doi.org/10.4185/RLCS-2020-1476
Artículo
Noticias falsas y desinformación sobre el COVID-19:
análisis comparativo de seis países iberoamericanos
Fake news about COVID-19: a comparative analysis of six
iberoamerican countries
Liliana María Gutiérrez-Coba1
Patricia
Coba-Gutiérrez2
Javier Andrés
Gómez-Díaz3
1Universidad de La Sabana. Colombia.
2Universidad
de Ibagué. Colombia.
3Corporación
Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO. Colombia.
Resumen
Introducción: Los productores de
desinformación y noticias falsas encuentran en el temor, la
incertidumbre en tiempos de pandemia y las redes sociales virtuales
facilitadores para su difusión, haciendo más difícil
su detección para expertos y legos en el tema. Las tipologías
diseñadas para la identificación y clasificación
de bulos permiten su análisis desde perspectivas teóricas
como las cámaras de eco, las burbujas de filtro, la
manipulación de la información y la disonancia
cognitiva.
Método: Se realizó un análisis
de contenido a 371 noticias falsas, previamente verificadas por
fact-checkers. Luego de una prueba de intercodificadores, se procedió
a clasificar los bulos según su tipo, intencionalidad, tema
principal abordado, las redes en que circularon, la técnica de
engaño, el país de origen, su carácter
transnacional, entre otras variables.
Resultados: La
intención de bulo más común fue de carácter
ideológico, asociada con temas como los falsos anuncios de
gobiernos, organizaciones o personajes públicos, así
como con la técnica de contexto falso para su elaboración.
Una cuarta parte de los bulos analizados se repitieron en varios
países, promoviendo principalmente falsas curas con contenidos
fabricados como técnica de engaño.
Discusión
y Conclusiones: Desinformar es un fenómeno de manipulación
y filtraje basado en la coincidencia ideológica y emocional
que comparten quienes circulan bulos. La (des)información que
converge con los intereses de sus usuarios, hace que su difusión
se haga de manera indiscriminada y facilite su transnacionalidad, con
leves modificaciones, sin que esto afecte su aceptación y su
recirculación.
Palabras clave: Noticias falsas, Covid-19, intencionalidad, técnicas de engaño, transnacionalidad, Iberoamérica, análisis de contenido.
Abstract
Introduction: Producers of
misinformation and fake news find in fear, uncertainty in pandemic
times, and in virtual social networks facilitators for disseminating
them, doing harder the task to detect them even for experts and
laymen. Typologies designed to identify and classify hoaxes allow
their analysis from theoretical perspectives such as echo chambers,
filter bubbles, information manipulation, and cognitive dissonance.
Method: A content analysis was developed with 371 fake
news, previously verified by fact-checkers. After intercoders test,
it was proceeded to classify disinformation according to their type,
intentionality, main topic addressed, networks where they circulated,
deception technique, country of origin, transnational character,
among other variables.
Results: The most common intent
of fake news was ideological, associated with issues such as false
announcements by governments, organizations, or public figures, as
well as with false context elaboration technique. A quarter of the
hoaxes analyzed were repeated in several countries, mainly promoting
false cures with fabricated content as a deception technique.
Discussion and Conclusions: Disinformation is a
manipulation and filtering phenomenon based on ideological and
emotional coincidence shared by those who circulate them.
(Dis)information that converges with the users’ interests,
makes its dissemination indiscriminate and facilitates its
transnationality, with slight modifications, without affecting its
acceptance and recirculation.
Keywords: Fake news, Covid-19, Intentionality, Deception techniques, Transnationality, Iberoameric, Content Analysis.
Correspondencia
Liliana María
Gutiérrez-Coba. Universidad de La Sabana. Colombia.
lilianagc@unisabana.edu.co
Patricia Coba-Gutiérrez. Universidad de Ibagué.
Colombia. patricia.coba@unibague.edu.co
Javier Andrés Gómez-Díaz. Corporación
Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO. Colombia.
javier.gomezd@uniminuto.edu
Recibido: 28/07/2020.
Aceptado: 14/09/2020.
Publicado: 30/10/2020.
Cómo citar este artículo / Referencia
normalizada
Gutiérrez-Coba, L. M., Coba-Gutiérrez,
P. & Gómez-Díaz, J. A. (2020). Noticias falsas y
desinformación sobre el Covid-19: análisis comparativo
de seis países iberoamericanos. Revista Latina de Comunicación
Social, 78, 237-264. https://www.doi.org/10.4185/RLCS-2020-1476
1. Introducción
El concepto de Fake news o noticias falsas ha sido tratado por
diversos autores, sin embargo, no existe una definición
universal del término. Algunos investigadores distinguen entre
los términos disinformation: noticias creadas con la intención
de engañar, y misinformation: noticias elaboradas sin la
intención de engañar, pero que terminan desinformando
(Allcott & Gentzkow, 2017; Fallis, 2015; Giglietto et al.,
2019). Otros como Lazer et al., (2018) señalan que se
trata de información fabricada que imita el contenido de los
medios de comunicación y Tandoc et al., (2018) las
describe como publicaciones virales de cuentas ficticias, fabricadas
para parecer noticias.
El análisis de lo que diversos
autores han llegado a definir como noticias falsas, lleva
consecuentemente a la propuesta de tipologías que involucran
una serie de categorías que van desde la sátira y la
parodia basada en noticias, hasta la propaganda, la información
manipulada y la información fabricada, e incluso, la
información mal reporteada por los periodistas, por mencionar
algunas (Tandoc et al., 2018; Wardle, 2017a). Para Farkas &
Schou, (2018) implica también un enfoque continuo en la
intencionalidad detrás de la producción y circulación
de noticias falsas que, en concepto de (Allcott & Gentzkow,
2017), están principalmente motivadas por intereses
financieros e ideológicos. Los primeros porque, al ser
escandalosas y viralizarse, las noticias falsas producen clics que se
transforman en ganancias por publicidad, y los segundos, porque las
noticias falsas pueden promover ideas que favorecen a ciertas
personas y desacreditan o desfavorecen a otras. Con todo, ni el
asunto de las tipologías ni el de las intenciones detrás
de la producción de noticias falsas están aún
resueltos y es precisamente por ello que es importante estudiarlos.
El fenómeno de la diseminación de rumores e
información sin confirmar, así como de las noticias
falsas (bulos) ha tenido diferentes efectos e intenciones a través
del tiempo. La idea de que la opinión pública responde
a la mentira, apelando a la emotividad, aun cuando se les suministre
hechos verificables que la refuten, fue tratada por Parménides
de Elea, (s/f) y por Platón (2003) siglos atrás.
Berkowitz & Schwartz (2016) señalan la existencia de bulos
y sátiras desde el siglo XVIII, y precisan que las noticias
falsas comenzaron a surgir en el siglo XIX en un momento de rápido
crecimiento para los periódicos ayudado por las tecnologías
emergentes, tal y como sucede actualmente. De la misma forma, la
diseminación de rumores y desinformación ha sido una
práctica utilizada en épocas de conflicto como arma
desmoralizante de los adversarios o tranquilizante para los miembros
del propio bando (Burkhardt, 2017). El poder de las noticias falsas
para generar pánico y terror suele relacionarse también
con la malinterpretación que se hizo en 1938 de la transmisión
radial de la novela de Orson Wells ‘La guerra de los mundos’,
que convenció a la audiencia de que Norteamérica estaba
siendo invadida por extraterrestres (Tandoc et al.,
2018).
Anteriormente los rumores y noticias falsas tardaban más
en propagarse y, por lo general, su difusión se replegaba solo
contexto local en que se originaban, a menos que se tratase de
información con características especialmente graves.
Actualmente, la inmediatez y la inexistencia de fronteras geográficas
para la difusión de la información a través de
la internet y las redes sociales o de aplicaciones de mensajería,
hace que sea más difícil identificar y clasificar
noticias falsas o detectar su origen e intencionalidad con precisión.
Como revelan Vosoughi et al., (2018), las noticias falsas se
difunden más rápido, más lejos y más
profundamente que las verdaderas y tienen un probabilidad superior al
70% para ser compartidas.
En el centro del debate está la
interacción social-virtual, ya que el componente emocional
juega un papel importante al momento de compartir información
por redes sociales o aplicaciones de mensajería como WhatsApp
(Tanz, 2017). El Pew Research Institute (Mitchell et al., 2017)
señala que las noticias provenientes de correos y
mensajes de texto, entre amigos o familiares, provoca una mayor
actividad (compartir, buscar información adicional o hablar
del contenido On/Offline). Paralelamente, ocurre con el aumento del
tribalismo, es decir, la tendencia a identificarse con grupos de
personas que comparten ideas similares con las que el usuario de
estas redes refuerza sus creencias (Rainie et al., 2017).
Entre
los factores que facilitan la propagación de las noticias
falsas está el efecto desinhibidor de la interacción en
línea, particularmente cuando se usan perfiles falsos que
mantienen el anonimato, posibilitando la publicación de
supuestos datos para desacreditar acciones, personas u
organizaciones.
Rehm (2018) destaca también que hay
cierto tipo de contenidos que son más propensos a viralizarse,
porque son agresivos, sensibilizantes, provocativos, verosímiles
y porque la postura del artículo se identifica con facilidad.
Sin embargo, aun cuando se puedan identificar los factores que
favorecen la distribución de las noticias falsas, Wardle
(2017) alerta sobre la complejidad del problema dado que, el término
falso no logra describir la diferencia ente información
errónea (Misinformation) como el acto compartir
inadvertidamente información falsa, y desinformación:
crear y difundir información falsa deliberadamente.
Este
fenómeno adquiere más relevancia si se tiene en cuenta
que en el contexto Iberoamericano, cada vez más personas
tienen a las redes sociales como su principal medio de consumo de
noticias. Según el Digital News Report España (Vara
Miguel et al., 2020) “uno de cada tres internautas de 18 a
34 años utiliza redes sociales y blogs como fuente preferida
de noticias (31%). Uno de cada cuatro (25%) entre los de 18 a 44,
mientras solo uno de cada diez (10%) entre los internautas mayores
de 45 años elige las redes sociales y blogs como medio
favorito para informarse” (párrafo 15). Igualmente, el
Digital News Report (Newman, 2017) advierte que los latinoamericanos
son los mayores consumidores de noticias a través de redes
sociales y de aplicaciones de chat en el mundo.
El problema de
las noticias falsas adquiere entonces dimensiones importantes, dado
que ciertas personas podrían estar siendo sistemáticamente
desinformadas, más aún si se tiene en cuenta el diseño
que han hecho las empresas tecnológicas de algoritmos que sólo
ofrecen a la gente contenidos que refuerzan su propia línea
ideológica, como propone la Teoría de la Burbuja de
Filtro (Pariser, 2011) que refiere a la manera como Google, Facebook
y otras páginas están programadas para recoger
información sobre los intereses, hábitos y preferencias
de la gente y conseguir que se filtre aquello en lo que las personas
no han mostrado interés. Esta programación informática
permite entender que la información falsa que muchos usuarios
comparten, de una u otra manera está en sintonía con
sus gustos, ideologías y sentires.
Además, las
redes sociales reproducen comunidades de ‘lo igual’, es
decir que el mundo digital se reduce a datos numéricos y
provee al usuario información similar a lo que suele consumir,
excluyendo la información que no concuerda con sus gustos y
preferencias (Han, 2016). Ello sobreexpone las opiniones de
conformidad de los usuarios de redes sociales digitales y hace que
elijan información que se alinea con sus ideologías,
como lo propone la Teoría de las Cámaras de Eco
(Cardenal et al., 2019; Munson & Resnick, 2010).
La
Teoría de la Manipulación de la Información
(McCornack et al., 2014) también permite el abordaje de
las noticias falsas o bulos como una forma de fabricar desinformación
que se produce intencionalmente de manera artificial y que, si bien
se puede basar en situaciones o experiencias reales, difiere en
contenido y calidad la información verdadera.
Un
agravante de esta situación es que las personas tienen
dificultades para reconocer qué información es
verdadera y cuál no lo es, porque usualmente los bulos se
originan en sitios web diseñados para desinformar, cuyos
nombres tienden a parecerse a organizaciones de noticias legítimas;
otros vienen de sitios dedicados a hacer contenido satírico y
otros de sitios con inclinación partidista (Allcott &
Gentzkow, 2017).
Por otra parte, Pennycook et al., (2018)
afirman que es más fácil que las personas crean algo si
lo han escuchado antes, ya que los seres humanos utilizan la
familiaridad como un atajo mental para evaluar la precisión de
la información. Aún si lo que se informa es falso,
haberlo leído repetidas veces aumenta la posibilidad de
considerarlo como verdadero, efectos que estos investigadores han
denominado ‘verdad ilusoria’. La Teoría de la
Disonancia Cognitiva explica además que las personas tienden a
clasificar como falsa y a rechazar aquellas noticias que son
contrarias a sus creencias, como una forma de reducir la incomodidad
que les genera el conflicto que surge entre la (des)información
y sus valores, incluso cuando las noticias son ciertas (Festinger,
1957; Sindermann et al., 2020).
1.1 Desinformación en tiempo de pandemia
La pandemia de coronavirus ha sido un escenario propicio para la
creación y propagación de noticias falsas. Tal como
señala el Digital News Report (2020) que anualmente publica
los resultados de una encuesta en 40 países de los seis
continentes (2000 personas por país), y que en esta ocasión
hizo consultas adicionales durante abril en Reino Unido, Estados
Unidos, Alemania, España, Corea del Sur y Argentina, a raíz
de esta crisis sanitaria el uso de redes sociales y en línea
aumentó sustancialmente en la mayoría de los países:
En
abril, descubrimos que, en nuestros seis países encuestados,
casi una cuarta parte (24%) usó WhatsApp para encontrar,
discutir o compartir noticias sobre COVID-19, siete puntos más
en promedio que en nuestra encuesta de enero que preguntó
sobre el uso de cualquier noticia. Alrededor de un quinto (18%) se
unió a un grupo de apoyo o discusión con personas que
no conocían en Facebook o WhatsApp específicamente para
hablar sobre COVID-19 y la mitad (51%) participó en grupos con
colegas, amigos o familiares (p. 14).
Aún antes de la
pandemia, más de la mitad de los encuestados decían no
reconocer fácilmente la información verdadera de la
falsa en las redes sociales y, aunque el informe también
señala que se incrementó parcialmente el consumo de
medios tradicionales a raíz de la pandemia, sigue siendo
preocupante que la desinformación tenga la posibilidad de
llegar a la ciudadanía a través de las redes sociales
On/Offline.
Entre enero y marzo de 2020, el Reuters Institute
(Newman, s. f.) realizó una investigación para
establecer los tipos y fuentes de desinformación sobre
Covid-19 que circularon en inglés en ese periodo. Cuando se
publicaron los resultados en abril, los investigadores alertaron
acerca de que más del 20% de los 225 bulos analizados seguían
circulando en Facebook y Youtube, y más del 55% lo hacían
en Twitter, pese a que habían sido chequeados por
organizaciones de verificación (Brennen et al., 2020).
El
riesgo de las noticias falsas es que generan desinformación en
la sociedad e, independientemente de las intenciones detrás de
quienes las elaboran y distribuyen, el principal daño es que
deslegitiman a las fuentes verdaderas (Baron & Crootof, 2017), lo
que en el caso de la pandemia de Covid-19 puede resultar aún
más riesgoso, por las consecuencias que puede traer para la
salud de las personas.
El presente estudio se centró en
cinco países latinoamericanos y uno europeo. Esta diversidad
se constituye en uno de los factores diferenciadores en relación
con otras investigaciones realizadas (ver Brennen et al., 2020;
Salaverría et al., 2020) y se analizaron los temas
recurrentes, la relación entre el tipo de noticias falsas y la
técnica de engaño que emplean sus creadores y la
descripción de sus posibles intencionalidades. Igualmente, se
efectuó una comparación de las noticias falsas que
circularon por varios de los países estudiados, con el fin de
establecer posibles elementos que favorecen su carácter
transnacional. Todas estas cuestiones fueron el punto de partida de
la investigación.
2. Objetivos
El objetivo principal de esta investigación es caracterizar
las noticias falsas que se difundieron en seis países de
Iberoamérica y hallar elementos de comparación que
permitan establecer intencionalidades compartidas, especialmente
entre aquellas desinformaciones que se repiten en varios
países.
Derivado de lo anterior, se desprenden los
siguientes objetivos específicos:
Comparar las características de las informaciones falsas sobre la pandemia de Covid-19 que circularon por los distintos países de analizados.
Determinar la relación entre el tipo de noticias falsas y la técnica de engaño a la que recurren sus creadores.
Describir posibles intenciones detrás de la creación de bulos sobre la pandemia y su relación con los temas sobre los que versó.
Identificar qué bulos se difundieron simultáneamente en los países analizados y qué elementos podrían asociarse con su carácter trasnacional.
3. Metodología
3.1. Muestra y tipo de estudio
Para atender los objetivos y responder las preguntas de esta investigación, se diseñó un estudio bibliométrico retrospectivo (Montero, 2005) a 371 noticias falsas de España (127), Colombia (78), Bolivia (27), Perú (28), Ecuador (65) y Argentina (49), que fueron recopiladas por los portales de verificación Bolivia Verifica, Maldita.es, Newtral.es, La Silla Vacía, ColombiaCheck, Ecuador Chequea, Chequeado, Ojo Público y larepublica.pe, y que circularon durante el periodo comprendido entre el 15 de marzo y el 31 de mayo de 2020.
3.2. Instrumento
Para la recolección de datos se usó una plantilla
que incluyó 16 variables para clasificar las noticias según
el país de origen, la fecha de publicación,
organización que verifica y reporta el bulo, el tema abordado,
el ámbito de cobertura, el formato en que se produjo
originalmente la falsa noticia, las redes sociales por las que
circuló, el tipo de bulo, la técnica de engaño
utilizada, la intencionalidad de la misma, la fuente a la que se
atribuye la noticia, si el bulo fue reproducido (o no) en medios
tradicionales de comunicación (televisión, radio o
prensa), y si tiene carácter transnacional por haber circulado
en diversos países (Ver Anexo 1).
Para la elaboración
del instrumento se tuvo en cuenta la propuesta de Wardle, (2017),
quien plantea siete tipos de información falsa: Sátira
o parodia, Contenido engañoso, Contenido impostor, Contenido
fabricado, Conexión falsa, Contenido falso y Contenido
manipulado. Dado que Salaverría et al., (2020) señalan
que algunas de estas tipologías corresponden más a
técnicas de desinformación, se optó por abrir
esta categoría adicional. En variables como el formato, la red
social por la que circuló, la fuente y el ámbito, se
tuvieron en cuenta las propuestas de Salaverría et al.,
(2020), mientras que las variables Intencionalidad y Carácter
transnacional fueron de creación propia, como se describe a
continuación.
Para el presente estudio, la variable
Intencionalidad se operacionaliza en cuatro categorías: La
primera de ellas es Interés ideológico, que corresponde
a bulos que buscan (des)acreditar gobiernos o introducir debates anti
o prosistema, asociados tanto a la postura política de quienes
los producen como de quienes son cuestionados. Este es el caso de un
concejal ecuatoriano quien publicó un bulo en el que usa
imágenes sobre la construcción de carreteras para darle
mayor fuerza a su desinformación, involucrando la gestión
del mandatario nacional, como una forma de cuestionamiento ideológico
(ver Figura 1).
Fuente: @czamoramatute (Cuenta de Twitter).
Figura 1. Bulo de interés ideológico. Involucrar cuestiones políticas en el tweet.
La segunda categoría es Acciones delictivas, que recoge noticias falsas que, mediante tácticas persuasivas, pretenden acceder a información financiera privada o prometen supuestos réditos a corto plazo con ‘mínimas inversiones’ para robar a las personas. Se ejemplifica el caso de un supuesto apoyo gubernamental durante la pandemia en el que se busca embaucar incautos que, con USD250 harían parte de un sistema de ingresos “con Resultados GARANTIZADOS” (ver Figura 2).
Fuente: medium.com (cuenta de blog @jeronimomoyaj).
Figura 2. Bulo con intención delictiva. Invita a hacer ‘inversiones’ en tiempos de pandemia.
También están los bulos con intención de desestabilizar o generar pánico, en los que se pretende desequilibrar y/o producir incertidumbre en la audiencia dejando mensajes desesperanzadores sobre el comportamiento humano. Es el ejemplo de la supuesta manipulación genética con que se creó el virus SARS-COV-2, en colaboración entre médicos norteamericanos y chinos (ver Figura 3).
Fuente: https://m.facebook.com/pg/Yupe-al-frente-noticias-y-muladas (cuenta de Facebook).
Figura 3. Bulo con intención de desestabilizar. Además de desinformar sobre la supuesta ‘creación’ del virus Covid-19 en un laboratorio, ofrece falsas curas milagrosas.
Cuando el bulo no puede ser clasificado en los criterios anteriores, pero se ha compartido ampliamente, se considera que la intención que hay detrás es la de generar una alta actividad en redes sociales denominada Clickbait con la que se obtiene credibilidad, seguidores y, eventualmente, dinero por la ‘viralidad’ con que se movieron tales redes de (des)información. A diferencia de las anteriores categorías, pueden brindar esperanza en tiempos de incertidumbre, o supuestas ‘curas milagrosas’ (Ver Figura 4).
Fuente: https://lanoticia24.com/.
Figura 4. Bulo con intención de tráfico online (Clickbait).
Retomando lo mencionado por (Tandoc et al., 2018) y por
(Allcott & Gentzkow, 2017), tras la producción de noticias
falsas hay motivaciones principalmente financieras e ideológicas.
Las categorías Clickbait y Acciones delictivas estarían
atendiendo a las motivaciones financieras, pero no es lo mismo hablar
de quienes pretenden generar ganancias a través de la
viralización de contenidos, que hablar de quienes buscan
hacerlo por un acto ilegal. Por su parte, el Interés
ideológico, relacionado con promover ideas que favorecen a
ciertas personas y desacreditan a otras, con frecuencia sobrepasa su
alcance. Así, en algunas ocasiones, no se refiere a individuos
sino a todo un gobierno. En otros casos, se trata de generar ideas
contrarias a lo que llaman ‘la versión oficial’
sobre temas que parecieran no tener discusión como que existe
el calentamiento global o que las vacunas evitan la propagación
de enfermedades. La intención antisistema es clara en ambos
casos. Otros bulos tienen la intención de desestabilizar o
generar pánico en la sociedad, pero no se podría decir
que buscan atacar a una persona o gobierno concreto, ni al sistema
político o económico hegemónico. El miedo, la
desestabilización, afecta directamente a las personas del
común, no al gobierno ni a un sistema.
Finalmente, la
variable Carácter Transnacional se refiere a los bulos que se
difundieron en diferentes países, con o sin modificaciones,
como se puede apreciar en las Figuras 5, 6 y 7, que señalan
que el uso de tapabocas o mascarilla genera hipoxia, y que circuló
en Perú, Argentina y España.
Fuente: Puno Región (cuenta de Facebook).
Figura 5. Post desinformativo publicado en Facebook para la región de Puno (Perú).
Fuente: @LaOvejaNegrah (cuenta de Twitter).
Figura 6. Post desinformativo tipo hilo publicado en Twitter para Buenos Aires (Argentina), según la descripción de la cuanta de la usuaria.
Fuente: el Seis Doble http://www.e6d.es/noticias/el-govern-obligar-en-els-prxims-dies-a-ls-de-mascaretes-en-tots-els-llocs-pblics#ad-image-0.
Figura 7. Comentario desinformativo publicado en una página web para la comunidad de Valencia, España.
3.3. Procedimiento
Se realizó un análisis de contenido para identificar y usar los criterios de clasificación de las noticias falsas, de acuerdo con la literatura científica revisada. Con una plantilla de registro de datos, se procedió a clasificar las noticias falsas y a registrarlas según los criterios elegidos para los propósitos del presente estudio. Previo a la toma de datos, se realizó una prueba de intercodificadores con una muestra aleatoria de 10 registros. Se hallaron coincidencias superiores a 0,76 y hasta del 100%, según el estadígrafo Kappa, en las diferentes variables del instrumento. Los análisis comparativos se realizaron con el paquete estadístico SPSS, versión 24.
4. Resultados
El análisis de los datos permite dar un panorama de las
principales características de los bulos que circularon en
cada uno de los países de la muestra. En primer lugar, se pudo
evidenciar que Facebook fue la red más empleada para divulgar
noticias falsas, ya que se usó en el 32,9% de los 371 casos
analizados. El segundo puesto fue para los bulos que se difundieron
en dos o más redes, los cuales correspondieron al 31,9%. Les
siguieron WhatsApp, con 21%; Twitter con 5,7%, Correos o SMS con el
5,4% y YouTube con el 3,0%. Al analizar el peso de los canales de
distribución dentro de cada país, se encontró
que en Colombia (33,8%), Argentina (53,1%), Ecuador (60%) y Bolivia
(51,9%), predominó el uso de Facebook, mientras en España
(40,3%) y Perú (42,9%) circularon por dos más redes a
la vez (Coef. De Contingencia=0,45; p < 0,05).
El formato más
frecuente que se empleó para hacer circular el contenido falso
fue el texto (40,2%), ya que es de fácil acceso y se puede
manipular al antojo de quien lo realiza. También se detectó
un porcentaje significativo para los bulos que emplearon
imagen-texto, el 26,1%. (Ver Gráfico 1).
Fuente: elaboración con base en la muestra de bulos analizados.
Gráfico 1. Formatos en los que circularon los bulos sobre el Covid-19.
Cuando se observa país por país, se encuentran
algunas diferencias en los formatos de distribución de bulos.
En Colombia predominó el uso de texto (37,2%), seguido de
Imagen-texto (35,9%); en España, texto (47,6%), seguido de
video (20,2%); en Argentina, texto (53,1%) y en segundo lugar Imagen
(22,4%); en Ecuador, Imagen-texto (41,5%) y después texto
(32,3%); en Bolivia, texto (29,6%), seguido en igualdad de porcentaje
por video e imagen-texto (25,9% cada uno), y en Perú,
imagen-texto (50%), seguido de video (25%) (Coef. De
Contingencia=0.44; p<0.05).
En relación con la
procedencia o ámbito de los bulos predominan los nacionales
con 48,2% y una frecuencia de 175. Los de ámbito internacional
tienen un 44,2% y los locales sólo obtienen un 7,5%. Sin
embargo, el análisis individual de cada país muestra
que en España, Bolivia y Perú circularon con mayor
frecuencia las noticias falsas de ámbito internacional (45,2%;
59,3% y 64,3% respectivamente), mientras en Ecuador, Colombia y
Argentina, predominaron las de ámbito nacional (64,6%; 52,6% y
44,9% respectivamente) (Coef. De Contingencia=0.27; p<0.05).
El
tipo de bulo que más se registró fue el Contenido
engañoso, con el 79%, seguido del Contenido impostor, es
decir, aquel en que se suplantan fuentes genuinas, 14,6%, y la sátira
o parodia, con el 6,5%. Las asociaciones entre el tipo de bulo y el
país no fueron estadísticamente significativas.
La
técnica de engaño más utilizada fue el contexto
falso, que hace alusión al contenido genuino que se difunde
con información de contexto distorsionada, y que se registró
en el 51,8% de los casos. En segundo lugar, se registró el
contenido fabricado, es decir, contenido nuevo diseñado para
engañar y perjudicar, que apareció en el 32,1%. Las
demás categorías se presentaron en pocas ocasiones (Ver
Gráfico 2).
Fuente: elaboración con base en la muestra de bulos analizados.
Gráfico 2. Técnicas de engaño más utilizadas en los bulos sobre el Covid-19.
Por países, se observa que Colombia, España, Ecuador
y Perú mantienen la misma tendencia. Sin embargo, en el caso
de Argentina, la técnica más utilizada es el contenido
fabricado (57,1%), seguido del contexto falso (28,6%) y en el caso de
Bolivia el primero es el contexto falso (33,3%) y le sigue el
contenido manipulado, es decir, modificado intencionalmente con
herramientas tecnológicas (29,6%) (Coef. De Contingencia=0,39;
p < 0,05).
En cuanto a la variable intencionalidad, es decir,
el propósito que tienen las personas al momento de hacer
circular el bulo, predominó la categoría de Interés
ideológico, definida como el deseo de desacreditar o acreditar
gobiernos o introducir debates antisistema, que se registró en
el 40,4% de los casos. Le siguieron el Clickbait, o interés
por obtener mayor cantidad de reproducciones en las redes, con el
32,3%; Desestabilizar o generar pánico, con el 20,8% y las
Acciones delictivas, cuyo interés es la obtención de
datos personales para estafar o robar a la gente, con un 6,5%. Si se
mira por países, la intencionalidad mayoritariamente
ideológica, se mantiene en España, Argentina y Ecuador,
donde ocupan altos porcentajes con respecto a sus propios bulos
(54,8%, 49,2% y 46,2%, respectivamente). En Colombia, Bolivia y Perú
predomina el Clickbait (43,6%, 51,9% y 60,7%, respectivamente).
(Coef. De Contingencia=0.38; p<0.05).
La fuente con mayor
frecuencia es la anónima (80,6%), porque no tiene un sujeto
que se haga responsable de lo publicado, tampoco tiene respaldo
científico, académico, político o estatal. Las
fuentes reales, es decir, aquellas personas o entidades conocidas que
se identifican claramente a pesar de que la información sea
falsa, ocuparon el 11,9%; las fuentes suplantadas, donde se toma el
nombre de personas o instituciones para atribuirles acciones o
declaraciones que no han realizado, correspondieron al 4% y las
ficticias o inventadas al 3,5%. La tendencia se mantiene igual en
cada uno de los países al observar los datos de manera
individual (Coef. De Contingencia=0.35; p<0.05).
Apenas un
6,7% del total de noticias falsas analizadas fue reproducido en
medios de comunicación, lo que sugiere la existencia de un
filtro adecuado de confirmación antes de publicar este tipo de
informaciones que circulan por redes sociales. Sólo en
Argentina y Colombia, cerca del 14% de los bulos fueron publicados en
medios mientras en Bolivia y Perú no se presentó ningún
caso (Coef. De Contingencia=0.21; p<0.05).
El tema que
circuló mayoritariamente en el conjunto de países
analizado fue el relacionado con los Falsos anuncios o acciones de un
Gobierno, de organizaciones o personajes públicos, el cual
correspondió al 31,5%. Le siguieron las categorías de
Supuestas curas y consejos de salud, con el 26,1%; y la Situación
de un país, con el 16,2 % (Ver Gráfico 3).
Fuente: Elaboración con base en la muestra de bulos analizados.
Gráfico 3. Temas más comunes de noticias falsas sobre el Covid-19.
Se halló una alta asociación (Coef. De
Contingencia=0.83; p<0.05) entre los países y los temas de
los bulos que más circularon. Los falsos anuncios de entidades
y/o personajes públicos fue el tema de bulo más
recurrente en España, Argentina y Ecuador, seguido por las
supuestas curas, que fue el tema más repetido en Colombia,
Bolivia y Perú (Ver Tabla 1).
En las noticias falsas
difundidas aparecen los presidentes de los diversos países y
otros personajes públicos como políticos, rey o reina,
anunciando supuestamente fechas para iniciar o terminar el proceso de
confinamiento, el tiempo de prolongación de la cuarentena, o
aparentes castigos para quienes incumplan las reglas de aislamiento
social. Fue común encontrar a personajes de la política
vinculados aparentemente con asociaciones (inter)nacionales de
atención humanitaria que fueron señalados, por ejemplo,
por incumplimiento de las normas del confinamiento. También
aparecieron múltiples anuncios de supuestos nombramientos de
personajes en altos puestos gubernamentales, lo que indica una
manipulación de la información con intención de
desprestigiar a los personajes y, tácitamente, a su gestión.
Tabla 1. Temas de las noticias falsas que circularon en seis países iberoamericanos.
Fuente: elaboración con base en la muestra de bulos analizados.
4.1. ¿Cómo se construyen los bulos y con qué intención?
Entender cómo se construyen las noticias falsas y la intención que pueden tener quienes las producen, es el primer paso para poder combatirlas. La relación entre el tema y la intencionalidad (Coef. De Contingencia=0.73; p<0.05) da cuenta de que tras los Falsos anuncios o acciones del Gobierno, organizaciones o personajes públicos hay un interés ideológico de desacreditar o acreditar gobiernos o de introducir debates antisistema o de respaldo al sistema. Le sigue el tema de Supuestas curas y consejos de salud relacionado con la intención de generar tráfico o un número grande de interacciones (Ver Gráfico 4).
Fuente: elaboración con base en la muestra de bulos analizados.
Gráfico 4. Frecuencia de intencionalidades del bulo
y los temas vinculados.
* PP= Personajes Públicos
Igualmente, hay una asociación significativa, aunque moderada, entre la técnica de engaño y la intencionalidad (Coef. De Contingencia=0.40; p<0.05). Se evidencia que el contexto falso es la técnica más utilizada en relación con casi todas las intencionalidades, probablemente porque es más fácil basarse en informaciones reales, pero modificando aspectos como el lugar en el que ocurre, los protagonistas o la manera en que han acontecido los hechos. La segunda técnica más utilizada es fabricar contenidos, aunque se asocia principalmente con el Clickbait (Ver Tabla 2).
Tabla 2. Temas de las noticias falsas que circularon en seis países iberoamericanos.
Fuente: elaboración con base en la muestra de bulos analizados.
La asociación entre las técnicas de engaño y los tipos de noticias falsas es apenas notable pero significativa (Coef. De Contingencia=0.33; p<0.05), asumiendo el tipo de bulo como variable dependiente. Las asociaciones más representativas se dieron entre el contexto falso como técnica de engaño y el contenido engañoso como tipo de bulo, lo que quiere decir que aun cuando la base de la información pudiese ser cierta, se modificaba el contexto o detalles que terminaban por hacerla falsa. La segunda técnica más utilizada fue el contenido fabricado, es decir, completamente inventado con el objetivo de desinformar, relacionado con el contenido engañoso (Ver Tabla 3).
Tabla 3. Técnicas de engaño según los tipos de noticias falsas detectadas.
Fuente: elaboración con base en la muestra de bulos analizados.
4.2. Desinformación que traspasan fronteras
La desinformación de carácter transnacional merece especial atención porque puede ayudar a establecer las características de los bulos que circulan con mayor alcance, ya que se repiten en distintos países. Al observar en detalle los bulos durante el periodo estudiado, se encontraron coincidencias en 27 desinformaciones que circulaban en varios países, representadas en 100 noticias (26,9% de la muestra). En algunas de ellas se repetían temas, con similar tratamiento, aun cuando variaban los formatos de presentación. Es el caso de las supuestas curas con vaporizaciones de eucalipto o con dióxido de cloro, que en algunas ocasiones circularon en texto y otras en video, y en esencia trataban de convencer a las personas de seguir un determinado tratamiento (Ver Tabla 4).
Tabla 4. Frecuencias con la que los bulos circularon en diferentes países de Iberoamérica.
Fuente: elaboración con base en la submuestra de bulos transnacionales.
Hubo ocasiones en las que una misma noticia abordaba distintas
desinformaciones sobre un tema, como los supuestos efectos de la
tecnología 5G, que en algunos países circuló
como causa del coronavirus y en otros se asoció a un plan
conspirativo para esparcir el Covid-19 a través de las
antenas. En otras noticias falsas de carácter transnacional se
repetía la imagen, pero el texto se adaptaba al contexto de
cada país en el que circularon. Por ejemplo, se utilizó
una foto del actor porno español Ángel Muñoz,
vestido de médico, para informar sobre la supuesta muerte de
un joven doctor mientras atendía pacientes infectados. En cada
país cambiaba el nombre que se daba al supuesto galeno o el de
la institución para la cual trabajaba. La misma imagen fue
difundida anunciando que se trataba de un médico que
aparentemente trabajaba en la búsqueda de una vacuna contra el
virus. Por esta razón, en algunos casos un mismo bulo se
clasificó en distintas categorías de temas, según
el país y el contenido falso que se difundía.
Los
temas predominantes en las desinformaciones de carácter
transnacional fueron las falsas curas y consejos de salud (54%);
seguidas por las teorías conspirativas (12%), y los falsos
anuncios o acciones del Gobierno, organizaciones o personajes
públicos, con un 11% (Ver Gráfico 5).
Fuente: elaboración con base en la submuestra de bulos transnacionales.
Gráfico 5. Temas transnacionales de bulo.
Los temas más proclives a viralizarse transnacionalmente
fueron aquellos que dan al lector esperanzas para protegerse del
contagio, creados con técnicas que resultan verosímiles,
aun cuando estén basadas en contenido fabricado (34%) o en la
exageración de las propiedades medicinales de ciertos
elementos que han servido tradicionalmente a las comunidades para
aplacar los síntomas de la gripe (10%). La asociación
resultó ser moderada, pero estadísticamente
significativa, entre estas variables (Coef. De contingencia = 0,54;
p=0,02).
La intencionalidad principal de los bulos
transnacionales es el Clickbait (54%), seguida del interés por
generar pánico o desestabilizar (22%), el interés
ideológico (19%) y las acciones delictivas (5%). La asociación
entre estas variables en relativamente alta (Coef. de contingencia =
0,72; p=0,000). En el caso de las falsas curas y consejos de salud,
la principal intención fue la de obtener una difusión
viral del mensaje (41%), que podrían ocultar razones
comerciales, como en el caso del dióxido de cloro, que era
promocionado como una cura milagrosa para diversas enfermedades.
Otra característica de los bulos que traspasaron
fronteras fue que suelen ser mayoritariamente supuestas noticias de
origen internacional 69%, lo que facilita su circulación sin
modificación. Las desinformaciones de ámbito nacional
(29%) y local (2%), suelen requerir cambios para pasar de un país
a otro, como en el caso de los anuncios de fechas para reactivar la
economía, donde había contenido creado para cada
país.
Estas desinformaciones de ámbito
internacional tuvieron como intención predominante la de
generar reproducciones (Clickbaits, 37%), seguidas por desestabilizar
o generar pánico (16%) y de interés ideológico
(15%) (Coef. de Contingencia = 0,38; p=0,008).
Finalmente, se
halló relación estadísticamente significativa,
con una asociación moderada (Coef. de Contingencia = 0,53;
p=0,027) entre el formato y la técnica de engaño
utilizada en los bulos de carácter transnacional. El contenido
fabricado circuló principalmente como texto (26%), seguido de
video (17%) e imagen acompañada de texto (12%). Entre tanto,
los bulos en los que la información de base era real, pero se
falseaba en contexto se difundieron como imagen con texto (13%) y
como texto (10%) (Ver Gráfico 6).
Fuente: elaboración con base en la submuestra de bulos transnacionales.
Gráfico 6. Formato y técnicas de engaño usadas en bulos transnacionales.
5. Discusión y conclusiones
El presente estudio, referido a las noticias falsas sobre Covid-19
que circularon en 6 países iberoamericanos, muestra un
análisis comparativo en torno a los temas recurrentes, la
relación entre el tipo de noticias falsas y la técnica
de engaño que emplean los desinformadores y la identificación
de sus posibles intencionalidades. La comparación de las
noticias falsas que traspasaron fronteras estableció posibles
elementos que favorecen su carácter transnacional, lo cual
constituye una diferencia de aquellas investigaciones que se centran
en las noticias de un solo país (Brennen et al., 2020;
Salaverría et al., 2020), pues evidencia las
características de aquellos bulos susceptibles de circular
internacionalmente por su carácter general e indiferenciado y
que tienen en común desinformación que apela
principalmente a la emoción, más que a individuos
concretos. Algunos de estos bulos tenían carácter
satírico, como los que usaban fotos de actores porno vestidos
de médicos, pero solo quienes conocían los personajes
podrían catalogar la información como noticia
falsa.
Este estudio muestra que las redes sociales, al ser
seleccionadas para que circulen las noticias falsas, están
afectando de manera importante a la producción de información,
pues tal como afirma (Alonso González, 2019), en la medida en
que las noticias creadas por cualquier persona conviven con las
noticias generadas por periodistas y multiplican el efecto de
superabundancia informativa que, unido al anonimato que facilitan las
plataformas digitales, se convierte en un caldo de cultivo idóneo
para la proliferación de noticias falsas, así como de
la difícil identificación de los hechos verdaderos para
la audiencia.
La diferencia de los términos información
errónea (Misinformation) y desinformación que propone
Wardle (2017) es discutible ya que también hay diferencia
entre malinterpretar información (cierta o falsa) y
compartirla. En ambos casos, reiterar la recomendación de
promover un pensamiento crítico sobre contenidos ‘novedosos’
o inusuales, tiene especial relevancia en tiempos de pandemia e
incertidumbre ya que es el usuario de la información el
responsable de que la (des)información se propague o no.
Según los hallazgos de la presente investigación,
Facebook sigue siendo, en el contexto de los seis países
analizados, la plataforma por la cual circulan con mayor frecuencia
los bulos, seguido de las noticias falsas que circularon por dos o
más plataformas a la vez, como Twitter, WhatsApp y YouTube.
Esta es una diferencia de lo reportado por (Salaverría et al.,
2020) quienes destacan el poder de WhatsApp como la plataforma por
donde “los bulos se diseminan en mayor cantidad y con mayor
alcance” (pág,11). Esto, aunque puede ser cierto para el
caso de España, tiene un matiz importante, porque según
lo hallado, tanto para Perú como para España el primer
lugar en distribución de bulos es compartido por varias redes
sociales a la vez.
Facebook ha intentado combatir la
diseminación de noticias falsas, pero la falta de
alfabetización en noticias (news literacy) por parte del
público dificulta la toma de decisiones para elegir y desechar
noticias y fuentes dudosas, de aquellas en las que se podría
confiar. Los proyectos Facebook Journalism Project y New Integrity
Initiative (Aspray & Cortada, 2019; Cortés & Isaza,
2017), monitorean el efecto de las noticias falsas en el público
e informan a dicha red social virtual para procurar una mejor
alfabetización en las audiencias, al tiempo que sugiere
mejores filtros cibernéticos contra los bulos. Este tipo de
iniciativas se deberían fomentar, al igual que la consulta de
portales o iniciativas de periodismo de verificación
(fact-checking journalism), las cuales cumplen con el propósito
de alfabetizar a la audiencia al proporcionar un servicio que
clarifica y clasifica la información en verdadera, falsa o
dudosa, de manera que las personas puedan tomar determinaciones sobre
la información que consumen (Elizabeth, 2014). Si bien esta
práctica informativa no impediría la difusión de
noticias falsas, como lo plantean (Nielsen & Graves, 2017),
resulta ser una herramienta alternativa al consumo indiscriminado de
información On/Offline.
Por otra parte, la
caracterización de las noticias falsas muestra cómo
algunos tipos de formato, técnicas de desinformación,
temas y ámbito al que se refieren las noticias falsas, se usan
con mayor frecuencia, lo cual hace pensar que aumentan las
posibilidades de difusión de los bulos. Así, el formato
más frecuentemente empleado fue el texto, dada la facilidad
para manipularlo y distribuirlo por redes sociales, aplicaciones de
mensajería o correos electrónicos; seguido del uso de
imágenes y textos en el mensaje falso, que apela a la
sensibilidad del lector, al pathos descrito por Aristóteles
(Johnson & Stavru, 2019), es decir, a la empatía de la
audiencia.
La mayoría de las desinformaciones fueron
elaboradas con la técnica de contexto falso, es decir que,
sobre una información usualmente verídica, se hacen
modificaciones o reconfiguraciones para conseguir un efecto diferente
al hecho que la produce, como ya se ha encontrado previamente en
otras investigaciones (Brennen et al., 2020). Otra buena parte
de los contenidos son completamente fabricados y esto supone que sus
creadores utilicen técnicas de engagement, pensadas para
generar conexión emocional con los receptores del mensaje, de
ahí que las noticias falsas transnacionales estuvieron
centradas en las posibles curas o tratamientos para combatir el
Covid-19, seguidas por las teorías conspirativas y las
menciones a la situación de un país distinto al propio,
siempre alarmantes por la referencia a contagios o muertes. Se
aprovecha entonces la vulnerabilidad de las personas y el miedo e
incertidumbre para construir mensajes.
Con respecto al tema
sobre el cual versan las noticias falsas, el más recurrente en
el conjunto de países estudiados fue el de los Falsos anuncios
o acciones de Gobiernos, organizaciones o personajes públicos,
relacionado con intenciones ideológicas [(des)acreditar
fuentes o introducir debates anti o prosistema(s)] y, en segundo
lugar, están los temas de salud, lo que coincide con los
hallazgos reportados por Salaverría et al., (2020):
supuestas curas, consejos y formas de contagio, temas que obtuvieron
el primer puesto en Colombia, Bolivia y Perú. Esto muestra que
la incertidumbre ante la pandemia y la falta de información
científica veraz promueve falsas creencias en supuestas
soluciones ancestrales o tradicionales, fomentando la peligrosa
práctica de la automedicación para evitar el contagio.
En el ámbito transnacional, este fue el tema de bulo más
popular.
Al realizar el análisis de los seis países
en conjunto, se encontró que en relación con ámbito
predominaban los bulos sobre situaciones de orden nacional, seguidos
de los que trataban aspectos internacionales. Sin embargo, las tablas
comparativas mostraron que España, Bolivia y Perú los
porcentajes significativamente elevados fueron los bulos de ámbito
internacional, mientras que en Ecuador, Colombia y Argentina fueron
los de procedencia nacional. Al mirar las características de
las noticias falsas que se difundieron en varios países a la
vez (transnacionales), se encontró que el hecho de que un bulo
sea de ámbito internacional favorece que se difunda por varios
países, posiblemente porque no se requiere demasiado esfuerzo
para adaptarlo a los contextos nacionales particulares.
Se
observó en los bulos transnacionales que aquellos mensajes
similares entre sí circulan reforzando la desinformación
involucrada, aunque cambie la pieza o el formato. Tal difusión
es la que puede generar el efecto de verdad ilusoria (Pennycook et
al., (2018) haciendo que las personas crean la información
falsa contenida. Aun cuando no se efectuó la misma
verificación acerca de la repetición de noticias en el
conjunto de los 371 bulos analizados, se estima que la tendencia se
repite, lo que podría derivar en una nueva investigación
que explore la relación entre repetición frecuente del
mensaje en distintos bulos y su aceptación como verdadero por
parte de las personas.
Esta investigación mostró
que un bajo porcentaje de noticias falsas llegó a los medios
convencionales, lo cual podría significar que el periodismo de
verificación (fact-checking journalism) es una práctica
que sí ayuda a combatir el problema de las noticias falsas,
sin que ello indique que su efecto sea representativo (Graves &
Glaisyer, 2012) pero, de alguna manera, logra alertar a los medios
convencionales para no replicar noticias falsas.
Por otra parte,
la intención detrás de la generación de noticias
falsas fue principalmente de carácter ideológico, ya
que a través de ellos se critica a la gestión de los
gobernantes sobre la pandemia o, en ocasiones, se trata también
de lograr respaldo a sus políticas. No obstante, la
ideología también involucra aquellos casos en los que
se trata de vender ideas antisistema, como la supuesta peligrosidad
de las vacunas (abc.es, 2020) o la teoría de que las antenas
5G propagan la enfermedad, en cuyo discurso hay una intención
desestabilizadora (ColombiaCheck, s. f.). En tales casos, hay
que ponderar adecuadamente la idea principal del mensaje con que se
pretende desinformar al público con el fin de poder clasificar
correctamente la aparente intención que hay detrás de
la misma. Si bien, con esta variable no se alcanza a ser exhaustivo,
se espera aportar al análisis de la intencionalidad con que se
generan noticias falsas.
Mientras que la teoría de la
manipulación de la información (McCornack et al.,
2014) aporta en la compresión sobre cómo se fabrica
desinformación, las teorías de las cámaras de
eco (Cardenal et al., 2019; Munson & Resnick, 2010) y de
burbujas de filtro (Pariser, 2011) aportan a la tendencia a compartir
(des)información que coincide con los intereses y valores de
los usuarios que las consumen. Por su parte, la teoría de la
disonancia cognitiva (Festinger, 1957; Sindermann et al., 2020),
complementa las anteriores al explicar la manera como se decide sobre
lo que se comparte o no, bien sea (1) añadiendo (buscando)
información consonante, (2) trivializando o infravalorando las
actitudes consonantes de quien experimenta la disonancia, o (3)
cambiando de postura o actitud hacia la (des)información que
se consume.
Finalmente, conviene realizar un estudio
complementario de corte cualitativo sobre las características
discursivas de los bulos a fin de detallar las intencionalidades y
las motivaciones de sus creadores, dada la marcada orientación
a desestabilizar o generar pánico entre el público,
como lo han reportado también otras investigaciones (Batasin,
2020; Karalis Noel, 2020). Este estudio aportaría en la
delimitación de las categorías de intencionalidad
propuestas en la presente investigación y podría ayudar
tanto a detectar como a aclarar categorías de análisis
aun inexploradas.
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Autores
Liliana María Gutiérrez-Coba
Doctora en
Ciencias de la Información por la Universidad del País
Vasco (España), con énfasis en la investigación
sobre temas relacionados con el periodismo, las tecnologías y
la opinión pública. Es directora del Grupo de
Investigación en Periodismo, GIP, de la Universidad de La
Sabana, desde donde se ha dedicado a investigar sobre Calidad
Informativa en el Periodismo, tanto analógico como digital.
Investigadora Senior Minciencias.
lilianagc@unisabana.edu.co
Índice H: 14
Orcid ID:
https://orcid.org/0000-0001-5532-8765
Google Scholar:
https://scholar.google.com.co/citations?user=0mGtdeUAAAAJ&hl=es
ResearchGate:
https://www.researchgate.net/profile/Liliana_Gutierrez
Patricia Coba-Gutiérrez
Licenciada en Español
e Inglés de la Universidad del Tolima, Especialista en
Enseñanza de la Literatura de la Universidad del Quindío.
Magister en Educación de la Universidad del Tolima; Miembro
del grupo de investigación Rastro Urbano; Investigadora junior
reconocida por Minciencias (Colombia), Profesora Asociada de la
Universidad de Ibagué.
patricia.coba@unibague.edu.co
Índice H: 3
Orcid ID:
https://orcid.org/0000-0002-0713-6280
Google Scholar:
https://scholar.google.com.mx/citations?hl=es&user=J5pMK0kAAAAJ
ResearchGate:
https://www.researchgate.net/profile/Patricia_Coba_Gutierrez
Javier Andrés Gómez-Diaz
Investigador
psicosocial y estudiante de Doctorado en Psicología, docente
de métodos cuantitativos y psicometría, reconocido por
Minciencias (Colombia), miembro del grupo de investigación
Psicología Básica y Aplicada para el Desarrollo Social.
javier.gomezd@uniminuto.edu
Índice H: 4
Orcid ID:
https://orcid.org/0000-0002-9729-7837.
Google Scholar:
https://scholar.google.com.co/citations?hl=es&user=86KEljsAAAAJ
ResearchGate:
https://www.researchgate.net/profile/JAVIER_GOMEZ-DIAZ
Anexo 1. Tabla de codificación de variables.