Revista Latina de Comunicación Social 57 de enero-junio de 2004

Edita: LAboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social
Depósito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
Año 7º – Director: Dr. José Manuel de Pablos Coello, catedrático de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara - Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; España)
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La decadencia de un mito
 
Francisco V. Piera Córdova ©
 
La Laguna
Es obvio que cualquier medio de comunicación está limitado. Lo está en cuanto a forma, estilo, contenido. Lo está en tanto que todos y todo aquello que lo conforma se encuentra coactado igualmente por nuestra mera presencia, en mayor o menor medida. No todos tenemos la misma capacidad para expresarnos dignamente.
Deep Blue no podrá con Gary
Tampoco las máquinas se salvan de la quema. Lo quieran o no todos aquellos defensores del futuro informático, aquellos que apuestan por la derrota de Kasparov frente a una computadora han de atender que detrás de tamaño invento hay hombres. El ajedrecista no perderá frente a la máquina jamás, lo hará, más bien, ante los cientos de personas encargadas del diseño de
 
ésta.
“El País” es un periódico puntero, lo hemos percibido siempre en su diseño, tanto en aquellos temas que ha tratado como en la manera en que lo han sido, siempre gracias a la profesionalidad de la gran mayoría del personal que lo ha hecho posible.
Todo cuanto acabo de escribir ya no siento que sea aplicable al día en que lo he escrito. Yo lo pienso así, aunque tras la lectura de “El periodismo herido” encuentro algunas dudas, reflexiones o críticas según se quieran entender. Todo ello no va enviado a un personaje en cuestión sino contrariamente, algunas de ellas al autor, otras a la empresa (porque este diario como tal, al igual que el resto de ellos, ha desaparecido) y la gran mayoría hacia mí mismo.
Perdiendo lustre
“El País” pierde calidad en su contenido
. Esta es una frase que muestra claramente el libro al completo.
Lo hace en los tiempos que corren pero hemos de ser coherentes, al margen de estar de acuerdo con tal aseveración. Hoy, todo está de una u otra manera privatizado, lo cual implica el sometimiento a las leyes de mercado, lo cual implica que los trabajadores no solo pueden llegar a perder su trabajo sino en ocasiones, y antes de ello, su dignidad. Queda sin duda alguna a un lado el aspecto de contenido y preocupa mucho más el personal.
Muy lejos de la persona están las empresas aquellas que desde, al menos, hace ocho años, protegidas por un gobierno conservador, poseen unos mayores beneficios a todos los niveles, especialmente fiscales y siempre por encima del que trabaja, del empleado. Bajo esta premisa de realidad nadie creo que dude de lo poco que un empresario va a temblar a la hora de despedir a un trabajador para gastar menos en la manufacturación del producto. Llámese corregidor o trabajador de
la
SEAT.
Lo sé, pero: ¿y el resultado?, ¿y la dignidad del lector que ha visto cómo aparecen faltas ortográficas que su hijo de diez años sería capaz de corregir? Ese resultado tristemente y aunque nos ofusque de tamaña manera no va a variar y si se me apura empeorará.
Todo son alabanzas hacia la llegada de la informática.
Todo el mundo se jacta de poseer algún producto que contenga un chip, empezando por quien teclea un número telefónico tumbado en la playa desde su celular y le comenta a su mujer los tiempos en que corría desaforado en busca de una cabina, acabando por el niño que juega con su videoconsola y sin olvidarnos del periodista que mira con tristeza su vieja Hispano-Olivetti.
Aunque la llegada de la informática a lugares y trabajos haya supuesto una revolución con el ahorro de tiempo que nos proporciona, también existe una cara negativa.
Resonancias magnéticas, fosquitos y alarmas
Los miles y miles de puestos de trabajo ocupados por teclados de ordenador no han afectado a secciones de corrección o talleres únicamente, lo han hecho a puestos de trabajo relacionados con la sanidad, con la alimentación, con la seguridad y dejo al lector que exponga su baremo de prioridades diarias.
Personalmente, y más allá de la aparición de las nuevas tecnologías y su irrupción en el mundo de la información, lo que más enfada es la existencia de errores personales. Esto es, que un periodista redacte mal, porque sea una falta de preparación profesional la que le lleva a ello. Esto último antes existía igualmente, pero se corregía.
Lo ideal sería que quien escribiera desempeñara su trabajo de manera satisfactoria
 
sin la necesidad de una futura corrección. Pero siento pensar que éste que para mí es el error con mayúsculas no lo va a solventar nadie.
No estoy en absoluto de acuerdo con la línea editorial y sí lo estoy con el contenido del libro al completo. Entre otras cosas, porque es real. Todo lo leído es cierto, ha sido redactado por lectores críticos o por el autor capaz. Sin negar lo dicho he de ser consecuente conmigo mismo, y el serlo me induce a pensar que todo aquello servido a un público va a ser objeto de crítica.
Nadie conseguirá jamás que todo el mundo estéde acuerdo con una idea, difícilmente que lo estén con un producto.
No tengo consuelo
En este punto se me podría achacar el defender el mal de muchos, consuelo de tontos, pero el negar la realidad quizás fuera propio de estos últimos.
Comparto la idea de que los gestores del producto, aquellos empresarios, gerentes o administradores, deberían haberse limitado a sus funciones como tales, sin inmiscuirse en el resultado final de éste.
No dudo de que el empobrecimiento de la impresión del mensaje traerá grandes males a este periódico, si no su fin, junto a tantas otras nefastas decisiones de su consejo. Pero no pienso que haya sido una mala interpretación de la teoría del primer impulso.
No estoy absolutamente de acuerdo con que erradicar las secciones de corrección fuera una equivocación. Y a continuación matizaré mis palabras:
En mi opinión, todo periodista, desde los inicios del periódico tratado, debería haber sido corrector de sí mismo, lector y atendedor en uno, aunque séque mi razonamiento pueda leerse como el de quien trata de vender humo, aunque pueda resultar un tanto utópico, asumiendo que seguramente sea yo el equivocado.
O quizás mi ambiciosa pretensión habría sido imposible de realizar por mil motivos fundados y reales, al igual que para mí resulta imposible invertir la dinámica en que hoy se encuentra inmerso el diario “El País”.


FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS:
Piera Córdova, Francisco V. (2004): La decadencia de un mito. Revista Latina de Comunicación Social, 57, La Laguna (Tenerife). Recuperado el x de xxxx de 200x de:
http://www.ull.es/publicaciones/latina/20041057piera.htm