Revista Latina de Comunicaci�n Social 61 enero � diciembre de 2006

Edita: LAboratorio de Tecnolog�as de la Informaci�n y Nuevos An�lisis de Comunicaci�n Social
Dep�sito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
A�o 9 � 2� �poca - Director: Dr. Jos� Manuel de Pablos Coello, catedr�tico de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Informaci�n: Pir�mide del Campus de Guajara -

Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; Espa�a) - Tel�fonos: (34) 922 31 72 31 / 41 - Fax: (34) 922 31 72 54


Investigaci�n

FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAF�AS, SEG�N LA APA:

Larrondo Ureta, Ainara (2006). Del impacto medi�tico al olvido: la p�rdida de inter�s noticioso como indicador de la deshumanizaci�n de los medios. Revista Latina de Comunicaci�n Social, 61. Recuperado el x de xx de 200x, de http://www.ull.es/publicaciones/latina/200612Larrondo.htm

[Revisor/ra: Me parece un estudio de gran inter�s y actualidad, por lo que merece, a mi juicio, su publicaci�n. El planteamiento epistemol�gico es muy correcto, ya que recoge las principales aportaciones sobre el tema. Por otra parte, la aplicaci�n que realiza sobre el caso del Tsunami est� muy bien tratado y evidencia muy claramente los planteamientos te�ricos. Asimismo, la bibliograf�a es muy actual y bastante adecuada. La extensi�n tambi�n es apropiada. Por todo ello, considero de especial inter�s su publicaci�n.]

Del impacto medi�tico al olvido: la p�rdida de inter�s noticioso como indicador de la deshumanizaci�n de los medios


Art�culo recibido el 26 de mayo de 2006
Sometido a pre-revisi�n (Comit� de Redacci�n) el 27 de mayo de 2006
Enviado a revisi�n el 29 de mayo de 2006
Aceptado el 30 de agosto de 2006
Publicado el 7de septiembre de 2006

Lic. Ainara Larrondo Ureta � [ C.V.]
Investigadora predoctoral del Gobierno Vasco
Universidad del Pa�s Vasco (UPV/EHU)
pdblaura@lg.ehu.es

Resumen: La era de la globalidad y celeridad informativa en la que viven inmersos los medios de comunicaci�n convierte a los conflictos, cat�strofes y todo tipo de crisis humanitarias en �olvidos� para la opini�n p�blica, una vez han alcanzado su cima de m�xima noticiabilidad. Evitar este ostracismo medi�tico parece una buena f�rmula para que el periodismo recupere su funci�n social. Con todo, no es f�cil encontrar una respuesta satisfactoria al eterno interrogante de por qu� estos temas reciben un tratamiento intensivo y circunstancial -con incidencia en sus aspectos catastr�ficos y humanos- para desaparecer de los titulares y volver a asomar cuando los desequilibrios pol�ticos y econ�micos de los lugares afectados atraen la atenci�n de las agendas. Estas consideraciones nos llevan a preguntarnos sobre el papel del Periodismo y la oportunidad que encuentra para recuperar muchos de sus fundamentos primigenios. As� pues, desde un acercamiento global al papel social de la prensa, este art�culo propone una reflexi�n sobre los cambios experimentados por el tratamiento informativo de determinados hechos imprevistos, catastr�ficos y de efectos humanitarios que generan gran impacto e inter�s en la opini�n p�blica. Para ello, partimos del seguimiento informativo en prensa diaria escrita suscitado por uno de los acontecimientos m�s ca�ticos de los �ltimos tiempos como ha sido el maremoto que asol� el sudeste asi�tico a finales de 2004. Se pretende que este suceso nos sirva para reflexionar sobre una pr�ctica informativa que se repite con demasiada frecuencia. As�, su elecci�n se justifica tanto por su excepcionalidad, como por el hecho de que, transcurrido m�s de un a�o, haya perdido su vigencia en los medios. En cualquier caso, podr�a ser considerado un acontecimiento de gran actualidad, porque actuales son sus consecuencias, en forma de cat�strofes individuales y a peque�a escala no menos desastrosas.

Palabras clave: Medios de comunicaci�n � cat�strofe � cobertura informativa � �tica � tsunami � Asia � impacto medi�tico � inter�s noticioso � deshumanizaci�n de los medios � conflicto armados

Abstract: Present opulence news context leads media to redefine their role and functions, in order to give an answer to problems which overturn our society. Furthermore, it is a hopeful moment for Journalism and, particularly, for print press which can get the chance to recover its basic functions. Present age is determined by worldwide speedy transmission of information, but also by the ostracism of events such as conflicts, disasters or other human crisis. These are usually forgotten by journalists when first impact and novelty vanish, although it is not easy to understand the fact that these issues disappear rapidly from news titles to return later because of economic, politic or social disorder, commonly preferred by media to be related. Therefore, this article purposes a reflection on the social role of press, by analysing the interest and news coverage of the tsunami which devastated Asia-Pacific nations last December 2004 and its aftermath.

Key Words: Mass Media � catastrophe � news coverage � ethics � tsunami � Asia

Sumario: 1. Introducci�n. 2. De la conmoci�n al olvido: la cobertura del desastre. 3. Observaci�n de un caso concreto: la cat�strofe del tsunami en Asia. 4. Referencias bibliogr�ficas. 5. Notas.

"(�) Lo cierto es que la tremenda centralizaci�n de la noticia
redujo mucho nuestro conocimiento de este complicado
mundo en el que vivimos. A pesar de su enorme diversidad,
de la enorme cantidad de problemas y dramas que contiene,
nuestro espectro se reduce a saber si va a haber guerra contra
Irak o no va a haber guerra contra Irak. Tanto se empobreci�
nuestra manera de entender el mundo que no s�lo sabemos
apenas una o dos cosas, sino que -lo que es peor- la sabemos mal".
(Richard Kapuscinski. Los cinco sentidos del Periodista, p.30)

1. Introducci�n

A nadie se le escapa que vivimos tiempos de cambio y progresiva complejidad en los que el mundo empeque�ece a ritmo acelerado [1]; el surgimiento de nuevos soportes de la informaci�n precipita la difusi�n instant�nea de los acontecimientos y el consumo informativo arrecia con fuerza, influenciado por los avances tecnol�gicos, sociales, pol�ticos y econ�micos experimentados. Un contexto en el que la concentraci�n medi�tica, la superabundancia informativa y la celeridad en la transmisi�n de las informaciones se ufanan de representar algunas de sus se�as m�s distintivas.

Todo ello altera necesariamente nuestros referentes, la realidad que nos rodea, teniendo en cuenta nuestra dependencia de los media para conocer el mundo y orientarnos en �l. Lejos de abandonar sus funciones tradicionales, estos nos acercan los acontecimientos, informan sobre las condiciones de la sociedad y el mundo, nos movilizan para la realizaci�n de campa�as a favor de objetivos sociales y nos entretienen (McQuail, 1983: 88 y ss.)

Merece la pena incidir, pues, en la funci�n social de los medios de comunicaci�n que constantemente representan una parte de la realidad, aquella que ellos mismos seleccionan. Y, precisamente, este proceso continuo de interpretaci�n del presente social que nos rodea hace que el valor del periodismo adquiera especial significaci�n en un contexto mundial caracterizado, con demasiada frecuencia, por situaciones de conflicto y desorden social, econ�mico y pol�tico.

No en vano, la imagen period�stica de la realidad contribuye a fomentar, en no pocos casos, estos desequilibrios, desde�ando los beneficios de la comunicaci�n. Y aunque una de las principales funciones de los medios sea informar de manera constante y regular, "sin olvidar ma�ana las historias de hoy", resulta m�s que evidente el �olvido� al que se someten determinados temas de valor humano, sucesos de gran envergadura e impacto medi�tico; acontecimientos que, en la c�spide de su noticiabilidad, son capaces de atraer todo el inter�s informativo para ir quedando, con el paso del tiempo, medi�ticamente ignorados. Concretamente, nos referimos aqu� a los conflictos armados [2], las cat�strofes naturales y todo tipo de tragedias que sirvieron en su momento para llenar profusamente p�ginas de prensa e informativos de televisi�n, cargados de im�genes impresionantes sobre los devastadores efectos de tales acciones en los seres humanos.

De ah� que en este contexto de opulencia informativa, corresponda a los medios redefinir sus roles y reajustar sus funciones, procurando una respuesta satisfactoria a los problemas que trastornan nuestra sociedad. Para ello es necesario tomar conciencia de la informaci�n period�stica como el principal activo de la comunicaci�n colectiva, detectando desequilibrios que afectan a la sociedad global y vislumbrando posibles soluciones. Una necesidad que se torna imprescindible en un momento como el actual, en el que la informaci�n se enfrenta, m�s si cabe que nunca, al riesgo de transformarse en una mercanc�a disociada de los valores humanos.

2. De la conmoci�n al olvido: la cobertura del desastre

En los �ltimos tiempos, hemos podido ser testigos de desgraciados "mega-acontecimientos" (atentados 11-S, 11-M y 7-J, Guerra de Irak, maremoto en el sureste asi�tico, huracanes �Katrina�, �Wilma�, terremoto en Pakist�n, etc.) que nos han recordado c�mo los medios nos permiten ver, m�s que entender. Asimismo, estas noticias han servido para demostrar, una vez m�s, la enorme influencia que ejercen el "mimetismo medi�tico" y la "h�per-emoci�n" (Ramonet, 2000: 18) en la pr�ctica period�stica de nuestros d�as. As� pues, los medios de comunicaci�n se siguen entre ellos y "lo que vende es la inmediatez (�) pero a veces el suceso puntual no da idea de lo que est� sucediendo m�s all� del momento. Se busca conmocionar al espectador y no tanto explicar, informar, educar, analizar y comprender" (Royo, 2004). Precisamente, el p�blico tiende a mostrar un gran inter�s por este tipo de hechos imprevistos que, seg�n la propia definici�n de N��ez Ladev�ze, "conmueven a la mayor�a de las personas por motivos principalmente psicol�gicos (�), motivos no p�blicos sin m�s bien humanos" (N��ez Ladev�ze, 1991: 40-41).

Con todo, resulta una obviedad que las im�genes televisadas, convertidas en muchos casos en �im�genes-espect�culo�, han supuesto una aut�ntica sobredosis para la audiencia, lo que no ha hecho sino mermar la visibilidad de los problemas que subyacen tras estas acciones terroristas, conflictos y cataclismos. Adem�s, muchas de estas informaciones han sido presentadas de manera emocionante, destacando su componente solidario en detrimento del conflicto de fondo que resulta as� banalizado.

En el caso de la prensa, este proceder informativo resulta, si cabe, a�n m�s determinante, pues mientras la televisi�n act�a a un nivel m�s emocional, mostrando aquellas im�genes que constituyen un acicate para las conciencias, se sabe que los medios escritos tienen la capacidad de incentivar acciones a m�s largo plazo, promoviendo la reflexi�n y el juicio cr�tico de la opini�n p�blica. Seg�n esto, la prensa puede contribuir a esclarecer las complejas realidades de nuestro mundo, aunque no siempre alcance a cumplir esta funci�n y ofrecer a los lectores un conocimiento exhaustivo de los hechos.

As�, mientras los medios audiovisuales se muestran preparados para saciar las demandas informativas de un p�blico �vido de recibir las �ltimas noticias, los diarios -conscientes de la inexpugnable competencia que los primeros suponen- tienden a fomentar la emulaci�n por medio de grandes titulares, mayores espacios para la iconograf�a, acortamiento de textos, etc�tera. Empero, la prensa debe "decir adi�s a la narraci�n escenogr�fica de los hechos y escudri�ar all� donde los objetivos de la televisi�n no llegan, descubrir antecedentes y consecuentes, atm�sferas, ambientes, secretos" (Leguineche, 1992). El objetivo no es otro que el empleo de una perspectiva m�ltiple en la configuraci�n de los mensajes period�sticos, muy especialmente de aquellos que contribuyen a la paliaci�n de contradicciones, tensiones, conflictos en la sociedad, de conformidad con el beneficio buscado por las empresas medi�ticas.

En efecto, la responsabilidad social de la prensa exige a �sta fijar su mirada m�s all� de lo novedoso, si bien el car�cter rutinario del quehacer diario en las redacciones impide en ocasiones cumplir informativamente con algo m�s que no sea la novedad de lo acontecido. As� las cosas, los periodistas muestran su preferencia por la convulsi�n informativa que suponen las noticias de �ltima hora, las situaciones de urgencia y todo tipo de acontecimiento imprevisto. Las informaciones sobre cat�strofes naturales pueden tomarse como ejemplo paradigm�tico de esta predilecci�n, extensible a la generalidad de los medios que, en los momentos de m�xima noticiabilidad, evidencian un loable papel como veh�culos transmisores tanto de las necesidades de ayuda humanitaria, como de las consecuentes reacciones de solidaridad. �sta se convierte, as�, en un valor social e informativo en alza, tal y como demuestra el hecho habitual de que muchas de estas informaciones se distingan �nicamente por su componente solidario. Ahora bien, este �tico proceder contrasta, parad�jicamente, con la invisibilidad a la que se someten las mismas informaciones una vez el tema envejece y el inter�s informativo decrece. Una p�rdida de actualidad que condiciona su permanencia en la agenda informativa del medio y, por tanto, la atenci�n p�blica hacia ese asunto.

En consecuencia, a medida que el inter�s del medio decrece, tambi�n lo hace el del p�blico, que se muestra m�s y m�s desinteresado, si bien esta p�rdida de inter�s informativo no hace desaparecer el problema, puesto que las causas y los efectos de esos hechos se alargan en el tiempo. De ah� que el desinter�s de las organizaciones medi�ticas en estos temas nos lleve a observar su incapaz �y, por extensi�n, la de los periodistas que las integran� para llevar a cabo una configuraci�n informacional en base a los par�metros �ticos que demanda el Periodismo. Un compromiso social pendiente de garantizar que los medios ofrezcan una informaci�n integral y que �sta transmita de manera veraz y completa un acontecimiento, las causas que lo motivan y sus consecuencias.

Cabr�a aqu� tambi�n referirnos a la importancia del �recuerdo medi�tico� (Mart�n LLaguno, 2002) para la resoluci�n de problemas sociales, as� como el mantenimiento de actitudes o valores humanos cuyo fortalecimiento puede contribuir a paliar las situaciones ca�ticas propias de la sociedad en la que vivimos. Pobreza, marginalidad, hambre, enfermedad, subdesarrollo, explotaci�n� son algunos ejemplos de los problemas m�s habituales reflejados por los medios, en determinados momentos y situaciones dram�ticas concretas. Estas informaciones aparecen generalmente motivadas por cataclismos (inundaciones, sequ�as, terremotos) y otras calamidades (guerras, terrorismo y violencia en general) imprevistas que se imponen a la �compleja burocracia informativa" (Rodrigo, 1993: 108). Pero el trato de favor que reciben por parte de los periodistas contrasta con la indiferencia que suscitan pasados los meses, a�n cuando su noticiabilidad es perdurable por raz�n de las secuelas humanas causadas. Luego la avalancha de informaciones que generan este tipo de tragedias contrasta con la insuficiente cobertura que se presta a sus consecuencias una vez se ha disipado el inter�s inicial. En definitiva, los medios tienen gran pericia en pasar del aluvi�n informativo al m�s absoluto olvido.

En esta coyuntura se encuentra actualmente la prensa, inmersa en una compleja din�mica que plantea un sinf�n de interrogantes a los que no pretende dar respuesta este trabajo con el que se busca, m�s bien, una aproximaci�n al fen�meno. As�, desde un punto de vista general, las l�neas que siguen tratan de reflexionar acerca de la informaci�n que proporcionan los medios, una informaci�n que ha de ser lo suficientemente �til y comprensible como para brindarnos a los ciudadanos la oportunidad de entender los grandes fen�menos humanos, sociales, pol�ticos y econ�micos de nuestro tiempo. El quehacer medi�tico debe servir para informar a la gente no s�lo en los momentos de m�xima noticiabilidad, sino tambi�n posteriormente, cuando esos hechos perduran en forma de todo tipo de desequilibrios, porque como bien afirma el profesor Lorenzo Gomis

"gracias a los medios percibimos la realidad no con la fugacidad de un instante aqu� mismo, sino como un per�odo consistente y objetivado, como algo que es posible percibir y comentar, como una referencia general. Son los medios los que mantienen la permanencia de una constelaci�n de hechos que no se desvanecen al difundirlos, sino que impresionan a la audiencia, dan qu� pensar; suscitan comentarios y siguen presentes en la conversaci�n" (Gomis, 1991: 14)

A este respecto, cabr�a recordar que la representaci�n medi�tica de la realidad social ha constituido desde siempre uno de los principales motivos de preocupaci�n de los estudiosos del Periodismo. En nuestros d�as, los continuos cambios en el mundo y en los medios de comunicaci�n mantienen como terreno f�rtil de investigaci�n la funci�n de los medios en la sociedad. As� las cosas, los procesos de selecci�n de la informaci�n y construcci�n de la noticia contin�an centrando la atenci�n de los autores. Una tipificaci�n y jerarquizaci�n de los hechos que, como es bien sabido, se fundamenta en la automatizaci�n del quehacer en las redacciones.

Seg�n esto, y teniendo en cuenta que esta tarea aparece condicionada por las limitaciones de tiempo y espacio, caben pocas dudas acerca de la utilidad de la selecci�n de los acontecimientos en funci�n de su inter�s informativo y a partir de unos criterios basados en determinados valores-noticia. Un �inter�s informativo� descrito de manera sintetizada por Mu�oz (1989: 79) como cualidad que poseen ciertas narraciones period�sticas que hace que el p�blico las considere dignas de ser conocidas, frecuentemente rotulada como "relevancia", "importancia" o "trascendencia" de un texto period�stico. Seg�n el mismo autor, esta �relevancia� viene dada por una serie de "criterios de noticiabilidad" o "valores-noticia" (news values, en la terminolog�a anglosajona) que representan "principios, m�s o menos generales e impl�citos, que orientan la selecci�n y el tratamiento de los enunciados period�sticos" (Mu�oz, 2002: 78). Entre estos factores de inter�s, la imprevisibilidad, lo inusual o extra�o se se�alan entre los m�s relevantes.

Evidentemente, a nadie se le escapa que el concepto de noticia est� estrechamente ligado al de novedad, tanto en t�rminos temporales como por lo que tiene de car�cter infrecuente o inesperado. Pero tambi�n lo negativo, los conflictos y problemas que acarrean consecuencias negativas de diversa �ndole suelen acaparar la atenci�n de los informadores y el inter�s p�blico. As�, "cuanto mayor es el n�mero de los individuos implicados en un desastre (�), mayor es la visibilidad de dichos acontecimientos y, por tanto, su valor/noticia" (Mu�oz, 2002: 116). De lo expuesto se deduce que el inter�s period�stico y social est� garantizado en aquellos hechos caracterizados por su gravedad y centralidad, "hechos-ruptura" en la terminolog�a de Bernal (1998:71).

Precisamente, junto a las informaciones sobre conflictos, las cat�strofes humanitarias [3] suponen uno de los temas prioritarios de noticiabilidad en los medios. En concreto, los desastres naturales, debido al gran n�mero de v�ctimas y da�os que ocasionan, evidencian niveles muy altos de atenci�n medi�tica. Resulta l�gico pensar, por tanto, que estas noticias no se agotan con el mismo acto de la comunicaci�n; sus consecuencias permiten continuar publicando informaciones durante cierto tiempo hasta que su inter�s decrece y son eclipsadas por otros acontecimientos m�s novedosos, aunque quiz�s no tan importantes.

Ahora bien, seg�n ven�amos anunciando en un ep�grafe anterior, estos acontecimientos marcados por la imprevisibilidad desaparecen de las agendas medi�ticas una vez se resuelve la conmoci�n inicial que provocaron en la sociedad. As�, aunque la evoluci�n futura de estos hechos sea uno de los factores que se tienen en cuenta para determinar su inter�s, en la mayor�a de los casos la informaci�n publicada no alcanza a informar sobre tal proceso, disip�ndose y perdiendo visibilidad al margen de su relevancia.

En consecuencia, la informaci�n que se prolonga en el tiempo tiende a desinteresar al p�blico, por lo que a pesar de su gran inter�s informativo pocas noticias logran verse reflejadas en los medios durante mucho tiempo. Una querencia desfavorable para los propios ciudadanos quienes, en consonancia con lo que hemos venido refiriendo, necesitan conocer lo que acontece, con el fin de ir conformando su propia visi�n del estado de las cosas, tomar decisiones y ejecutar acciones. En este sentido, nos resultan ciertamente ilustrativas las palabras del reportero de guerra Gervasio S�nchez, quien a prop�sito de las coberturas b�licas denuncia que "sin im�genes ni palabras, el inter�s decae, las organizaciones humanitarias tardan en reaccionar y la comunidad internacional no se siente presionada para tomar decisiones" (S�nchez, 2001: 379)

De lo expuesto hasta ahora cabe deducir que, si bien la novedad supone uno de los criterios de noticiabilidad por antonomasia, la noci�n de inter�s noticioso no tiene por qu� estar necesariamente ligada a este valor. Esto es importante, si tenemos en cuenta que cuando el ritmo inicial de noticiabilidad de estas cat�strofes decrece, tambi�n lo hace el inter�s de los media por sus devastadoras consecuencias: v�ctimas, da�os materiales, hambruna, pobreza... Un apunte a tener en cuenta, dado que para m�s de cien pa�ses en desarrollo situados en zonas de riesgo, la pobreza es al mismo tiempo causa y consecuencia de los desastres naturales. De hecho, los pa�ses pobres acumulan 98 de cada 100 muertos producidos en estas cat�strofes durante los �ltimos veinte a�os, con lo que la pobreza global amenaza tambi�n la seguridad y la estabilidad globales [4]. Esta realidad, convertida en un aut�ntico problema de base, no s�lo no representa un asunto period�stico inesquivable, si bien resulta invisible hasta que es rescatada informativamente por raz�n de un acontecimiento verdaderamente novedoso y, por tanto, noticioso. El mismo que cuando cesa su tempestividad obliga a los peri�dicos a relegar, una vez m�s, esta perenne realidad de sus p�ginas.

3. Observaci�n de un caso concreto: la cat�strofe del tsunami en Asia

El abandono informativo de los problemas de fondo que se agazapan tras multitud de acontecimientos �tal es el caso de cat�strofes como la del maremoto en el sudeste asi�tico� nos conduce inevitablemente a pensar que la prensa refleja el mundo de manera fragmentada y banal. Las consecuencias de esta disipaci�n medi�tica son enormes. De hecho, estar�a en juego la propia perdurabilidad de los diarios impresos, pues �sta exige que las informaciones dejen de funcionar como un mero impacto informativo, �nicamente �til para significar la realidad de manera parcelada y trivial. Por el contrario, la prensa ha de informar descubriendo contrariedades, seg�n demanda hoy la complejidad del mundo global. Eludir esta responsabilidad y, por ende, el esclarecimiento de estos problemas contribuye a que desaparezcan de la realidad social, una realidad que, adem�s, es percibida como ca�tica y sin sentido por la ciudadan�a. Por todo lo cual, la adopci�n de posturas reduccionistas, dando a conocer los hechos para olvidarlos despu�s, supondr�a la b�squeda de una emoci�n moment�nea para la que los medios audiovisuales ofrecen una mejor cobertura.

A partir de esto se colige que la aplicaci�n de valores-noticia, la selecci�n, construcci�n y seguimiento de los hechos informativos debe hacerse de acuerdo a una serie de par�metros coherentes, pues la prensa es uno de los soportes comunicacionales legitimados por la sociedad para construir y difundir sentido sobre el mundo. Ello supondr�a tambi�n evitar la homogenizaci�n por parte de los medios de comunicaci�n en el tratamiento de las crisis y todo tipo de problemas sociales que caracterizan la realidad planetaria.

A este respecto, la relevancia de la serie informativa sobre el maremoto en el sudeste asi�tico, su permanencia temporal en los medios y el inter�s que estos mantienen por el mismo nos ha llevado a preguntarnos acerca de la presencia medi�tica de este tipo de cat�strofes humanitarias en la prensa de referencia. La propia naturaleza de estos acontecimientos les lleva a convertirse en noticia de portada, tal y como hemos podido comprobar nuevamente con el advenimiento de otras cat�strofes meteorol�gicas igualmente desgraciadas. As�, encontramos gran analog�a en el tratamiento informativo de los huracanes sobrevenidos tanto en el sureste de Estados Unidos ��Katrina� (agosto de 2005) y �Rita� (septiembre de 2005)�, en Guatemala ��Stan� (octubre de 2005)� o en M�xico ��Wilma� (octubre de 2005)�, as� como en el terremoto que asol� el norte de Pakist�n a primeros de octubre de 2005.

Ahora bien, la distancia en el tiempo del desastre provocado por el 'tsunami' en Asia meridional �uno de los principales cataclismos del 2004 y de los �ltimos a�os� nos otorga un margen temporal suficientemente amplio a la hora de observar su tratamiento. Con ello pretendemos evidenciar si verdaderamente se lleva a cabo un ejercicio period�stico comprometido, esto es, que la funci�n de los periodistas no se circunscribe �nicamente a la cobertura informativa durante esta crisis humanitaria, sino que mantiene su inter�s por la misma cuando deja de ser motivo de titulares.

Partiendo de estas consideraciones, focalizamos nuestra atenci�n en la cobertura y seguimiento que del maremoto en el sudeste asi�tico llevaron a cabo El Pa�s y El Mundo, los dos diarios nacionales que contaban con mayor tirada y difusi�n [5] en el momento del desastre, ocurrido a finales de diciembre de 2004. Para ello, se ha llevado a cabo una revisi�n de sus ejemplares diarios, desde el momento del maremoto hasta diciembre de 2005, lo que representa un total de doce meses.

Los elementos de observaci�n han sido los textos informativos �en todas sus variantes y g�neros: noticia, reportaje, cr�nica, entrevista� aparecidas en la secci�n de internacional de los period�sticos seleccionados. Tambi�n se han tenido en cuenta otro tipo de textos como los opinativos, �columnas, an�lisis, comentarios, editorial, cartas al director�, presentes en la secci�n de internacional y de opini�n. Asimismo, con el fin de completar el an�lisis, se han contabilizado las apariciones en portada y contraportada. A�n y todo, cabr�a reconocer la posibilidad de llevar a cabo un estudio m�s completo en el que se contemple un an�lisis comparado con otros acontecimientos parejos en el tiempo o de tem�tica similar, si bien ello resulta incompatible con la concisi�n que exigen trabajos como el que nos ocupa.

La relevancia informativa de la cat�strofe durante el primer mes de cobertura (27/12/04-26/1/05), resulta f�cilmente comprobable a partir de un primer vistazo a las portadas de ambos diarios. Durante este per�odo, El Pa�s dedic� un 64% de sus informaciones de portada a este suceso �20% como noticia principal� y El Mundo un 51%, el 19% como principal. El paso del tiempo y la llegada de nuevos acontecimientos informativos a la agenda de estos diarios (cierre de campa�a de las elecciones presidenciales palestinas, celebradas el 9 de enero de 2005) hacen que dichas apariciones pierdan relevancia y se reduzcan a breves llamadas una semana despu�s del maremoto, en el caso de El Mundo, y tres en el de El Pa�s. En este �ltimo diario se contabilizaron en los meses siguientes �entre 27/3/05 y 13/4/05� dos apariciones en portada y ninguna en El Mundo.

En contraportada, la presencia informativa del maremoto es bastante reducida y no llega al 10% en ambos diarios, porcentaje que se reduce todav�a m�s en los meses siguientes. Como suele ser propio en este espacio, predominan las �noticias blandas' e historias de gran inter�s humano relativas a las v�ctimas ("El beb� 81 recupera a sus padres. El Pa�s, 15/2/05), a todo tipo de acciones solidarias ("Solidaridad entre rejas. Presos espa�oles venden cer�mica para ayudar a las v�ctimas del maremoto". El Pa�s, 2/3/05), ("Marat�n man". El Mundo, 25/5/05) o a determinados acontecimientos puntuales ("Amarga vuelta a casa. El contingente espa�ol regresa de la misi�n humanitaria en Indonesia", El Pa�s, 16/6/05).

Durante este tiempo, se observa un gran inter�s informativo por el maremoto y sus consecuencias inmediatas en la secci�n dedicada a la informaci�n Internacional. Buen ejemplo de ello podr�a ser el empleo recurrente en ambos diarios de t�tulos identificativos en las p�ginas dedicadas a cubrir este suceso. As�, El Mundo abre su secci�n de internacional (Mundo) con "Cat�strofe en el para�so", mientras que El Pa�s abre secci�n ("Internacional") con "Cat�strofe en Asia". De esta forma, se consigue organizar tem�ticamente todas las informaciones relativas al suceso, dando cuenta al lector de la importancia y magnitud del mismo.

Respecto al espacio informativo dedicado al desastre, durante el primer mes se contabilizaron en El Pa�s un total de 76 p�ginas con informaciones relativas a este suceso, en las que el g�nero informativo por excelencia fue la noticia (73%), fundamentalmente a cinco columnas (35%) y a cuatro (40%). Otros textos destacados son las cr�nicas de enviados especiales al lugar de la cat�strofe (25%) y las entrevistas (2%) a expertos y testigos. El Mundo dedica durante el primer mes un total de 56 p�ginas de su secci�n Mundo a informar sobre el maremoto, siendo tambi�n en este caso la noticia es la modalidad preferida para presentar la informaci�n (67%), ocupando espacios destacados a tres (26%), cuatro columnas (38%) y, en menor medida, a cinco (23%). Las cr�nicas de enviados especiales representan el 35% y las entrevistas el 1,6%. Dicha relevancia informativa se aprecia tambi�n en los textos de car�cter argumentativo. As�, durante el primer mes de cobertura del desastre, El Pa�s dedica al mismo un total de cuatro editoriales, uno m�s que El Mundo.

En general, se observa un hacer period�stico espec�fico y com�n, con lo que el tratamiento informativo resulta bastante homog�neo. Prevalecen los titulares a grandes cuerpos, las llamadas de atenci�n al lector en un estilo espectacular, as� como la titulaci�n de las noticias completada con el empleo de entradillas, sumarios y despieces. Destaca tambi�n la combinaci�n de noticias duras y los relatos de inter�s humano, constat�ndose el valor de lo visual, de la fotograf�a sobre todo, que funciona en s� misma como testimonio de la dimensi�n tr�gica del hecho y de la realidad del mismo. As�, del conjunto de im�genes dedicadas a representar el maremoto, casi el 90% corresponden a la cobertura efectuada durante el primer mes por El Pa�s, porcentaje que en el diario El Mundo supone un 85%. Por lo que se refiere a los recursos gr�ficos (mapas, tablas e infograf�as), tambi�n estos alcanzan cifras relevantes durante las semanas inmediatas al maremoto y, as�, representan el 36% del total de recursos visuales mostrados por El Pa�s y el 40% de los presentados por El Mundo.

Adem�s de en las cuestiones m�s formales, ambos diarios coinciden en torno a las tem�ticas que diferencian en relaci�n a este desastre a medida que avanza su cobertura. As�, en las primeras semanas de presencia significativa, el contenido hace alusi�n al caos vivido en las zonas afectadas (recuento de v�ctimas, protecci�n de damnificados, manifestaciones de los gobiernos afectados y gobiernos occidentales). En general, la tem�tica guarda relaci�n con la ayuda a los afectados y destaca la presencia informativa de determinados organismos (ONG, ONU, OMS), al igual que el trabajo de cooperantes y voluntarios. El desarrollo cronol�gico de los acontecimientos viene acompa�ado por informaciones relativas al restablecimiento del orden y las valoraciones del impacto en t�rminos humanos y econ�micos.

Pasados diciembre y enero, la efervescencia medi�tica por la cobertura del �tsunami� en Asia pierde intensidad. En consecuencia, nos encontramos a medio y largo plazo con una visibilidad anecd�tica de la cat�strofe en prensa, donde no s�lo ha desaparecido la concentraci�n informativa, sino que tambi�n el n�mero de informaciones se ha reducido dr�sticamente. Desde mediados de enero ya se percibe un decrecimiento en la cobertura del maremoto, que deja de abrir secci�n en ambos diarios. Un mes despu�s de la cat�strofe y hasta junio de 2005, El Pa�s recoge un total de ocho informaciones, algunas breves ("Una mujer sobrevivi� 45 d�as al tsunami", 12/2/05) o fotonoticias ("Bush y Clinton visitan la zona del tsunami", 20/2/05).

Una tendencia al olvido que se rompe con motivo de un nuevo se�smo al noroeste de la costa de Sumatra acontecido el 28 de marzo. Asimismo, este diario retoma este asunto del abandono medi�tico mediante la publicaci�n el 13 de abril de varias p�ginas dedicadas a informar al lector sobre todos aquellos aspectos relacionados con la reconstrucci�n despu�s de la tragedia ("La reconstrucci�n despu�s del maremoto. Demasiado dinero en Banda Aceh", p. 3). Por esas mismas fechas, cabr�a destacar tambi�n el espacio dedicado por este diario en su suplemento dominical (10/ 4/2005) a un reportaje especial ("Las huellas del tsunami") en el que se relata el viaje a Sri Lanka del autor, Juan Jos� Mill�s, a los cien d�as del 'tsunami'.

De manera muy similar, la visibilidad inicial va perdiendo peso con el paso de los d�as en El Mundo. A partir del 27 de enero, su secci�n de internacional recoge seis informaciones, generalmente blandas, entre otras: "Familiares de 60 v�ctimas del tsunami demandan a EE.UU y a Tailandia" (6/3/05), "El n�mero de mujeres que muri� en el tsunami es muy superior al de hombres" (27/3/05), "Los piratas vuelven al abordaje tras el tsunami" (29/3/05) o "Un brit�nico ve de nuevo a su familia desaparecida en el tsunami" (28/4/05).

Igualmente, y seg�n va perdiendo contingencia, la escasa noticiabilidad que a�n posee la cat�strofe viene dada en ambos medios por raz�n de hechos conflictivos que, a su vez, adquieren visibilidad e inter�s para los medios por efecto de la cat�strofe (conflicto entre la guerrilla separatista isl�mica tamil y el gobierno de Sri Lanka). As� pues, con las �ltimas estad�sticas que hablan de las v�ctimas totales y de la ayuda econ�mica recaudada, los medios limitan su inter�s por la cat�strofe a asuntos de cariz pol�tico.

En suma, el examen descrito nos ha permitido b�sicamente certificar la evidencia. Tras centrar su atenci�n en este hecho informativo durante algunas semanas, la informaci�n en los diarios analizados retom� sus f�tiles cauces, consideraciones que juzgamos se podr�an extrapolar a la generalidad de los medios. Tan solo la llegada de alg�n acontecimiento se�alado como el aniversario de la cat�strofe ha arrojado de nuevo, y en fechas m�s cercanas �diciembre de 2005�, grandes cantidades de informaci�n sobre este asunto.

A este respecto, el diario El Mundo abr�a su suplemento Cr�nica del domingo 4 de diciembre de 2005 con el reportaje titulado �Tsunami. 26-XII-2004. Ante el primer aniversario de la cat�strofe natural de nuestro tiempo�, al que dedicaba cinco p�ginas completas. Tambi�n ocurri� con el hurac�n 'Mitch' o, m�s recientemente, con el terremoto de Bam en Ir�n, totalmente olvidados a medio y largo plazo. Empero, el desastre del 'tsunami' del sudeste asi�tico no tiene parang�n: ha generado el mayor volumen de solidaridad recordado en Occidente y el impacto medi�tico se ha mostrado en esta ocasi�n m�s poderoso que nunca. As� pues, ayudada por el mismo poder que demuestra en la recaudaci�n de ayudas y en el impulso de la solidaridad, la prensa ha de dirigir la mirada de la opini�n p�blica sobre este tipo de escenarios que, tras la devastaci�n de un cataclismo fortuito, experimentan 'tsunamis' diarios de pobreza generalizada, hambre, enfermedad y todo tipo de desequilibrios estructurales.

Esta breve observaci�n nos lleva a advertir que es ahora m�s que nunca cuando los medios tienen el deber de dar inter�s period�stico a estos asuntos cuyo inter�s intr�nseco ha dejado de ser atractivo para la opini�n p�blica. De no ser as�, el olvido medi�tico al que se someten los efectos y problemas ocultos tras estas cat�strofes podr�a servir para priorizar aquellas informaciones que nos ayudan a sentirnos c�modos en nuestro "peque�o" mundo, dentro de un universo cada vez m�s globalizado a cuya ordenaci�n contribuyen todos los medios. De ellos depende que esa construcci�n se realice con arreglo a los intereses de los ciudadanos, ayud�ndonos a paliar el desconcierto que experimentamos cuando nos asomamos al mundo a trav�s de la ventana que diariamente nos brindan.

4. Referencias bibliogr�ficas

Alsina, M. R. (1996). La construcci�n de la noticia. Barcelona, Paid�s.

Bernal Rodr�guez, M. (1998): "La construcci�n social de la realidad en los titulares de prensa". En VV.AA, Andaluc�a como �mbito de inter�s period�stico. Sevilla: Padilla Libros Editores & Libreros.

CAMPS, S. y PAZOS, L. (1996): As� se hace periodismo. Manual pr�ctico del periodista gr�fico. Buenos Aires, Paid�s.

Gomis, L. (1991): Teor�a del Periodismo. C�mo se forma el presente. Barcelona, Paid�s.

Kapusinski, R. (2003): Los cinco sentidos del periodista. M�xico, Fondo de Cultura econ�mica. p. 30.

Leguineche, M. (1992): �Manuel Leguineche y Pere Tordera reciben hoy los Premios Ortega y Gasset de Periodismo�. Art�culo publicado en la secci�n Sociedad del diario El Pa�s, 4 de mayo de 1992.

Mart�n Llaguno, M. (2002): La funci�n del recuerdo en los medios de comunicaci�n. Alicante: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante.

McQuail, D. (1983): Introducci�n a la teor�a de la comunicaci�n de masas. Barcelona, Paid�s.

Mu�oz-Torres, J. R. (1989): �Por qu� interesan las noticias: una aproximaci�n a los fundamentos del inter�s informativo�. En Comunicaci�n & Sociedad, vol. II, n�2, pp. 61-79. Pamplona: Facultad de Comunicaci�n de la Universidad de Navarra

----- (2002): Por qu� interesan las noticias. Barcelona: Herder.

N��ez Ladev�ze, L. (1991): Manual para periodismo. Barcelona: Ariel.

Ramonet, I. (2000): La tiran�a de la comunicaci�n. Madrid: Temas de Debate.

Royo, J. M. (2004): �Guerras en el olvido�. Reportaje publicado en la revista Fusi�n, n� 130, julio de 2004. Accesible en la direcci�n URL: http://www.revistafusion.com/2004/julio/temac130.htm

S�nchez, G. (2001): "Guerras, mentiras y juegos de v�deo". En Los ojos de la guerra. Barcelona: Plaza & Jan�s. pp. 372-381.

Tuchman G. (1983): La producci�n de la noticia. Estudio sobre la construcci�n de la realidad. M�xico, Pili (Ed. original 1973)

5. Notas

[1] Como reconoce Mariano Fazio, el mundo se ha reducido en dos dimensiones, y lo que sucede en las ant�podas se conoce pr�cticamente en tiempo real. Esta cosmovisi�n de acontecimientos que se presentan geogr�ficamente distantes, pero medi�ticamente cercanos, despierta en las conciencias la obligaci�n de la solidaridad, gracias las posibilidades que ofrecen los modernos sistemas de comunicaci�n actuales para acercarnos las llamadas angustiosas y urgentes de los perjudicados por alg�n desastre, natural o de origen humano. Estos beneficios comunicativos pueden verse afectados por la acci�n de esos mismos medios de comunicaci�n, al poner la informaci�n al servicio de intereses econ�micos y pol�ticos inconfesables [Fazio, Mariano (1997): "La sociedad de la comunicaci�n en el pensamiento de Juan Pablo II", Comunicaci�n & Sociedad, n� 2, vol. X, diciembre. Pamplona: Facultad de Comunicaci�n de la Universidad de Navarra, p.168 (pp.165-183)]

[2] Elmundo.es contabiliza hasta un total de veintisiete guerras olvidadas en un especial que este cibermedio dedica a esta cuesti�n. Un �olvido� por parte de los organismos internacionales y las autoridades gubernamentales de los pa�ses afectados que camina parejo a la indiferencia medi�tica por estos sempiternos sucesos que dejan de ser actualidad. En http://www.elmundo.es/documentos/2003/04/guerras_olvidadas/ index.html

[3] El periodismo de cat�strofes, naturales y provocadas, ocupa un lugar destacado en los medios de comunicaci�n y su desempe�o supone una de las tareas m�s complejas del trabajo en las redacciones. Cubrir este tipo de informaciones genera gran incertidumbre en los periodistas, pues estos siniestros y desastres repercuten "en varios planos de la vida de una comunidad y hasta de un pa�s (social, sanitario, econ�mico, pol�tico). La emergencia se prolonga y va modific�ndose a lo largo de varios d�as. Lo dram�tico de las circunstancias implica situaciones de caos, urgencia y estr�s para los afectados y para quienes intervienen en las tareas de auxilio, y por lo tanto, tambi�n para el periodista� (Camps, Sibila y Pazos Luis (1996): As� se hace periodismo. Manual pr�ctico del periodista gr�fico. Buenos Aires: Paid�s, p�g. 181). A este respecto, el seminario "Cobertura de la noticia de cat�strofe", organizado por el Instituto de la Prensa de la SIP, (Honduras, 6, 7 y 8 de diciembre de 2001), propon�a a los periodistas cubrir la cat�strofe de manera eficaz y con sensibilidad: "Cuando la noticia explota repentinamente, el peri�dico debe responder al instante con una cobertura masiva y compleja en medio del caos. Ya sea un ataque terrorista, terremoto, cicl�n, incendio, inundaci�n o cualquier otro desastre. Es enorme el reto de obtener, filtrar o difundir informaci�n objetiva y fiable" (Sociedad Interamericana de Prensa (SIP): http://www.sipiapa.org/espanol/espanol.cfm)

[4]"Desastres naturales y lucha contra la pobreza en 2005" (Debate: Carreras, Ignasi y Fanjul, Gonzalo. El Pa�s, 23-I-05, p�g. 17.

[5] Seg�n datos de la OJD (Oficina de Justificaci�n de la Difusi�n) correspondientes al periodo controlado enero 2004-diciembre 2004, El Pa�s cuenta con una tirada de 597.407 ejemplares, siendo su difusi�n de 469.183. En el caso de El Mundo, la tirada es de 401.902 y la difusi�n de 308.618 ejemplares. (

http:www.introl.es/ojdx4/ diarios2.asp)



FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAF�AS, SEG�N LA APA:

Larrondo Ureta, Ainara (2006). Del impacto medi�tico al olvido: la p�rdida de inter�s noticioso como indicador de la deshumanizaci�n de los medios. Revista Latina de Comunicaci�n Social, 61. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/200612Larrondo.htm