Revista Latina de Comunicación Social 46 – enero de 2002
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Edita: LAboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social |
El africanismo español y la labor comunicadora del Instituto de Estudios Africanos Victoriano Darias de las Heras © Cuando a mediados de S. XIX, y siguiendo las huellas de una escogida serie de arriesgados exploradores, Europa inicia la “carrera de África”, culminada en su primera fase con el reparto del continente en la histórica Conferencia de Berlín de 1885, un variado aunque no muy numeroso grupo de entusiastas “africanistas” españoles consideraron que, por razones históricas y geopolíticas, España debería estar presente. A semejanza de lo que acontecía en muchos países europeos, el africanismo español, que tenía raíces multiseculares, intentó ser estimulado en la segunda mitad del S. XIX no sólo mediante vivas polémicas periodísticas sino también a través de varias sociedades geográficas y colonialistas. Si bien desde 1865 a 1888 existió la Sociedad Abolicionista Española, que editaba un quincenal de amplia difusión llamado “El Abolicionista”, hay que esperar hasta 1876 para que se constituya en Madrid la Real Sociedad Geográfica Española, casi media centuria después que sus equivalentes en París (1821), Berlín (1928) y Londres (1830), capitales de naciones con gran vocación colonial. Un año después se crea la Asociación Española para la Exploración de África. Esta institución, filial de la Asociación para la Exploración del Congo, fundada en Bruselas el año anterior por el rey Leopoldo II, nacerá con la esperanza de ser menos elucubrante y más pragmática que la Sociedad Geográfica, con la que no obstante compartía gran número de afiliados. La impetuosa capacidad de Joaquín Costa posibilitará en 1883 la creación de la Sociedad Española de Africanistas y Colonialistas. Dicha iniciativa tuvo lugar tras la celebración del histórico I Congreso Español de Geografía Colonial y Mercantil celebrado en la Universidad Central y sería confirmada más adelante en el célebre mitin del Teatro Alhambra de Madrid en marzo de 1884. En ambos eventos se repasó la todavía amplísima problemática colonial española y se buscaron soluciones a la misma. Ha de recordarse que contemporáneamente a la ya citada Conferencia de Berlín se constituyeron asimismo la Sociedad de Geografía Comercial en Barcelona y la Unión Hispano-Mauritana en Granada. Ésta última estaba formada por arabistas y universitarios de ambos lados del estrecho, editores desde 1880 “La Estrella de Occidente” y, ya avanzado el S. XX, también de la prestigiosa revista “Al Andalus”, y entre los que destacaba Ángel Ganivet. Esta serie de círculos geográficos que intentaban movilizar el interés de la opinión pública hacia el vecino continente africano deben completarse con la referencia a la Liga Africanista Española creada en Madrid en 1913 tras aceptar nuestro país las responsabilidades marroquíes. Las mencionadas instituciones subvencionaron también admirables, si bien modestas, aventuras expedicionarias, entre las que citaremos la de José María de Murga, el “Moro Vizcaíno”, la de Joaquín Gatell y Foch “Caid Ismail” hacia Marruecos y el Sahara, la de Víctor Abarques de Sostén hacia el Mar Rojo y Abisinia, la de Cristóbal Benítez hacia Tumbuctú y Senegal, la de Manuel Iradier “al Muni”, la de Cervera, Quiroga y Rizzo que recorren 1.000 km. por el Sahara Occidental o las de Bonelli, Álvarez Pérez, Bens y Capaz por Río de Oro e Ifni. De todas estas expediciones, que seguían el ejemplo de las efectuadas unos pocos lustros antes por Domingo Badía “Alí-Bey”, primer europeo que penetra en La Meca, o Marcelino de Andrés, médico del sultán de Benim y viajero por el Golfo de Biafra y América, tenemos noticia gracias a la redacción de informes, diarios o memorias de enorme interés. Cualquiera de estos textos sería digno de ser llevado a la gran pantalla, donde sin duda cautivaría a los espectadores. Igualmente alumbraron, junto a una relativamente abundante bibliografía, unas fervorosas publicaciones periódicas que trataron de recoger, con más o menos acierto, las vicisitudes del quehacer colonial, y entre las que son obligadas citar: “Crónica Naval de España” (1885), “Historia Geográfica” (1860), “Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid” (1876), “Revista General de la Marina” (1877), “Revista de Geografía Comercial” (1885) y “Revista de Geografía Colonial y Mercantil” (1897). Admirable labor de divulgación en una sociedad como la española que en los últimos años del S. XIX tenía un índice de analfabetismo próximo, cuando no superior, al 70%. La costosa expansión española en África, especialmente en Marruecos, e intensificada tras la pérdida de las colonias ultramarinas en el llamado “Desastre del 98”, tendrá trascendentes consecuencias en la Península, en lo que podría denominarse un “Efecto Boomerang”: “Semana Trágica de Barcelona (1909), enconadas polémicas sociales y políticas motivadas por la “sangría marroquí”, la trágica “Derrota de Annual” (1921), etc. Las responsabilidades por estos sucesos salpicarán al trono y despejarán el camino al poder al general Primo de Rivera (1923-30), quien, si bien logra pacificar el llamado “Protectorado” después del “desembarco de Alhucenas” (1925), arrastrará con su caída a la corona (1931). La existencia de un hipertrofiado y descontento “Ejército de África” será decisivo en el inicio de la sangrienta guerra civil (1936-39), finalizada con la derrota de la II República Española (1931-39) y el ascenso al poder del general Franco (1939-75). Hasta la guerra civil, el africanismo español podría más propiamente calificarse de “marroquismo”, dado que estaba orientado casi exclusivamente al país magrebí que, desde 1912 y bajo la denominación de “Protectorado”, era responsabilidad española por acuerdos internacionales, expandiéndose después lenta y esporádicamente hacia lo que posteriormente se denominó “África Occidental Española”. Durante esos años ha de significarse la edición de una numerosa serie de revistas especializadas en asuntos africanos, generalmente de corta trayectoria y escasa difusión, como: “África Semanal” (Ceuta 1891), “África Revista Política y Comercial” (Barcelona 1905), “África Revista Española Ilustrada” (Barcelona 1906), “España en África” (Madrid 1908), “Marruecos” en distintas épocas, “Europa en África” (Madrid 1909), “África Española” (Madrid 1913) -publicación de la Liga Africanista Española, que publicaría posteriormente la “Revista Hispano-Africana” (Madrid 1922) –, “La España Colonizadora” (Madrid 1915) y “Mauritania” (Tánger 1928), editada ésta última por los franciscanos, entre los que destaca el legendario padre Lerchundi. Igualmente existió en las principales poblaciones del Marruecos español y en las llamadas plazas de soberanía la esforzada y en muchos casos subvencionada publicación de prensa periódica poseedora de una admirable historia que se prolongará durante más de una centuria. Se inicia en 1860 con “El Eco de Tetuán”, fundado por Pedro Antonio de Alarcón, pionero de los corresponsales de guerra españoles, y que, tras fusionarse con “El Norte de África”, pasaría a llamarse ”La Gaceta de África”; continúa con el melillense ”El Telegrama del Rif” (1902), “El Faro” – rebautizado después como “El Faro de Ceuta” (1934) –, “El Eco de Chef Chauen” –editado desde 1920 inicialmente en multicopista y en el que colabora Tomás Borrás–, “El Heraldo de Marruecos” –que aparece en Larache en 1925– y los tangerinos ”El Porvenir”, ”El Diario de África” y sobre todo “España”, cuya trayectoria va desde 1938 a 1967, cubriendo los años de esplendor de la ”Ciudad Internacional” y siendo dirigida desde sus comienzos hasta 1955 por Gregorio Corrochano, otro preclaro corresponsal de guerra. En el llamado Sáhara español fueron publicándose los semanarios ”A.O.E.” (Sidi Ifni, 1945) y “Sáhara” (Aium, 1963), cerrando la saga después de 115 años el diario bilingüe “La Realidad” (Aium, Junio 1975), de muy efímera vida debido al precipitado abandono del Sáhara en noviembre de ese mismo año tras los llamados “Acuerdos de Madrid”. La historia de la prensa española en la zona ecuatorial se iniciará con el siglo. A ”El Eco de Fernando Poo” (Santa Isabel, 1900) le siguió la ejemplar revista claretiana “La Guinea Española” (1903), que perdurará hasta poco después de la prematura y precipitada independencia en octubre de 1968. Asimismo debemos reseñar en esos años las dignísimas trayectorias de tres periódicos entrañables: “Ébano” (Santa Isabel, 1939), ”Poto Poto” (Bata, 1951) y la “Hoja del Lunes de Fernando Poo”, cuya trayectoria va desde principios de 1965 hasta la emancipación de Guinea Ecuatorial. Tras la contienda fratricida, la España de Franco, impregnada en sus primeros años de una ideología falangista que soñaba con su “vocación de imperio” y con ir “por el imperio hacia dios”, ve posible lograr ese quimérico “imperio africano” al que aspiraba tras la debacle francesa en los primeros meses de la II Guerra Mundial, expandiéndose principalmente a costa del vencido y esperando contar para ello con la aquiescencia de la Alemania hitleriana. En esa línea se reinicia en 1942 por la Dirección General de Marruecos y Colonias la publicación en su III época de la revista mensual “África”, heredera de la histórica “Revista de Tropas Coloniales” (Ceuta, 1924), fundada y posteriormente dirigida por el general Franco, cuya salida al público había sido interrumpida durante la guerra civil. La publicación pasará posteriormente a ser responsabilidad del Instituto de Estudios Africanos (I.d.E.A.). Creado en Madrid el 28 de Junio de 1945 y adscrito al C.S.I.C. (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), esta institución tiene como objetivo de aglutinar, potenciar y divulgar más eficazmente las investigaciones sobre el África Español. Paralelamente, el Instituto de Estudios Políticos lanza en 1946 sus “Cuadernos de Estudios Africanos”, reconvertidos en 1955 en “Cuadernos de Estudios Africanos y Orientales”, en los que escribe el destacado investigador africano José María Cordero Torres, y que dos años después se englobarían en la “Revista de Política Internacional”. Algunos africanistas antifranquistas consideraron con posterioridad la adscripción del Instituto I.d.E.A. al C.S.I.C. como una maniobra política de los militares africanistas de la dictadura para dar a su vocación “un fino barniz académico” en busca de “cierto prestigio científico”. Si bien parecen no estar exentos de razón, dado el funcionamiento económico y el carácter personalista y atípico del I.d.E.A. dentro del C.S.I.C., sí parece que los gestores del mismo lograron, al menos en parte, sus propósitos durante casi treinta años. Dadas las circunstancias históricas en las que hubo de desenvolverse (1945-1966), la labor comunicadora del I.d.E.A. puede calificarse de excelente, debido en gran medida al trabajo realizado por su creador, el geógrafo castrense, escritor y periodista José Díaz de Villegas y Bustamante, “Hispanus”, quien simultáneamente fue máximo responsable, hasta su muerte en agosto de 1968, de la Dirección General de Marruecos y Colonias, cargo en el que había sustituido a otro notable bibliógrafo africanista Juan Fontán y Lobé, gran conocedor de la Guinea española. El I.d.E.A. publicará igualmente desde le primer semestre de 1947 una revista de excelencia, los “Archivos del Instituto de Estudios Africanos”, que hasta su desaparición en octubre de 1966 lograría lanzar 81 números de atractivo y profundo contenido, en los que participaron estudiosos de muy diversas especialidades (historiadores, científicos, diplomáticos, misioneros, etnógrafos, lingüistas, médicos, juristas, funcionarios, empresarios, artistas, ingenieros, etc.), que en 382 artículos recorrieron toda la problemática del África hispana. El admirable esfuerzo editorial del I.d.E.A. se completó con una serie de 325 textos monográficos, generalmente de gran calidad, redactados por los más preparados especialistas, y en los que se recoge de manera minuciosa todo el pasado y el momento de las posesiones hispano-africanas y que son de obligada consulta. Estos libros, hoy materia de búsqueda bibliofílica, son altamente cotizados. La labor comunicadora del I.d.E.A. no se limitó a sus publicaciones, sino que en paralelo organizó cursos y conferencias de muy alto nivel y logró mantener fluidas las conexiones con instituciones extranjeras equivalentes en unos años de difíciles relaciones internacionales para España debido al bloqueo diplomático a que fue sometido el régimen del general Franco tras la II guerra mundial. El I.d.E.A. además, organiza expediciones científicas y viajes de especialistas y periodistas peninsulares al continente africano, envía representantes de prestigio a los principales congresos africanistas, cuando no ejerce de organizador. Ayuda también de forma muy significativa a potenciar la faceta cinematográfica hispano-africana, asesorando en una serie de películas y documentales relacionados con aquellas tierras. Colabora asimismo con la Dirección General de Marruecos y Colonias en la creación del Instituto Español de Medicina Tropical, que se responsabilizará de la edición de “La Medicina Colonial” (Madrid, 1943), posteriormente “Medicina Tropical” (1956), y en la periódica organización de exposiciones artísticas (“Pintores de África”) y bibliofílicas (“Libros Españoles sobre Historia de África”). Interviene en la creación en Madrid del Museo de África, inaugurado en el verano de 1961, y desde 1951 en la concesión de los prestigiosos “Premios África” de periodismo y literatura, con los que se pretende estimular los estudios africanistas. La muerte del general Franco en 1975 coincide con la desaparición del ya languideciente Instituto, que pasará al año siguiente a la Dirección General de Organismos Desaparecidos, al considerarse precipitadamente que los nuevos tiempos lo hacían inviable y superfluo. Su relevo será tomado por un entusiasta grupo de estudiosos nucleados principalmente en torno a la Asociación Española de Africanistas creada en 1984 y que un año después publicará sus interesantes investigaciones en la revista “Estudios Africanos”. |
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