Revista Latina de Comunicación Social 61 enero – diciembre de 2006 |
Edita: LAboratorio de Tecnologías de la
Información
y Nuevos Análisis de Comunicación Social |
FORMA
DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS, SEGÚN LA
APA: [Revisor/ra: Este artículo ofrece una visión de conjunto de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI), auspiciada por la ONU, entre 2003 y 2005, y cuyas principales referencias fueron los encuentros de gobiernos, empresas privadas y representantes de la sociedad civil en Ginebra y Túnez. El autor compara el proceso de desarrollo de la CMSI con el que dio lugar al Informe MacBride, en 1980, para mostrar sus semejanzas y diferencias, que quedan bien resumidas en el título del artículo «diagnósticos plenos, compromisos vacíos». Finalmente, el autor nos invita a centrar nuestra atención en el debate político y teórico que plantea la relación entre las nuestras tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y el desarrollo, la lucha contra la pobreza, asimismo, en el nuevo protagonismo que ha adquirido la sociedad civil en este campo, antes exclusivo de los gobiernos, los organismos internacionales y las empresas trasnacionales de la comunicación. Ambos temas, sin duda, deben estar en la agenda de la investigación social de nuestra época.]
Desde MacBride hasta la CMSI. Diagnósticos plenos, compromisos vacíos
Dra. Concepción
Travesedo
de Castilla © [C.
V.] Resumen:
Entre 2003 y 2005 se ha celebrado bajo el auspicio de la ONU la
Cumbre
Mundial sobre la Sociedad de la Información. Desde la
presentación
en 1980 del Informe MacBride, ésta ha sido la mayor
iniciativa
emprendida a nivel internacional para afrontar el reto de los
desequilibrios
en el sistema global de la comunicación. Tanto en una
ocasión
como en otra, los sectores que exigen cambios han obtenido su
principal
victoria en el campo de la diagnosis y la definición de
nuevos
paradigmas, y su principal fracaso en la negativa de los gobiernos
de
los países industrializados y del sector privado a asumir
ningún
compromiso de acción. Este rechazo al concepto de
responsabilidad
compartida se ha visto por primera vez contrarrestado por el actor
internacional
que supone la sociedad civil organizada. Abstract: From 2003 to 2005 the World Summit for the Information Society has taken place under the auspices of the UN. Since the MacBride Report was submitted in 1980, this has been the most significant initiative undertaken at international level to confront the challenge of inequalities in the global communication system. So much in an occasion as in another, sectors requiring transformations have obtained a main victory in the area of diagnosis and definition of new paradigms, but their major failure in the refusal of the industrialized countries governments and the media private sector to assume any commitment. This rejection of the concept of Shared Responsibility has for the first time been counteracted by the international actor that supposes the organized civil society. Key Words: International information system – North-South inequalities – Challenges to global communication – Contrasting Macbride-CMSI – Absence of Shared Responsibility Sumario: 1. La CIC y la CMSI: Analogías y contrastes de partida. 2. El éxito de la CMSI: Buenos diagnósticos y nuevos paradigmas. 3. El fracaso de la CMSI: Ni acciones ni compromisos para una responsabilidad compartida. 4. Anexo: Recursos documentalesa. 5. Notas
1. La CIC y la CMSI: Analogías y contrastes de partida La exploración de las opiniones y análisis publicados con motivo de la celebración de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) nos lleva a la primera conclusión de que ha hecho falta el paso de 25 años para que se valore en toda su dimensión y trascendencia aquel hito de la investigación sobre la comunicación y sus extensiones humanísticas que supuso el informe MacBride. Desde la publicación de este informe en 1980 hasta la celebración de la CMSI entre 2003 y 2005 los dilemas del sistema internacional de la información que de forma tan clarividente y, en casos, profética fueron diagnosticados por la Comisión Internacional de Estudio de los Problemas de la Comunicación (CIC), popularmente conocida como Comisión MacBride, no han hecho más que reafirmarse. Si bien actualmente despuntan perfiles inéditos impuestos por tres radicales transformaciones sobrevenidas desde los años 90: el proceso de expansión experimentado por el sector de las comunicaciones, la incorporación masiva de tecnologías, y la concentración de la propiedad de los medios. Fenómenos que definen los cuatro principales rasgos de la realidad informativa y comunicativa internacional: la fuerte centralización de las capacidades de producir, hacer circular y consumir productos informativos; la disparidad de recursos y grados de desarrollo y acceso tecnológico que explican la unidireccionalidad de los flujos, la acelerada transnacionalización propia del proceso globalizador y, finalmente, la ausencia de democracia en los diversos ámbitos y niveles del sistema informativo. En resumidas cuentas, un conjunto de procesos de expansión, concentración y exclusión social que prescinde de dos tercios de la humanidad para la construcción de la sociedad de la información. Estos desequilibrios ya fueron detectados y enfrentados desde la década de los años 50. En el contexto propio de la Guerra Fría y la descolonización, el movimiento de Países No Alineados estimuló un debate internacional sobre la comunicación que pretendía frenar la hegemonía informativa y cultural ejercida por las grandes potencias occidentales. Gran parte de esta movilización se desarrolló en el seno de la Unesco con el resultado entre 1978 y 1982 de la declaración del Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC), los trabajos de la Comisión MacBride, y la presentación en 1980 del informe “Un solo mundo, voces múltiples”. Este documento supuso un punto de inflexión en el debate sobre la comunicación global ya que implicó la afirmación e intencionalidad de construir un nuevo orden informativo equitativo y acorde con las profundas transformaciones del mundo. Las recomendaciones de la Unesco en relación con el nuevo sistema internacional de la información, que contradecían la teoría del libre flujo patrocinada por las potencias capitalistas y los grandes grupos de comunicación, contribuyeron decisivamente a que Estados Unidos abandonara la Unesco en 1984, Gran Bretaña y Singapur lo hicieran un año después, y la prensa occidental se rasgara las vestiduras ante lo que se tachó como un intento de censura y limitación de la libertad de expresión. El debate se vio contaminado por los juegos de estrategia propios de la guerra fría y la posterior y progresiva crisis de la Unesco supuso un reflejo de la crisis general del sistema de las Naciones Unidas. El párrafo que transcribimos a continuación, extraído del Informe MacBride, podría haberse incluido literalmente en cualquier declaración de la CMSI sin que ésta perdiera un átomo de vigencia: "En resumen, la industria de la comunicación está dominada por un número relativamente pequeño de empresas que engloban todos los aspectos de la producción y la distribución, las cuales están situadas en los principales países desarrollados y cuyas actividades son transnacionales. La concentración y la transnacionalización son consecuencias, quizá inevitables, de la interdependencia de las diferentes tecnologías y de los diversos medios de comunicación, del costo elevado de la labor de investigación y desarrollo, y de la aptitud de las firmas más poderosas cuando tratan de introducirse en cualquier mercado” (MacBride et al. 1980: 197). A tan certero diagnóstico, documentado como vemos desde los lejanos años setenta, no le ha acompañado una consecuente implementación de las propuestas de reforma que desde entonces han patrocinado foros como la Unesco. Los gobiernos y grupos de comunicación de los países industrializados no han disimulado su falta de disposición para colaborar financiera o tecnológicamente con el proyecto de ruptura de la dependencia de los países que, hoy por hoy, carecen de los medios para generar su propia información y productos culturales. La última iniciativa internacional abordada para enfrentar el desequilibrio del sistema informativo tuvo lugar en 2001 con la aprobación por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas de la celebración entre 2003 y 2005 de la CMSI. Una vez transcurrido un tiempo prudencial para analizar los resultados con cierta perspectiva, cabe matizar la muy generalizada conclusión de que ésta ha quedado lejos de satisfacer las expectativas iniciales, así como valorar con la debida distancia los logros obtenidos y las decepciones generadas. Parte de la decepción se explica, creemos, en el propio punto de partida de quienes pretendían reeditar en la CMSI el espíritu de aquel informe MacBride, por cierto, tan vilipendiado en su día. Los contextos históricos y organizativos que han enmarcado cada cónclave presentan más contrastes que coincidencias, exigiendo el sistema político e informativo internacional actual distintos enfoques y actitudes pragmáticas y realistas. Es igualmente importante incidir en el significativo dato de que la CIC trabajó en el seno de la Unesco, mientras que en 2001 la ONU optó por encargar la organización de la CMSI a la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Esto explica en parte el muy extendido reproche a que se haya relegado el tradicional enfoque humanista a la hora de analizar los grandes problemas de la comunicación en beneficio de un prisma fundamentalmente tecnológico. Sin negar las connotaciones que implica convertir el estudio del sistema internacional de la información en una prerrogativa de la organización internacional del sistema de las Naciones Unidas en la que gobiernos y sector privado coordinan los servicios y redes mundiales de telecomunicaciones, tampoco sería justo ignorar el contexto en el que se toma esta decisión. El nuevo marco internacional de telecomunicaciones promovido por la Organización Mundial del Comercio (OMC) y respaldado por los países desarrollados y las principales instituciones financieras internacionales ha estado marginando progresivamente a la UIT. Ello no es de extrañar teniendo en cuenta que ésta ha reflejado en sus políticas desde los años 90 una visión de las comunicaciones internacionales que atiende a los intereses de los países en desarrollo. Los gobiernos del bloque industrializado pretendían utilizar la CMSI para promover la expansión de sus empresas de telecomunicaciones en los países empobrecidos. La OMC ya había abierto esta posibilidad en 1996 con el acuerdo sobre telecomunicaciones que impulsaba la liberalización de los mercados de las comunicaciones a expensas de las empresas nacionales, con frecuencia monopolios estatales, que regulaban el sector hasta entonces. El encargo efectuado en 2001 por la ONU a la UIT para que organizara la CMSI le concedió así una oportunidad para recuperar su papel central en medio de la legión de organismos multilaterales. Es conocido que la práctica extensión a nivel global del capitalismo y el liberalismo durante la última década ha hecho resurgir un proceso de asociacionismo entre los países empobrecidos, les ha devuelto un papel central, y ha alimentado un alto grado de participación de la sociedad civil organizada. Así, no es de extrañar que la primera fase de la CMSI se contagiara del trasfondo de cambios políticos en procesos de negociaciones multilaterales en el que se encuadró. Recordemos que en 2003, coincidiendo con la tercera reunión preparatoria de la CMSI y con uno de los momentos más difíciles en las negociaciones intergubernamentales, las tensiones entre alianzas de países del Sur y del Norte llevaron al colapso de la Conferencia Ministerial de la OMC celebrada en Cancún. En este contexto, cualquier expectativa sublimada que pudiera haberse forjado en torno a los potenciales logros de la Cumbre se sustentó sobre una plataforma más que endeble. Y por esta razón adquiere mayor mérito el hecho de que finalmente los documentos oficiales de la CMSI, si bien han quedado lejos del enfoque humanista que impregnó todo el Informe MacBride, hayan apuntalado un cambio de concepción de la sociedad de la información que, hasta ahora, se ha circunscrito a sus aspectos tecnológicos y ha priorizado sus posibilidades comerciales sobre cualquier otra consideración. 2. El éxito de la CMSI: Buenos diagnósticos y nuevos paradigmas En vista de los textos adoptados y los compromisos asumidos por los jefes de Estado y de gobierno en Ginebra y Túnez, muchos se preguntan si realmente la CMSI ha tenido alguna utilidad. Para responder a esta cuestión se debería hacer una distinción entre dos niveles: el de los paradigmas y el de las acciones concretas. En cuanto al primero de ellos, precisamente la mayor virtud de la CMSI ha sido su acertada identificación de problemas, su ejercicio de conceptualización, diagnóstico e intercambio de experiencias y visiones, habiendo logrado su mayor éxito en el registro de los principales temas de interés en el marco de la sociedad de la información desde dos visiones: la tecnológica y la de desarrollo. De hecho, para muchos gobiernos de países no industrializados la Cumbre ha supuesto un proceso educativo y capacitador sobre el binomio sociedad de la información/desarrollo. El objetivo declarado de la Asamblea General de la ONU era proveer un medio eficaz para ayudar a la UIT a alcanzar las metas fijadas en la Cumbre del Milenio que desde 2000 pretende afrontar los principales desafíos internacionales en materia de desarrollo, creando un marco mundial para analizar los principales retos planteados por la sociedad de la información. Uno de los hitos que más despuntan en esta área es la nueva expresión de históricas desigualdades estructurales entre ricos y pobres que se conoce como “brecha digital”, y no cabe duda de que la CMSI ha conseguido volver a situar este y otros desajustes de la información y la comunicación en el centro de los debates internacionales, resucitando las expectativas de hacer frente a la necesaria reforma de la gobernanza de la comunicación en el siglo XXI. En definitiva, los debates han quitado el velo a dos realidades imprescindibles a la hora de reflexionar sobre la brecha digital: que la información y la comunicación son instrumentos clave para una mayor transparencia y democracia, para el empoderamiento de la ciudadanía y la lucha contra la pobreza; y que se necesitan inversiones y políticas públicas para alcanzar esta meta. A estos logros en el campo de los paradigmas cabe sumar como principales saldos positivos de la CMSI el reconocimiento de la importancia de la participación de la sociedad civil en ámbitos globales de discusión, y la apertura del debate sobre la gobernanza de Internet a múltiples actores. Tradicionalmente las estrategias nacionales adoptadas por países empobrecidos para la sociedad de la información se han basado en el desarrollo de una industria de bienes y servicios ligada a las TIC (hardware, software, teletrabajo, etcétera), la exportación y la creación de empleo. Por medio de la puesta en práctica de iniciativas impulsoras diseñadas ad hoc, varios países como Costa Rica, Singapur o China han buscado el liderazgo en el mercado de las TIC presentándolo como la clave de todo crecimiento económico futuro. En esas estrategias nacionales para estimular el crecimiento de una sociedad de la información se ha atendido escasamente a la cuestión de los contenidos, las desigualdades en los accesos a las TIC y, menos aún, a su potencial en la lucha por la reducción de la pobreza [1]. Gracias al papel desempeñado por el tercer sector y al activismo diplomático de países en desarrollo (sobre todo Argentina, Bangladesh, Botswana, Brasil, El Salvador, Ghana, India, Senegal y Sudáfrica), en los textos finales de la CMSI se han incluido dos matices que han contrarrestado el paradigma neoliberal que caracterizó la primera fase de negociaciones: el reconocimiento del rol de las políticas públicas y la necesidad de introducir una dimensión social en las estrategias nacionales. Respecto al primer matiz, se ha aceptado que para reducir la brecha digital es necesario combinar fondos públicos y privados: “Reconocemos que la financiación pública desempeña un papel esencial en el suministro de acceso a las TIC y la prestación de servicios conexos a las zonas rurales y las poblaciones desfavorecidas, especialmente en los pequeños estados insulares en desarrollo y en países sin litoral en desarrollo” [2]. Esta afirmación constituye un reconocimiento de las limitaciones del mercado y postula la necesidad de inversiones y políticas públicas, ya que hasta ahora el mercado ha sido considerado el único vector de desarrollo de la sociedad de la información, incluso un vector capaz de responder a todas las necesidades. En cuanto a la dimensión social, por primera vez en la historia se ha establecido a nivel político el vínculo entre las TIC y la reducción de la pobreza. Los textos de Túnez introducen el siguiente párrafo que confirma la necesidad de integrar una dimensión de desarrollo en las estrategias nacionales para la sociedad de la información: “Coincidimos en que la financiación de las TIC para el desarrollo debe situarse en el contexto de la importancia creciente de la función de las TIC, no sólo como medio de comunicación sino también como factor habilitador de desarrollo y como instrumento para conseguir los objetivos de desarrollo de la Declaración del Milenio“ [3]. Al afirmar que es necesario recurrir a las TIC para reducir la pobreza, los textos de la CMSI sobre financiación ofrecen, teóricamente, el impulso para equilibrar y redefinir esas políticas y estrategias nacionales, estimulando una puesta en marcha de políticas que sirvan para utilizar las TIC con el objetivo de promover una mayor igualdad, cohesión social y participación. El actual y apasionado debate internacional sobre la gobernanza de Internet ha tenido asimismo un justo reflejo en la CMSI. Durante las negociaciones se han vislumbrado las dos principales posiciones enfrentadas: la que pretende mantener el statu quo, y la que propone buscar fórmulas para transferir gradualmente las funciones de ICANN a la UIT u otro organismo dentro del sistema de la ONU [4]. En el Plan de Acción que emerge de la última etapa de negociación en Túnez no es posible identificar, a estas alturas, un ganador claro en la lucha por el gobierno de Internet. Si bien Estados Unidos mantendrá el control sobre ICANN, no se ha opuesto al reconocimiento de que todos los gobiernos deberían tener el mismo papel y la misma responsabilidad sobre la Red. También ha habido consenso en cuanto a que se precisan principios de políticas públicas en relación con la gobernanza de nombres de dominio mundiales, y que debe mejorar la cooperación entre gobiernos en el ámbito de las políticas públicas internacionales relacionadas con el control de Internet. Como resultado del proceso de la Cumbre, ICANN también ha asumido la necesidad de iniciar un proceso de reforma interna para convertirse en un foro más abierto y democrático. Pero lo más valorado por las organizaciones de la sociedad civil involucradas ha sido la creación del Foro de Gobernanza de Internet, un logro importante porque, aunque el Foro no tiene un papel asesor ni funciones reales de decisión política o supervisión, será un escenario determinado en que gobiernos, sociedad civil y empresas privadas podrán discutir en pie de igualdad políticas mundiales de información y comunicación, y donde todos podrán formular propuestas y recomendaciones. Es de esperar que este espacio sea altamente influyente en el futuro desarrollo de Internet y su gobernanza desde una perspectiva que no se limite a negociar números y nombres de dominio, sino también temas tales a la fijación internacional de tarifas, el acceso a la información, la libertad de expresión, la diversidad cultural y lingüística, la privacidad, la seguridad cibernética o el uso de software libre. Estos avances no significan aún el establecimiento de un mecanismo mundial de gobernanza, pero sí constituyen un comienzo prometedor hacia ese objetivo. Por último, hay que reconocer que, tal y como ocurrió en 1980 con la CIC, la CMSI se ha caracterizado por una inexistencia de compromisos y acciones concretas que parece indicar que la puesta en marcha de una política de desarrollo en el sector de la información y la comunicación está lejos aún de ser una prioridad en la agenda política internacional. O que choca contra intereses económicos demasiado poderosos. Es un hecho indiscutible que en el trasfondo de lo que supone una larga tradición de acertados diagnósticos sobre los grandes problemas de la comunicación internacional acompañados de ausencia de iniciativas de resolución se encuentra la resistencia de dos gigantes a perder sus privilegios: los gobiernos, que conocen el potencial estratégico que tienen la información y la comunicación como herramientas de control político y económico a nivel nacional e internacional, y las grandes corporaciones multinacionales, que han crecido enormemente en los últimos años a costa de los pequeños medios y agencias locales. Las causas de la resistencia permanecen inalteradas, pero frente a ellas se ha revelado con fuerza un actor internacional muy enérgico, incógnito en 1980, que utiliza sus propios canales de acción para lograr victorias nada desdeñables. La sociedad civil que ha participado de forma oficial en la CMSI junto a los gobiernos y el sector privado es la artífice de que muchas de las carencias de los documentos nacidos de la primera fase de Ginebra en 2003 fueran parcialmente subsanadas en 2005 en Túnez. De hecho, a ella se deben sendas declaraciones alternativas con propuestas y críticas a los resultados oficiales de 2003 y 2005 que están siendo tan estudiadas, si no más, que los propios documentos institucionales. Lo cierto es que el atípico formato de la Cumbre, con su organización en sendas fases separadas por dos años, también ha abonado el terreno para la movilización de la sociedad civil. En concreto, el desacuerdo entre gobiernos sobre la gobernanza de Internet ha ofrecido al tercer sector la oportunidad de involucrarse más activamente en el proceso, siendo su principal logro la puesta e marcha del Grupo de Trabajo sobre Gobernanza de Internet que está actuando como un organismo con representación de todas las partes interesadas donde empresa privada y sociedad civil trabajan al mismo nivel que los gobiernos. Se puede afirmar que sin la actividad del tercer sector en la CMSI no se habría producido la convocatoria por parte de la ONU, entre octubre y noviembre de este mismo año, del Foro de Gobernanza de Internet (IGF) que va a abordar en cuatro sesiones generales a celebrar en Grecia los temas de la apertura, la seguridad, la diversidad y el acceso a la Red. En definitiva, en la CMSI ha habido cierto reconocimiento de que la sociedad de la información involucra cuestiones políticas en las que los estados sólo son una de las partes interesadas junto a las compañías y el tercer sector. Aunque las negociaciones han sido una prerrogativa de los gobiernos, la empresa privada y la sociedad civil han podido participar, asesorar e influir en reuniones plenarias de los gobiernos y mientras éstos negociaban el texto final de las cumbres de Ginebra y Túnez. De alguna forma, la CMSI ha funcionado como espoleta para una implicación definitiva y definitoria de la sociedad civil en este fundamental debate que asume la conexión existente entre desarrollo y democratización del sistema internacional de la información. La focalización del tercer sector en torno al debate de la comunicación como derecho humano y factor de desarrollo garantiza la existencia de un observatorio que vigile las futuras derivaciones de la Cumbre. 3. El fracaso de la CMSI: Ni acciones ni compromisos para una responsabilidad compartida El avance estimulado por la CMSI en el nivel de los paradigmas no ha tenido un correlato equiparable en el campo de las acciones concretas. La Declaración Final de la Sociedad Civil sobre la CMSI pone el acento en las decepciones al explicar: “El mandato general de la CMSI era abordar los viejos temas del desarrollo económico y social desde la nueva perspectiva de las oportunidades y riesgos planteados por la revolución en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Se esperaba que la Cumbre identificara y articulara nuevas posibilidades y paradigmas de desarrollo que la sociedad de la información está volviendo posibles, y que formulara distintas opciones de políticas públicas que posibilitaran y materializaran esas oportunidades”. La declaración finaliza: “En términos generales, resulta imposible evitar la conclusión de que la CMSI no cumplió con esas expectativas” [5]. En relación al tema de la financiación de las TIC en el Sur, el principal objetivo de todo el proceso, los documentos finales de la CMSI expresan buenas intenciones y abren, quizás, un nuevo espacio de diálogo político, pero de ninguna manera proveen mecanismos concretos para corregir las disparidades en el acceso a la información y las comunicaciones entre países industrializados y empobrecidos. De esta forma, la CMSI ha postergado la toma de decisiones sobre tres asuntos clave: la democratización del sistema de gobierno de Internet, la financiación del desarrollo de la información y las comunicaciones en el Sur, y la cuestión de la propiedad intelectual. En materia de cooperación internacional el balance es muy pobre: Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, con el apoyo del sector privado presente en la CMSI, se han negado a asumir ningún compromiso concreto para financiar el acceso a la sociedad de la información. No ha habido ninguna discusión a fondo sobre la asistencia pública para el desarrollo y hasta la promesa de los países ricos de destinar 0,7 por ciento de su PIB para esta finalidad ha quedado diluida en formulaciones generales. En la CMSI, las innovaciones en materia de desarrollo (computadora a cien dólares, Fondo de Solidaridad Digital, software libre, redes comunitarias, etc.) se han dado al margen y no en las negociaciones ni en la agenda oficial. La idea de crear una agenda de solidaridad digital formulada por el presidente de Senegal quería que se reconociera la noción de responsabilidad compartida entre los países ricos y los pobres para reducir la brecha digital. Pero esa idea de responsabilidad compartida es justamente la que los países industrializados han rechazado en la CMSI. En lugar de su “apoyo” a la creación de un Fondo de Solidaridad Digital que financie proyectos ligados a la información y la comunicación, los textos finales de la CMSI sólo recogen el “saludo” de los estados ricos a dicha iniciativa. Tanto es así que en un comunicado de prensa de la reunión de ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea del 17 de febrero de 2005 los ministros reiteran que la Unión Europea considera que “un nuevo Fondo de la ONU no sería un instrumento eficaz para resolver la brecha digital” y aclaran que el fondo creado en Ginebra no es de carácter intergubernamental y que supone una innovadora forma para que grupos o colectividades que así lo deseen luchen de forma voluntaria contra la brecha digital [6]. Un tercer asunto sin solucionar es de qué manera los regímenes actuales y futuros de propiedad intelectual aumentan el costo de la información y las comunicaciones para los consumidores, y a la vez obstaculizan el acceso del público, en especial de los pobres, a la información y al uso de las TIC. Sectores de la sociedad civil denuncian que el régimen de propiedad intelectual aumenta el poder monopólico de las empresas y socava los principios y medidas promovidos por la Cumbre sobre el acceso y la participación universales en la sociedad de la información, porque incrementa el precio del software y en el futuro puede llevar a restricciones y al aumento del costo de la transmisión de datos por Internet. Las ONG observan que la vasta mayoría de la humanidad carece de acceso al dominio público del conocimiento global y, sin embargo, cada vez más se está concentrando la información en manos privadas mediante, por poner un ejemplo, las patentes de los programas informáticos. La sociedad civil ha exhortado a la ONU a evaluar el impacto que tienen sobre la pobreza y los derechos humanos acuerdos vigentes que institucionalizan los monopolios del conocimiento y la información, incluso en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO) y la Organización Mundial del Comercio. El tercer sector promueve que se hagan esfuerzos para limitar los monopolios intelectuales, estimular la innovación y recompensar la iniciativa en lugar de mantener el conocimiento en manos privadas. El párrafo 42 de la Declaración de Principios de la Primera fase de Ginebra establece: “La protección de la propiedad intelectual es importante para propiciar la innovación y la creatividad en la sociedad de la información, como también lo son la amplia divulgación, la difusión y el intercambio de conocimientos. Facilitar la participación significativa de todos en todas las esferas de la propiedad intelectual, mediante la sensibilización y la creación de capacidades, es parte irrenunciable de una sociedad de la información integradora”. Esto supone una postura equidistante entre la protección de la propiedad intelectual y la necesidad de difundir y compartir el conocimiento, lo que equivale a eludir una cuestión fundamental que resurgirá con más fuerza cuando se haga patente la imposibilidad de compatibilizar los objetivos y planes de la Cumbre con los actuales regímenes de propiedad intelectual. En definitiva, la sistemática oposición de los países industrializados ha impedido que la CMSI genere ningún compromiso significativo de cooperación internacional. Túnez iba a ser una cumbre de acción y soluciones, pero ha terminado desembocando en la presentación de proyectos voluntarios y no obligatorios. La responsabilidad de reducir la brecha digital se ha remitido a los gobiernos de los países pobres y a las iniciativas voluntarias, enfoque que despolitiza peligrosamente el tratamiento de la brecha digital, se rinde a la presión de los grandes lobbies y una vez más confirma la primacía del mercado y la economía.
Documentos oficiales de la CMSI: CMSI, 2004: Declaración de Principios de Ginebra. Construir la sociedad de la información: Un desafío global para el nuevo milenio. Documento WSIS-03/GENEVA/4S. 12 de mayo de 2004. http://www.itu.int/wsis/documents/doc_multi.asp?lang=es&id=1161|0. CMSI, 2004: Plan de Acción de Ginebra. Documento WSIS-03/GENEVA/5-S. 12 de mayo de 2004. http://www.itu.int/wsis/documents/doc_multi.asp?lang=es&id=1160|0. CMSI, 2006: Compromiso de Túnez. Documento WSIS-05/TUNIS/DOC/7-S. 28 de junio de 2006. http://www.itu.int/wsis/documents/doc_multi.asp?lang=es&id=2266|0. CMSI, 2006: Agenda de Túnez para la Sociedad de la Información. Documento WSIS-05/TUNIS/DOC/6(Rev.1)-S. 28 de junio de 2006. http://www.itu.int/wsis/documents/doc_multi.asp?lang=es&id=2267|0. Declaraciones de la Sociedad Civil representada en la CMSI: WSIS – Civil Society, 2003: Construir sociedades de la información que atiendan a las necesidades humanas/Declaración de la Sociedad Civil a la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información. Adoptada por unanimidad Plenaria por la Sociedad Civil de la CMSI el 8 de diciembre de 2003. http://www.worldsummit2005.de/download_en/WSIS-CS-Dec-25-Feb-04-es.pdf#search=%22%22Construir%20sociedades%20de%20la%20informaci%C3%B3n%20que%20atiendan%20a%22%22. WSIS – Civil Society, 2005: Much more could have been achieved / Civil Society Statement on the World Summit on the Information Society. 18 de diciembre de 2005. http://www.worldsummit2005.de/download_en/WSIS-CS-summit-statement-rev1-23-12-2005-en.pdf#search=%22much%20more%20could%20have%20been%20achieved%22. Otros informes y artículos Accuosto, Pablo, 2006: “Cumbre de Túnez termina con sentimientos encontrados”, en Revista del Sur 163, enero/febrero 2006: http://www.redtercermundo.org.uy/revista_del_sur/texto_completo.php?id=2963. Acevedo Ruiz, Manuel, 2006: Integración de las tecnologías de la información y comunicación. Asignatura pendiente de la cooperación. España: Coordinadora de ONGD para el Desarrollo. Afonso, Carlos A., 2006: “La gobernanza de internet y la Cumbre de Túnez”, en Revista del Sur 163, enero/febrero 2006: http://www.redtercermundo.org.uy/revista_del_sur/texto_completo.php?id=2965. Currie, Willie, 2006: “Creación de espacios para la sociedad civil en la CMSI”, en Revista del Sur 163, enero/febrero 2006: http://www.redtercermundo.org.uy/revista_del_sur/texto_completo.php?id=2967. Khor, Martin, 2004: “Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información elude tres temas clave”, en Red del Tercer Mundo, Jueves 8 de enero de 2004: http://www.redtercermundo.org.uy/texto_completo.php?id=2375. MacBride, Sean et alter, 1980: Un solo mundo, voces múltiples / Comunicación e Información en nuestro tiempo. México: Fondo de Cultura Económica. Peyer, Chantal, 2006: “La CMSI y la lucha contra la brecha digital”, en Revista del Sur 163, enero/febrero 2006: http://www.redtercermundo.org.uy/revista_del_sur/texto_completo.php?id=2964. VV.AA., 2005: “XXV aniversario del Informe MacBride. Comunicación Internacional y Políticas de Comunicación”, en Quaderns del CAC 21, Barcelona, enero/abril. 5.
Notas [2] CMSI, 2005: Capítulo dos revisado de la parte operacional (mecanismos de financiación). Documento WSIS-II/PC-2/DOC/11-S, (Anexo 1(Rev.1). 1 de marzo, párrafo 31: www.itu.int/wsis/docs2/pc2/off11ann1rev1-es.doc (consultado el 10 de octubre de 2006). [3] Op. cit., párrafo 23. Ver, en la misma línea, los párrafos 32 y 33. [4] ICANN es el acrónimo en inglés de Internet Corporation for Assigned Names and Numbers o Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números. Es una organización sin ánimo de lucro que gestiona algunos aspectos técnicos de la Red, fundamentalmente la asignación de nombres de dominio de primer nivel y direcciones IP. Depende de forma indirecta del Departamento de Comercio de Estados Unidos, pero está gobernada por una Junta Directiva de gran diversidad internacional encargada de supervisar el proceso de desarrollo de normas y políticas. Lo cierto es que, aunque muchas de sus decisiones han sido controvertidas, no cuenta ni mucho menos con la capacidad de controlar la Red que muchos le asignan. [5] WSIS – Civil Society, 2005: Much more could have been achieved/Civil Society Statement on the World Summit on the Information Society. 18 de diciembre de 2005, p. 5. http://www.worldsummit2005.de/download_en/WSIS-CS-summit-statement-rev1-23-12-2005-en.pdf#search=%22much%20more%20could%20have%20been%20achieved%22 (consultado el 10 de octubre de 2006).
[6]
Consejo de la Unión Europea, asuntos económicos y
financieros,
2005: Comunicado de prensa del 17 de febrero de 2005:
http://ue.eu.int/ueDocs/newsWord/fr/
ecofin/83782.doc (consultado el 10 de octubre de
2006). |
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