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Revista Latina de Comunicaci�n Social 13 � enero de 1999 |
Edita: LAboratorio de Tecnolog�as de la Informaci�n y Nuevos An�lisis de Comunicaci�n Social |
[Diciembre de 1998] La muerte de Ortega, en la prensa de Bilbao (5.661 palabras - 12 p�ginas) Dr. Ferm�n Galindo Arranz � Universidad de Santiago de Compostela
Desde el comienzo de la guerra civil, la prensa espa�ola qued� sometida a un severo sistema de control pol�tico cuya forma jur�dica qued� plasmada en el decreto "Serrano S��er" de 1938, posteriormente ampliado por las �rdenes ministeriales de 24 de abril de 1940 y 24 de febrero de 1942. El papel que la prensa deb�a desempe�ar en el nuevo r�gimen se establec�a en el pre�mbulo del mismo: "No pod�a perdurar un sistema que siguiese tolerando la existencia de ese cuarto poder del que se quer�a hacer una premisa indiscutible... No pod�a permitirse que el periodismo viviera al margen del Estado... Testigos quienes hoy se afanan de devolver a Espa�a su rango de naci�n unida, grande y libre, de los a�os que una libertad entendida al estilo democr�tico hab�a ocasionado una masa de lectores diariamente envenenados por una prensa sectaria y antinacional, comprenden unas normas al amparo de las cuales el peri�dico viva al servicio permanente del inter�s nacional". En su art�culo primero, el decreto asignaba al estado el cometido de organizar, vigilar y fiscalizar las publicaciones peri�dicas, y en el segundo, en el ejercicio de la funci�n expresada correspond�a al estado: La regulaci�n del n�mero y extensi�n de las publicaciones peri�dicas. La intervenci�n en la designaci�n del personal directivo. La reglamentaci�n de la profesi�n de los periodistas. La vigilancia de la actividad de la prensa. La inserci�n obligatoria de textos facilitados por el ministerio a los diarios. La censura previa Otros mecanismos de control fueron la designaci�n del personal directivo con el pl�cet de la Direcci�n General de Prensa y la creaci�n de la Escuela Oficial de Periodismo y el registro de periodistas de ella dependiente. Incluso se utiliz� la Federaci�n de Asociaciones de la Prensa a tales fines; sus tribunales de honor pod�an decidir la suspensi�n de cualquier profesional del registro oficial, lo que en la pr�ctica equival�a a su expulsi�n del gremio. Hasta 1966 no se suavizaron estas normas, a las que hab�a que sumar la censura cinematogr�fica, la de todos los medios impresos, y la de las conferencias y el teatro. En definitiva, entre 1936 y 1966 el control del estado sobre los medios de comunicaci�n y en especial sobre la prensa era absoluto. A la muerte de Ortega en 1955, la prensa que no hab�a sucumbido durante la guerra civil se mueve, si es que pod�a moverse, dentro del marco jur�dico descrito. La prensa vasca la constituyen en Vizcaya: "El Correo Espa�ol - El Pueblo Vasco", que no era otro que "El Pueblo Vasco", unido el 13 de abril de 1938 a un diario de FET y JONS llamado "El Correo Espa�ol" que aparece en 1937; "La Gaceta del Norte", dependiente de la Editorial Vizca�na y perteneciente a la prensa cat�lica; el diario vespertino "Hierro", perteneciente a la Falange y que se tira desde la rotativa del incautado diario "Euskadi", �rgano del PNV. En Guip�zcoa sale a la calle "El Diario Vasco" y dos diarios falangistas, "La Voz de Espa�a" y "Unidad". En �lava "El Pensamiento Alav�s" y "La Libertad", que dejar� pronto de salir para dejar su espacio al vespertino "Norte", que se proclama �rgano de Falange Espa�ola y publicar� su �ltimo n�mero en octubre de 1940. Los diarios navarros "El Pensamiento Navarro" y "El Diario de Navarra" anteriores a la guerra no tuvieron especiales dificultades para acomodarse a la nueva situaci�n. Terr�n Montero en su libro "La prensa en Espa�a durante el r�gimen de Franco" distingue tres etapas en la evoluci�n de los medios de comunicaci�n durante la dictadura. La primera entre 1936 y 1950, una segunda de 1951 a 1961, y la tercera y �ltima desde 1962 hasta 1975. En opini�n de Terr�n, el contexto sociopol�tico del primer periodo (1936-1950) viene marcado por la din�mica autodestructiva del final de la II Rep�blica a partir de la p�rdida de consenso entre coaliciones sociales y pol�ticas, dando lugar a una bipolaridad en la que se observan cuatro conflictos: entre monarqu�a y rep�blica, las tendencias clericales y anticlericales, la tensi�n entre centralismo y nacionalismos, y la existencia de una violenta lucha de clases entre las clases propietarias y el proletariado En el bloque dominante incluye de forma simplificada, los terratenientes del centro y del sur del pa�s, la masa campesina de algunas provincias del norte, sobre todo en Navarra, as� como las viejas clases medias, la burocr�tica y la residual feudal de la mayor�a de las grandes ciudades. La parte dominada, estaba integrada por trabajadores industriales, los campesinos sin tierra del centro y sur de Espa�a, as� como una secci�n minoritaria pero importante de la clase media tradicional, la intelectualidad republicana, y las peque�as burgues�as catalana y vasca. El nuevo r�gimen se construye a partir del ej�rcito como columna vertebral y la Iglesia como sustento ideol�gico del nuevo estado. Junto a ellos, los falangistas y tradicionalistas mon�rquicos, completan el reducido abanico pol�tico del sistema. El discurso fascista identifica el liberalismo y la democracia con lo antisocial y lo antinacional. S�lo el estado puede asumir el papel educador que corresponde a la prensa. Al contrario de lo que ocurre en las democracias liberales, la prensa deja de ser una instituci�n privada para convertirse en una organizaci�n m�s al servicio del estado. La falange y el integrismo cat�lico configuraran el proceso de construcci�n ideol�gica de los primeros a�os, y la ACNP o el llamado catolicismo aperturista dominar�n los a�os cincuenta. En 1955, se observa en la prensa de Bilbao una representaci�n de todas las corrientes ideol�gicas del r�gimen: el integrismo cat�lico de la Editorial Vizca�na con "La Gaceta del Norte", la falange desde las p�ginas del vespertino "Hierro" y con "El Correo Espa�ol - El Pueblo Vasco" el tradicionalismo mon�rquico. Durante la segunda etapa, tal y como se�ala Terr�n Montero, se produce un proceso de reorganizaci�n ideol�gica; cambia la tendencia y del nacional-catolicismo se pasa al catolicismo-nacional, y ser�n los componentes del catolicismo social los que priven de manera definitiva sobre los del franquismo fascista. La derrota de Alemania e Italia trae como consecuencia inmediata el aislamiento internacional del r�gimen y la necesidad de introducir nuevos elementos que modifiquen su estructura para hacer que el sistema empiece a parecerse, aunque sea formalmente, a un estado de derecho. Una serie de leyes dibujan una aparente normalizaci�n e institucionalizaci�n del sistema democr�tico: Ley Constitutiva de las Cortes Espa�olas, Fuero de los Espa�oles, Ley de Refer�ndum, Ley de Sucesi�n de la Jefatura del Estado... Las dos caracter�sticas m�s proclamadas del sistema pol�tico espa�ol, el anticomunismo y la catolicidad, van a dar sus primeros frutos. Por una parte, los acuerdos de cooperaci�n hispano-norteamericanos y por otra, el concordato con la santa sede. El n�cleo b�sico del nacional-catolicismo, la identificaci�n entre "lo espa�ol" y "lo cat�lico" puede sintetizarse as�: la unidad y totalidad nacional frente al separatismo, la recuperaci�n como modelo ideal los valores imperiales del siglo de oro, reproducidos ahora en el autoritarismo, la jerarqu�a y el caudillaje. La simult�nea negaci�n de otros valores pol�ticos: democracia, libertad o igualdad. Lectura hist�rica del pleno sentido de la guerra civil, en cuanto acto hist�rico decisivo como "cruzada salvadora". Arias Salgado bas�ndose en su peculiar interpretaci�n de los principios de la moral cristiana, justificar� una concepci�n teocr�tica y limitativa de la libertad de expresi�n, una concepci�n basada en una moralidad objetiva y superior derivada de la base inamovible del derecho natural. Seg�n Arias Salgado, el desconocimiento o rechazo de estos principios lleva dos grandes errores hist�ricos en los que han ca�do la mayor�a de los pa�ses: el liberalismo y el totalitarismo. Para Arias Salgado, la informaci�n tiene como objetivo la consecuci�n del "bien com�n" y buscar� para obtenerlo una "soberan�a informativa" a partir del monopolio del estado. El car�cter que se atribuye a la prensa como "servicio p�blico" implica necesariamente la intervenci�n del estado en la vigilancia, control y direcci�n de los peri�dicos, a trav�s de la emisi�n de consignas y de la censura previa. El d�a que muri� Ortega La prensa de Bilbao trat� la muerte del filosofo conforme a la consigna emitida por el Ministerio de Informaci�n y Turismo el dieciocho de octubre de 1955: "Cada peri�dico puede publicar hasta tres art�culos sobre el fallecimiento de Ortega y Gasset: una biograf�a y dos comentarios. Todos los art�culos sobre la filosof�a del escritor han de poner de relieve sus errores en materia religiosa. Podr�n publicarse fotograf�as de la c�mara mortuoria en la primera p�gina, de la mascarilla o del cad�ver, pero no fotograf�as de Ortega en vida". Si se analiza de forma rigurosa el tratamiento informativo que cada peri�dico dio a la muerte de Ortega, se puede afirmar que �ste no existe como hecho noticioso. No lo hubo porqu� no se trata de un hecho noticioso en s�, la muerte del fil�sofo espa�ol. Se trata de una informaci�n que da cobertura a un "sospechoso" para el r�gimen, al que es mejor enterrar en el olvido inmediato de la prensa diaria y, por si acaso, del que es mejor no publicar fotograf�as en vida. Las cabeceras de la prensa de Bilbao son incapaces de redactar sus propios textos o simplemente de conseguir una sola imagen fuera del circuito oficial de las agencias. Ha muerto Ortega y Gasset. (Cifra) Madrid- "A las 11,25 ha muerto el ilustre pensador don Jos� Ortega y Gasset. Le acompa�aban en aquel momento sus hijos, hijos pol�ticos y hermano. Desde ayer se hallaba en coma. Su vida fue extingui�ndose lentamente". (Hierro, 18-10-1995; La Gaceta del Norte y El Correo Espa�ol - El Pueblo Vasco, 19-10-1955) Reconciliado con la Iglesia (Cifra) [N. del e.: Cifra era una agencia de prensa de noticias nacionales, que m�s tarde se fundi� en la actual Efe] Madrid- Con el t�tulo "Ortega y Gasset se reconcilia con la Iglesia", el peri�dico "Ya" publica esta ma�ana la siguiente informaci�n: "El estado de salud de don Jos� Ortega y Gasset decay� algo el s�bado pasado, pero el domingo al mediod�a volv�a a experimentar, dentro siempre de la persistencia y alarmante gravedad, una ligera mejor�a. Con todo, el lunes por la tarde, la gravedad se acent�o y el ilustre paciente, al que rodean su esposa e hijos y contados disc�pulos y amigos, mostr� deseos de reconciliarse con la Iglesia y seg�n nuestras noticias, se confes� con el padre Felix Garc�a, con quien en los �ltimos tiempos manten�a contacto y amistad". El texto aparece publicado en los tres diarios dentro de un luto, por lo que puede considerarse como en texto de inserci�n obligatoria. En el domicilio del fil�sofo (Cifra) Madrid- A partir de las doce de la ma�ana comenz� a difundirse la noticia del fallecimiento de don Jos� Ortega y Gasset. A esa hora empezaron a llegar al domicilio del fil�sofo en la calle de Monte Esquiza, n� 28. Don Jos� viv�a en el piso sexto. Est� amortajado con un traje negro, tiene las manos entrelazadas, descansa en una cama estrecha de n�quel, de la que cuelgan en la cabecera un escapulario y un rosario. En una mesita adyacente hay un Cristo de peque�as dimensiones de marfil con unas flores. A las dos y cuarto lleg� el ministro de Educaci�n Nacional, se�or Ruiz Gim�nez, para dar el p�same a la familia. Pregunt� la hora en que ser�a enterrado y se le contesto que ma�ana, a las once, en la sacramental de San Isidro. Entre otras personalidades, se hallaban el rector de la Universidad de Madrid, se�or La�n Entralgo, el ex ministro se�or Serrano-S��er, el arquitecto se�or Blanco Soler, los se�ores Garc�a G�mez, Calvo Sotelo, su disc�pulo Don Manuel Zubiri, don Cayetano Alc�zar y don Gregorio Mara��n ". (Hierro, 18-10-1995; La Gaceta del Norte y El Correo Espa�ol - El Pueblo Vasco, 19-10-1955). Biograf�a oficial La biograf�a oficial de don Jos� Ortega y Gasset, recogida por los tres diarios estudiados, "Hierro" (P�g. 10, 18-10-55), "La Gaceta del Norte" (P�g. 3, 19-10-55) y "El Correo Espa�ol - El Pueblo Vasco" (P�gs. 1 y 5, 19-10-55), rezaba as�: "Naci� en Madrid el 9 de mayo de 1893, en un piso alto de la casa n�mero cuatro de la calle Alfonso XII. Fue bautizado en la real bas�lica de Atocha y su infancia transcurri� en Madrid. Como estudiante de bachillerato fue un alumno distinguido. A los ocho a�os ingres� en el colegio de S. Estanislao, de Miraflores de Palo, en M�laga. All� obtuvo casi todos los sobresalientes de su vida estudiantil; incluso lleg� a ser "emperador" en este internado de M�laga. Despu�s de una estancia en Deusto, pas� a la Universidad de Madrid para cursar Filosof�a y Letras. En su carrera no demasiado brillante hubo no pocos aprobados y hasta alg�n suspenso. En 1902, a los 19 a�os, termina sus estudios y empieza a escribir art�culos en "El Imparcial". En 1904 ley� su tesis para el doctorado sobre "Los terrores del a�o 1000" y en 1906, el rey firm� una real orden para que Ortega continuase sus estudios de filosof�a, que hab�a de culminar con la obtenci�n de la c�tedra de Metaf�sica de la Universidad de Madrid, cuando ten�a 27 a�os. En Alemania es alumno del fil�sofo Herman Cohen, uno de los m�s caracterizados representantes del neokantismo. El paso de Ortega por las universidades alemanas dej� en �l huella profunda. El propio Ortega dir� un d�a que "debe mucho a la filosof�a alemana". Quien esto afirma confiesa tambi�n que "debe a Alemania las cuatro quintas partes de su haber intelectual" y que siente con m�s conciencia que nunca la indiscutible y gigantesca superioridad de la ciencia alemana sobre todas las otras". A partir de entonces comienza para Ortega un segundo periodo que va a caracterizarse por la frecuente aparici�n de sus libros y escritos. De su intensa actividad period�stica dice un d�a el propio Ortega: "es posible que yo no sea otra cosa que un periodista". Y colabora en diversos peri�dicos al mismo tiempo que se consagra a la actividad del ensayismo. En 1917 es uno de los fundadores de "El Sol", de Madrid, donde aparecen nuevos art�culos suyos. Aqu� aparecen los primeros art�culos de la "Espa�a invertebrada". Seis a�os despu�s, en 1923, funda la "Revista de Occidente", llamada a ejercer una gran influencia en los medios intelectuales. Acomete la realizaci�n de obras de tesis al mismo tiempo que emprende una actividad pol�tica. Pero su actividad de fil�sofo no le impide dedicarse a la tarea pol�tica y en 1930 publica "El Sol" un articulo titulado: "El error Berenguer", que termina diciendo, "Espa�oles nuestro Estado no existe. !Reconstruido! Dependa est Monarca". Este art�culo hab�a de representar un duro golpe para el r�gimen espa�ol. Tres meses despu�s surg�a la "Agrupaci�n al servicio de la Rep�blica", fundada por el doctor Mara��n, Ram�n P�rez de Ayala y el propio Ortega, cuyo manifiesto fue publicado en El Sol. Tras la instalaci�n de la Rep�blica en 1931, para las Cortes Constituyentes, Ortega y Gasset es elegido diputado por Le�n. Su voz se har� o�r en favor de una pol�tica reconstructiva, cuyas bases est�n en numerosos art�culos y discursos. Pero pocos meses despu�s, Ortega y Gasset vuelve a pronunciar otro importante discurso en el que manifiesta su disconformidad con la orientaci�n de la Rep�blica Espa�ola, y en el que habla del "perfil agrio y triste de la Rep�blica". El desacuerdo es tal que Ortega rehus� la banda de la rep�blica que le ofreci� el gobierno. Lo dem�s es historia muy reciente. En los �ltimos tiempos Ortega abandona la pol�tica para consagrarse a la filosof�a. Tras nuestra cruzada de liberaci�n marcha al extranjero. Vuelve despu�s a Espa�a, y en 1946 pronuncia una conferencia en el Ateneo de Madrid en la cual, al dirigirse a la juventud espa�ola, dijo: "Hay que inventar nuevas formas de vida en que el pasado desemboque en el futuro, con originalidad, con gracia, con esa cosa sin la cual no se puede torear ni hacer historia con garbo". En 1949 es invitado para pronunciar el discurso inaugural de las fiestas del segundo centenario de Goethe, en Hamburgo, y pronuncio conferencias en Berl�n y posteriores en los Estados Unidos, tambi�n sobre Goethe. Ortega y Gasset deja escritos numerosos libros, entre ellos "El Espectador" (ocho tomos), "Espa�a invertebrada", "El tema de nuestro tiempo", "Las atl�ntidas y otros ensayos", "La deshumanizaci�n del arte", "Idea sobre la novela", "La rebeli�n de las masas", "Meditaci�n de la t�cnica", "Ideas y creencias", "Teor�a de Andaluc�a", "Esquema de las crisis" y el pr�logo de una obra de caza del conde de Yebes titulada "De la aventura y de la caza". Entierro de Ortega en el cementerio de San Isidro. (Cifra) La cr�nica oficial del entierro de don Jos� Ortega y Gasset, que fue recogida por los tres diarios "Hierro" (19-10-55), "La Gaceta del Norte" (20-10-55) y "El Correo Espa�ol - El Pueblo Vasco" (20-10-55), fue la siguiente: Madrid- A las once de la ma�ana se ha verificado el entierro del fil�sofo don Jos� Ortega y Gasset. Durante la noche velaron el cad�ver, con la familia, los se�ores Garc�a G�mez, Mar�as, Garagorri, Del Val y Vela. Desde primeras horas de la ma�ana se formaron en la casa mortuoria largas colas de personalidades que desfilaron para estampar su firma en los pliegos colocados al efecto y que r�pidamente se llenaron, as� como para depositar las tarjetas. De toda Espa�a y de numerosos pa�ses extranjeros han continuado recibi�ndose constantemente testimonios de p�same. El f�retro fue bajado a hombros por los tres sobrinos del finado don Jos� Antonio, don Manuel y don Pablo, don Fernando Vela, don Juli�n Mar�as y don Paulino Garagorri. La calle Monte Esquiza estaba totalmente abarrotada de p�blico, entre los que predominaban los universitarios, que hoy no han tenido clases en se�al de duelo. En la presidencia figuraban los ministros de Educaci�n Nacional; se�or Ruiz Gim�nez; secretario general del Movimiento, se�or Fern�ndez Cuesta, y de Informaci�n y Turismo, se�or Arias Salgado. El p�rroco de Santa Barbara y el padre Felix Garc�a rezaron responsos ante el cad�ver; tambi�n lo hizo el superior de la comunidad de San Ferm�n de los Navarros. En la casa mortuoria se recibieron numerosas coronas, entre las que figuraban una de Portugal con la siguiente dedicatoria: "Saudade portuguesa", otra del ministro de Educaci�n Nacional, del ayuntamiento de Madrid, de la Academia de Ciencias Morales y Pol�ticas, universidad, etc. El duelo familiar, compuesto por los hijos del finado, don Miguel y don Jos�, su hermano don Manuel, y su hermano pol�tico don Jos� Varela, se situaron a la salida de la casa mortuoria y una vez depositado el f�retro en la carroza recibieron los ex ministros se�ores Serrano S��er y Rein Segura, alcalde de Madrid, embajador de Alemania, doctores Mara��n, Duarte, Hernando, se�ores Gasc�n y Mar�n, Pem�n, Fern�n Fl�rez, Franc�s, padre Felix Garc�a, La�n Entralgo, coronel Iglesias, Rey Pastor, S�nchez Cant�n, Pab�n, Calvo Sotelo, Garc�a G�mez, Fern�ndez Almagro, Garc�a Escudero, presidente de la diputaci�n provincial, representantes diplom�ticos de las rep�blicas hispanoamericanas, S�nchez Bella, etc. El desfile ante la presidencia familiar dur� m�s de media hora y, terminado, la carroza f�nebre se puso en marcha camino de la sacramental de san Isidro, donde los restos de don Jos� Ortega y Gasset recibieron cristiana sepultura en la tumba en la que reposan los restos de su padre, don Jos� Ortega y Manilla, la mayor parte de los asistentes acompa�aron a los restos formales del fil�sofo hasta su �ltima morada. Repercusiones de la noticia en el exterior "La noticia en Italia" (Efe) Roma- "S�n comentarios, "L�Observatore Romano" publica en primera p�gina una noticia de dos p�rrafos con la muerte de don Jos� Ortega y Gasset. El "Stampa Sera" de Torino, consagra cuatro columnas de su primera p�gina a la noticia, y el "Daily American", en ingl�s, que se publica en Roma, publica una nota necrol�gica, a dos columnas, en la p�gina segunda". (Hierro, p�g. 7, 19-10-55) "La noticia en Alemania Occidental". (Efe) Frienland- "La muerte de don Jos� Ortega y Gasset ha apenado al presidente federal, profesor Huesas, que se encuentra aqu� para dar la bienvenida al �ltimo grupo de alemanes repatriados despu�s de diez a�os de cautiverio. Huesas expres� al corresponsal de la United Press su tristeza, y dijo "era amigo m�o". Otras destacadas personalidades se han condolido, con el presidente por la muerte del pensador espa�ol. El doctor Hans Bierman-Tatjen, en particular manifest�: "Lamento profundamente la muerte de este gran hombre europeo, cuya obra "La rebeli�n de las masas" es uno de los m�s significativos trabajos sociol�gicos de este siglo". "Ortega y Gasset no fue un fil�sofo en el sentido tradicional, pero ten�a la virtud de transmitir claramente sus propias ideas, haci�ndolas comprensibles al pueblo de forma fascinadora". Record� el doctor Sierman-Tatjan el llamamiento al pueblo alem�n de Ortega y Gasset con motivo de las fiestas de Goethe en Hamburgo, en 1949, en el que le pidi� saliese del shock de la guerra y desplegase en el mundo el papel que le corresponde. (El Correo Espa�ol, 1� p�g. 19-10-55) Testimonios de p�same en el extranjero (Efe) Buenos Aires- El ministro de Relaciones Exteriores, don Mario Amadeo, ha dirigido un telegrama al ministro espa�ol de Asuntos Exteriores expres�ndole en nombre del gobierno argentino su pesar por la desaparici�n del eminente escritor de habla hispana don Jos� Ortega y Gasset. Lima- El fallecimiento de Ortega y Gasset ha sido difundido por la radio y la prensa peruanas, que recogen, asimismo, la noticia de la reconciliaci�n del gran escritor espa�ol con la iglesia. (Hierro, 21-10-1955) Hierro Al producirse el fallecimiento de Ortega, en la ma�ana del 18 de octubre, el vespertino Hierro da la noticia en Bilbao. La disposici�n de la plancha en ning�n caso se corresponde con la importancia real de la noticia y su repercusi�n social e internacional. En el diario Hierro la biograf�a oficial de Ortega ocupa la parte central de la �ltima p�gina, aunque la maquetaci�n se corresponde m�s con la valoraci�n de una noticia recibida en el diario poco antes del cierre del mismo. La muerte de Ortega es tratada desde el rotativo de la cadena del Movimiento sin incorporar una sola imagen o texto propios, con una dependencia informativa total e incontestada adaptando su tratamiento informativo a las consignas emanadas del ministerio de Informaci�n y Turismo. Destaca tambi�n como a la nota de la repercusi�n de la noticia en Italia la redacci�n de Hierro a�ade un "sin comentarios", expresivo de la valoraci�n que del fallecimiento realiz� el diario. La Gaceta del Norte El tratamiento informativo de La Gaceta del Norte es similar en cuanto a distribuci�n y contenido al resto de los peri�dicos analizados, tal como muestra la tabla n� 1 con el an�lisis cuantitativo de la informaci�n.
Publica dos fotograf�as, las dos de agencia. Los textos son todos ajenos a la redacci�n de La Gaceta del Norte, excepci�n hecha de un comentario editorial. El diario bilba�no no contento con la censura oficial publica en primera p�gina, al pie de la noticia, y en forma de "nota de redacci�n", un texto imprescindible para acercarse a lo que Terr�n denomina "catolicismo-nacional", como ideolog�a dominante del r�gimen en los a�os cincuenta. La consigna del Ministerio de Informaci�n y Turismo "Todos los art�culos sobre la filosof�a del escritor han de poner de relieve sus errores en materia religiosa" es llevada por La Gaceta del Norte hasta sus �ltimas consecuencias. La Gaceta del Norte, nota de la redacci�n. (19-10-1955, 1� p�g.) "Don Jos� Ortega y Gasset ha ocupado durante muchos a�os uno de los lugares m�s destacados de la intelectualidad espa�ola, anterior a nuestra Cruzada, en la que acert� a despertar inquietud ante algunos de los problemas con que se enfrentar� la realidad de la patria sin que lograra, sin embargo, orientarla hacia su debida soluci�n. �l mismo vivi� desorientado y sembr� la desorientaci�n entre sus disc�pulos. Aunque Ortega y Gasset no perteneci� a la "generaci�n del 98", estaba �ntimamente vinculado con ella, lo mismo por su insatisfacci�n ante la realidad espa�ola, como por su pesimismo y falta de fe en la virtualidad del esp�ritu espa�ol, lo que le llev� a querer abrir a Espa�a a todas las corrientes del pensamiento moderno extranjero, en lo que consisti� una de sus tareas m�s afanosas en la "Revista de Occidente". Como escritor destaca la elegancia de su prosa y el extraordinario dominio de la met�fora. Su sism�grafo espiritual fue siempre sensibil�simo a toda clase de temas. De aqu� que escribiera mucho sobre cuestiones filos�ficas, pol�ticas, est�ticas, etc. Pero contra lo que muchos han podido pensar, no fue su fuerte la filosof�a, en la que su m�rito mayor consisti� en una cultura ampl�sima que le hac�a seguir al d�a toda novedad, pero a costa de una falta de profundidad y de estima, del que no puede prescindir el verdadero fil�sofo. Su estilo personal hace especialmente agradable la lectura de sus obras, pero se esconden en ella dos peligros grav�simos: su cuidadoso laicismo, que le hace orillar cuidadosamente los problemas de Dios, el gran ausente en sus p�ginas -cosa inconcebible en un fil�sofo espa�ol, por ser Dios el problema m�s hondo de la filosof�a- y su relativismo, que le hizo afirmar en alguna ocasi�n que todo el sistema filos�fico no es sino el bracear angustioso del hombre para no ahogarse en la nada. Ambos peligros han sido causa de que sean muchos los que han visto zozobrar en la lectura de las p�ginas de Ortega y Gasset su esp�ritu religioso y a�n su fe. Nosotros que hemos combatido sus errores doctrinales y pol�ticos, elevamos al cielo una oraci�n, en esta hora de la verdad, con el deseo de que el se�or haya querido concederle en su misericordia infinita la gracia de que sus �ltimos momentos hayan estado iluminados por la fe cristiana de su juventud". El Correo Espa�ol - El Pueblo Vasco Aunque en l�neas generales el tratamiento informativo es similar al de los peri�dicos anteriores (dependencia informativa total de las agencias, infravaloraci�n de la noticia, ausencia de textos propios), en este diario es el �nico en el que se recoge la cr�nica de un corresponsal enviado expresamente para cubrir informativamente el entierro. Una cr�nica pseudo-oficial con un collage de textos fusilados, rese�as de otros peri�dicos y rocambolescas citas de Ortega que recogemos a continuaci�n: Los restos de Ortega y Gasset recibieron cristiana sepultura en la sacramental de San Isidro.(El Correo Espa�ol - El Pueblo Vasco, 20-10-1955, p�g. 7).- de nuestro corresponsal Tach�n. Madrid, 19.- Hoy se ha verificado el traslado de los restos de don Jos� Ortega y Gasset a la sacramental de San Isidro. Un gran gent�o ha seguido a la modesta carroza f�nebre hasta el camposanto, precedida de un coche funerario con medio centenar de coronas de la Universidad, el Ayuntamiento, y diversos centros culturales y embajadas de varios pa�ses. Destacaba la inscripci�n de una enorme corona de flores naturales, en la que se le�a, sencillamente "Saudades de Portugal". El duelo presidido por los hijos y el hermano del gran pensador desaparecido y por varios ministros, que se han despedido frente a la casa mortuoria. En la muchedumbre que ha acompa�ado el cad�ver ha figurado cuanto tiene una representaci�n en la vida intelectual espa�ola, as� como much�simos universitarios. En la universidad se han suspendido las clases y el ateneo ha entornado sus puertas y colocado a media asta la bandera nacional con un cresp�n negro. Don Jos� Ortega y Gasset ha sido sepultado en el pante�n en el que reposan su padre, el que fue gran escritor y periodista, don Jos� Ortega Munilla, donde ha recibido el �ltimo tributo de admiraci�n. El ministro de Educaci�n Nacional ha depositado sobre el f�retro el primer pu�ado de tierra. Varios disc�pulos del autor de "La rebeli�n de las masas" lloraban francamente. Uno de los homenajes silenciosos y emotivos que ha recibido el fil�sofo espa�ol, ha sido la intensificaci�n de las ventas de sus libros en Madrid. De todo el mundo se reciben testimonios de p�same y el jefe del Estado ha expresado su condolencia a la familia. Todos los peri�dicos especialmente Abc, publican extensas biograf�as de Ortega y Gasset, calific�ndole de hombre universal, de gran patriota, y metaf�sico insigne. Mara��n termina un art�culo diciendo que Ortega ha sido mucho m�s que un fil�sofo de esta dimensi�n humana y sobrehumana de su esp�ritu nos da la medida nuestra inmensa congoja de hoy. Se recuerdan y citan frases demostrativas del ingenio peculiar de Ortega, entre ellas las siguientes "No cierres el ba�l de la juventud, que yo he cerrado varias veces y lo he tenido que volver abrir", "En Espa�a hay que aprovechar la fuerza de la tertulia. As� como en Alemania, por ejemplo, la gente es trabajadora pero parca y lac�nica en su trato social, en Espa�a ocurre todo lo contrario; los espa�oles est�n molestos en la oficina a la que han llegado tarde y sin lavarse; tratan ce�udamente al que se les acerca, pero, en cambio, despu�s de haber almorzado en su casa, encienden un cigarro y se van a la tertulia del caf�, donde est�n dispuestos a dar el m�ximo rendimiento. All� se muestran tan locuaces, ingeniosos y generosos. En una palabra: es all�, en la tertulia, donde P�rez se afirma frente a G�mez". En cierta ocasi�n preguntaba a un ingeniero lo que desde el punto de vista material era el l�mite inaccesible, y el citado t�cnico le contest� que cuando un m�vil se va acercando indefinidamente al l�mite inaccesible, la caracter�stica de �ste es tal que la diferencia entre el sitio donde el m�vil ha llegado y el l�mite puede ser tan peque�a como se quiera pero nunca cero. Y Ortega replic�; "como para el fil�sofo, verdad es un l�mite inaccesible, quedamos en que la verdad es la mentira". Dec�a al ver muchos negros en los hoteles, que las razas de color son las que hoy pueden pagar el precio de los grandes hoteles. Y no iba al zoo del retiro porque, seg�n declaraba, esa cat�strofe, esa penuria de los animales, le deprim�a enormemente. Y en fin; el padre F�lix Garc�a, de cuya intervenci�n tanto y tan ligeramente se ha hablado y escrito estos d�as, ha dado a la publicidad, muy certeramente una l�neas a las que pertenecen los siguientes p�rrafos: A la hora de la gran verdad de la vida, que es la muerte -pasadas las disputas de los hombres- lo que importa es ese plebiscito de amor y de entendimiento, es decir, de caridad, que es la que salva y nos sit�a a todos ante la verdad definitiva de Dios, que es el �nico que posee el secreto de las almas. No llevamos !Por Dios! las cosas y las diferencias de los hombres a una realidad tan augusta, tan infinitamente delicada como es la muerte, es decir, el encuentro decisivo de un alma con Dios, en el que se resuelve el enigma de la finalidad de la vida en las claridades de la eterna Verdad. De una inteligencia tan extraordinaria y de un coraz�n tan entra�able como los de Ortega y Gasset no pod�a estar ausente Dios. No enturbiemos lo que pertenece al secreto de Dios y a la inmensa piedad de la muerte con apreciaciones aleatorias que caen del lado de ac�. Escribo estas l�neas torpes con la emoci�n profunda del que ha contemplado con los ojos h�medos, como sobre la frente ancha y abierta, del gran pensador que destellaba inteligencia, brilla ahora como una paz solemne, que es la serenidad de Dios el descanso perpetuo. A todos nos queda el asombro de que se nos haya ido cuando no se esperaba. Que nuestro asombro se traduzca en una oraci�n. Conclusiones Despu�s de analizar los hechos acaecidos y publicados las cabeceras estudiadas funcionan como una peque�a muestra de las corrientes ideol�gicas m�s destacadas vinculadas al sistema pol�tico y su expresi�n informativa. La prensa de Bilbao valora de forma similar la noticia, convirti�ndose en un ap�ndice m�s del aparato informativo del r�gimen. La hipocres�a del aparato pol�tico franquista se evidencia de forma particularmente clara en estas p�ginas. Mientras desde el ministerio de Informaci�n y Turismo se dan instrucciones concretas acerca de cual deb�a de ser el tratamiento period�stico de la muerte del fil�sofo, la familia recib�a la condolencia del jefe del estado y paralelamente las agencias informan del sentido p�same de las autoridades a sus amigos y familiares en el entierro de Ortega y Gasset. La simple observaci�n de las magnitudes hemerom�tricas fundamentales permiten cuantificar el grado de inter�s y sensacionalismo con el que se abord� la noticia y el grado de dependencia pr�cticamente absoluto de la informaci�n ofrecida a los lectores. El sentido dolor popular, y la repercusi�n internacional de la muerte de Ortega y Gasset perdura cincuenta a�os despu�s, al comprobar la actitud religiosa y el sometimiento intelectual con el que fue recogida la noticia en su momento. Bibliograf�a - Fern�ndez Areal, M. Consejo de guerra. Los riesgos del periodismo bajo Franco. Univ. de Vigo. Pontevedra, 1997. - Garitaonaind�a, C. "Las palabras como armas: la propaganda en la Rep�blica" en Historia de los medios de comunicaci�n en Espa�a. Ariel. Madrid, 1989. - Garitaonaind�a, C. Granja J.L. Cien a�os de historia del Pa�s Vasco. U.P.V. Bilbao. Hern�ndez Les, J. A. Historia comparada del periodismo en prensa, radio y televisi�n. T�rculo Edici�ns. Santiago, 1996. - S�iz, M.D. y Cruz Seoane, M. Historia del periodismo en Espa�a. Vol. 3. El siglo XX: 1898-1936. Alianza Universidad. Madrid, 1996. - Tamames, R. La Rep�blica. La era de Franco. Historia de Espa�a. Alfaguara, Vol VII. Madrid. - Terr�n, J. La prensa en Espa�a durante el r�gimen de Franco". Centro de Investigaciones Sociol�gicas. Madrid, - Timoteo �lvarez, J. Historia y modelos de la comunicaci�n en el siglo XX. Ariel Comunicaci�n. Madrid, 1996. Publicaciones consultadas en el Archivo de la Diputaci�n Foral de Bizkaia, Hierro, La Gaceta del Norte y El Correo Espa�ol - El Pueblo Vasco. |
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