Revista Latina de Comunicación Social 53 – Enero - febrero de 2003

Edita: LAboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social
Depósito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
Año 6 º – Director: Dr. José Manuel de Pablos Coello, catedrático de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara -

Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; España)
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Reflexiones sobre la universidad en la era de la información

Dr. Raymond Colle ©
Coordinador académico
Escuela de Comunicación Multimedial
Universidad Diego Portales

Santiago de Chile

Resumen

La "Era de la Información" –que, según algunos, ya se está transformando en "Era del Conocimiento"– plantea a las universidades un nuevo desafío: repensar su estructura y su planes de estudio para ponerse "en sintonía" con el aumento de la velocidad de renovación del conocimiento que podemos observar en casi todas las disciplinas como consecuencia del uso masivo del ordenador y de las comunicaciones entre pares. Si las autoridades universitarias no estudian este nuevo contexto para tomar medidas que permitan proyectar sus instituciones como medios de permanente actualización , pronto podrían encontrarse dirigiendo instituciones obsoletas. 

1. Diagnóstico contextual

El Siglo XX será sin duda reconocido por el enorme desarrollo tecnológico que lo caracteriza. También se lo ha señalado como el inicio de la "era de la información" o el de la aparición de la "sociedad de la información", aunque este último concepto se presta a diversas interpretaciones, no es universalmente aceptado y podría no ser realmente el más adecuado.

Es innegable, sin embargo, que la industria de la información se ha extendido mucho más allá de los medios de comunicación y que la problemática del adecuado manejo de información se ha infiltrado en todas las profesiones y actividades humanas. Con ello ha surgido y se ha desarrollado una creciente "economía de la información", la que ha pasado ya por dos etapas y está iniciando claramente una tercera. Cuando las actividades relacionadas con la información aparecieron por primera vez como un sector relevante de la economía, en los años 50 y 60, los primeros ordenadores permitían recopilar, acumular y procesar grandes cantidades de "datos": números, palabras, sonidos, imágenes. Lo que se podía hacer con ellos en el mundo de los negocios determinaba el valor de los mismos. Cuando los microprocesadores permitieron, en los años 80, que los datos pudieran ser procesados y utilizados prácticamente en cualquier empresa, también apareció que el acceso al significado de estos datos podía ser más importante que cualquier otro aspecto de una empresa. Desde entonces, los "datos" siguen siendo los "ladrillos" de la nueva economía, pero es ahora la información la que importa, entendiéndose por información "datos arreglados en patrones significantes" (Davis y Botkin, p.166). Las aplicaciones computacionales orientadas a procesar datos en el sentido de "manejar información", como las más simples planillas de cálculo y bases de datos, permiten optimizar el rendimiento de las empresas a partir del registro de algunas informaciones claves, y –con ello– hacer nuevos y mejores negocios. Ésta es la segunda etapa.

Pero hoy estamos transitando hacia una tercera etapa: la de la transformación de la economía de la información en economía del conocimiento, es decir de la substitución del producto "información" por el producto "conocimiento" y de "sistemas que permiten procesar información" por sistemas que generan o entregan conocimientos, es decir que aseguren el uso productivo de la información, que guíen una toma de decisión óptima. La experiencia en el manejo de información lleva a las empresas –igual que a las personas– a desarrollar nuevos conocimientos y, con ello, a descubrir y explotar nuevos negocios. Se está tomando conciencia cada vez más, en el mundo de los negocios, del valor comercial del conocimiento. Pero esta toma de conciencia excede la capacidad de muchas empresas para extraer y utilizar todo el conocimiento asociado a sus operaciones. Y, aquí, surge a su vez un nuevo negocio: el de ayudar a formalizar este conocimiento. Será la tarea de expertos investigadores y también un área de desarrollo de nuevas aplicaciones informáticas: los "sistemas basados en conocimientos" ("knowledge based systems"), que permitirán explorar, registrar y utilizar de una nueva manera la información. (Davis y Botkin, p.167)  

Paralelamente, las nuevas tecnologías de comunicación –y particularmente el explosivo crecimiento de la World Wide Web– están poniendo todo tipo de información al alcance de cualquier persona que cuente con una conexión. Pero no hay ninguna seguridad de que Internet se transforme en una fuente de conocimiento si los actores no adoptan un modo de operar adecuado para ello.

Por otra parte, debido también a la omnipresencia de los ordenadores y su poder de cálculo y de representación de la información cada vez mayor, la generación de nuevos conocimientos ha alcanzado una enorme velocidad y, sin duda, seguirá creciendo. Según algunos expertos, en cinco años se duplica la cantidad de conocimiento científico acumulado. Esta duplicación, obviamente, no se reparte uniformemente entre todas las disciplinas. Pero no se puede pensar que se concentra solamente en las "ciencias duras". Los avances de la matemática (como la "matemática del caos") están afectando muchas otras disciplinas y las ciencias humanas ya no son ajenas a ellas, cosa probablemente desconocida incluso por muchos docentes de esta área.

Este es, brevemente resumido, el entorno en que hemos de situar una reflexión sobre la Universidad actual y sus proyecciones a futuro. 

2. La respuesta universitaria 

2.1. La "internet-alización" de las universidades 

Una primera respuesta visible de muchas universidades se ha expresado de tres maneras:  

  1. a.      mediante la proyección de su imagen y de sus servicios a través de sitios web orientados al gran público;

  2. b.      mediante el desarrollo de sistemas de apoyo a su labor académica: sitios de consulta para alumnos (que incluyen eventualmente apuntes de cursos), manejo de registros académicos, intranets administrativas;

  3. c.      en algunos casos, bastante más escasos, en el desarrollo de sistemas de docencia a distancia. 

En este último caso podemos observar dos fenómenos que se están desarrollando en paralelo: 

c1. Los cursos a distancia de algunas universidades de renombre se están ofreciendo a toda la comunidad intelectual conectada a Internet, produciéndose de este modo una competencia donde el renombre de la universidad es evidentemente un factor promocional clave; 

c2.  Algunas universidades están formando alianzas estratégicas para ofrecer cursos conjuntamente, lo cual permite un apoyo mutuo mediante la selección de los mejores cursos y el "compartir imagen". 

Un aspecto especial a tener en cuenta en la opción de la teleeducación es la "extemporalidad" o "asincronía" de la docencia: los alumnos se conectan en el horario que más les conviene y deben tener –habitualmente– plazos relativamente amplios para realizar las evaluaciones en línea. (No se puede hablar ni de universidades ni de enseñanza "virtual", por cuanto universidades y enseñanza son totalmente reales, siendo "real" y "virtual" antónimos). 

2.2. Docencia por Internet

Pero existe otro factor que pocas universidades, a mi juicio, han tenido en cuenta: el de la rápida evolución de los conocimientos y la correspondiente desactualización del conocimiento de los profesionales egresados. Si recogemos la afirmación señalada anteriormente de que el conocimiento se duplica cada cinco años, tenemos que concluir que los profesionales que no se preocupan en forma permanente de mantenerse al tanto de los avances en su disciplina pierden completamente su vigencia ya a los cinco años de egresados de la universidad. Y, como lo hemos señalado, este problema no afecta solamente al mundo de la informática y de las tecnologías de comunicación: afecta y afectará cada vez más a todas las disciplinas del saber. 

El remedio lo ofrecen las mismas tecnologías que potencian este avance: las tecnologías de comunicación, en particular Internet y la WWW, siempre que se conciba una adecuada estrategia de transferencia de conocimientos. 

2.3. Hacia una estrategia de actualización del conocimiento. 

En la situación antes descrita, parece obvio que la Universidad ha de revisar la forma en que concibe su servicio a la sociedad en materia de transferencia del conocimiento. La estructura tradicional que plantea como elemento central los pre- y posgrados no está respondiendo a las necesidades reales de un mundo que evoluciona a la velocidad que hemos señalado. Pregrado, posgrado y extensión (este tercero, como "pariente pobre" de los anteriores) son un concepto ligada a un modelo de transferencia enraizado en el pasado. Corresponde a la concepción de una institución cuyo objetivo central consiste en formar a los jóvenes, para entregar a la sociedad nuevos profesionales (pregrado). Y a los más capaces o los que tienen aspiraciones mayores (o diferentes, como la investigación o la docencia), ofrece un complemento profundizador. Pero en el resto de la sociedad, sólo piensa de modo excepcional y puntual, a través de su actividades de "extensión". 

La Universidad del Siglo XXI, para cumplir su rol social, ha de concebirse sobre las nuevas bases de los requerimientos de conocimiento perpetuamente renovado. Esto significa que, en lugar de estructurarse en torno a pregrado, posgrado y extensión –asociados a períodos y plazos fijos-, ha de buscar una estructura adecuada para ofrecer una educación permanente. El profesional de mañana no podrá pensar que "sale de la universidad" en un determinado momento. Deberá permanecer en el sistema universitario durante toda su vida activa si quiere evitar la obsolescencia de sus conocimientos y la degeneración de su quehacer. 

Esto no quiere decir que abogamos por la supresión de los grados académicos: éstos son indicadores de calidad y de capacidad que mantendrán sin duda su importancia. Pero es más dudoso que ocurra lo mismo con los títulos profesionales, por cuanto éstos indican principalmente una habilitación para cierto tipo de tarea. Y dicha habilitación requerirá ser permanentemente actualizada. 

Por ello, una Universidad "adecuada a los tiempos" debería organizar su docencia de tal modo que todo egresado pueda volver a tener acceso a la enseñanza en el momento en que el cuerpo de conocimientos de su área –o de alguna de las áreas que dominaba- sufra una transformación significativa. Esto significa que múltiples cursos, tanto de pregrado como de posgrado, deberían estar abiertos a los egresados que quieran o deban actualizar sus conocimientos. Obviamente, lo más probable es que no puedan asistir a clases presenciales, sea por el horario sea por la distancia. Sus conocimientos previos, además, los preparan para una forma diferente de autoconstrucción del conocimiento. 

2.4. Una nueva concepción de la Universidad 

Esto nos lleva, en consecuencia, a un proyecto de Universidad cuyo objetivo fundamental no ha cambiado pero cuya presencia y cuyo "ciclo de influencia" es muy diferente, siendo mucho más prolongado en el tiempo. También obliga a considerar el uso de las nuevas tecnologías como un componente vital y no como un elemento marginal o de mero "apoyo". Los cursos a distancia ya no pueden ser un "apéndice": todos los cursos que enseñen materias en rápida evolución o en cuyo ámbito se han producido cambios significativos en los últimos años deberían contar con una versión enlínea (única o en paralelo con una versión presencial), abierta tanto a los alumnos "regulares" como a los profesionales en ejercicio. 

La "extensión universitaria", desde este punto de vista, ya no es un componente secundario, sino que pasa a ser un elemento intrínseco clave: tenemos una "universidad extensa", porque se ha de considerar ahora como una "docente permanente",que operaría con métodos de divulgación tanto presenciales como remotos. 

Para los alumnos "externos", se habrían de establecer mecanismos adecuados de registro y de conservación de antecedentes, permitiendo que diseñen de algún modo un currículum personal de actualización y cuenten (en condiciones por determinar) con el reconocimiento y la certificación correspondiente. 

Y nuestro planteamiento no tiene nada de fantasioso. Aunque no se basa formalmente sobre el análisis que hemos esbozado aquí, existe ya en Chile un programa que se acerca a este modo de pensar la labor universitaria: se trata de "La Clase®Ejecutiva", programa de perfeccionamiento de ejecutivos desarrollado por la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Chile en conjunto con El Mercurio (con contenidos publicados en el diario y en la WWW), conducente a un diplomado para quienes asisten a ocho de sus cursos y aprueben un breve proceso final de carácter presencial. Este programa se ofrece exclusivamente a profesionales en ejercicio y no está ligado a cursos destinados a alumnos regulares. Sin embargo nos pareció conveniente citarlo por cuanto es el programa de teleeducación más exitoso del país, con miles de alumnos inscritos (superando ampliamente a Teleduc, cuya orientación, posicionamiento y éxito es muy diferente).

Por todo ello, me parece que la UDP, en el replanteamiento que se está haciendo en la actualidad, no puede pasar por alto esta nueva realidad y podría estar en condiciones –buscando eventualmente alianzas con universidades extranjeras de prestigio– de adecuar sus sistemas de docencia para tender a ser la primera "universidad permanente" del país. 

El "Programa de Actualización/Perfeccionamiento a Distancia sobre Comunicación y Cognición" del Centro de Estudios Mediales de la Universidad Diego Portales (Santiago de Chile) ha sido concebido en este espíritu ya en el año 2000. 

Santiago, diciembre 2002 

BIBLIOGRAFIA

Cabin, Ph.& col.: "La communication: état des savoirs", Auxerre, PUF-Sciences Humaines, 1998.

Davis, S. & Botkin, J.:"The coming of knowledge-based business", Harvard Business Review, Sept-October 1994, pp.165-170.

Toffler, A.:  "El cambio del poder", Barcelona, Plaza & Janés, 1990. - "La Tercera Ola", Barcelona, Plaza & Janés, 1980.


FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS:

Colle, Raymond (2003): Reflexiones sobre la universidad en la era de la información. Revista Latina de Comunicación Social, 54. Recuperado el x de xxxx de 200x de:
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