el 30 de agosto de 2006
Publicado el 7de septiembre de 2006

Lic. Ainara Larrondo Ureta © [ C.V.]
Investigadora predoctoral del Gobierno Vasco
Universidad del País Vasco (UPV/EHU)
pdblaura@lg.ehu.es

Resumen: La era de la globalidad y celeridad informativa en la que viven inmersos los medios de comunicación convierte a los conflictos, catástrofes y todo tipo de crisis humanitarias en “olvidos” para la opinión pública, una vez han alcanzado su cima de máxima noticiabilidad. Evitar este ostracismo mediático parece una buena fórmula para que el periodismo recupere su función social. Con todo, no es fácil encontrar una respuesta satisfactoria al eterno interrogante de por qué estos temas reciben un tratamiento intensivo y circunstancial -con incidencia en sus aspectos catastróficos y humanos- para desaparecer de los titulares y volver a asomar cuando los desequilibrios políticos y económicos de los lugares afectados atraen la atención de las agendas. Estas consideraciones nos llevan a preguntarnos sobre el papel del Periodismo y la oportunidad que encuentra para recuperar muchos de sus fundamentos primigenios. Así pues, desde un acercamiento global al papel social de la prensa, este artículo propone una reflexión sobre los cambios experimentados por el tratamiento informativo de determinados hechos imprevistos, catastróficos y de efectos humanitarios que generan gran impacto e interés en la opinión pública. Para ello, partimos del seguimiento informativo en prensa diaria escrita suscitado por uno de los acontecimientos más caóticos de los últimos tiempos como ha sido el maremoto que asoló el sudeste asiático a finales de 2004. Se pretende que este suceso nos sirva para reflexionar sobre una práctica informativa que se repite con demasiada frecuencia. Así, su elección se justifica tanto por su excepcionalidad, como por el hecho de que, transcurrido más de un año, haya perdido su vigencia en los medios. En cualquier caso, podría ser considerado un acontecimiento de gran actualidad, porque actuales son sus consecuencias, en forma de catástrofes individuales y a pequeña escala no menos desastrosas.

Palabras clave: Medios de comunicación – catástrofe – cobertura informativa – ética – tsunami – Asia – impacto mediático – interés noticioso – deshumanización de los medios – conflicto armados

Abstract: Present opulence news context leads media to redefine their role and functions, in order to give an answer to problems which overturn our society. Furthermore, it is a hopeful moment for Journalism and, particularly, for print press which can get the chance to recover its basic functions. Present age is determined by worldwide speedy transmission of information, but also by the ostracism of events such as conflicts, disasters or other human crisis. These are usually forgotten by journalists when first impact and novelty vanish, although it is not easy to understand the fact that these issues disappear rapidly from news titles to return later because of economic, politic or social disorder, commonly preferred by media to be related. Therefore, this article purposes a reflection on the social role of press, by analysing the interest and news coverage of the tsunami which devastated Asia-Pacific nations last December 2004 and its aftermath.

Key Words: Mass Media – catastrophe – news coverage – ethics – tsunami – Asia

Sumario: 1. Introducción. 2. De la conmoción al olvido: la cobertura del desastre. 3. Observación de un caso concreto: la catástrofe del tsunami en Asia. 4. Referencias bibliográficas. 5. Notas.

"(…) Lo cierto es que la tremenda centralización de la noticia
redujo mucho nuestro conocimiento de este complicado
mundo en el que vivimos. A pesar de su enorme diversidad,
de la enorme cantidad de problemas y dramas que contiene,
nuestro espectro se reduce a saber si va a haber guerra contra
Irak o no va a haber guerra contra Irak. Tanto se empobreció
nuestra manera de entender el mundo que no sólo sabemos
apenas una o dos cosas, sino que -lo que es peor- la sabemos mal".
(Richard Kapuscinski. Los cinco sentidos del Periodista, p.30)

1. Introducción

A nadie se le escapa que vivimos tiempos de cambio y progresiva complejidad en los que el mundo empequeñece a ritmo acelerado [1]; el surgimiento de nuevos soportes de la información precipita la difusión instantánea de los acontecimientos y el consumo informativo arrecia con fuerza, influenciado por los avances tecnológicos, sociales, políticos y económicos experimentados. Un contexto en el que la concentración mediática, la superabundancia informativa y la celeridad en la transmisión de las informaciones se ufanan de representar algunas de sus señas más distintivas.

Todo ello altera necesariamente nuestros referentes, la realidad que nos rodea, teniendo en cuenta nuestra dependencia de los media para conocer el mundo y orientarnos en él. Lejos de abandonar sus funciones tradicionales, estos nos acercan los acontecimientos, informan sobre las condiciones de la sociedad y el mundo, nos movilizan para la realización de campañas a favor de objetivos sociales y nos entretienen (McQuail, 1983: 88 y ss.)

Merece la pena incidir, pues, en la función social de los medios de comunicación que constantemente representan una parte de la realidad, aquella que ellos mismos seleccionan. Y, precisamente, este proceso continuo de interpretación del presente social que nos rodea hace que el valor del periodismo adquiera especial significación en un contexto mundial caracterizado, con demasiada frecuencia, por situaciones de conflicto y desorden social, económico y político.

No en vano, la imagen periodística de la realidad contribuye a fomentar, en no pocos casos, estos desequilibrios, desdeñando los beneficios de la comunicación. Y aunque una de las principales funciones de los medios sea informar de manera constante y regular, "sin olvidar mañana las historias de hoy", resulta más que evidente el “olvido” al que se someten determinados temas de valor humano, sucesos de gran envergadura e impacto mediático; acontecimientos que, en la cúspide de su noticiabilidad, son capaces de atraer todo el interés informativo para ir quedando, con el paso del tiempo, mediáticamente ignorados. Concretamente, nos referimos aquí a los conflictos armados [2], las catástrofes naturales y todo tipo de tragedias que sirvieron en su momento para llenar profusamente páginas de prensa e informativos de televisión, cargados de imágenes impresionantes sobre los devastadores efectos de tales acciones en los seres humanos.

De ahí que en este contexto de opulencia informativa, corresponda a los medios redefinir sus roles y reajustar sus funciones, procurando una respuesta satisfactoria a los problemas que trastornan nuestra sociedad. Para ello es necesario tomar conciencia de la información periodística como el principal activo de la comunicación colectiva, detectando desequilibrios que afectan a la sociedad global y vislumbrando posibles soluciones. Una necesidad que se torna imprescindible en un momento como el actual, en el que la información se enfrenta, más si cabe que nunca, al riesgo de transformarse en una mercancía disociada de los valores humanos.

2. De la conmoción al olvido: la cobertura del desastre

En los últimos tiempos, hemos podido ser testigos de desgraciados "mega-acontecimientos" (atentados 11-S, 11-M y 7-J, Guerra de Irak, maremoto en el sureste asiático, huracanes ‘Katrina’, ‘Wilma’, terremoto en Pakistán, etc.) que nos han recordado cómo los medios nos permiten ver, más que entender. Asimismo, estas noticias han servido para demostrar, una vez más, la enorme influencia que ejercen el "mimetismo mediático" y la "híper-emoción" (Ramonet, 2000: 18) en la práctica periodística de nuestros días. Así pues, los medios de comunicación se siguen entre ellos y "lo que vende es la inmediatez (…) pero a veces el suceso puntual no da idea de lo que está sucediendo más allá del momento. Se busca conmocionar al espectador y no tanto explicar, informar, educar, analizar y comprender" (Royo, 2004). Precisamente, el público tiende a mostrar un gran interés por este tipo de hechos imprevistos que, según la propia definición de Núñez Ladevéze, "conmueven a la mayoría de las personas por motivos principalmente psicológicos (…), motivos no públicos sin más bien humanos" (Núñez Ladevéze, 1991: 40-41).

Con todo, resulta una obviedad que las imágenes televisadas, convertidas en muchos casos en “imágenes-espectáculo”, han supuesto una auténtica sobredosis para la audiencia, lo que no ha hecho sino mermar la visibilidad de los problemas que subyacen tras estas acciones terroristas, conflictos y cataclismos. Además, muchas de estas informaciones han sido presentadas de manera emocionante, destacando su componente solidario en detrimento del conflicto de fondo que resulta así banalizado.

En el caso de la prensa, este proceder informativo resulta, si cabe, aún más determinante, pues mientras la televisión actúa a un nivel más emocional, mostrando aquellas imágenes que constituyen un acicate para las conciencias, se sabe que los medios escritos tienen la capacidad de incentivar acciones a más largo plazo, promoviendo la reflexión y el juicio crítico de la opinión pública. Según esto, la prensa puede contribuir a esclarecer las complejas realidades de nuestro mundo, aunque no siempre alcance a cumplir esta función y ofrecer a los lectores un conocimiento exhaustivo de los hechos.

Así, mientras los medios audiovisuales se muestran preparados para saciar las demandas informativas de un público ávido de recibir las últimas noticias, los diarios -conscientes de la inexpugnable competencia que los primeros suponen- tienden a fomentar la emulación por medio de grandes titulares, mayores espacios para la iconografía, acortamiento de textos, etcétera. Empero, la prensa debe "decir adiós a la narración escenográfica de los hechos y escudriñar allí donde los objetivos de la televisión no llegan, descubrir antecedentes y consecuentes, atmósferas, ambientes, secretos" (Leguineche, 1992). El objetivo no es otro que el empleo de una perspectiva múltiple en la configuración de los mensajes periodísticos, muy especialmente de aquellos que contribuyen a la paliación de contradicciones, tensiones, conflictos en la sociedad, de conformidad con el beneficio buscado por las empresas mediáticas.

En efecto, la responsabilidad social de la prensa exige a ésta fijar su mirada más allá de lo novedoso, si bien el carácter rutinario del quehacer diario en las redacciones impide en ocasiones cumplir informativamente con algo más que no sea la novedad de lo acontecido. Así las cosas, los periodistas muestran su preferencia por la convulsión informativa que suponen las noticias de última hora, las situaciones de urgencia y todo tipo de acontecimiento imprevisto. Las informaciones sobre catástrofes naturales pueden tomarse como ejemplo paradigmático de esta predilección, extensible a la generalidad de los medios que, en los momentos de máxima noticiabilidad, evidencian un loable papel como vehículos transmisores tanto de las necesidades de ayuda humanitaria, como de las consecuentes reacciones de solidaridad. Ésta se convierte, así, en un valor social e informativo en alza, tal y como demuestra el hecho habitual de que muchas de estas informaciones se distingan únicamente por su componente solidario. Ahora bien, este ético proceder contrasta, paradójicamente, con la invisibilidad a la que se someten las mismas informaciones una vez el tema envejece y el interés informativo decrece. Una pérdida de actualidad que condiciona su permanencia en la agenda informativa del medio y, por tanto, la atención pública hacia ese asunto.

En consecuencia, a medida que el interés del medio decrece, también lo hace el del público, que se muestra más y más desinteresado, si bien esta pérdida de interés informativo no hace desaparecer el problema, puesto que las causas y los efectos de esos hechos se alargan en el tiempo. De ahí que el desinterés de las organizaciones mediáticas en estos temas nos lleve a observar su incapaz –y, por extensión, la de los periodistas que las integran– para llevar a cabo una configuración informacional en base a los parámetros éticos que demanda el Periodismo. Un compromiso social pendiente de garantizar que los medios ofrezcan una información integral y que ésta transmita de manera veraz y completa un acontecimiento, las causas que lo motivan y sus consecuencias.

Cabría aquí también referirnos a la importancia del “recuerdo mediático” (Martín LLaguno, 2002) para la resolución de problemas sociales, así como el mantenimiento de actitudes o valores humanos cuyo fortalecimiento puede contribuir a paliar las situaciones caóticas propias de la sociedad en la que vivimos. Pobreza, marginalidad, hambre, enfermedad, subdesarrollo, explotación… son algunos ejemplos de los problemas más habituales reflejados por los medios, en determinados momentos y situaciones dramáticas concretas. Estas informaciones aparecen generalmente motivadas por cataclismos (inundaciones, sequías, terremotos) y otras calamidades (guerras, terrorismo y violencia en general) imprevistas que se imponen a la “compleja burocracia informativa" (Rodrigo, 1993: 108). Pero el trato de favor que reciben por parte de los periodistas contrasta con la indiferencia que suscitan pasados los meses, aún cuando su noticiabilidad es perdurable por razón de las secuelas humanas causadas. Luego la avalancha de informaciones que generan este tipo de tragedias contrasta con la insuficiente cobertura que se presta a sus consecuencias una vez se ha disipado el interés inicial. En definitiva, los medios tienen gran pericia en pasar del aluvión informativo al más absoluto olvido.

En esta coyuntura se encuentra actualmente la prensa, inmersa en una compleja dinámica que plantea un sinfín de interrogantes a los que no pretende dar respuesta este trabajo con el que se busca, más bien, una aproximación al fenómeno. Así, desde un punto de vista general, las líneas que siguen tratan de reflexionar acerca de la información que proporcionan los medios, una información que ha de ser lo suficientemente útil y comprensible como para brindarnos a los ciudadanos la oportunidad de entender los grandes fenómenos humanos, sociales, políticos y económicos de nuestro tiempo. El quehacer mediático debe servir para informar a la gente no sólo en los momentos de máxima noticiabilidad, sino también posteriormente, cuando esos hechos perduran en forma de todo tipo de desequilibrios, porque como bien afirma el profesor Lorenzo Gomis

"gracias a los medios percibimos la realidad no con la fugacidad de un instante aquí mismo, sino como un período consistente y objetivado, como algo que es posible percibir y comentar, como una referencia general. Son los medios los que mantienen la permanencia de una constelación de hechos que no se desvanecen al difundirlos, sino que impresionan a la audiencia, dan qué pensar; suscitan comentarios y siguen presentes en la conversación" (Gomis, 1991: 14)

A este respecto, cabría recordar que la representación mediática de la realidad social ha constituido desde siempre uno de los principales motivos de preocupación de los estudiosos del Periodismo. En nuestros días, los continuos cambios en el mundo y en los medios de comunicación mantienen como terreno fértil de investigación la función de los medios en la sociedad. Así las cosas, los procesos de selección de la información y construcción de la noticia continúan centrando la atención de los autores. Una tipificación y jerarquización de los hechos que, como es bien sabido, se fundamenta en la automatización del quehacer en las redacciones.

Según esto, y teniendo en cuenta que esta tarea aparece condicionada por las limitaciones de tiempo y espacio, caben pocas dudas acerca de la utilidad de la selección de los acontecimientos en función de su interés informativo y a partir de unos criterios basados en determinados valores-noticia. Un “interés informativo” descrito de manera sintetizada por Muñoz (1989: 79) como cualidad que poseen ciertas narraciones periodísticas que hace que el público las considere dignas de ser conocidas, frecuentemente rotulada como "relevancia", "importancia" o "trascendencia" de un texto periodístico. Según el mismo autor, esta “relevancia” viene dada por una serie de "criterios de noticiabilidad" o "valores-noticia" (news values, en la terminología anglosajona) que representan "principios, más o menos generales e implícitos, que orientan la selección y el tratamiento de los enunciados periodísticos" (Muñoz, 2002: 78). Entre estos factores de interés, la imprevisibilidad, lo inusual o extraño se señalan entre los más relevantes.

Evidentemente, a nadie se le escapa que el concepto de noticia está estrechamente ligado al de novedad, tanto en términos temporales como por lo que tiene de carácter infrecuente o inesperado. Pero también lo negativo, los conflictos y problemas que acarrean consecuencias negativas de diversa índole suelen acaparar la atención de los informadores y el interés público. Así, "cuanto mayor es el número de los individuos implicados en un desastre (…), mayor es la visibilidad de dichos acontecimientos y, por tanto, su valor/noticia" (Muñoz, 2002: 116). De lo expuesto se deduce que el interés periodístico y social está garantizado en aquellos hechos caracterizados por su gravedad y centralidad, "hechos-ruptura" en la terminología de Bernal (1998:71).

Precisamente, junto a las informaciones sobre conflictos, las catástrofes humanitarias [3] suponen uno de los temas prioritarios de noticiabilidad en los medios. En concreto, los desastres naturales, debido al gran número de víctimas y daños que ocasionan, evidencian niveles muy altos de atención mediática. Resulta lógico pensar, por tanto, que estas noticias no se agotan con el mismo acto de la comunicación; sus consecuencias permiten continuar publicando informaciones durante cierto tiempo hasta que su interés decrece y son eclipsadas por otros acontecimientos más novedosos, aunque quizás no tan importantes.

Ahora bien, según veníamos anunciando en un epígrafe anterior, estos acontecimientos marcados por la imprevisibilidad desaparecen de las agendas mediáticas una vez se resuelve la conmoción inicial que provocaron en la sociedad. Así, aunque la evolución futura de estos hechos sea uno de los factores que se tienen en cuenta para determinar su interés, en la mayoría de los casos la información publicada no alcanza a informar sobre tal proceso, disipándose y perdiendo visibilidad al margen de su relevancia.

En consecuencia, la información que se prolonga en el tiempo tiende a desinteresar al público, por lo que a pesar de su gran interés informativo pocas noticias logran verse reflejadas en los medios durante mucho tiempo. Una querencia desfavorable para los propios ciudadanos quienes, en consonancia con lo que hemos venido refiriendo, necesitan conocer lo que acontece, con el fin de ir conformando su propia visión del estado de las cosas, tomar decisiones y ejecutar acciones. En este sentido, nos resultan ciertamente ilustrativas las palabras del reportero de guerra Gervasio Sánchez, quien a propósito de las coberturas bélicas denuncia que "sin imágenes ni palabras, el interés decae, las organizaciones humanitarias tardan en reaccionar y la comunidad internacional no se siente presionada para tomar decisiones" (Sánchez, 2001: 379)

De lo expuesto hasta ahora cabe deducir que, si bien la novedad supone uno de los criterios de noticiabilidad por antonomasia, la noción de interés noticioso no tiene por qué estar necesariamente ligada a este valor. Esto es importante, si tenemos en cuenta que cuando el ritmo inicial de noticiabilidad de estas catástrofes decrece, también lo hace el interés de los media por sus devastadoras consecuencias: víctimas, daños materiales, hambruna, pobreza... Un apunte a tener en cuenta, dado que para más de cien países en desarrollo situados en zonas de riesgo, la pobreza es al mismo tiempo causa y consecuencia de los desastres naturales. De hecho, los países pobres acumulan 98 de cada 100 muertos producidos en estas catástrofes durante los últimos veinte años, con lo que la pobreza global amenaza también la seguridad y la estabilidad globales [4]. Esta realidad, convertida en un auténtico problema de base, no sólo no representa un asunto periodístico inesquivable, si bien resulta invisible hasta que es rescatada informativamente por razón de un acontecimiento verdaderamente novedoso y, por tanto, noticioso. El mismo que cuando cesa su tempestividad obliga a los periódicos a relegar, una vez más, esta perenne realidad de sus páginas.

3. Observación de un caso concreto: la catástrofe del tsunami en Asia

El abandono informativo de los problemas de fondo que se agazapan tras multitud de acontecimientos –tal es el caso de catástrofes como la del maremoto en el sudeste asiático– nos conduce inevitablemente a pensar que la prensa refleja el mundo de manera fragmentada y banal. Las consecuencias de esta disipación mediática son enormes. De hecho, estaría en juego la propia perdurabilidad de los diarios impresos, pues ésta exige que las informaciones dejen de funcionar como un mero impacto informativo, únicamente útil para significar la realidad de manera parcelada y trivial. Por el contrario, la prensa ha de informar descubriendo contrariedades, según demanda hoy la complejidad del mundo global. Eludir esta responsabilidad y, por ende, el esclarecimiento de estos problemas contribuye a que desaparezcan de la realidad social, una realidad que, además, es percibida como caótica y sin sentido por la ciudadanía. Por todo lo cual, la adopción de posturas reduccionistas, dando a conocer los hechos para olvidarlos después, supondría la búsqueda de una emoción momentánea para la que los medios audiovisuales ofrecen una mejor cobertura.

A partir de esto se colige que la aplicación de valores-noticia, la selección, construcción y seguimiento de los hechos informativos debe hacerse de acuerdo a una serie de parámetros coherentes, pues la prensa es uno de los soportes comunicacionales legitimados por la sociedad para construir y difundir sentido sobre el mundo. Ello supondría también evitar la homogenización por parte de los medios de comunicación en el tratamiento de las crisis y todo tipo de problemas sociales que caracterizan la realidad planetaria.

A este respecto, la relevancia de la serie informativa sobre el maremoto en el sudeste asiático, su permanencia temporal en los medios y el interés que estos mantienen por el mismo nos ha llevado a preguntarnos acerca de la presencia mediática de este tipo de catástrofes humanitarias en la prensa de referencia. La propia naturaleza de estos acontecimientos les lleva a convertirse en noticia de portada, tal y como hemos podido comprobar nuevamente con el advenimiento de otras catástrofes meteorológicas igualmente desgraciadas. Así, encontramos gran analogía en el tratamiento informativo de los huracanes sobrevenidos tanto en el sureste de Estados Unidos –‘Katrina’ (agosto de 2005) y ‘Rita’ (septiembre de 2005)–, en Guatemala –‘Stan’ (octubre de 2005)– o en México –‘Wilma’ (octubre de 2005)–, así como en el terremoto que asoló el norte de Pakistán a primeros de octubre de 2005.

Ahora bien, la distancia en el tiempo del desastre provocado por el 'tsunami' en Asia meridional –uno de los principales cataclismos del 2004 y de los últimos años– nos otorga un margen temporal suficientemente amplio a la hora de observar su tratamiento. Con ello pretendemos evidenciar si verdaderamente se lleva a cabo un ejercicio periodístico comprometido, esto es, que la función de los periodistas no se circunscribe únicamente a la cobertura informativa durante esta crisis humanitaria, sino que mantiene su interés por la misma cuando deja de ser motivo de titulares.

Partiendo de estas consideraciones, focalizamos nuestra atención en la cobertura y seguimiento que del maremoto en el sudeste asiático llevaron a cabo El País y El Mundo, los dos diarios nacionales que contaban con mayor tirada y difusión [5] en el momento del desastre, ocurrido a finales de diciembre de 2004. Para ello, se ha llevado a cabo una revisión de sus ejemplares diarios, desde el momento del maremoto hasta diciembre de 2005, lo que representa un total de doce meses.

Los elementos de observación han sido los textos informativos –en todas sus variantes y géneros: noticia, reportaje, crónica, entrevista– aparecidas en la sección de internacional de los periodísticos seleccionados. También se han tenido en cuenta otro tipo de textos como los opinativos, –columnas, análisis, comentarios, editorial, cartas al director–, presentes en la sección de internacional y de opinión. Asimismo, con el fin de completar el análisis, se han contabilizado las apariciones en portada y contraportada. Aún y todo, cabría reconocer la posibilidad de llevar a cabo un estudio más completo en el que se contemple un análisis comparado con otros acontecimientos parejos en el tiempo o de temática similar, si bien ello resulta incompatible con la concisión que exigen trabajos como el que nos ocupa.

La relevancia informativa de la catástrofe durante el primer mes de cobertura (27/12/04-26/1/05), resulta fácilmente comprobable a partir de un primer vistazo a las portadas de ambos diarios. Durante este período, El País dedicó un 64% de sus informaciones de portada a este suceso –20% como noticia principal– y El Mundo un 51%, el 19% como principal. El paso del tiempo y la llegada de nuevos acontecimientos informativos a la agenda de estos diarios (cierre de campaña de las elecciones presidenciales palestinas, celebradas el 9 de enero de 2005) hacen que dichas apariciones pierdan relevancia y se reduzcan a breves llamadas una semana después del maremoto, en el caso de El Mundo, y tres en el de El País. En este último diario se contabilizaron en los meses siguientes –entre 27/3/05 y 13/4/05– dos apariciones en portada y ninguna en El Mundo.

En contraportada, la presencia informativa del maremoto es bastante reducida y no llega al 10% en ambos diarios, porcentaje que se reduce todavía más en los meses siguientes. Como suele ser propio en este espacio, predominan las ‘noticias blandas' e historias de gran interés humano relativas a las víctimas ("El bebé 81 recupera a sus padres. El País, 15/2/05), a todo tipo de acciones solidarias ("Solidaridad entre rejas. Presos españoles venden cerámica para ayudar a las víctimas del maremoto". El País, 2/3/05), ("Maratón man". El Mundo, 25/5/05) o a determinados acontecimientos puntuales ("Amarga vuelta a casa. El contingente español regresa de la misión humanitaria en Indonesia", El País, 16/6/05).

Durante este tiempo, se observa un gran interés informativo por el maremoto y sus consecuencias inmediatas en la sección dedicada a la información Internacional. Buen ejemplo de ello podría ser el empleo recurrente en ambos diarios de títulos identificativos en las páginas dedicadas a cubrir este suceso. Así, El Mundo abre su sección de internacional (Mundo) con "Catástrofe en el paraíso", mientras que El País abre sección ("Internacional") con "Catástrofe en Asia". De esta forma, se consigue organizar temáticamente todas las informaciones relativas al suceso, dando cuenta al lector de la importancia y magnitud del mismo.

Respecto al espacio informativo dedicado al desastre, durante el primer mes se contabilizaron en El País un total de 76 páginas con informaciones relativas a este suceso, en las que el género informativo por excelencia fue la noticia (73%), fundamentalmente a cinco columnas (35%) y a cuatro (40%). Otros textos destacados son las crónicas de enviados especiales al lugar de la catástrofe (25%) y las entrevistas (2%) a expertos y testigos. El Mundo dedica durante el primer mes un total de 56 páginas de su sección Mundo a informar sobre el maremoto, siendo también en este caso la noticia es la modalidad preferida para presentar la información (67%), ocupando espacios destacados a tres (26%), cuatro columnas (38%) y, en menor medida, a cinco (23%). Las crónicas de enviados especiales representan el 35% y las entrevistas el 1,6%. Dicha relevancia informativa se aprecia también en los textos de carácter argumentativo. Así, durante el primer mes de cobertura del desastre, El País dedica al mismo un total de cuatro editoriales, uno más que El Mundo.

En general, se observa un hacer periodístico específico y común, con lo que el tratamiento informativo resulta bastante homogéneo. Prevalecen los titulares a grandes cuerpos, las llamadas de atención al lector en un estilo espectacular, así como la titulación de las noticias completada con el empleo de entradillas, sumarios y despieces. Destaca también la combinación de noticias duras y los relatos de interés humano, constatándose el valor de lo visual, de la fotografía sobre todo, que funciona en sí misma como testimonio de la dimensión trágica del hecho y de la realidad del mismo. Así, del conjunto de imágenes dedicadas a representar el maremoto, casi el 90% corresponden a la cobertura efectuada durante el primer mes por El País, porcentaje que en el diario El Mundo supone un 85%. Por lo que se refiere a los recursos gráficos (mapas, tablas e infografías), también estos alcanzan cifras relevantes durante las semanas inmediatas al maremoto y, así, representan el 36% del total de recursos visuales mostrados por El País y el 40% de los presentados por El Mundo.

Además de en las cuestiones más formales, ambos diarios coinciden en torno a las temáticas que diferencian en relación a este desastre a medida que avanza su cobertura. Así, en las primeras semanas de presencia significativa, el contenido hace alusión al caos vivido en las zonas afectadas (recuento de víctimas, protección de damnificados, manifestaciones de los gobiernos afectados y gobiernos occidentales). En general, la temática guarda relación con la ayuda a los afectados y destaca la presencia informativa de determinados organismos (ONG, ONU, OMS), al igual que el trabajo de cooperantes y voluntarios. El desarrollo cronológico de los acontecimientos viene acompañado por informaciones relativas al restablecimiento del orden y las valoraciones del impacto en términos humanos y económicos.

Pasados diciembre y enero, la efervescencia mediática por la cobertura del “tsunami” en Asia pierde intensidad. En consecuencia, nos encontramos a medio y largo plazo con una visibilidad anecdótica de la catástrofe en prensa, donde no sólo ha desaparecido la concentración informativa, sino que también el número de informaciones se ha reducido drásticamente. Desde mediados de enero ya se percibe un decrecimiento en la cobertura del maremoto, que deja de abrir sección en ambos diarios. Un mes después de la catástrofe y hasta junio de 2005, El País recoge un total de ocho informaciones, algunas breves ("Una mujer sobrevivió 45 días al tsunami", 12/2/05) o fotonoticias ("Bush y Clinton visitan la zona del tsunami", 20/2/05).

Una tendencia al olvido que se rompe con motivo de un nuevo seísmo al noroeste de la costa de Sumatra acontecido el 28 de marzo. Asimismo, este diario retoma este asunto del abandono mediático mediante la publicación el 13 de abril de varias páginas dedicadas a informar al lector sobre todos aquellos aspectos relacionados con la reconstrucción después de la tragedia ("La reconstrucción después del maremoto. Demasiado dinero en Banda Aceh", p. 3). Por esas mismas fechas, cabría destacar también el espacio dedicado por este diario en su suplemento dominical (10/ 4/2005) a un reportaje especial ("Las huellas del tsunami") en el que se relata el viaje a Sri Lanka del autor, Juan José Millás, a los cien días del 'tsunami'.

De manera muy similar, la visibilidad inicial va perdiendo peso con el paso de los días en El Mundo. A partir del 27 de enero, su sección de internacional recoge seis informaciones, generalmente blandas, entre otras: "Familiares de 60 víctimas del tsunami demandan a EE.UU y a Tailandia" (6/3/05), "El número de mujeres que murió en el tsunami es muy superior al de hombres" (27/3/05), "Los piratas vuelven al abordaje tras el tsunami" (29/3/05) o "Un británico ve de nuevo a su familia desaparecida en el tsunami" (28/4/05).

Igualmente, y según va perdiendo contingencia, la escasa noticiabilidad que aún posee la catástrofe viene dada en ambos medios por razón de hechos conflictivos que, a su vez, adquieren visibilidad e interés para los medios por efecto de la catástrofe (conflicto entre la guerrilla separatista islámica tamil y el gobierno de Sri Lanka). Así pues, con las últimas estadísticas que hablan de las víctimas totales y de la ayuda económica recaudada, los medios limitan su interés por la catástrofe a asuntos de cariz político.

En suma, el examen descrito nos ha permitido básicamente certificar la evidencia. Tras centrar su atención en este hecho informativo durante algunas semanas, la información en los diarios analizados retomó sus fútiles cauces, consideraciones que juzgamos se podrían extrapolar a la generalidad de los medios. Tan solo la llegada de algún acontecimiento señalado como el aniversario de la catástrofe ha arrojado de nuevo, y en fechas más cercanas –diciembre de 2005–, grandes cantidades de información sobre este asunto.

A este respecto, el diario El Mundo abría su suplemento Crónica del domingo 4 de diciembre de 2005 con el reportaje titulado “Tsunami. 26-XII-2004. Ante el primer aniversario de la catástrofe natural de nuestro tiempo”, al que dedicaba cinco páginas completas. También ocurrió con el huracán 'Mitch' o, más recientemente, con el terremoto de Bam en Irán, totalmente olvidados a medio y largo plazo. Empero, el desastre del 'tsunami' del sudeste asiático no tiene parangón: ha generado el mayor volumen de solidaridad recordado en Occidente y el impacto mediático se ha mostrado en esta ocasión más poderoso que nunca. Así pues, ayudada por el mismo poder que demuestra en la recaudación de ayudas y en el impulso de la solidaridad, la prensa ha de dirigir la mirada de la opinión pública sobre este tipo de escenarios que, tras la devastación de un cataclismo fortuito, experimentan 'tsunamis' diarios de pobreza generalizada, hambre, enfermedad y todo tipo de desequilibrios estructurales.

Esta breve observación nos lleva a advertir que es ahora más que nunca cuando los medios tienen el deber de dar interés periodístico a estos asuntos cuyo interés intrínseco ha dejado de ser atractivo para la opinión pública. De no ser así, el olvido mediático al que se someten los efectos y problemas ocultos tras estas catástrofes podría servir para priorizar aquellas informaciones que nos ayudan a sentirnos cómodos en nuestro "pequeño" mundo, dentro de un universo cada vez más globalizado a cuya ordenación contribuyen todos los medios. De ellos depende que esa construcción se realice con arreglo a los intereses de los ciudadanos, ayudándonos a paliar el desconcierto que experimentamos cuando nos asomamos al mundo a través de la ventana que diariamente nos brindan.

4. Referencias bibliográficas

Alsina, M. R. (1996). La construcción de la noticia. Barcelona, Paidós.

Bernal Rodríguez, M. (1998): "La construcción social de la realidad en los titulares de prensa". En VV.AA, Andalucía como ámbito de interés periodístico. Sevilla: Padilla Libros Editores & Libreros.

CAMPS, S. y PAZOS, L. (1996): Así se hace periodismo. Manual práctico del periodista gráfico. Buenos Aires, Paidós.

Gomis, L. (1991): Teoría del Periodismo. Cómo se forma el presente. Barcelona, Paidós.

Kapusinski, R. (2003): Los cinco sentidos del periodista. México, Fondo de Cultura económica. p. 30.

Leguineche, M. (1992): “Manuel Leguineche y Pere Tordera reciben hoy los Premios Ortega y Gasset de Periodismo”. Artículo publicado en la sección Sociedad del diario El País, 4 de mayo de 1992.

Martín Llaguno, M. (2002): La función del recuerdo en los medios de comunicación. Alicante: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante.

McQuail, D. (1983): Introducción a la teoría de la comunicación de masas. Barcelona, Paidós.

Muñoz-Torres, J. R. (1989): “Por qué interesan las noticias: una aproximación a los fundamentos del interés informativo”. En Comunicación & Sociedad, vol. II, nº2, pp. 61-79. Pamplona: Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra

----- (2002): Por qué interesan las noticias. Barcelona: Herder.

Núñez Ladevéze, L. (1991): Manual para periodismo. Barcelona: Ariel.

Ramonet, I. (2000): La tiranía de la comunicación. Madrid: Temas de Debate.

Royo, J. M. (2004): “Guerras en el olvido”. Reportaje publicado en la revista Fusión, nº 130, julio de 2004. Accesible en la dirección URL: http://www.revistafusion.com/2004/julio/temac130.htm

Sánchez, G. (2001): "Guerras, mentiras y juegos de vídeo". En Los ojos de la guerra. Barcelona: Plaza & Janés. pp. 372-381.

Tuchman G. (1983): La producción de la noticia. Estudio sobre la construcción de la realidad. México, Pili (Ed. original 1973)

5. Notas

[1] Como reconoce Mariano Fazio, el mundo se ha reducido en dos dimensiones, y lo que sucede en las antípodas se conoce prácticamente en tiempo real. Esta cosmovisión de acontecimientos que se presentan geográficamente distantes, pero mediáticamente cercanos, despierta en las conciencias la obligación de la solidaridad, gracias las posibilidades que ofrecen los modernos sistemas de comunicación actuales para acercarnos las llamadas angustiosas y urgentes de los perjudicados por algún desastre, natural o de origen humano. Estos beneficios comunicativos pueden verse afectados por la acción de esos mismos medios de comunicación, al poner la información al servicio de intereses económicos y políticos inconfesables [Fazio, Mariano (1997): "La sociedad de la comunicación en el pensamiento de Juan Pablo II", Comunicación & Sociedad, nº 2, vol. X, diciembre. Pamplona: Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, p.168 (pp.165-183)]

[2] Elmundo.es contabiliza hasta un total de veintisiete guerras olvidadas en un especial que este cibermedio dedica a esta cuestión. Un “olvido” por parte de los organismos internacionales y las autoridades gubernamentales de los países afectados que camina parejo a la indiferencia mediática por estos sempiternos sucesos que dejan de ser actualidad. En http://www.elmundo.es/documentos/2003/04/guerras_olvidadas/ index.html

[3] El periodismo de catástrofes, naturales y provocadas, ocupa un lugar destacado en los medios de comunicación y su desempeño supone una de las tareas más complejas del trabajo en las redacciones. Cubrir este tipo de informaciones genera gran incertidumbre en los periodistas, pues estos siniestros y desastres repercuten "en varios planos de la vida de una comunidad y hasta de un país (social, sanitario, económico, político). La emergencia se prolonga y va modificándose a lo largo de varios días. Lo dramático de las circunstancias implica situaciones de caos, urgencia y estrés para los afectados y para quienes intervienen en las tareas de auxilio, y por lo tanto, también para el periodista” (Camps, Sibila y Pazos Luis (1996): Así se hace periodismo. Manual práctico del periodista gráfico. Buenos Aires: Paidós, pág. 181). A este respecto, el seminario "Cobertura de la noticia de catástrofe", organizado por el Instituto de la Prensa de la SIP, (Honduras, 6, 7 y 8 de diciembre de 2001), proponía a los periodistas cubrir la catástrofe de manera eficaz y con sensibilidad: "Cuando la noticia explota repentinamente, el periódico debe responder al instante con una cobertura masiva y compleja en medio del caos. Ya sea un ataque terrorista, terremoto, ciclón, incendio, inundación o cualquier otro desastre. Es enorme el reto de obtener, filtrar o difundir información objetiva y fiable" (Sociedad Interamericana de Prensa (SIP): http://www.sipiapa.org/espanol/espanol.cfm)

[4]"Desastres naturales y lucha contra la pobreza en 2005" (Debate: Carreras, Ignasi y Fanjul, Gonzalo. El País, 23-I-05, pág. 17.

[5] Según datos de la OJD (Oficina de Justificación de la Difusión) correspondientes al periodo controlado enero 2004-diciembre 2004, El País cuenta con una tirada de 597.407 ejemplares, siendo su difusión de 469.183. En el caso de El Mundo, la tirada es de 401.902 y la difusión de 308.618 ejemplares. (

http:www.introl.es/ojdx4/ diarios2.asp)



FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS, SEGÚN LA APA:

Larrondo Ureta, Ainara (2006). Del impacto mediático al olvido: la pérdida de interés noticioso como indicador de la deshumanización de los medios. Revista Latina de Comunicación Social, 61. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/200612Larrondo.htm