Revista Latina de Comunicación Social 57 de enero-junio de 2004

Edita: LAboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social
Depósito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
Año 7º – Director: Dr. José Manuel de Pablos Coello, catedrático de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara - Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; España)
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Disección de la profesión: de cómo y por qué se accede al periodismo, de sus estudios y salidas [1]

Dra. Lucía Martínez Odriozola ©

Profesora titular de EU

Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación

Universidad del País Vasco

pdpmaodl@lg.ehu.es

 

«¿Nos hemos preguntado por qué los periodistas publican cada vez más libros? ¿Por qué tienen buenos amigos en los suplementos literarios? ¿Será porque la prensa nos deja insatisfechos?»

Manuel Leguineche

 

Cuando me incorporé como docente a la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad del País Vasco, la asignatura de la que recibí encargo pertenecía al primer ciclo de los viejos planes de estudios, que entonces compartían los estudiantes de Periodismo y los de Publicidad. Como desconocía completamente cuál era la composición del grupo y quiénes iban a decidirse el año siguiente por cada una de las especialidades, hice una pregunta al grupo, en el que habría cerca de un centenar de estudiantes: «¿Quiénes de vosotros van a ser periodistas?». Solo dos estudiantes levantaron la mano. Resultó decepcionante. Aun no he encontrado la respuesta a una segunda pregunta: ¿Por qué estudian Periodismo quienes no tienen ni intención ni esperanza de ejercer la profesión? «Certeza de muerte, mínimas probabilidades de éxito, ¿a qué esperamos?», dice el enano antes de que comience la última batalla de El señor de los anillos: El retorno del rey.

Frente a esta incógnita —que condiciona la disposición del docente, redunda en perjuicio del grupo, resta ánimos para afrontar el estudio y los trabajos prácticos, no estimula la formación ni el interés por la información y los medios, ni por cuanto en ellos acontece—, cabe preguntarse cuáles son las razones que conducen a que una persona decida incorporarse a la profesión periodística.

«Yo me hice periodista para estar en los sitios donde pasaban cosas y para contar esas cosas» [2] . Quien así se expresa es Angels Barceló, editora y presentadora de ‘Informativos Telecinco 20.30 horas’. Estar y contar. En esta alianza de verbos tan repetida falta uno para completar el viejo adagio británico: el periodismo es salir a la calle, ver lo que pasa y contarlo a los demás. El escenario de la noticia es la calle. Esta idea la expresan Masegosa, Baquero y Espinosa de forma muy contundente: «El periodismo se ejerce en la calle»

[3] .

Aunque la redacción de un diario sea un espacio bullicioso y agitado en el que siempre están sucediendo cosas, no es el lugar en el que se producen los acontecimientos. Esta idea puede ser objeto de otras reflexiones: los medios y sus profesionales como noticia; el periodismo de mesa, o de teléfono, la falta de contacto directo entre la fuente y el redactor, etc.

Estar allí, esa es la razón que lleva a algunos periodistas a emprender algunas más que arriesgadas aventuras: «Hay periodistas que saltan en paracaídas sobre Laos, interrogan a medio millón de moribundos, están a punto de ser hechos prisioneros por el Gran Tamerlán, pero vuelven a tiempo de ganar el Pulitzer, el Nobel y una Beca Juan March. […] Curiosa profesión que aglutina a supermanes y a oficinistas…»

[4] .

Durante la invasión de Irak, el número de periodistas acreditados en Bagdad fue superior al millar. A esta cifra hay que sumar los 500 que acompañaron al Ejército norteamericano. La corresponsal del diario El Correo en Nueva York, Mercedes Gallego, justifica así la razón por la cual se empotró entre los marines en los días previos a la guerra, en la primavera de 2003: «Quería ser una mirilla para mis lectores en la trastienda de la guerra, no una bola de cristal que les adelantase el futuro, ni una película de tiros» [5] .

 

La vocación

Detrás de esas decisiones a veces está la vocación, es decir, la inclinación hacia la profesión. Antes de que los estudios de Periodismo se formalizaran y se les diera rango universitario, la vocación era, si no el único, sí un apoyo fundamental para hacer posible el acceso a la profesión.

María Luisa Humanes asegura que «la vieja concepción del periodismo como arte está en vías de desaparición. A ello ha contribuido probablemente la mejor formación académica —en la mayoría de los casos universitaria (91,3%)— de los periodistas españoles»

[6] . A este respecto, Jesús Canga Larequi en una conferencia pronunciada en Valladolid en noviembre de 1998, dentro de un ciclo sobre salidas profesionales, señalaba que «si por algo han mostrado su preocupación las empresas periodísticas en los últimos años es por la formación de sus profesionales. Cada vez más la preparación de los nuevos profesionales que acceden al mercado laboral es fundamental para el desarrollo de sus labores periodísticas».

Los profesionales otorgan a la formación universitaria un papel que va desde quienes la refutan hasta quienes consideran que, no solo es importante, es imprescindible. No obstante, es mayoritaria la opinión de quienes consideran que el periodista necesita una formación universitaria, aunque ésta no sea específicamente en Periodismo.

En ese sentido, son conocidas las opiniones de Juan Luis Cebrián

[7] . Pero conviene destacar algunas de las ideas en las que basa su discurso. En primer lugar, quien fue el primer director del diario El País considera que «casi todo se puede aprender, aunque la mejor educación del mundo no sustituye al talento» [8] . Y más adelante señala la curiosidad, la impertinencia, el interés por el entorno y por averiguar el porqué de las cosas como aptitudes necesarias para el ejercicio del periodismo. Por lo que a la curiosidad respecta, establece dos niveles: la propia del profesional —que él relaciona con la capacidad de asombro, con una cierta ingenuidad de espíritu, con el amor a lo nuevo y a estar dispuesto a dejarse sorprender— y aquella que denomina «ajena» y atribuye al receptor de la noticia. Pero para que estas dos piezas encajen, el profesional ha de «interpretar», aunque en esa tarea no siempre coincida con el lector en lo que respecta a «sus intereses, sus ideales o sus propios criterios» [9] .

Son muchos quienes relacionan el periodismo con la curiosidad [10] . El reportero de Telecinco Jon Sistiaga —quien según el Ranking Gallup de Credibilidad de los Periodistas pertenece a la elite de los 10 profesionales mejor considerados

[11] — incide en ello: «Soy periodista porque soy curioso y preguntón, porque no me conformo con mirar y escuchar, porque tengo esa bonita manía de contar historias y porque me encanta que me las escuchen. Soy periodista porque quiero saber de todo y no he encontrado otra manera de ser feliz. Soy periodista porque no se hacer otra cosa». Probablemente sea injusto consigo mismo. Sistiaga es un gran comunicador tanto en televisión como en otros ámbitos. En las dos ocasiones en que ha sido invitado como conferenciante a ésta, que fue su Facultad, ha demostrado un gran talento para ganarse al auditorio e impartir grandes lecciones [12] .

Josto Maffeo, corresponsal de Il Messaggero de Roma en España, apunta: «Sin duda contribuyeron la curiosidad, la necesidad de estar en el ajo, donde la sociedad se pulsa, e intentar comprender para luego contarlo junto con mi personal interpretación. En fin, por no querer pasar por esta tierra sin haberme hecho millones de preguntas». Maffeo utiliza una locución coloquial —«estar en el ajo»—. Alberto Masegosa, corresponsal de Efe en El Cairo, lo enuncia con otras palabras: «Soy periodista por el deseo de ser testigo de la Historia, es decir de estar en primera fila en el fascinante espectáculo de la lucha por el poder». Para ser testigo de la Historia hay que estar en el ajo, hay que estar en primera fila, donde todo se cuece.

David Sharrock, del Times, apunta otras razones: «Cuando estaba en la universidad me di cuenta que tenía que ganarme la vida y el periodismo me parecía un trabajo bastante bueno, con oportunidades de viajar». Y Álex Grijelmo, de El País, recuerda: «Fue pura intuición. Hace tantos años que soy periodista que no se me ocurre que pudiera haberme dedicado a otra cosa. Sería excesivo decir que me impulsaron pensamientos como “buscar la justicia” o “comunicarme con el resto de los seres humanos...”, que es lo que se suele responder en estos casos. Simplemente, descubrí que las redacciones que escribía les gustaban a los demás, que los compañeros esperaban con interés que llegase mi turno. Ya lo dice Gabriel García Márquez: “Escribimos para que nos quieran”. Por otro lado, me gustaba leer el periódico cada noche: el ABC que le llegaba a mi abuelo con un día de retraso y el Diario de Burgos. Más tarde, mi tío me hizo del As. De chaval sólo leía los deportes, pero luego me fui interesando por las otras secciones».

Arcadi Espada, también de El País, señala tres razones: «Primero, porque durante mucho tiempo fui un niño sin hermanos y tenía que jugar solo. Cuando jugaba a fútbol era a un tiempo, y con la ayuda de una pared, el jugador que atacaba, el defensa que intentaba frenarle y el locutor que retransmitía —¡a grito pelado!— la jugada. El observador me parecía lo más excitante. Y sobre todo: las cosas no existían si alguien no las explicaba. Luego, me gustaba escribir. Por último, era un realista insoportable. Aún me acuerdo cómo le decía con quince años a mi mejor amigo (entonces mucho más escritor que yo) que algún día escribiría una novela donde no pasase nada, donde no cuadrase nada y donde la gente hablase de modo natural. El periodismo, claro».

En otras casos las razones que conducen a la profesión tienen que ver con un conjunto de suertes, y no dependen de vocación alguna. Así lo recuerda Martine Silber, corresponsal de Le Monde en España: «Soy periodista por casualidad. Estaba en paro, después de acabar los estudios de Derecho, cuando encontré a la madre de mi mejor amiga que me propuso un trabajo. Empecé dos días después en una revista de moda profesional».

El lector es la referencia constante de quienes se dedican a la tarea de informar. «Escribes para el lector, pero en el fondo sabes que es una excusa, en realidad escribes para ti; las historias que transmites son las que te sirven para entender»

[13] . Es decir, cuando se trata de información, el primer receptor —tanto cronológica como jerárquicamente— es el propio periodista. Cronológicamente porque asiste al acontecimiento, lo presencia antes de narrarlo para otros, y jerárquicamente porque él es el primer receptor de cuanto escribe. Esta es una idea que se le ha podido escuchar en alguna ocasión al novelista vasco Bernardo Atxaga, quien sostiene que, para que haya escritor, debe haber siempre un receptor, aunque en algunos casos ambos sean la misma persona: «Incluso cuando el escritor se confiesa en un diario íntimo, aparece la figura del lector, que será él mismo un tiempo después, releyendo sus propios textos».

El lector es también la razón de los grandes esfuerzos, las horas de vigilia, el cansancio, los riesgos que corren algunos periodistas. «Estoy cansado, pensaba, y ha sido una paliza, pero caray, esto es lo nuestro, servir a los lectores, trabajar para ellos, y merece la pena», se dice a sí mismo un joven Cebrián camino de su casa después de haber pasado en vela la noche siguiente al asesinato del presidente Kennedy

[14] . El recuerdo de Cebrián concluye con una anécdota que puede ser decepcionante: Tras haber estado 24 horas seguidas en la redacción de Pueblo siguiendo los acontecimientos de aquella jornada, cuando se dispone a entrar exhausto en el portal de su casa, descubre que el suelo está alfombrado con las páginas del diario de ese día: «De modo que yo atravesé la distancia hasta el ascensor pisoteando concienzudamente aquella primera página que tanto trabajo e ilusión de tanta gente había consumido».

Cebrián se responde afirmativamente a la pregunta de si merecen la pena los esfuerzos, punto en el que incide también Mercedes Gallego: «[…] eso es lo que somos la mayoría de los periodistas, una panda de donquijotes que creemos poner nuestro granito de arena para un mundo mejor con nuestros andares, deshaciendo entuertos y denunciando abusos, por ingenuo que ello resulte la mayor parte de las veces»

[15] .

 

La formación

Manuel Vázquez Montalbán sitúa el precedente de los estudios de Periodismo en los Estados Unidos, inmediatamente después de la Guerra de Secesión. La referencia, que aparece en un texto publicado hace cuarenta años, es de una vigencia sorprendente. No me resisto a traer la cita: «La importancia de estas escuelas para la mediatización ideológica del periodista fue comprendida inmediatamente. Marcel Stijns, en un informe publicado por la UNESCO, dice: “Un examen de los planes de estudio de las escuelas de Periodismo demuestra que alrededor de un 75% de los cursos se dedican a enseñanzas preparatorias de carácter general”»

[16] .

En el momento en que Vázquez Montalbán publica su Informe sobre la información, los estudios tienen rango universitario en los países más desarrollados, entre ellos España, donde hay tres escuelas: la dependiente de la Dirección General de Prensa, la de la Iglesia y una tercera, en Navarra, dependiente del Opus Dei. Ya entonces, el escritor aseguraba que el 90% de los titulados no ejercían directamente la profesión. A comienzos de los ochenta los estudios tienen rango universitario y se imparten en cuatro facultades de otras tantas universidades: Navarra, Complutense, Autónoma de Barcelona y País Vasco

 

Una treintena de facultades

Durante el curso 2003/2004 aparecen censadas en España un total de 30 centros o facultades en las cuales se imparte la licenciatura de Periodismo. De ellas, doce pertenecen a universidades públicas. Al finalizar este curso 2003/2004, se incorporarán al mercado laboral 2.800 nuevos licenciados provenientes solamente de las universidades públicas

[17] , pero faltan en el recuento quienes han optado por la privada, cuyos datos, aun siendo públicos, son de difícil obtención. No obstante, se puede hacer un cálculo somero y asegurar que, en total, serán más de 5.000 los egresados que aspiren a incorporarse al exangüe y exiguo mercado laboral. Esta es una poderosa razón para no bajar la guardia y para que quienes tenemos responsabilidades en la formación de los futuros periodistas aportemos toda nuestra experiencia y buen hacer.

A este respecto, Koldo Meso Ayerdi señala: «En la actualidad, cerca de 30.000 estudiantes abarrotan las facultades españolas de Ciencias de la Información, cifra que duplica el número de periodistas que desarrollan su tarea en nuestro país, amparados por un contrato más o menos estable de trabajo. Algunos autores califican a las facultades de Ciencias de la Información de fábricas de desempleados, dibujando un futuro poco halagüeño»

[18] .

Estamos hablando, por consiguiente, de unos estudios que tienen una gran aceptación entre los gestores universitarios, quienes, además, son secundados en ello por los jóvenes estudiantes que cada año se matriculan en esta licenciatura. De todas formas, esto es general a muchos estudios universitarios, con el agravante de que el número de algunas facultades es muy superior. A modo de ejemplo, cabe citar que la licenciatura de Derecho se imparte en 74 centros públicos y privados españoles. Más grave parece ser el caso de los estudios de Magisterio: solamente tres de sus siete posibles especialidades se corresponden con 135 ofertas en centros españoles.

Evidentemente, la empresa periodística no es ajena a este exceso de oferta. Escuchemos al presidente de Telecinco, Alejandro Echevarría: «Hay que ver el número de periodistas que cada año se pretende formar en este país, que es una cosa desproporcionada. Y los colegios profesionales de los periodistas no han funcionado defendiendo sus derechos. Evidentemente la empresas periodísticas también tienen su parte de culpa, pero yo le echo el 90 por ciento de la culpa a la profesión»

[19] .

Además de la cifra de licenciados como desventaja a la hora de acceder a la profesión, se apuntan otras razones: «Tal vez el infortunio de las facultades de Comunicación Social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo» [20] . Quizá sea cierto, quizá incluso deba ser así. Los objetivos de la Universidad son otros. Francisco Tomás y Valiente lo expresaba con estas palabras: «Cuando se nos pregunte desde fuera de la Universidad para qué sirven determinadas áreas de conocimiento, por qué se investiga en ciertos proyectos o líneas de trabajo, no hay que buscar respuestas vergonzantes en términos pragmáticos, sino proclamar con orgullo y sin vergüenza que ésta es la institución donde desde hace siglos (más se siete en ciertos casos) se piensa sin condiciones ni límites, se aprende a dudar metódicamente, se investigan saberes aparentemente inútiles sin los cuales no habría ni ciencia ni cultura, ni vida en verdad humana. Una institución que solo ha sido grande cuando en ella se ha pensado con, desde y sobre la libertad».

Alejandro Echevarría no parece compartir la opinión de García Márquez: «El periodista actual está cincuenta veces mejor formado que el que yo conocí en los años 80. Antes el periodista era un chisgarabís, por decirlo de alguna manera, era una persona frívola, poco profunda, poco formada, juerguista, vividora…Esa es una imagen del pasado. El periodista actual y del futuro es un gran profesional, una persona bien formada que demuestra un nivel profesional infinitamente superior al del periodista del pasado»

[21] .

La necesidad de estar alerta y seguir formándose es otro de los lugares comunes cuando los profesionales de los medios analizan su quehacer. «No podemos quedarnos con lo que aprendemos al principio de nuestra profesión, sino que se requiere un trabajo constante»

[22] . Un reto importante en esa actualización de los conocimientos se corresponde con la formación tecnológica. Escuchemos a Paco Olivares, director del Máster de Periodismo Digital de El País-UAM: «El colectivo periodístico siempre ha vivido una relación de amor-odio con la tecnología. Si bien la actividad principal del redactor no es el manejo de la tecnología, no puede prescindir de ella para su trabajo» [23] .

 

Otros países

Con motivo de la controversia surgida en Francia en torno a la próxima creación de una nueva escuela de Periodismo a partir de nuevos conceptos pedagógicos [24] , Le Monde repasaba a mediados de octubre de 2003 la situación en la que se encuentra la formación de los periodistas en algunos países europeos

[25] :

- En Alemania, se exige un aprendizaje de dos años que combina clases y prácticas en empresas. Los estudiantes se benefician de un convenio colectivo desde 1990 que determina su estatuto y fija su remuneración. Entre las instituciones que imparten estas enseñanzas están los colegios profesionales como la Deutsche Journalistenschule de Munich, que reúne editores y sindicatos de periodistas, y la Berliner Journalistenschule, que pertenece al Deutscher Journalisten-Verband, a la vez sindicato de periodistas y asociación profesional. Algunos editores han creado escuelas propias como Axel Springer, Grüner + Jahr o RTL. También se imparte formación universitaria en Colonia, Hamburgo y Leipzig.

- En Italia, el 90% de los periodistas están formados en la universidad y el resto sobre el terreno. La carrera universitaria es de cinco años. A una licenciatura muy teórica de tres cursos le sucede un máster de Periodismo de otros dos, con una enseñanza más práctica e impartida en parte por profesionales. Una docena de universidades están habilitadas para ofrecer esta enseñanza. Tengan o no el máster, los aspirantes a periodistas tienen que pasar un examen nacional para iniciar la búsqueda de un empleo.

- En Gran Bretaña, la forma tradicional exigía el paso por la prensa de provincias, trampolín obligado para trabajar en un gran diario nacional. Hoy la formación está diversificándose. Existen varias vías de acceso. Al lado del National Council for Training of Journalists, situado en Harlow (Londres), que administra el test necesario para la obtención de la carta profesional, una veintena de escuelas de Periodismo proponen sus formaciones entre las cuales las más reputadas son las londinenses City University y Westminster University. Sus programas mezclan ejercicios prácticos y cursos de Deontología y de Derecho. Otra opción son los medias studies en todas las universidades, que se centran más en las Relaciones Públicas, Publicidad y Comunicación Audiovisual.

- En Suecia, los aspirantes a periodistas pasan por uno de los tres circuitos de formación: las universidades (las más cotizadas están en Estocolmo y Gotenborg, así como en Humea), las altas escuelas —dotadas de un estatuto menos relevante— y la formación para adultos. Esos trámites, financiados en mayoría por el Estado, proponen una enseñanza más o menos práctica.

Con respecto de nuestro país, el vespertino francés señalaba: «En España, un elevado número de universidades, públicas o privadas, ofrecen una licenciatura en Ciencias de la Información, en Comunicación Social o en Periodismo. En la mayoría de los casos esta formación universitaria es puramente teórica. Los grandes periódicos nacionales como Abc, El País o El Mundo o agencias de prensa como Efe proponen una formación complementaria (máster) mucho más centrada en el terreno y en la práctica, a partir de cursos ofrecidos por los periodistas de la casa».

 

El estudiante

La formación del futuro profesional es definitiva, pero, volviendo al inicio, acaso convenga hacer una pequeña reflexión sobre cuáles son las preguntas que debe hacerse quién está pensando en dedicar un mínimo de cuatro años a cursar una carrera. Juan Arias, quien ejerció como Defensor del Lector en El País, dedicaba uno de sus artículos dominicales a los estudiantes de Periodismo, en el que hacía algunas advertencias: «La primera es que pueda pensarse que este oficio signifique emprender una carrera llena de aventuras, fácil y tremendamente divertida. […] Cuando lo cierto es que el periodismo, en su mayoría, está amasado de trabajo duro, con muchas horas ante la pantalla de un ordenador, de mucha responsabilidad, oscuro, a veces anónimo y con frecuencia poco reconocido»

[26] .

Más adelante recoge ocho puntos que quien está calibrando si estudiar Periodismo debería tener en cuenta: Los propietarios de la información son los ciudadanos, no el profesional; el periodista es un intermediario; el periodista desempeña una labor insustituible en cualquier democracia; debe respetar los hechos; debe respetar al lector u oyente; debe estar presente en los hechos; puede vivir de la profesión sin hacerse millonario, pero siendo honrado; y, por último, para saber si tiene el gusanillo debe preguntarse si puede pasar un día sin leer diarios.

Todas ellas son reflexiones a las cuales los estudiantes deben dedicar tiempo. Además, concluidos los estudios, deberían tener opiniones bien formadas sobre todas ellas. Para ello es imprescindible que nosotros, docentes, las analicemos y se las traslademos.

 

Las salidas profesionales

 

Sin ánimo de ser muy exhaustiva, ofreceré a continuación un listado de tareas que puede realizar el licenciado en Periodismo, y de las empresas de destino, a fin de dar ideas a los estudiantes.

El trabajo en periódicos, revistas, emisoras de radio, cadenas de televisión, editoriales y gabinetes de prensa constituyen la tendencia profesional más lógica. Los periodistas están igualmente capacitados para la dirección de periódicos, revistas o emisoras de radio y de televisiones.

Destinos:

Medios de comunicación tradicionales. Prensa, radio, televisión: empresas de televisión nacionales, autonómicas, regionales, provinciales, locales, por ondas, cable y satélite; empresas radiofónicas nacionales, autonómicas, regionales, provinciales, locales, por ondas o digitales; periódicos y revistas de información general con distribución nacional, regional y local; prensa especializada, diaria y no diaria, económica, deportiva, del corazón o en temas informáticos; diseño de prensa e infografía, etc.

Internet: Diseño de páginas web, edición electrónica de periódicos y revistas.

Agencias informativas.

Gabinetes de prensa y comunicación: ayuntamientos, diputaciones provinciales, cabildos insulares, diputaciones forales, comunidades autónomas, ministerios públicos, delegaciones y subdelegaciones del Gobierno, oficina del Defensor del Pueblo, organizaciones internacionales, Congreso de los Diputados, Senado, parlamentos autonómicos, embajadas, empresas públicas y privadas.

Asesoría y consultoría de comunicación: Fundaciones, federaciones, asociaciones, organizaciones no gubernamentales, organizaciones sindicales, partidos políticos, etc.

Docencia e investigación.

Editoriales.

 

Por lo que a las tareas respecta: directores, redactores, locutores, asesores de imagen, correctores, escritores, presentadores de televisión, relaciones públicas; comunicación interna y externa en medianas y grandes empresas, multinacionales y organismos públicos, asesores de comunicación, planificación de la comunicación en empresas e instituciones, comercial y agente de publicidad.

Por último, el licenciado siempre puede establecerse por su cuenta y desarrollar la actividad periodística que crea conveniente y tenga un hueco en el mercado.

Es aconsejable poner a los estudiantes sobre aviso de la gran movilidad del mercado laboral.

En cuanto Internet como un destino para el cual han de prepararse los licenciados, Olivares asegura: «Para los profesionales en activo, los estudiantes y los recién licenciados se abre un abanico de nuevas posibilidades laborales basadas en la gestión de la información en entornos digitales».

«Los periodistas multitarea son el futuro del nuevo mundo de la comunicación», según Kerry Northtrup, director del Centro de Entrenamiento IFRA, declaraciones que realizó durante la Cumbre Europea de la misma organización celebrada en la Universidad Pompeu Fabra a principios de noviembre de 2003. Para ello, asegura que se deben «crear nuevas redacciones donde los profesionales puedan hacer sus noticias y difundirlas a través de varios soportes, desde periódicos tradicionales hasta revistas y páginas de Internet». Este nuevo tipo de profesional, que algunos denominan ‘e-lance’, está muy ligado a la figura del ‘freelance’, el periodista que trabaja por cuenta propia para varias empresas. Por eso, las redacciones del futuro pueden ser lugares más pequeños que los actuales, con menos personal a tiempo completo y Northtrup concluye con una frase que puede ser premonitoria: «El diario también podrá acceder a periodistas más libres» [27] .

 

La profesión

Según la Encuesta de Inserción Laboral de Titulados y Tituladas Universitarias Prom’99, realizada por Egailan durante el primer trimestre de 2003

[28] , y que atiende a la situación de los licenciados de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, el 26,7% de la población de la CAV es universitaria, frente al 18,3 de España. Sorprende que el País Vasco encabeza la clasificación:

CAPV 26,7%

Reino Unido 25,7%

Suecia 25,4%

Finlandia 24,4%

Dinamarca 21,1%

Bélgica 21,0%

Irlanda 20,3%

España 18,3%

 

Durante esa promoción, se licenciaron en la UPV 10.392 personas, y contestaron a la encuesta 8.098, el 78%. De ellos, y en el momento de la realización del trabajo de campo, el paro afectaba al 12%, trabajaba el 82,5% y el 5,5% había optado por continuar estudiando. El 25% había logrado un puesto de trabajo en algo nada relacionado con los estudios realizados. Llama la atención que son ellas quienes acceden a trabajos con una mayor vinculación con los estudios realizados.

Por lo que respecta a los licenciados en Periodismo, el 59% son mujeres. El promedio de demora en incorporarse al mercado laboral es de 8,3 meses. Aunque la ocupación se califica como de baja calidad, con poca estabilidad y salarios bajos. Los destinos más habituales son puestos de periodistas, profesores, locutores, diseñadores gráficos y técnicos de ventas. Además, la subocupación femenina es mayor.

El acceso de las licenciadas al mercado laboral y la situación de ocupación debería ser objeto de un estudio más profundo. Se da la circunstancia de que los estudios de Periodismo se han feminizado de forma notable en los últimos años. Además, la clasificación de los estudiantes de nuestra Facultad por su expediente académico da resultados interesantes: de las 10 personas con mejor calificación media, el número de mujeres suele ser hasta de ocho

[29] . A este respecto, Teresa Viejo, directora de la revista Interviú, dice: «[…] es normal que el Periodismo sea una profesión que atraiga a la mujer, porque el Periodismo es el manejo de la palabra en diferentes ámbitos y la mujer gobierna en el reino de la palabra; la domina, la maneja a la perfección, la puede articular con facilidad si el lenguaje es verbal y la suele manejar bastante bien en el escrito» [30] . Pero más adelante, en la misma entrevista, señala que hay pocas mujeres en puestos directivos en las empresas informativas «porque no maneja ni articula los mecanismos del poder. En el momento en que la palabra sea una forma de presionar socialmente, entra en juego el poder, y ése es un reinado masculino. Pero el hecho de que no los maneje no significa que no esté capacitada. Hay muchos techos de cristal que superar. Es una batalla no pertinaz ni beligerante, pero sí continua».

Según un estudio sobre la profesión periodística realizado en Salamanca a finales de 2002 [31] , el periodista es una persona joven —el 71% menor de 34 años—, de economía dependiente de la familia, 3 de cada 4 tienen estudios universitarios, y el 70% son licenciados en Periodismo. Más de la mitad no son fijos ni tienen sueldos superiores a 900 euros. El 80% se considera mal pagado y el 60% tiene un trabajo complementario.

Sus jornadas laborales son interminables. Los encuestados lo atribuyen a las deficientes plantillas. Solo el 54% tiene un contrato laboral indefinido. Además, el 86% ha pensado en cambiar de empresa y califican las condiciones laborales de «hostiles».

El estudio sobre La situación profesional y laboral de los periodistas vascos realizado entre diciembre de 1997 y enero de 1999 y dirigido por Ofa Bezunartea

[32] , llega a conclusiones no muy diferentes. El periodista vasco es un varón de 33 años, sin cargas familiares y mayoritariamente licenciado en Periodismo, que se encuentra medianamente satisfecho a pesar de que se muestra muy crítico con la empresa periodística por las condiciones  laborales. El 60% tiene un contrato indefinido y el 25% ha pensado en cambiar de empresa pero poco más de la mitad no cambiaría de oficio.

Un año antes de que se comenzara este estudio, el presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), Jesús de la Serna, presentaba ante la LVII Asamblea General los resultados de un informe sobre el estado de la profesión. En su alocución mostraba su inquietud por el paro, los contratos-basura, las «humillantes» condiciones laborales, y aseguraba: «Sin un salario digno no se puede hablar de ética, ni de rigor, ni de independencia» [33] .

El deseo de ser un prófugo de la profesión es una constante. Se le atribuye a Ernest Hemingway la frase de que «el periodismo es bueno siempre que se sepa dejar a tiempo». Según una encuesta realizada por el CIS, el 40% de los periodistas españoles ha pensado en dejar la profesión

[34] . Las dos razones más importantes que apuntaba este estudio eran el estrés y el poco tiempo para dedicar a la familia, y las causas hacían referencia a las prolongadas jornadas laborales, la competencia profesional, la presión horaria y las presiones de la propia empresa.

Un aspecto en el que inciden normalmente incluso aquellos menos críticos con la profesión es la precariedad, haciendo referencia tanto a los salarios como a las condiciones contractuales y en las que se desarrolla el trabajo. A este respecto Echevarría, en la entrevista ya citada, se confiesa: «La empresa periodística debe tener muy claro que tiene que apoyarse absolutamente en los profesionales, porque lo fundamental son ellos. Sé que es impopular decirlo, pero el resto de equipos que hay en una empresa periodística tiene menos peso específico. Lo fundamental, el corazón de un periódico, es la redacción».

Jorge M. Reverte recoge una anécdota sobre las condiciones salariales de periodistas que informan sobre cuestiones tan importantes como el Consejo de Ministros o Economía, que se codean, e incluso comparten mesa y mantel, con profesionales cuyos sueldos son considerablemente más elevados. Resulta curioso leerle lo siguiente: «Entre los periodistas de información económica, los había que asistían a comidas de empresa de cincuenta euros el cubierto mientras ellos cobraban 500 al mes, y no les llegaba para comprarse una corbata»

[35] .

Por su parte, Maruja Torres, con su habitual estilo atrevido y desenfadado, reflexiona: «Actuando deshonestamente, puedes alcanzar el bienestar: apuntándote a veinte tertulias audiovisuales al mes para lamerle el culo en público a una serie de gentuza, y aceptando ingresos por escribir bien de un, pongamos, banquero. Creo, sin embargo, que el profesional debe estar bien pagado. […] Lo repetiré: éste no es un oficio para blandengues ni regalones, y tienes que amarlo intensa y fielmente para permanecer en él. Si lo que quieres es enriquecerte, estudia para notario, cariño» [36] .

Pero no todos los periodistas sufren salarios injustos: «Hay que partir del hecho de que no hay una elite, sino varias. Pero se hable de una o varias elites, es evidente que los periodistas como elite están instalados en una provisionalidad permanente» [37] . Pues bien la elite la componen profesionales de poco más de 40 años. A este respecto, José Antonio Zarzalejos, director del Abc, sostiene que «en la profesión periodística la formación es muy importante hasta los cuarenta años. De los 40 a los 50 se alcanza el cénit profesional y, después, el profesional entra en la categoría de senior, en que debiera dedicarse a un periodismo de análisis».

La elite, según el estudio de Bezunartea, Coca y Diezhandino, está pluriempleada, carece de horarios y, por consiguiente, de tiempo libre, y se identifica totalmente con la empresa para la que trabaja.

Los problemas entre los profesionales del ciberperiodismo son aun más hondos. Según una encuesta realizada por el Sindicato de Periodistas de Catalunya y el Grup de Periodistes Digitals, realizada entre marzo y abril de 2003, los periodistas digitales se quejan de que la Universidad no proporciona suficiente formación sobre periodismo digital, de la inexistencia de una regulación de los derechos de autor en su campo, y de la actitud cicatera de las empresas que no dotan a sus publicaciones de los suficientes recursos materiales ni humanos. Además, las remuneraciones son menores que en los medios tradicionales y la estabilidad laboral es muy baja.

Me gustaría concluir con una nota de optimismo. Cuando Mercedes Gallego está a punto de concluir su libro sobre las calamidades de una periodista, ella misma, en la guerra, escribe: «Por primera vez desde que me hice periodista hace catorce años la gente respeta esta profesión. Antes estábamos casi a la altura de los políticos, todos mentirosos, nos decían. Ahora me dan las gracias por informarles»

[38] .

Notas


[1] Este artículo es una parte revisada del proyecto docente que presenté con ocasión de la Titularidad de Escuela Universitaria a la que concurrí en enero. Agradezco a los cinco miembros del tribunal —Ofa Bezunartea Valencia, Antonio López Hidalgo, Rosario de Mateo, Guilles Multignar e Irene Tenorio— sus valiosas aportaciones y consejos críticos.

[3] Espinosa, Ángeles; Masegosa, Alberto, y Baquero, Antonio. Días de guerra. Diario de Bagdad. Madrid, Siglo Veintiuno, 2003, p. 163

[5] Gallego, Mercedes. Más allá de la batalla. Una corresponsal de guerra en Irak. Madrid, Temas de hoy, 2003, p. 78

[7] CebriÁn, Juan Luis. Cartas a un joven periodista. Barcelona, Ariel/Planeta, 1997. pp. 19-26

[8] Cebrián, op. cit. p. 13

[9] Cebrián, op. cit. p. 15

[14] Cebrián, Juan Luis. Op. cit. p. 57

[15] Gallego, Mercedes. O. cit. p. 55

[16] Vázquez Montalbán, Manuel. Op. cit. p. 225. La primera edición fue publicada en 1963.

[17] Fuente: http://www.mec.es

[18] Meso Ayerdi, Koldo. “La formación del periodista digital”, en Chasqui 84, 2003. http://chasqui.comunica.org/84/meso84.htm

[20] GarcÍa MÁrquez, Gabriel. Discurso pronunciado ante la 52ª Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa el 7-10-1996, y publicado el 20-10-1996 en El País, pp. 32 y 33

[21] Echevarría, Alejandro, en Fernández-Salido, Alberto, y Serrano Barrie, Carlos. Copiar y pegar. Libroslibres, Salamanca, 2003. pp. 211-212

[22] Kapuscinski, Ryszard, en http://es.news.yahoo.com/031021/4/30ygs.html, consultado el 22-10-2003

[23] Olivares, Paco. “Los periodistas vuelven a las aulas”, en Ciberp@ís, 23-10-2003, p. 8

[28] http://www.ehu.es/castellano/paginas/prin_c.htm, consulta realizada el 14 /11/2003

[29] Mi experiencia de seis años como vicedecana encargada de las prácticas en empresas me ha permitido contrastar estos datos en multitud de convocatorias.

[30] Viejo, Teresa, en FernÁndez-Salido, Alberto, y Serrano Barrie, Carlos. Copiar y pegar. Libroslibres, Salamanca, 2003. p. 109

[31] El estudio fue dirigido por el profesor Arturo Merayo Pérez de la Universidad Pontificia de Salamanca y puede consultarse en http://www.periodistasvalladolid.org/html/hoja/noticias/salamanca.htm

[32] Zer, número 9 de noviembre de 2000

[34] El País, 14-9-1999, p. 27

[35] Reverte, Jorge M. Perro come perro. Guía para leer los periódicos. Barcelona, Crítica, 2002, p. 131

[36] Torres, Maruja. Mujer en guerra. Más masters da la vida. Madrid, El País-Aguilar, 1999, p. 204

[38] Gallego, Mercedes. Op. cit. p. 294


FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS:
Martínez Odriozola, Lucía (2004): Disección de la profesión: de cómo y por qué se accede al periodismo, de sus estudios y salidas. Revista Latina de Comunicación Social, 57, La Laguna (Tenerife). Recuperado el x de xxxx de 200x de:
http://www.ull.es/publicaciones/latina/
20040857odriozola.htm