doi.org/10.4185/RLCS-2020-1463
Artículo

Framing e islamofobia. La cobertura de la revolución egipcia en la prensa española de referencia (2011-2013)
Framing & islamophobia. Spanish reference press coverage during the Egyptian Revolution (2011-2013)

Alfonso Corral1
Cayetano Fernández Romero1
Carmela García Ortega1

1Universidad San Jorge. Spain.

Resumen
Introducción: Se analiza la cobertura de la revolución egipcia en ABC, El Mundo, El País y La Vanguardia, entre enero de 2011 y diciembre de 2013, con el fin de conocer si hubo islamofobia y cómo se manifestó. Metodología: Se estudian las unidades de análisis que presentan islamofobia con un sistema de frames deductivos, o predefinidos, e inductivos, o que emergen de la lectura de los textos. En concreto, se examinan 428 piezas periodísticas por medio de un análisis de contenido cuantitativo y veintidós editoriales a partir de un análisis de contenido cualitativo. Resultados y conclusiones: Los resultados muestran que la islamofobia suele aparecer de forma sutil, cuando lo hace; y que se concentra tanto en el islamismo político como en unos discursos que suscriben la incompatibilidad entre el islam y la democracia, o el atraso y la homogeneidad del mundo araboislámico respecto a la superioridad occidental.

Palabras clave: islamofobia, framing cultural, Egipto, primavera árabe, islamismo.

Abstract
Introduction: This article evaluates the coverage of the Egyptian Revolution in ABC, El Mundo, El País and La Vanguardia, between January 2011 and December 2013, with the goal to investigate if there was Islamophobia and how it manifested itself. Methods: The study is based on the examination of the units of analysis that present Islamophobia through a system of deductive or predefined frames, and inductive frames, which emerge from reading the texts. Specifically, 428 journalistic pieces are examined through an analysis of quantitative content, and twenty-two editorials based on a qualitative content analysis. Results and conclusions: The results reveal that Islamophobia, when it does appear, does so in a subtle way. Moreover, it concentrates as much on political Islamism as on discourses that subscribe to the incompatibility between Islam and democracy, or the backwardness and homogeneity of the Arab-Islamic world with respect to Western superiority.

Keywords: islamophobia, cultural framing, Egypt, Arab Spring, islamism.

Contenidos
1. Introducción. 1.1. Islamofobia mediática. 1.2. Perspectiva cultural del framing. 1.3. Propuesta de framing cultural para el estudio de la revolución egipcia. 1.4. Objetivos, preguntas de investigación e hipótesis. 2. Método. 2.1. Población y muestra. 2.2. Instrumentos de recogida de información. 2.3. Procedimiento. 3. Resultados. 3.1. Aspectos formales de la cobertura islamófoba. 3.2. Temas y protagonistas de la cobertura islamófoba. 3.3. Islamofobia en la cobertura gráfica. 3.4. Islamofobia editorial. 4. Discusión y conclusiones. 5. Referencias bibliográficas. 5.1. Fuentes periodísticas referenciadas. 5.2. Artículos relacionados.

Correspondencia
Alfonso Corral. Universidad San Jorge. España. acorral@usj.es
Cayetano Fernández Romero. Universidad San Jorge. España. cfernandez@usj.es
Carmela García Ortega. Universidad San Jorge. España. cgarcia@usj.es

Recibido: 11/12/2019
Aceptado: 30/04/2020
Publicado: 31/07/2020

Financición
Investigación financiada. Este trabajo forma parte de los resultados del grupo de investigación “Migraciones, Interculturalidad y Desarrollo Humano” (S05_17D), reconocido por el Gobierno de Aragón y financiado por el Programa Operativo FEDER Aragón 2014-2020, “Construyendo Europa desde Aragón” (Boletín Oficial de Aragón, número 123, de 27 de junio de 2018), y del grupo de investigación “Comunicación, Periodismo, Política y Ciudadanía” (S03_17D), reconocido por el Gobierno de Aragón (Boletín Oficial de Aragón, número 61, de 27 de marzo de 2018).

Cómo citar este artículo / Referencia normalizada
Corral, A., Fernández Romero, C. y García Ortega, C. (2020). Framing e islamofobia. La cobertura de la revolución egipcia en la prensa española de referencia (2011-2013). Revista Latina de Comunicación Social, (77), 373-392. https://www.doi.org/10.4185/RLCS-2020-1463

1. Introducción

El propósito de esta investigación es conocer si hubo islamofobia en el tratamiento de la revolución egipcia en la prensa española (2011-2013) y, de ser así, cómo se produjo dicho discurso. Cuando nos referimos a la revolución egipcia hablamos de un suceso que ha sido considerado como “el acontecimiento político más significativo que se ha conocido en el Oriente Próximo desde la Revolución Islámica que desembocara en la caída del sah( ) [1] de Irán en 1979” (Rogan, 2012, p. 783). No solo eso, pues #Egypt también fue la etiqueta más popular de Twitter en 2011 y la revista Time eligió al “manifestante” como Person of the Year, un reconocimiento anual que en este caso sirvió para reforzar la relevancia de los protagonistas del proceso sociopolítico regional al que se denominó primavera árabe.
En Egipto, la fecha determinante fue el 11 de febrero de 2011. Ese día, tras dos semanas de protesta social, el Ejército apartó del poder a Hosni Mubarak, su presidente desde 1981. Para lograrlo, los egipcios se inspiraron en los hechos vividos en Túnez un mes antes. Allí, el 14 de enero, después de varios días de huelgas, manifestaciones y cargas policiales, el pueblo tunecino acabó con los veintitrés años de presidencia de Zine Ben Ali. De este modo, el cambio abrazaba a las sociedades norteafricanas y mediorientales (Túnez, Egipto, Yemen, Libia, Bahréin o Siria, entre otras naciones), y el foco mediático internacional lo acogió con total expectación. Cada país creaba su propio paradigma de ruptura social y, en conjunto, este prototipo de revolución araboislámica suponía reformular la concepción mediática occidental sobre lo islámico y lo árabe. Si bien, a nivel periodístico, Egipto superó al resto de Estados en términos de interés y atracción mediática, pues los medios de comunicación mundiales se volcaron con la cobertura de los sucesos acaecidos durante esos días de enero y febrero, al igual que ocurrió a lo largo de los siguientes años (Córdoba Hernández, 2015).
Ya desde sus inicios, el tratamiento mediático occidental de la revolución egipcia parecía difuminar el clásico prejuicio del mundo musulmán estático e incapaz para el progreso. Resultaba un hecho destacable que los levantamientos se encuadrasen como movimientos para la libertad y la democracia, y no como revoluciones islamistas, pues los procedimientos no eran violentos o terroristas. Sus principios y valores englobaban justicia, dignidad, libertad y democracia, por lo que la cobertura trascendía los paradigmas dominantes basados en el choque de civilizaciones, el orientalismo y la representación estereotipada. No obstante, este optimismo duró poco tiempo porque los medios occidentales se volvieron cada vez más críticos con los gobiernos de orientación islámica (Rane, Ewart y Martinkus, 2014).
En términos históricos, esta revolución egipcia puede resumirse en cuatro hitos caracterizados por: 1) los movimientos sociales de enero y febrero de 2011 que motivaron la caída de Mubarak; 2) las elecciones presidenciales de junio de 2012, que pusieron fin a año y medio de transición bajo la tutela del poder militar; 3) el periplo gubernamental del islamista Mohammed Mursi, líder del brazo político de los Hermanos Musulmanes( ) [2] que había derrotado en las presidenciales a Ahmed Shafiq, el candidato del Ejército; y 4) el golpe de Estado de julio de 2013, que apartó a Mursi del poder como consecuencia de una maniobra donde los militares, encabezados por el general Abdel Fattah Al Sisi, se unieron a diferentes políticos, asociaciones, sindicatos e instituciones religiosas, para frenar el autoritarismo del presidente. Lejos de sus planes iniciales, el Ejército había recuperado a finales de 2013 todos los resortes de poder, por lo que Egipto volvió hasta la casilla inicial: un régimen dictatorial de marcado carácter militar y bastante similar al de Mubarak.
Todos estos argumentos nos llevan a cuestionarnos cómo ha sido la cobertura de la prensa española en torno a la revolución egipcia desde la perspectiva de la islamofobia. Entre todos los medios de comunicación, nos hemos decantado por la prensa al ser el que más invita a la reflexión y posee mayor capacidad para fijar valores y modelos de referencia en el ciudadano para reproducirle las ideologías imperantes (Crespo Fernández, 2008). Por este motivo, en este trabajo nos centramos en el análisis de los diarios de referencia en España y, por consiguiente, en los más prestigiosos e influyentes entre los círculos sociales, políticos y culturales: ABC, El Mundo, El País y La Vanguardia. Estos rotativos son adquiridos por públicos con capacidad de influencia y con poder de creación de opinión (Armañanzas y Díaz Noci, 1996; Reig, 2000).
Además, este estudio parte de una perspectiva sociocultural poco alentadora: dos años después del inicio de la primavera árabe, los españoles autocalificaron su nivel de conocimiento sobre las sociedades árabes con una nota de 4 sobre 10 (Real Instituto Elcano, 2013). No es una cuestión baladí, porque esta realidad deriva, en gran parte, de los temas y enfoques expuestos por los medios de comunicación.
A este escenario debe sumarse que el 42% de los españoles tiene una opinión desfavorable hacia el islam; unas cifras que están muy por encima del 19% de los británicos o el 24% de los alemanes y franceses, aunque por debajo del 56% de los polacos o el 61% de los italianos (Stokes, 2015). En suma, ambas situaciones, es decir, que el ciudadano español se suspenda al ser preguntado por su nivel de conocimiento sobre las sociedades árabes o que mantenga una opinión negativa sobre el islam, nos animan a reflexionar sobre el rol que cumple el periodismo no solo en su función informativa, sino también en su carácter socializador y pedagógico de lo araboislámico. Ahora bien, primero hay que conocer qué se entiende por islamofobia.

[1] Desde la antigüedad, sah es el título que reciben los monarcas de Irán (antes Persia).

[2] Organización sociopolítica de naturaleza islámica y tradición suní fundada en 1928 por el egipcio Hassan al Banna. Uno de sus propósitos es la islamización de la sociedad, fin que persigue por la vía política y mediante el despliegue de redes solidarias, asistenciales y de beneficencia que suplen las carencias del estado de bienestar egipcio.

1.1. Islamofobia mediática

Aunque es difícil situar el origen del término islamofobia, se suele fijar a principios del siglo XX cuando empezó a estudiarse la relación entre las autoridades coloniales francesas y los musulmanes, especialmente en África occidental. En cambio, su ascenso y arraigo se justifica bien como una consecuencia de los movimientos migratorios que incrementaron la presencia musulmana en Europa desde la segunda mitad del siglo XX, o bien a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001 (Segura, 2004; Bravo López, 2009). En cualquier caso, el debate académico sobre la islamofobia ofrece dos posibilidades: o se trata de un nuevo tipo de intolerancia religiosa o, por el contrario, es una forma de racismo cultural (Bravo López, 2009). Por ello, resulta complicado esbozar una única aproximación integral para su precisa conceptualización, pues carece de una definición, una implementación y una comprensión coherente y consistente (Martín Muñoz y Grosfoguel, 2012).
Pese a ello, uno de los planteamientos más repetidos concibe la islamofobia desde la interpretación del islam como un bloque monolítico, estático y opuesto al cambio; percibido como separado y otro; sin valores en común con otras culturas; considerado como inferior a Occidente; estimado como bárbaro, irracional, primitivo y sexista; visto como violento, agresivo, peligroso, que apoya el terrorismo y que está inmerso en un choque de civilizaciones (Runnymede Trust, 1997). Otra de las definiciones clásicas entiende este término como el temor o los prejuicios hacia el islam, los musulmanes y todo lo relacionado con ellos, que constituye una violación de los derechos humanos y una amenaza para la cohesión social, ya sea en forma de manifestaciones cotidianas de racismo y discriminación, o en otras más violentas (Ramberg, 2004). Por lo tanto, el denominador común de todas las interpretaciones es la actitud hostil hacia el islam y todo lo identificado como islámico, a partir de la idea de que el islam es un enemigo que amenaza el bienestar y la supervivencia occidental, una amenaza de la que es preciso defenderse (Bravo López, 2012).
La islamofobia también es considerada como el rechazo hacia un grupo de población por unas características relacionadas con la pertenencia real o supuesta al islam. Esta realidad -que muchas veces aparece acompañada de “arabofobia”- procede de una idea “falsa” mediante la cual “el comportamiento individual y colectivo de los musulmanes viene determinado, sobre todo, por la religión”. Todo ello conforma “la construcción del problema musulmán” para las sociedades europeas a partir de un islam convertido en “una especie de angustia existencial y en una obsesión colectiva” que se basan en “el mito de la islamización”: un mito que reafirma que “la Europa ‘blanca’ está invadida, que se desmorona, que está rodeada, e incluso que dentro de poco va a ser sustituida” (Khader, 2016, p. 17).
Después, ya en el espectro mediático, se establece la “islamofobia periodística”, es decir, el miedo al islam que los periodistas transmiten a la opinión pública occidental a partir de la difusión de tres ideas erróneas: 1) no distinguir intelectualmente entre islamistas radicales y moderados, ni tampoco entre el islam como religión y el islam como fuente de inspiración política; 2) consolidar la tesis de que el islam persigue acabar con la civilización occidental; y 3) la incompatibilidad entre el islam y la democracia a fin de no integrar a los movimientos islamistas en el panorama político nacional e internacional (Majdoubi, 2012, p. 213). Puede plantearse incluso la existencia de una “nueva islamofobia” o una “islamofobia ilustrada” porque cada vez se dan menos estereotipos verbales de manera explícita, a pesar de que las visiones estereotipadas hayan reaparecido a través de la definición de las agendas, la orientación temática y la contextualización de las imágenes (Hafez, 2016, p. 24). En este sentido, para analizar si hubo islamofobia en la cobertura, nos apoyaremos en los postulados de la teoría del framing.

1.2. Perspectiva cultural del framing

Una de las definiciones más repetidas del framing refleja la inclinación del periodista por algunos aspectos de la realidad percibida con el fin de hacerlos más prominentes en el texto comunicativo (Entman, 1993). Con anterioridad fue Goffman (1974) quien utilizó el término frame para explicar la manera en la que se organizan los acontecimientos tanto en nuestra mente como en la sociedad. En otras palabras, el framing es considerado como una mera selección de la realidad que acaba siendo lo más notable para la audiencia (Sádaba, 2008) y los frames -o encuadres, como también son denominados- son los presupuestos mentales que ordenan la construcción y comprensión de la realidad social (Brosius y Eps, 1995). De esta manera, la cobertura mediática de un evento siempre podrá ser enmarcada desde ángulos diferentes, lo que implica que el receptor interprete ese asunto de una manera particular (Shah, Kwak, Schmierbach y Zubric, 2004).
A nivel académico, la teoría del framing ha sido empleada para analizar el tratamiento que los medios de comunicación realizan sobre temas tan diversos como la corrupción política, la imagen de la mujer, el movimiento antinuclear, la inmigración, los procesos electorales, los discursos políticos o los conflictos sociales (Sádaba, 2001; López Rabadán, 2010; Saperas y Carrasco-Campos, 2015). Ante este panorama, la perspectiva culturalista del framing se está consolidando como una línea creativa en el estudio de esta teoría que, en lo relativo al mundo araboislámico, puede explicarse desde tres paradigmas: el cognitivo, el crítico-ideológico y el construccionista (Miceviciute, 2013).
En primer lugar, siguiendo los planteamientos del paradigma cognitivo, la percepción de la noticia -y de la realidad- cuando afecta a temáticas novedosas se fija a partir de la experiencia: conocimiento, símbolos, recuerdos, etcétera (Sádaba, 2008). De ahí que, en casos con poco dramatismo las personas prefieren mantener sus viejos esquemas, y los periodistas, si no quieren perder su audiencia, deban contar con ello (Miceviciute, 2013).
En segundo lugar, en relación con el paradigma crítico-ideológico del framing, es necesario conocer el contexto en el que surgen los encuadres dominantes y cómo se configuran en los textos. De tal manera, las ideas y significados que el periodismo proporciona tienen un origen sociocultural, evolucionan continuamente y no proceden directamente de las élites o los propios medios (Marín Albaladejo y Zamora Medina, 2014). Por ello, en el caso egipcio, conviene cuestionarse de dónde provienen los encuadres: historia, sociedad, política, religión, cultura, etcétera.
Finalmente, la perspectiva construccionista concibe el framing como un proceso de recreación de la realidad social y bien podría afectar al mundo araboislámico por la existencia de productos periodísticos que definen asuntos -con sus causas, implicaciones y soluciones- a partir de recursos simbólicos con fuerte arraigo en la cultura de una sociedad -mitos, estereotipos, valores, arquetipos o construcciones narrativas-, que poseen una intención y un sentido. De esta forma, los símbolos y convenciones culturales (metáforas, ejemplos, frases de enganche, etiquetas…) originan “la conexión entre el contenido manifiesto y el contenido latente que conforman la idea central organizadora o paquete interpretativo (frame) transmitido por los medios” (Marín Albaladejo y Zamora Medina, 2014, p. 26). No obstante, esta cuestión ya había sido tratada por Entman (1993), puesto que la cultura es uno de los cuatro elementos en los que se pueden localizar los frames, junto a emisor, receptor y texto.
Con todo, para la perfecta comprensión del mensaje resulta fundamental la conexión entre los sistemas de símbolos socioculturales y el proceso de cognición de los individuos. Ahora bien, tanto los medios como los individuos pueden aceptar o rechazar los encuadres propuestos por las élites y los periodistas (Marín Albaladejo y Zamora Medina, 2014). Por ejemplo, por mucho que un periódico insista en que la victoria del islamismo político es negativa para el desarrollo de la revolución, es el lector quien tiene la facultad para determinar si ese triunfo es positivo o negativo para el proceso político.
En cualquier caso, la cultura debe ser un elemento capital para toda consideración del framing y, de acuerdo con Van Gorp (2007), al ubicar los frames en la cultura, el proceso de encuadre que a menudo se conceptualiza como una cuestión de la cognición individual es más bien dirigido por la cultura en general. Así, los encuadres que responden a fenómenos culturales influyen en los esquemas del periodista y de la audiencia, en tanto que estos encuadres forman parte de la memoria colectiva que ambos comparten y sirven para conocer las relaciones entre unos y otros. Además, estas resonancias culturales suelen ser percibidas como familiares, lo que provoca que los frames a los que se refieren pasen inadvertidos: si se desea hallarlos, hay que examinar los estereotipos, valores, mitos o referencias históricas que acompañan a los mensajes (Van Gorp, 2007; Van Gorp, 2010).
En lo que respecta a la islamofobia, puede resultar más costoso identificarla porque su manifestación varía desde lo abierto y declarado hasta lo encubierto o latente (Rane, Ewart y Martinkus, 2014). En suma, el interés de la perspectiva culturalista del framing radica en que supera las limitaciones de los encuadres generales para conseguir interpretaciones más concretas, mientras corrige la precariedad de los específicos para precisar los temas y asuntos (Marín Albaladejo y Zamora Medina, 2014). Llegados a este punto, es el momento de exponer nuestra propuesta teórica de frames culturales para el estudio de acontecimientos de carácter araboislámico.

1.3. Propuesta de framing cultural para el estudio de la revolución egipcia

Una de las principales críticas que acompañan a la teoría del framing es la falta de homogeneidad para identificar los frames en las coberturas mediáticas (Vicente Mariño y López Rabadán, 2009). La existencia de variadas tipologías y métodos para hallarlos también afecta a los estudios que abordan temas araboislámicos: si un primer grupo de trabajos se apoyan en procedimientos deductivos establecidos (d’Haenens y Bink, 2006; López, Otero, Pardo y Vicente, 2010; Fornaciari, 2011; Golan, 2013; Corral-García y Fernández Romero, 2015), como el de los cinco encuadres generales de Semetko y Valkenburg (2000); otras investigaciones proponen su propio paradigma (Durán, 2019; Calvo Barbero y Sánchez-García, 2018). En este segundo grupo debemos situar el estudio de Kumar (2010), donde se fijaron cinco encuadres para analizar el tratamiento de los musulmanes, los árabes y el mundo islámico tras los atentados del 11 de septiembre: 1) el islam es una religión monolítica; 2) el islam es una religión sexista; 3) la mente musulmana es incapaz para la ciencia y la razón; 4) el islam es intrínsecamente violento; y 5) Occidente propaga la democracia, mientras que el islam engendra terrorismo.
A pesar de que ambas opciones nos parecen interesantes, hemos decidido crear un nuevo modelo para explorar los encuadres culturales de lo araboislámico a partir de un doble procedimiento deductivo (cuantitativo) e inductivo (cualitativo). Para el primer caso, integrado en el análisis de contenido cuantitativo que más adelante detallaremos, se han elaborado dos categorías: el frame tolerante o islamofílico y el frame islamófobo. El primero de ellos recoge las menciones, ya sean explícitas o implícitas, basadas en discursos respetuosos, cordiales, integradores, conciliadores, universales o humanos, cuyo fin sea el entendimiento, la amistad, la alianza, la igualdad o la buena convivencia. En cambio, por frame islamófobo entendemos las menciones supeditadas al discurso o sentimiento, evidente o latente, basado en generalizaciones, estereotipos, prejuicios o temores hacia lo árabe, el islam, los musulmanes y todo lo relacionado con ellos que constituye una violación de derechos humanos y una amenaza para la cohesión social porque reafirman las visiones negativas del informe Runnymede Trust (1997).
En el caso de la segunda vertiente, la inductiva, los encuadres noticiosos resultantes de la cobertura de la revolución egipcia surgen de la ejecución de un análisis de contenido cualitativo que, a su vez, completa las deducciones cuantitativas realizadas con anterioridad. No debe olvidarse, en este sentido, que la teoría del framing también permite acercamientos más teóricos o amparados en metodologías cualitativas (Ardèvol-Abreu, 2015).
De acuerdo con Ibrahim (2010), los enfoques cualitativos proporcionan espacio para un análisis más exhaustivo del significado de los textos y pueden facilitar una comprensión más matizada de por qué una historia en particular es correcta o no, en función de los aspectos que destaca y oscurece. Ello, además, permite mejorar el procedimiento habitual empleado para el estudio de los sesgos en las coberturas mediáticas y que se basa en la simplificación del contenido de las piezas periodísticas en tres categorías: positiva, negativa y neutra. De este modo, gracias a la introspección cualitativa, se aumenta la confianza en el modelo de framing como fundamento teórico.

1.4. Objetivos, preguntas de investigación e hipótesis

Los objetivos que perseguimos con este estudio sobre la presencia de islamofobia en la cobertura de la revolución son los siguientes:

A la luz de estos objetivos, pretendemos responder estas preguntas de investigación:

Finalmente, en lo referente al tratamiento de la revolución egipcia, partimos de estas tres hipótesis:

2. Método

La técnica de investigación empleada para realizar este estudio ha sido el análisis de contenido en sus vertientes cuantitativa y cualitativa. Además, así se consigue la triangulación metodológica, porque si las técnicas cuantitativas describen e interpretan la realidad por medio de la medición, las cualitativas acercan las imágenes que se tienen de un objeto, es decir, captan significados y matices, muestran argumentaciones, propósitos y connotaciones, distinguen coberturas y permiten mantener la naturaleza de los textos y su significado discursivo, evitando su reducción a números (Sánchez Aranda, 2005; Zugasti, 2007; Román, García y Álvarez, 2011).

2.1. Población y muestra

En esta investigación hemos seguido un proceso de muestreo polietápico (Krippendorff, 1990). Así, en primer lugar, el intervalo temporal de estudio se ciñe al periodo comprendido entre el 1 de enero de 2011 y el 31 de diciembre de 2013: si los primeros conatos revolucionarios tuvieron lugar en enero de 2011, Egipto volvió a su punto de partida en diciembre de 2013, cuando el poder político quedó supeditado de nuevo al poder militar. De este modo, se han analizado unos sucesos sociopolíticos de variado carácter y de alto interés noticioso: manifestaciones, conflictos, juicios, elecciones, procesos constitucionales, referéndums, golpes de Estado… En concreto, gracias a la revisión de las cronologías creadas por el Instituto Europeo del Mediterráneo (2017), hemos registrado un conjunto cuarentaiocho momentos donde agrupamos los principales acontecimientos mediáticos de la revolución egipcia.
En segundo lugar, ya se ha mencionado que en este trabajo se estudian los cuatro periódicos de referencia en España. Además, si atendemos a los datos de lectores diarios ofrecidos por el Estudio General de Medios relativo al tercer año móvil de 2017 (de febrero a noviembre de 2017), las cifras ratifican esta relevancia (AIMC, 2017). Así, El País es el diario de información general y de ámbito nacional con mayor número de lectores por día (1.080.000), seguido de El Mundo (662.000) y ABC (418.000). Por su parte, La Vanguardia es el líder de los diarios regionales con un total de 585.000 lectores al día. Si cotejamos estos datos con el intervalo temporal analizado en este trabajo, corroboramos que estos periódicos ostentaban entonces la misma preeminencia, con un número mayor de lectores incluso (AIMC, 2012).
En lo referente al corpus del estudio, consideramos como unidad de análisis cualquier información sobre Egipto publicada en los intervalos temporales y periódicos ya señalados que, del mismo modo, cumpliera los siguientes requisitos: 1) que estuviera encabezada por un titular y gozara de entidad propia; 2) que presentase una mención explícita o indirecta a Egipto -o al proceso sociopolítico en el que se encontraba inmerso-; 3) que dicha referencia no fuese un mero comentario; 4) que apareciese en los elementos del primer nivel de lectura (titulares, subtítulos, antetítulos, cintillos, sumarios, destacados y pies de foto), el lead o el último párrafo; y 5) que reprodujese nuestra definición de frame islamófobo.
En este punto, debemos señalar que se registraron 3045 piezas periodísticas relativas al objeto de estudio (la revolución egipcia). Por lo tanto, esta cifra equivale a la población de nuestra investigación. No obstante, hay que matizar que no todas incorporaron pautas de islamofobia, por lo que la muestra final se redujo hasta las 428 unidades de análisis que sí reproducían nuestra definición de encuadre islamófobo.

2.2. Instrumentos de recogida de información

Los materiales periodísticos utilizados en este trabajo se extrajeron mediante dos vías. Por un lado, para los casos de ABC y La Vanguardia se recurrió a sus hemerotecas virtuales de acceso libre y gratuito. Por otro, en lo relativo a El Mundo y El País, hubo que sondear sus ediciones impresas hasta conseguir las unidades de análisis que después fueron analizadas.

2.2. Procedimiento

Teniendo en cuenta todos los requerimientos descritos hasta el momento, el análisis de contenido cuantitativo se fundamentó sobre 428 unidades de análisis, a las que se aplicó un código compuesto por categorías formales y de contenido: si las primeras responden a características más generales como la fecha, el diario o la autoría, las segundas tratan aspectos más específicos del ámbito de estudio que no tienen por qué encontrar correspondencia en otras investigaciones, es decir, cuestiones como los temas, los protagonistas de los textos o diversos motivos de las fotografías, por ejemplo. En este sentido, para el tratamiento estadístico de los datos obtenidos se ha utilizado el software informático Statistical Package for the Social Sciences (SPSS).
Finalmente, con el propósito de enriquecer los resultados cuantitativos, se ha efectuado un análisis de contenido cualitativo sobre los veintidós editoriales. La razón por la que nos centramos solo en este género periodístico es que el editorial dibuja el perfil ideológico y periodístico del medio de comunicación (Canel, 1999), aunque la prensa también proporcione opinión e imprima el framing a través de otro tipo de textos (Armañanzas y Díaz Noci, 1996). Por otro lado, no debe olvidarse que, al estar vinculado con el discurso latente, el análisis de contenido cualitativo requiere mayor contextualización, por lo que es preferible trabajar con muestras más reducidas (Schreier, 2012). Con todo, este itinerario nos brinda la posibilidad de conocer cómo fueron los discursos islamófobos que aparecieron en los textos que fijan el talante editorial de un diario.
Además, como esta fase del estudio pretende mostrar algunos ejemplos de la islamofobia mediática desde el prisma de la cobertura editorial, aquí se ha trabajado con un sistema de categorías abiertas: un esqueleto que responde a un prolongado proceso de tanteo por el que se utilizan unas categorías provisionales que, más tarde, se conservan, suprimen o refinan en función de su capacidad de captación del sentido oculto de los textos (Ruiz Olabuénaga, 2012). Seguidamente, presentamos los principales resultados de nuestra investigación.

3. Resultados

Al profundizar en las 428 unidades de análisis en las que existe un tratamiento islamófobo, uno de los primeros pasos es describir cómo ha aparecido este discurso. Así, en la cobertura de la revolución egipcia prima lo sutil (76%) sobre lo manifiesto (24%), es decir, solo una de cada cuatro veces la islamofobia se presenta de forma continuada o, incluso, inscrita entre los elementos de titulación o primer nivel de lectura. Por cabeceras, ABC es el diario que más casos de islamofobia proporciona (34,3%), seguido de El Mundo (25,9%), La Vanguardia (23,4%) y El País (16,4%). Este último periódico destaca porque rara vez imprime la islamofobia manifiestamente (5,7%), cuando el resto de rotativos presentan unos datos más similares: La Vanguardia (30%), ABC (29,3%) y El Mundo (22,5%).
Por otro lado, este discurso islamófobo se ofrece junto al encuadre tolerante o islamofílico en el 17,1% de los casos, algo que puede llevar a confusiones. No obstante, certificar este segundo encuadre cultural resulta igualmente costoso, pues las muestras tenues (82%) superan con creces a las evidentes (18%). Aquí, El País es el que más veces lo incorpora en su cobertura acompañando al islamófobo, pues en el 20% de las unidades de análisis se ofrecen ambos frames. En este sentido, con la salvedad de El Mundo (12,6%), las otras dos cabeceras se mueven en unas cifras semejantes a las de El País: La Vanguardia (19%) y ABC (17,7%). Por el contrario, una de las particularidades en la cobertura de cada diario es cómo se inscribe este encuadre islamofílico, porque aquí sí que existe cierta disparidad: si El País y ABC lo procuran de manera ostensible algunas veces (28,6% y 23,1%, respectivamente), en La Vanguardia y El Mundo es más raro hallarlo de forma evidente (10,5% y 7,1%, respectivamente). En cualquier caso, en los cuatro periódicos prevalece lo sutil o lo latente.
Ahora bien, es necesario recordar que hasta alcanzar estos resultados hubo que desechar un buen número de unidades de análisis que no contenían islamofobia. En concreto, se revisaron 2617 artículos periodísticos más sobre los diversos sucesos egipcios acaecidos en el periodo de estudio que, finalmente, se dejaron de lado por no incorporar nuestra definición de frame islamófobo. De esta manera, a pesar de que hubo islamofobia, hemos de reconocer que solo se ofreció en el 14% del total de los casos registrados. Una vez que la islamofobia en la cobertura de la revolución egipcia ha sido presentada, proseguimos con los aspectos formales del tratamiento de la prensa española.

3.1. Aspectos formales de la cobertura islamófoba

Debido al carácter transnacional de la revolución egipcia, las secciones de Internacional y de Opinión recogen más manifestaciones islamófobas entre las 428 unidades de análisis (60,7% y 26,9%, respectivamente). Ello no impide que también se muestre en diversos suplementos (3,5%), en la portada (1,6%) y en la contraportada (1,4%). Seguramente, resulta más ilustrativo atender a la autoría y los géneros periodísticos. Así, respecto a los autores, columnistas y colaboradores son los que más reproducen la islamofobia (35%). A continuación aparecen los textos escritos por enviados especiales (22,7%) y por los redactores o miembros del equipo editorial (22,4%). Además, el frame islamófobo también es suscrito por los corresponsales (8,4%), aunque aquí debemos matizar que El País nunca define el rol del corresponsal y rara vez el de enviado especial. En menor medida, estos discursos son proporcionados por lectores (3%) y agencias (2,3%), pero casi nunca por humoristas (0,7%).
En lo referente a los géneros periodísticos, la islamofobia predomina en columnas o artículos de opinión (36,2%) y crónicas (28,7%). El resto de géneros no ofrece tanta presencia: reportajes (13,8%), editoriales (5,1%), noticias (4,2%), entrevistas (3,7%), fotonoticias (3,5%), cartas de lectores (3%) o viñetas de humor gráfico (0,7%). Por otro lado, la mayoría de las unidades de análisis que ostentan discursos islamófobos son firmadas en Egipto (64,8%) o España (10,3%). Por tanto, las elaboradas en Israel, otras naciones europeas u otros países de la Liga Árabe no obtienen tanta frecuencia (5,6%, 5,2% y 4,7%, respectivamente).
En cuanto a las fuentes principales, estas suelen ser oficiales en la mayoría de los casos (32,3%), esto es, derivadas de la administración pública y los tres poderes del Estado. Más significativo es que el frame islamófobo surja acompañado de fuentes científicas (16,7%), porque aquí se incluyen académicos, observadores o miembros de think tanks. Tras ellas emergen los testimonios de activistas (12,5%), civiles (9,9%) y la comunidad religiosa de los Hermanos Musulmanes (9,1%). A cierta distancia se encuentra el resto de fuentes políticas (6,5%), periodísticas (6,5%) o religiosas (4,9%).
A nivel temporal, la islamofobia aparece en las cuatro fases de la revolución egipcia, aunque con algunas diferencias: en la primera fase, que atiende a las revueltas iniciales y la caída de Mubarak, se ofrece el 27,1% de las muestras islamófobas; la segunda etapa, la de la transición de los militares entre febrero de 2011 y junio de 2012, es la menos prolífica (16,6%); en el periplo gubernamental de Mursi se da uno de cada cuatro casos de islamofobia (25%); finalmente, en la última fase, que se abre con el golpe de Estado de julio de 2013, concurre la mayoría de las unidades de análisis islamófobas (31,3%). Desde este momento, por su relevancia para la investigación, los datos que proporcionamos se presentan comparados entre los cuatro rotativos.

3.2. Temas y protagonistas de la cobertura islamófoba

Al profundizar en los temas en los que aparece la islamofobia (Tabla 1), enseguida observamos una constante: ABC, El País y La Vanguardia la exponen prioritariamente al tratar el islamismo político, con porcentajes próximos al 20%, algo que no ocurre en el caso de El Mundo (10,8%). La islamofobia también acompaña a la primavera árabe, pero aquí La Vanguardia (8%) no sigue la línea de las otras cabeceras: ABC (17%), El Mundo (15,3%) y El País (14,3%). Por el contrario, la islamofobia predomina en La Vanguardia junto a temas de política exterior y relaciones internacionales (22%) cuando en ABC solo lo hace en el 6,1% de casos. En otros temas, los discursos islamófobos sobresalen en lo conflictivo para El Mundo (17,1%) o en los asuntos religiosos para ABC (13,6%).

Tabla 1. Tema según diario (en porcentaje).


Fuente: elaboración propia.

En cuanto a los actores que protagonizan las unidades de análisis que representan el frame islamófobo, de acuerdo a la Tabla 2, destacan los Hermanos Musulmanes (25,5%). Eso sí, con diferencias entre los cuatro diarios: La Vanguardia emerge notoriamente con el 34%, seguido de El País (27,1%), El Mundo (22,5%) y ABC (21,1%). Lejos se encuentran el Ejército (9,1%), la sociedad egipcia (8,6%) o la Iglesia copta( ) [3] (8,4%).

Tabla 2. Protagonista según diario (en porcentaje).


Fuente: elaboración propia.

Por cabeceras, la islamofobia de ABC sobresale en torno a la sociedad egipcia (14,3%), los coptos (11,6%) y el presidente Mursi (12,2%). Por su parte, a pesar de que en El Mundo predominen los Hermanos Musulmanes (22,5%), este diario es el que ofrece el protagonismo más distribuido entre el resto de actores. Tanto es así que el valor otros, que agrupa un buen número de personajes o instituciones como, por ejemplo, Mariano Rajoy, la Iglesia católica u otros actores egipcios, llega hasta prácticamente el 20%. En cambio, en El País destacan otras figuras como el Ejército (11,4%), los activistas, opositores o manifestantes (8,6%) y la Unión Europea (5,7%). Finalmente, La Vanguardia se muestra islamófobo cuando actores internacionales como Barack Obama y Estados Unidos (9%) o Benjamin Netanyahu e Israel (6%) protagonizan las piezas periodísticas.

[3] Los coptos son los cristianos de Egipto.

3.3. Islamofobia en la cobertura gráfica

En lo que respecta a las 188 unidades de análisis que ofrecen al menos una fotografía, al observar la Tabla 3, los temas principales de las imágenes que acompañan a las piezas periodísticas islamófobas son tres: los conflictivos o bélicos (29,8%), los que recogen manifestaciones (25,5%) y los políticos o electorales (23,9%). Lejos quedan otros motivos como los religiosos (11,7%), los culturales (2,1%) o los turísticos (1,1%). Por periódicos, si en los temas conflictivos existe cierta homogeneidad, no ocurre lo mismo con las manifestaciones, donde El País (42,5%) destaca sobre El Mundo (16,7%). En cambio, El País ofrece unos datos inferiores en cuestiones políticas o electorales (17,5%), cuando el resto de rotativos presentan unos datos próximos al 25%. Las imágenes de carácter religioso adquieren peso en El Mundo (16,7%), ABC (13,2%) y La Vanguardia (11,4%), algo que apenas ocurre en El País (2,5%).

Tabla 3. Temas de la fotografía principal según diario (en porcentaje).


Fuente: elaboración propia.

Por último, de conformidad con nuestro objeto de estudio, resulta interesante estudiar si la fotografía principal refleja o no estereotipos, es decir, visiones simplificadas y recurrentes que generalizan algo concreto. Esto solo ocurre en el 6,9% de los casos, siendo El País la cabecera que más estereotipos propone (10%), seguida de La Vanguardia (8,6%), ABC (7,5%) y El Mundo (3,3%). Llegados a este punto, proseguimos con los resultados del análisis de la cobertura editorial.

3.4. Islamofobia editorial

El análisis de contenido cualitativo, realizado únicamente sobre los veintidós editoriales islamófobos de la revolución egipcia (que suponen el 5,1% del total de 428 unidades de análisis), nos ha permitido identificar hasta cinco frames específicos: 1) la islamofobia lingüística; 2) la incompatibilidad entre islam y democracia; 3) la homogeneidad del mundo árabe; 4) el retraso araboislámico y la superioridad occidental; y 5) el peligro islamista. Para dar cuenta de estos cinco encuadres, a continuación presentamos algunos extractos de los editoriales que incorporan estos discursos islamófobos y cuya referencia completa se encuentra alojada en el último apartado de este trabajo, justo después de la bibliografía.
Como decimos, al primero de estos frames lo hemos denominado islamofobia lingüística e incide en el uso de sustantivos, adjetivos, verbos o expresiones que crean asociaciones perniciosas hacia lo araboislámico. Así ocurre cuando se emplean términos  como “miedo” (El Mundo, 2011a, p. 3), “temor” (El País, 2011a, p. 30), “someter” (ABC, 2012c, p. 4), “espectro” u “horror” (ABC, 2012a, p. 4), entre otros. Desde la puntuación hasta la cursiva, desde la selección del verbo o el adjetivo hasta el titular, cualquier detalle resulta determinante para enfatizar las euforias, las dudas o el pesimismo en el discurso. Sin duda, en los siguientes encuadres veremos nuevos ejemplos de este tipo de islamofobia lingüística.
Por otro lado, al amparo de la naturaleza sociopolítica de la revolución egipcia, el frame de la incompatibilidad entre islam y democracia fue adquiriendo peso con el devenir de los acontecimientos. En uno de sus editoriales, ABC afirmó que las aspiraciones democráticas de “una parte de las sociedades árabes” chocaban con un “muro que separa los contornos islámicos de su identidad más profunda” (2011d, p. 4). En otro, acreditó que “la combinación entre islam y democracia se ha revelado siempre muy complicada, cuando no imposible” (2013, p. 4). Por su parte, El Mundo interpretó que la base de la incompatibilidad se hallaba en la idiosincrasia de los egipcios, porque “la democracia no sólo consiste en poder elegir a los gobernantes sino que además es una cultura que necesita un arraigo y unas condiciones que no se dan en la antigua tierra de los faraones” (2013, p. 3). A su vez, El País planteó que la región árabe estaba aprendiendo “con su propio dolor que construir un sistema de libertades, por modesto que sea, es mucho más complejo que celebrar elecciones o convocar multitudes en las calles” (2013, p. 38). En estos extractos queda perfectamente detallado el escaso crédito que los diarios españoles daban a las democracias araboislámicas, en general, y a la egipcia, en particular.
En tercer lugar, el frame de la homogeneidad en el mundo árabe se ha reproducido en la cobertura editorial con el uso de generalizaciones como “la constante en todos los países árabes” (ABC, 2012a, p. 4), “la supuesta propensión árabe a la tiranía” (El País, 2011b, p. 26) o “el siempre inflamable Oriente Medio” (La Vanguardia, 2012, p. 18). En “todos” y “siempre” encontramos dos vocablos modificadores del lenguaje que entorpecen el conocimiento de la realidad: la heterogeneidad de los países árabes y la variedad cultural de Oriente Medio. Además, en el adjetivo “inflamable” observamos otra muestra de la islamofobia lingüística.
En los editoriales de la revolución egipcia también se han repetido el retraso araboislámico y la superioridad occidental, dos clásicos presupuestos del choque de civilizaciones, que se ejemplifican con expresiones como “mundo caduco” (El País, 2011b, p. 26), “sociedad semifeudal” (El País, 2011c, p. 30) o “la barbarie del integrismo medievalista” (ABC, 2012c, p. 4). No obstante, la mejor muestra de este frame se halla en esta afirmación: “El mundo desarrollado debe implicarse para buscar una salida democrática en Egipto” (El Mundo, 2011b, p. 3). En esta tesis se unen el retraso araboislámico -más que palpable por contraposición al “mundo desarrollado”- y la superioridad occidental a la que apelaron los diarios cuando animaron a las potencias occidentales a que se comprometiesen en el futuro de Egipto.
Finalmente, el frame del peligro islamista, representado casi siempre en los Hermanos Musulmanes, se refleja bien en argumentos como “organizaciones tóxicas” (ABC, 2011b, p. 4), “oportunistas fanáticos que solo buscan el caos” (El Mundo, 2012, p. 3) o “fuerzas políticas […] tanto o más nocivas para la libertad” (ABC, 2011c, p. 4). A pesar de su legitimidad electoral, no fue bien acogido por la prensa española que un grupo islamista como la Hermandad alcanzase el Gobierno egipcio porque, según La Vanguardia, se trataba de “un orden imbuido de sus principios religiosos” (2012, p. 18) y, en palabras de ABC, estaba comandado por un presidente “que cree fervientemente en la preeminencia de las leyes islámicas” (2012b, p. 4). De hecho, las fuerzas islamistas defienden “una sociedad organizada según tradiciones premodernas y criterios religiosos más o menos medievales” (ABC, 2011e, p. 4).

4. Discusión y conclusiones

Esta investigación, centrada en la cobertura islamófoba de la revolución egipcia, ha puesto de manifiesto que la conjunción de frames deductivos (cuantitativos) e inductivos (cualitativos) puede utilizarse en aquellos estudios que atañen a temas o acontecimientos relacionados con el mundo araboislámico. Además, en nuestro caso, este doble procedimiento ha resultado provechoso para ahondar en el desarrollo de la perspectiva culturalista del framing, puesto que ha servido tanto para identificar los frames (discursos, estereotipos, generalizaciones…), como para reconocer que el origen de estos encuadres afecta más bien a criterios culturales y religiosos que a motivos históricos o políticos. Queda respondido, así, un aspecto que ya introducíamos al describir el paradigma crítico e ideológico del framing cultural.
Si retomamos las hipótesis de partida, en primer lugar, este trabajo ha demostrado que descifrar la islamofobia mediática es una tarea compleja. Como hemos visto, durante la revolución egipcia ha sido más frecuente hallarla de manera sutil o latente que de forma explícita. Es más, lo islamófobo también aparece acompañado de islamofilia en algunas ocasiones. Por tanto, podemos concluir que se han cumplido varios de los planteamientos de la “islamofobia ilustrada”: pese a que en el análisis de contenido cualitativo hemos comprobado que siguen apareciendo expresiones lingüísticas de carácter intolerante, este discurso se fundamenta mejor en cuestiones como los temas o los protagonistas, y no tanto en la selección de las imágenes.
De este modo, en los resultados cuantitativos hemos observado que tanto el islamismo político (tema principal) como los Hermanos Musulmanes (protagonistas) han sido los focos de la islamofobia. Ahora bien, esta realidad contrasta con una evidencia de la idiosincrasia del proceso egipcio: en el primer año y medio de la revolución, ni el islamismo político ni la religión islámica fueron especialmente determinantes para el curso de los acontecimientos. Solo a medida que los Hermanos Musulmanes empezaron a adquirir importantes triunfos en las urnas, el tratamiento periodístico se cargó de temor y prejuicios. De ahí que su líder y a la postre presidente del país, Mohammed Mursi, se convirtiese en el chivo expiatorio de los diarios españoles. En definitiva, creemos que en muchos casos se ha producido una cobertura donde lo religioso ha adquirido demasiada relevancia en los hechos narrados cuando este fenómeno define, sobre todo, un pasaje histórico de marcado carácter sociopolítico.
Por otro lado, en los editoriales hemos evidenciado que se refuerzan los postulados de la oposición entre el islam y la democracia, el miedo al islamismo, el choque de civilizaciones, la supremacía occidental o el atraso y la uniformidad del mundo araboislámico. Estos discursos se han gestado por medio de generalizaciones, prejuicios y el empleo de términos o expresiones que pueden generar asociaciones en las mentes de los lectores. De manera consciente o no, este tipo de tratamientos crean distorsiones o cambios de percepción en el receptor de la información. Además, hablamos de un escenario que podría repercutir gravemente en la evolución de una opinión pública que, de por sí, no ofrece demasiadas simpatías por lo araboislámico.
Desde el prisma de cada diario, y dentro de la homogeneidad de los resultados, ABC fue la cabecera que más reprodujo el frame islamófobo a lo largo de estos tres años. Si lo comparamos con los otros rotativos, lo hizo el doble de veces que El País, mientras que La Vanguardia y El Mundo quedaron en una situación intermedia. En este sentido, de la mano de los análisis cuantitativo y cualitativo, hemos podido especificar que cada periódico mostró inclinación por unos temas, protagonistas o encuadres concretos. En otras palabras, la islamofobia no siempre ha seguido un mismo patrón discursivo en los cuatro diarios.
En cualquier caso, no podemos concluir que la prensa española hiciese una cobertura islamófoba de la revolución egipcia, porque hemos de recordar que el frame islamófobo solo estuvo presente en el 14% de las unidades de análisis publicadas sobre esta cuestión. Por ello, este estudio no debe entenderse como una crítica al trabajo de los diarios españoles, sino como base para la reflexión y el replanteamiento de algunas prácticas que mejorarían la calidad informativa y la representación de una cultura y una religión: los árabes y el islam.
Quedan pendientes para el futuro nuevos estudios que aúnen el framing y la islamofobia para analizar temas más sensibles para la actualidad española respecto al mundo araboislámico como, por ejemplo, los atentados terroristas, la inmigración o la crisis de los refugiados. Tampoco debe desdeñarse el examen de otros productos comunicativos como el cine, las series o los informativos televisivos, así como la revisión del proceso de recepción de los discursos por parte de lectores o audiencias.

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Autores

Alfonso Corral
Doctor en Comunicación por la Universidad San Jorge (premio extraordinario) y docente adscrito al Instituto Humanismo y Sociedad de la Universidad San Jorge. Además, es investigador del grupo Migraciones, Interculturalidad y Desarrollo Humano, reconocido y financiado por el Gobierno de Aragón. Su línea de estudio está centrada en el binomio comunicación y mundo araboislámico, en especial, la islamofobia mediática, aunque también analiza temas como la integración de los inmigrantes o el discurso periodístico sobre la inmigración. Ha publicado artículos sobre islamofobia, las revoluciones árabes, migraciones, framing, sociedad red y medios de comunicación en revistas científicas nacionales e internacionales con factor de impacto. Asimismo, ha participado en congresos nacionales e internacionales sobre comunicación, comunicación digital y mundo araboislámico. También ha sido beneficiario de ayudas en concurrencia competitiva para la realización de estancias internacionales en centros de reconocido prestigio como el Institute for Media Studies de la KU Leuven (Bélgica).
acorral@usj.es
Índice H: 4.
Orcid ID:  https://orcid.org/0000-0003-0539-1314
Google Scholar: https://scholar.google.es/citations?user=8cRTMOgAAAAJ&hl=es

Cayetano Fernández Romero
Cayetano Fernández Romero es Doctor en Historia por la Universidad de Navarra. En la actualidad es docente y coordinador académico del Instituto Humanismo y Sociedad de la Universidad San Jorge. Asimismo, es investigador del grupo Migraciones, Interculturalidad y Desarrollo Humano, reconocido y financiado por el Gobierno de Aragón. Sus líneas de investigación son las migraciones y los medios de comunicación, la integración de los inmigrantes, la interculturalidad, la historia, la demografía y los movimientos sociales. Su producción científica en revistas nacionales e internacionales con valor de impacto ha sido reconocida con un sexenio de investigación por CNEAI. Además, también ha dirigido cuatro tesis doctorales y ha participado en diferentes proyectos de financiación europea.
cfernandez@usj.es
Índice H: 4.
Orcid ID: http://orcid.org/0000-0002-6547-8270
Google Scholar: https://scholar.google.es/citations?user=ntGDYn8AAAAJ&hl=es

Carmela García Ortega
Carmela García Ortega es Doctora en Comunicación por la Universidad de Navarra. En la actualidad es Jefa de Estudios de la Facultad de Comunicación y Ciencias Sociales de la Universidad San Jorge. Sus líneas de investigación son la comunicación política y la historia del periodismo. Ha ampliado su formación en metodologías de investigación en las universidades de Salamanca y Essex (Reino Unido). Investigadora principal de Comunicación, Periodismo, Política y Ciudadanía, grupo de investigación reconocido por el Gobierno de Aragón. También es evaluadora de proyectos para la Agencia Española de Investigación, tiene un sexenio de investigación reconocido por la CNEAI (2008-2014) y un quinquenio de excelencia docente por la USJ. Ha codirigido dos tesis doctorales y está acreditada por la ANECA en las figuras de Profesor Contratado Doctor, Universidad Privada y Ayudante Doctor.
cgarcia@usj.es
Índice H: 9.
Orcid ID:  http://orcid.org/0000-0002-8046-1653
Google Scholar:  https://scholar.google.es/citations?user=WmmTDXUAAAAJ&hl=es